Ninguno de los personajes de Ranma ½ me pertenecen, son todos propiedad de Rumiko Takahashi, yo solo los rapto para divertirme un poco.

Capítulo 1: Un Rayo de Sol

El sol del nuevo día se colaba por entre las delicadas cortinas de su cuarto. Frunció el entrecejo ante aquel destello que le impedía continuar durmiendo, volteó hacia el lado opuesto de la ventana y observó el reloj que reposaba sobre su mesa de luz. Las agujas señalaban las 9:17 de la mañana.

Diablos´ pensó mientras cerraba con fuerza los parpados con la esperanza de que el cielo se oscureciera nuevamente y ella pudiera volver a dormir. No quería comenzar el día, un día más.

Se giró para quedar sobre su espalda y observo el cielo de su habitación. De todas formas Kasumi subiría a despertarla en unos minutos, para que bajara a desayunar. Sonrío tristemente ante ese pensamiento; su hermana mayor actuando como madre. Giró su cabeza y observó un portarretratos que descansaba sobre su cómoda, la foto que llevaba era de una hermosa mujer sonriendo bajo un árbol de cerezos, llevaba puesto un kimono rojo con flores blancas.

Akane inconscientemente se llevó una mano hacia su cabello, tomando un largo mechón y enlazándolo en un dedo. Ella, junto con su hermana menor, eran las que más parecido a su madre tenían. Akane cerró los ojos, aún podía recordar su suave olor a cerezo, y su caminar tan calmo, como si acariciara la superficie bajo sus pies…

Flashback

Una sonriente niña formaba un pozo en el jardín con ambas manos, su entusiasmo era evidente y se reflejaba en la sonrisa de su rostro. Cuando el pozo era lo suficientemente profundo, recorrió con sus ojos color avellanas alrededor de ella, inspeccionando. Aumentó su sonrisa cuando encontró lo que buscaba, unas hermosas flores blancas que surgían de un bodoque de tierra húmeda envuelta con una bolsa de red. Con su pequeña mano tomó la plantita por el bodoque de tierra y, presa del entusiasmo, la colocó rápidamente dentro del hueco que había hecho en la tierra.

- Akane, debes quitarle la bolsa antes, no te parece? – dijo una mujer que se encontraba junto a ella, observando divertida el entusiasmo de la niña. – si no lo haces, no crecerá porque sus raíces no podrán escapar del envoltorio. – sonrió nuevamente ante la expresión de concentración de la niña en sus palabras. Una brisa meneó unos mechones largos de su cabello opaco, recogido por un lazo en la base de su cabeza.

Akane recorrió con la mirada los largos mechones de su madre, y sin pensarlo, se llevo una mano para tocar su cabello corto, solo llegaba a cubrir su pequeña nuca.

- Madre, cuando sea grande, quiero tener el pelo largo como tu! – dijo poniéndose de pie, olvidando completamente su labor en el jardín y observando embelezada el cabello de su madre.

Su madre se limitó por reír y acariciar la mejilla llena de barro de su pequeña hija.

Akane regresó al presente con un respingo al oír golpes en la puerta de su habitación.

- Adelante – dijo con un tono elevado para que sea escuchada desde detrás de la puerta, sorprendida por su voz de mujer, después de haber recordado la voz chillona que tenía cuando era niña. La puerta se abrió y asomó un rostro tranquilo con una cálida sonrisa.

- Buenos días, Akane. – sin deshacer su sonrisa, un largo cabello castaño aprisionado con un lazo blanco se deslizó sobre su hombro y se balanceó en el aire hasta quedar estático. Se veía muy brillante y sedoso al tacto. – Ya todos están preparándose para bajar a desayunar, deberías hacer lo mismo. – Akane se limitó a asentir devolviéndole la sonrisa y Kasumi desapareció detrás de la puerta.

Ahora que se encontraba sentada en su enorme cama, podía observar mejor su amplia habitación. Tenía un techo alto, paredes de madera blanca y el amoblado era de la misma madera pero con su color original. En la pared derecha había un enorme ventanal que daba al amplio jardín de la casa, cubierto con largas cortinas semitransparentes de un color amarillo pálido. En la pared opuesta reposaba un enorme armario junto a una biblioteca poco ancha pero alta, con unos 5 estantes repletos de libros. Su cama estaba en el centro de la pieza cercana a la pared que enfrentaba la puerta y mirando hacia ésta última.

