Actualización de 25/12/16: decidí resubir este fic con correcciones, el apellido de Levi correcto y alguno que otro cambio, espero que les sea de su agrado. ¡Feliz navidad!

Disclaimer: SNK no me pertence, es de Isayama–sensei. Tampoco Christmas Carol siendo este de Charles Dickens (Feliz navidad)

Advierto que es un AU, así que perdón si la personalidad de algunos personajes están un poco cambiadas, también que algunas relaciones no sean idénticas a las del Manga.

Enjoy!

Un canto de cumpleaños

Faltaban dos meses, solo dos meses para aquella infernal fiesta que llamaba cualquier persona por la que se le cruzase, navidad.

Gruñó de enojo, hacía mucho frío y era octubre. De seguro ese frío se debía porque era la mañana. Ignoró eso y siguió su camino hasta llegar al lugar donde trabajaba, ese gran edificio todo helado debido a su codicia de no querer gastar un solo penique por la calefacción. Ya en la entrada podía observar a su fiel empleado, ese hombre más alto que él, de cabellos castaños, tez algo oscura, ahora roja por el frío, y grandes ojos verdes.

–Buenos días Sr. Ackerman –saludó el ojiverde.

El Ackerman no saludó y solo abrió la puerta para empezar el día laborioso de trabajo, podía ver en la entrada la placa que rezaba su nombre "Levi Ackerman", interiormente sonreía con orgullo, era uno de los hombres más poderoso del lugar y esa placa siempre se lo hacía recordar.

Empezó con el trabajo contando algo de su dinero, algunos hombres también venía por el empleo, eran demasiados pocos por el escaso pago del avaricioso jefe. Observó, después de algunas horas, como el castaño dejaba su puesto para ir a una puerta trasera.

–Jaeger –llamó con enojo y seriedad–, ¿Qué se supone que haces? –el aludido volteó un poco asustado.

–Quería ir por un poco de carbón, el lugar ya esta helando –frotaba sus manos en sus brazos por la baja temperatura. El bajo hombre asintió, el también comenzaba a enfriarse, y no solo por su personalidad.

–Adelante, pero no tomes más de dos. No te salgas de el presupuesto, o bajaré tu sueldo –haciendo caso a la orden, solo agarró dos -aunque hubiese preferidos tres o cuatro más-.

Pasado algunos minutos, el azabache dirigió su vista al reloj, ya era algo tarde y su trabajador social no llegaba. Había quedado que ese día vendría y eso lo ponía algo nervioso. Escuchó la aldaba golpear contra la puerta después de casi hora y media, debía ser él.

–Pasé –la gran pieza de madera se abrió y en vez de que un gran hombre, corpulento, rubio y de extrañas cejas entrara (como él esperaba), en su lugar se encontraba una pequeña figura. A primera vista frágil, pero de mirada determinada, con dos enormes ojos miel y cabello castaño corto llevando un sobretodo de mismo color que su pelo.

–Buenas tardes ¿Usted es el Sr. Ackerman? –preguntó claramente a él.

–Si ¿En qué puedo servirle? –el hombre bajó de su escritorio avanzando hacía la pequeña mujer.

–Soy su trabajadora social –la miró confundido.

–Usted no es Erwin Smith.

–No, soy Petra Ral y he venido a reemplazar al Sr. Smith durante este tiempo debido a su condición de enfermo –el Ackerman quería soltar una gran carcajada ¿Erwin enfermo? De seguro ese perezoso dijo esa excusa para no tener que verlo hasta fin de año–. ¿Dónde puedo empezar? –quería que esto terminará rápido como las veces en que Erwin venía.

–En el piso de arriba mejor –la mujer hizo caso y por una escalera empezó a subir hasta arriba–. ¿No va a necesitar que la acompañe verdad? –en su pregunta tenía claras intenciones de no querer hacerlo.

–No, gracias –él suspiró de alivio internamente y siguió con lo suyo. Al poco rato volvió a escuchar la puerta sonar y antes de que diera el permiso la persona no invitada había entrado. Otra vez otra mujer, pero esta vez una más alta y de rostro conocido para él.

–Hola a todos –saludó alegremente–. Hola Eren –el joven levantó la mano–, y a ti también enano Levi– el aludido refunfuñó por el apodo.

–¿Qué quieres Hanji? –la molestia era bien reflejada en su voz.

–Ay Levi, desde temprano ya estás de mal humor, ni siquiera me saludas –dejó escapar otro bufido.

–Hola. Ahora si ¿Qué quieres? –sonrió dulcemente la pelirroja.

–Como sabes querido primo solo faltan dos meses para navidad –si ya estaba de mal humor eso lo estaba empeorando más–. Y tengo planeado organizar una gran fiesta, vine aquí para invitarte –él le dirigió una mirada confusa.

–¿Ya empiezas desde antes del mes hablando de eso?

–Debo prepararme, comprar mucha comida, adornos. Tengo empezado invitar a muchos conocidos. Si mis cálculos no fallan serán más de veinte.

–¿Con qué dinero piensas hacerlo? No tienes casi nada.