Akane dejó escapar un largo suspiro, y pensó en su padre, que a pesar de haber quedado solo hacía más de 10 años, a cargo de ellas y el sustento familiar, nunca había perdido sus confiables socios que lo ayudaron a pasar ese difícil momento de pérdida. Hoy en día, llevaba exitosamente una empresa de comercios de arroz y soja, en las hectáreas más codiciadas de Japón, heredadas por linaje paterno, la cual iba a ser heredada por Nabiki, su hermana mayor, pero menor que Kasumi, que trabajaba como una socia más.

Luego de estirar un poco los brazos sobre su cabeza y dejar escapar un par de gemidos de pereza, la jóven se dirige hacia el armario para vestirse. Al abrirlo en encontró con un enorme vestido blanco, y no pudo reprimir un espinazo de tristeza.

Y hay estaba de nuevo, de nuevo su rutinaria vida llegaba para ocupar su mente y arrugar su corazón. Como si de algo sirviera para calmar el repentino espinazo en el pecho, tomó un kimono negro con pétalos rojos, y cerró el armario rápidamente.

Caminó lentamente hacia su cama y dejó sobre ella el kimono, para tener sus manos libres y podes desvestirse de su pijama de seda blanca y tirantes. Mientras lo hacía no pudo reprimir el recuerdo de hacía no más de un mes.…

Flashback

En la larga y ancha mesa del comedor se encontraban las familia Tendo y los hermanos Hibiki compartiendo una cena como cualquier otra, tranquila.

Soun y Nabiki discutían sobre contratos nacionales y las prioridades de cada uno. Kasumi le sonreía a su hijo Yotaro, el cuál escuchaba atentamente a su padre médico explicar porqué se produce el estornudo cuando uno huele pimienta. Akari, la menor de las Tendo, conversaba con el mayor de los hermanos Hibiki, Konatsu, sobre los puertos que tenían transportes náuticos exclusivos para ciertos lugares veraniegos. Akane simplemente comía sin prisa y escuchando retazos de cada conversación, frente a ella en la mesa estaba Ryoga, observando cada movimiento que realizaba, en caso de que alguno revele si se encontraba realmente enojado con él. Las flores que le había traído no tenían la mas mínima intención de molestarla, si eso era lo que había conseguido.

De repente la discusión entre el señor Tendo y su segunda hija cesaron, cuando ella comenzó a tomar un poco de líquido para humedecer su garganta seca de tanto discutir.

Soun aprovecho la guardia baja de su hija e intentó entablar otra conversación.

- Ryoga, cuando llegaste dijiste que tenías algo importante que consultarme. – llamando la atención del menor de los Hibiki. - ¿Pueden consultármelo ahora o debe ser en privado? – Ryoga pareció tensarse repentinamente. Miró fugazmente a Akane y luego hacia la cabecera de la mesa donde se encontraba Soun.

- Si… señor Tendo… tengo algo muy importante que perdirle. – dijo tímidamente, en un tono poco audible y prestando demasiada atención a su tazón de arroz. Soun pestaneó varias veces, extrañado, dudando en interrumpirle. Repentinamente, Konatsu palmeó amistosamente fuerte en el hombro de Ryoga, sonriente.

- Vamos, Ryoga, no seas tan reservado, dilo ya. – el comentario de Konatsu consiguió la que quería, la plena atención de todos y la impaciencia de algunos. Akane lo observaba atenta, comprendió que Ryoga escapaba a sus miradas, y le extraño sobremanera.

- Señor Tendo, yo… quería pedirle… - miró de nuevo rápidamente a Akane, inhaló aire sonoramente, y levantó la cabeza decidido hacia Soun. – yo quería pedirle la mano de Akane en matrimonio. – concluyó tan rápido que todos los presentes tardaron en reaccionar.

Todos los rostros se giraron a Akane, la cual miraba sorprendida a Ryoga, sabía levemente lo que sentía por ella, ¿pero esto?. Se sintió repentinamente muy pequeña en su lugar frente a la mesa. Soun la miró muy sorprendido, pero sonriente.

- Que hermosa noticia Ryoga! – dijo sonriéndole a ambos, una estática Akane y un apenado Ryoga. – Akane ya pronto alcanzará los 20, es una edad perfecta para comprometerse. – alzó la copa rebosante de alegría. – Bienvenidos a la familia Tendo! – gritó fuerte dirigiendo la copa hacia los hermanos Hibiki, para luego tomar todo su contenido en dos tragos.

Luego de ajustarse el kimono, suspiró lentamente. Se miró en el espejo de cuerpo completo que tenía junto al armario, una hermosa joven le devolvía la mirada con un rostro inexpresivo.

Creo que así debe ser.´ pensó mientras se dirigía a la cómoda y tomaba un cepillo para peinarse el sedoso cabello oscuro. Es en esta parte de la historia, donde se unen dos potencias.´ sonrió tristemente ante el pensamiento.

Los hermanos Hibiki habían entrado a su vida por la puerta del despacho de su padre. Dueños de la empresa de transportes náuticos más reconocida en todo Japón, le ofrecía a su padre un medio de trasporte para sus productos, la oportunidad para desplegarse más allá de las fronteras japonesas. Su padre aceptó sin demasiados miramientos, y fue así como comenzaron de a poco a adentrarse en su familia. Era de esperarse que se sintieran a gusto bajo su techo, ya que sus padres había desaparecido hacía tiempo, dejándolos huérfanos y con la empresa a cargo de un socio hasta que Konatsu llegara a la mayoría de edad y tomara el mando.

No se les podía negar el entusiasmo en pertenecer a una familia, aunque fuera ajena. Ellos habían sido unos de los tantos afectados por las víctimas de los fuertes años de la mafia del opio, la Mafia Kuno. Al parecer, la empresa Saotome - Hibiki era el trasporte clave para la dispersión del producto en forma masiva, pero los dueños se rehusaron, y fue así como los padres de Ryoga y Konatsu y toda la familia Saotome desaparecieron.

Akane se observó por última vez al espejo, con el cabello recogido con un lazo rojo, volteó y se dirigió hacia la puerta para luego bajar a desayunar en el gran comedor, donde probablemente, la espere su prometido.

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El sol se colaba por las gruesas cortinas de tela azul que colgaban de la ventana, el reflejo directo no le dejaba abrir los ojos, por lo que se llevó una mano a la cara, corriendo algunos mechones de cabello negro y colocándola sobre sus párpados cerrados. Lentamente sus sentidos captaban sus alrededores, los ruidos de la calle que comenzaba su actividad laboral, y ese agradable olor a té, característico de todas sus mañanas. Sonrió al escuchar unos amortiguados pasos caminar por el otro lado de la habitación.

- Ranko, creo que ya deberías despertarlo. – al escuchar que se entablaba una conversación se mantuvo quieto, esperando recibir algún objeto que le lance su hermana menor con la intención de despertarlo, de una forma no muy agradable. Ella siempre insistía que uno debía levantarse alerta en la mañana para tener un día laboral exitoso. Ranma no estaba muy de acuerdo con esa idea, se le dificultaba trabajar con un ojo morado e hinchado.

- Ukyo, el sabe perfectamente que debe levantarse, no te preocupes tanto. – respondió una segunda voz femenina. – además, ya reparé la tetera 5 veces, la próxima no sobreviviría. – dijo mientras, al parecer, se servía té, porque se oía el fluir del agua en un envase angosto.

- Por supuesto que sobreviviría, tiene la cabeza más dura que he visto nunca. – comentó Ukyo, se volvió a oír el sonido del fluir del agua.

- Yo hablaba de la tetera. – corrigió Ranko, mientras se dirigía al segundo ambiente del pequeño departamento. Ranma oyó a Ukyo reprimir una risa.

Quitó la mano de su rostro y estiró ambos brazos y piernas fuera del sofá donde dormía. Abrió los ojos y encontró unos ojos verdes que lo observaban desde el otro lado de la mesada que separaba el living de la cocina. Unos largos mechones castaño oscuro se deslizaban por los hombros de la joven, vestidos con un traje azul de cuerpo entero que parecía de hombre. Ranma se sentó en su sofá-cama y se refregó las ojos, luego se puso de pié y expandió su pecho lanzando gemidos de pereza.

- Ya que ninguna de ustedes se digna a levantarme. – dijo con indiferencia, luego comenzó a acomodar las mantas del sofá. Ukyo le lanzó una mirada ofensiva, e iba a comentarle algo cuando una pelirroja muy parecida a Ranma, emergió del pasillo que reparaba los dos ambientes y tenia el único baño por el medio.

- Ukyo, ¿has visto mi delantal? – le pregunto mirando a nadie en particular, e inspeccionando el ambiente en que acababa de entrar, sobre los sillones, la mesa del televisor, junto a la ventana.

- Está sobre la estufa, lo colgué para que ventile el olor a fritura. – dijo mirándola con un pequeño gesto de asco. A lo que Ranko le sacó la lengua divertida, entrecerrando sus ojos azules.

- Prefiero eso antes que el olor a pescado que traen ustedes del puerto. – y desapareció por el pasillo para volver segundos después con un delantal sobre un vestido entallado color naranja con un emblema que decía Fishermen Bar´. – Bien, debo irme ya, los pescadores ya deben estar por llegar a desayunar. – dijo mientras se terminaba de trenzar la pelirroja melena, y se dirigía a la puerta apurada. – Adiós, vengan a la hora de cerrar. – y desapareció detrás de la puerta saludando con la mano.

Ranma corrió las cortinas para que entrara más luz en el pequeño departamento, sonrió ante la bien recibida calidez que le acariciaba la cara. Luego volteó y tomó un traje igual al que usaba Ukyo que reposaba en uno de los sofá más pequeños y procedió a ponérselo sobre los boxers y la camiseta que llevaba ya puesta.

- Ukyo, hazme un té por favor. – dijo sin mirarla mientras se colocaba los brazos del traje de cuerpo entero. Luego se sentó en la mesada enfrentando a su querida amiga de la infancia, que le extendía una taza de té.

Ella y Ranma se había conocido de muy pequeños, cuando él había comenzado a trabajar en el puerto llevando mensajes de aquí para allá. En ese momento, ella cocía velas ahuecadas y limpiaba algunos barcos de pesca. Ellos junto con Ranko dormían en los barcos, luego de que su trabajo en el puerto se hizo rutinario, uno de los socios decidió darles un lugar donde vivir, y compartieron un departamento con dos trabajadores mas. Cuando Ranma llegó a la mayoría de edad, alquilaron un departamento por su cuenta. Ranko ya había conseguido un pequeño trabajo de mesera en el bar del puerto, y él y Ukyo trabajaban en todo tipo de labores con los barcos o las cargas.

Ranma terminó su té con un sonoro sorbo y se dirigió a la linda joven.

- Ya deberíamos irnos. – dijo de forma tranquila y poniéndose de pie. – Esperemos que ya hayan terminado con ese barco pescador, me marea el olor a pintura. – dijo con voz cansina, y suspirando.

Ukyo rió por lo bajo y se dirigió a la puerta del departamento seguida por él.

- Ranma, recién hemos comenzado hace dos días con ese barco, no debe estar listo. – soltó una carcajada ante la expresión de desagrado que puso el joven de ojos azules mientras salían de su hogar.

En el camino hacia el puerto, que no era para nada largo. Siempre surgía la misma insistencia de Ukyo.

- Ya tenemos suficientes ahorros para ir a pedir que nos casen. – dijo sonriente mirando al cielo de una forma pensante, como calculando la cantidad de dinero que estaba en sus posesiones. Oyó un fuerte suspiro de cansancio del pelinegro que caminaba junto a ella.

- Ukyo, ya te he dicho que no nos casaremos. – dijo mirando hacia delante, ya comenzaba a divisarse algunos palos centrales de los barcos entre el fondo azul del mar.

- Ranma! – grito una enojada Ukyo que se interpuso en su camino, causando que se detuviera. – me lo prometiste! ¿Por qué juegas así con el sentimiento de las personas? – un tono herido acompañó ésta última frase. Ranma giró sus ojos en redondo, tomando aire.

- Escucha, yo te aprecio, de verdad Ukyo. – la joven se volteó con los brazos cruzados, dándole la espalda para expresar su enojo. – Cuando me preguntaste si quería comprometerme contigo, ni siquiera comprendía lo que esa palabra significaba. – La actitud inquebrantable de la chica lo comenzaba a impacientar. – Teníamos solo 6 y 8 años! Ya deja esa estupidez! ¿Para qué quieres casarte conmigo de todas formas? – esperó unos segundo que la chica respondiera, pero al no alterarse lo mas mínimo continuó aún más enojado. – No tengo nada para ofrecerte, Ukyo! ¿Acaso quieres que nuestros hijos duerman sobre redes de pescar en verano, y tapados con velas de barco roídas en invierno? ¡¿Eso es lo que quieres?! – su tono elevado llamó la atención de la joven, que se volteó preocupada ante la reacción de Ranma. Siempre le mencionaba el tema como una mera posibilidad, a pesar de que fuera su mas hermoso sueño, pero nunca creyó que se lo hubiera tomando tan seriamente. - ¡Porque esa es nuestra realidad, y no podemos escapar de ella, por más color que le pongas a la situación! – reprimiendo maldiciones, esquivó a Ukyo y siguió caminando con pasos largos hacia el alegre mar que brillaba bajo los destellos del sol de primavera.

- Ranma… - susurró la joven inconscientemente mientras observaba su figura bajar por la calle inclinada. ¿Acaso Ranma si quería compartir la vida con ella? ¿Acaso el triste hecho de no poder darle una vida digna lo limitaba? ¿Era eso? Se llevó una mano al pecho para amortiguar los rápidos latidos de su corazón, una hermosa sonrisa recorrió su rostro ante la posibilidad de que su amado sintiera lo mismo por ella. Aspiró la fresca brisa de la mañana, y reanudó su camino hacia su trabajo, más decidida que antes.

Unos metros mas adelante Ranma caminaba aprisionado en su propio enojo.

Diablos, si solo hubiera sabido lo que esa maldita palabra significaba.´ pensaba mientras caminaba rápido y saludaba fugazmente a las personas que le deseaban unos buenos días a su paso. De pronto el recuerdo del cálido rostro de Ukyo sonriendo se le plantó en medio de sus pensamiento, lo que causó que sus facciones se relajaran un poco. No voy a negar que es hermosa, y muy tierna…´ pensó mientras aminoraba la marcha y recordaba a Ukyo en diferentes situaciones. Además, ella nos ofreció su apoyo y compañía cuando Ranko y yo más la necesitábamos.´ No pudo reprimir ese doloroso recuerdo…

Flashback

El pequeño Ranma se despertó por unos sonidos fuertes que provenían de la planta baja de la casa. Alguien estaba discutiendo a gritos. ¿Acaso sus padres estaba peleando?

Salto desde la cama al piso y salió de su habitación, en el pasillo todo era oscuras, salvo una tenue luz que provenía de abajo y se colaba por la escalera.

- … y no es algo que signifique poco, señor Kuno. – escuchó a su padre alterado. Se oían pasos apurados, como si alguien reprimiera su preocupación caminando de aquí a allá por la sala. – Si llegaran a inspeccionar el barco… - silencio absoluto, ya no se escuchaban más pasos. - ¿Acaso puedes asegurarme seguridad a mi familia si ocurriera? – Genma Saotome se escuchaba preocupado. Se reanudan los pasos apurados.

- Señor Saotome, es un riesgo que todos estamos corriendo. – una voz muy tranquila y suave trataba de tranquilizar a su padre. – También tengo familia como ustedes, y sería el más afectado y se llegaba a descubrir la carga. – no más que los pasos se escuchaban.

- Estoy de acuerdo no el señor Saotome. – una tercera voz preocupada, pero un poco más aguda que la de Genma. – Es demasiado riesgoso, y poco probable que pase desapercibido. – concluyó, éste silencio se prolongó bastante.

Ranma comenzaba a tener sueño de nuevo, se dirigió a la habitación de su hermana, al abrir la puerta, escuchó como se reanudaba la conversación abajo, pero no le prestó atención. Dentro de la habitación había una cama demasiado grande para la pequeña que dormía en ella. Una niña de casi 4 años, con los cabellos pelirrojos y unos enormes ojos cerrados, respiraba tranquilamente, abrazada a un peluche de panda. Ranma se acercó para asegurarse de que estuviera bien, la idea de ser hermano mayo no le había agradado tanto al principio pero luego se sintió como un héroe al tener que cuidar a Ranko ante cualquier trampa que le juegue la realidad. Y era divertido, era como jugar a ser un samurai protector.

El pequeño se retiró de la pieza con el mismo silencio con el que había actuado hasta entonces, cuando escuchó un grito que le heló la sangre.

- ¡¿Cómo se aterven?! – ¿era el señor Kuno? Completamente sacado de sus casillas. - ¡Desaparecerán de aquí! ¡¿Acaso son consciente de ello?! ¡Con un simple chasquidos de mis dedos desaparece la familia Saotome y Hibiki para siempre! – Ranma sintió desvanecerse cuando alguien lo levantó del suelo.

- Llevatelos Hinako. – Ranma se descubrió en los brazos de su mucama y encontró a su madre con ojos llorosos entrando a la habitación de Ranko. Se oyó unos gemidos desde dentro, indicando que el sueño de la niña había sido alterado. Luego emergió Nodoka con la pelirroja en brazos envuelta con una manta. Abajo los gritos se confundian entre los tres comerciantes. – A donde sea, pero debes llevartelos. – su voz era muy alterada, quebrada por el llanto que deseaba salir. De pronto se quedó pensante, y miró a Hinako rapidamente. – Al puerto! – dijo con cierta emoción en su voz. – llevalos al puerto y pregunta por Gensai, él sabrá quien eres. –

- Pero señora Saotome.. – Hinako intentaba decir algo, algo que pudiera detener lo que sabía que estaba por suceder pero no quería aceptar. - ¿Qué hará usted? ¿Y el señor Genma? – Nodoka se detuvo a pensar mientras recogía algunas mantas y ropas entre los dos dormitorios. Ranma le extendió una mano con intensión de que la tomara, pero entre la oscuridad y el apuro de su madre, paso desapercibida.

- Nosotros los encontraremos. – dijo acercandose a Hinako y entregandole una dormida Ranko en sus brazos. – Cuando sea el momento, los encontraremos. – concluyó justo cuando abajo se comenzó a desatar un revuelo, se oían muchos pasos que corrían hacía todos lados, algunos gritos, gruñidos, maldiciones, objetos rotos. – Vayanse, debajo de mi cama Hinako, ya sabes donde. – y se fue corriendo escaleras abajo.

Hinako se dirigió al cuarto matrimonial tomando de la mano de Ranma, cargando a Ranko y los objetos que le había dado Nodoka, soltó a Ranma y comenzo a correr una alfombra que había a un costado de la cama matrimonial.

- Hinako, yo no quiero ir a ningun lado. – dijo Ranma, mientras observaba sus movimientos apurados.

- No pasa nada Ranma, prometo que volveremos. – hizo una seña a Ranma para que la abrazara por el torso. Los ruidos comenzaban a acercarse. Hinako abrió una puerta trampa en el suelo, abrazó fuerte a Ranma y se metió en ella cerrándola. Después todo fue oscuridad.

Ranma sintió un fuerte impacto en su mejilla derecha seguido por un fuerte olor a pescado. Se llevó una mano a la zona golpeada y descubrió que estaba húmeda y con algunas… ¿escamas? Miró en la dirección en que había volado el pescado hacia él y encontró a un joven alto y delgado descostillarse de la risa. Llevaba el cabello negro largo y suelto, y usaba unos largos anteojos para contrarrestar su miopía.

- Mousse! – gritó algo enfadado. – Por Dios, tenía la boca abierta! – le dio la espalda al joven mientras se limpiaba la mejilla con la manga. – Qué asco… - murmuró por lo bajo y comenzó a alejarse de Mousse en dirección al depósito del puerto.

- ¿Eso es todo? – preguntó por lo bajo un Mousse estático, observando a la distancia a su amigo que se alejaba. - ¡Oye! – comenzó a correr hasta quedar detrás de Ranma y lo siguió a su paso. Mantenía la guardia alta por si el joven pelinegro se dignaba a vengarse. - ¿No vas a golpearme? ¿Lanzarme un pulpo? ¿Maldecirme? – no obtuvo ninguna respuesta, se detuvo y puso ambas manos en la cintura. - ¡Saotome, cobarde! Si hubiera sabido que estabas tan desanimado hoy, hubiera ido a visitar a tu herma… - no pudo finalizar la frase ya que quedó sepultado bajo una enorme caja de embalaje.

Ukyo llegó segundos después y se inclinó para observar la cabeza que asomaba por debajo de la enorme caja.

- Mousse, hoy no es un día para que lo molestes. – dijo con una voz suave, mirando los ojos verdes con los lentes torcidos.

- Podrías… haberme avisado antes. – dijo con vos dolorida. Ukyo frunció el entrecejo.

- ¿Cómo querías que lo hiciera? ¿Con una paloma mensajera? – dio media vuelta y se marchó hacia el depósito, dejando un dolorido Mousse en el suelo.

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Este es mi primer fic, lo tengo escrito desde hace decadas y nunca me anime a subirlo. Asi que, bueno, ahi lo tienen. Acepto todo tipo de críticas.

Saludoos

Lily's Notebook