–Le pedí a Mike que me ayudara. Voy a organizar la mejor fiesta de estos últimos años –exclamó alzando su brazo al aire– ¡Ah! Como adoro hablar de esas festividades, me ponen tan feliz.

–¿Por qué eres tan alegre? siendo tan pobre.

–¿Y tú por qué tan malhumorado? siendo tan rico –su mirada se volvió de repente muy sombría–. Vamos, no te enojes. La época que vendrá será de paz y amor, pero más que nada familiar para estar con los amigos y la familia – lo escuchó otra vez bufar y susurrar "Tonterías". Ella se cruzó de brazos irritada–. Digas lo que digas igual te esperaré porque de eso también se trata la navidad, de esperanza –se oyó aplaudir al joven Eren desde su puesto y decir alegremente "bravo".

–¡Jaeger! No te di permiso para hablar –el joven se calló asustado y volvió a lo suyo–. Si ya has dicho lo tuyo, buenas tardes Hanji.

–¿Pero vas a venir, no? –siguió insistiendo hasta que sintió las manos del pequeño hombre sobre su espalda, echándola fuera del edificio–. Aún si no vienes no me eno…– dijo por último antes de que la puerta se encerrará en su cara.

–Navidad, tonterías, excusas para comprar regalos caros que no se pueden pagar. No es más que un día más del año, en que te haces más viejo y menos rico –antes de seguir con sus quejas se vio interrumpido por su trabajadora social.

–Disculpe Sr. Ackerman, pero ¿Quién era la mujer que acaba de echar? –no se dio cuenta desde que momento había estado allí.

–No era nadie especial.

–Era su prima hanji –habló tímidamente y en voz baja Eren.

–Jaeger, vuelves a abrir la boca sin mi permiso y mucho antes de que sea navidad ya estarás en la calle con tu esposa y tu hijo –el empleado volvió a callar, haciendo como que no dijo nada.

–¿Con que motivos echó a su prima?

–¿Con que motivos le interesa eso usted? Son asuntos familiares míos, no suyos –su cara mostró un inevitable asombro. Estaba a punto de contestarle hasta que la puerta nuevamente se oyó dejando entrar a un joven hombre alto, con algunas pecas y su pelo igual de azabache como el jefe del lugar, se acercó a este para saludar.

–Buenas tardes ¿Le hablo al señor Ackerman?

–Así es joven –contestó un poco menos malhumorado, si era alguien rico era mejor recibirlo bien–. ¿Que necesita?–preguntó pesadamente, por otro lado se sentía molesto, ese día había recibido más visitas de lo normal.

–Debido al acercamiento de las fiestas, se ha empezado una recolecta para los más desamparados –acercó un papel con una pluma que sacó de un bolso que portaba–. ¿Piensa usted colaborar? –el jefe dio una mirada de desentendimiento al joven pecoso.

–¿Es que no hay asilos ya? O ¿Las cárceles están llenas? –comentó irónico. Agarrando más fuerte la pluma, el caballero hizo la misma cara que el avaricioso hombre le había hecho segundos atrás.

–No comprendo, señor, que quiere decir. Así que reitero ¿Con cuanto le apunto la donación?

–Veo perfectamente que no entendió que quise decir. No aportaré con nada a la colecta. Me da igual que gente no asociada a mi tenga más o menos –esto realmente le estaba cansando. Primero, su nueva trabajadora social, segundo, la visita de su muy molesta prima y ahora alguien lo obligaba a separarse de su dinero.

Farfulló irritado y lo arrastró hasta la puerta. Observó como el chico volteaba para seguir hablándole.

–Pero estas recolectas pueden salvar vidas.

–Que importa si mueren. Mejor, así la sobrepoblación baja. Buenas tardes caballero –sin nada más que decir, repitió la acción hecha hace poco a Hanji. Observó que su empleado más joven, se dirigía a la puerta abriéndola de golpe.

–Espere –el caballero volvió para el lugar quedando frente al ojiverde–. Tome –y le dio un pequeño chelín–. No es mucho, pero espero que sirva –se dibujó una sonrisa en el rostro del recolector.

–Por supuesto que sí. Dios lo bendiga –se despidieron con una amable sonrisa ambos y una reverencia.

–Jaeger –el aludido tragó por el tono de voz de su jefe–. Deja de estar perdiendo el tiempo y vuelve al trabajo. Si no quieres estar en la lista de desempleados pronto –haciendo caso, siguió como escribiente en su escritorio.

En el rostro de la única mujer presente se reflejó asombro y disgusto, ante tal hecho y dicho.

–Sr. Ackerman, debo hablar con usted un rato a solas –el nombrado suspiró. Era la cuarta vez interrumpido en su trabajo y segunda por la misma persona. Dejo su puesto para avanzar con ella hasta otra habitación.

–¿Qué sucede? –empezó directo, sin dar vueltas al asunto, tenía que volver rápido. su tono de voz se reflejaba como una bomba a punto de estallar.

–No me agrada la forma en que trata y paga a sus empleados. Sin mencionar las condiciones de trabajo. Este lugar es muy frío y el edificio es algo grande, aunque debo admitir que es muy limpio –el hombre sonrió presuntuosamente ante el último comentario–. ¿No deja tener calefacción?

–Es muy cara.

–¡Usted tiene mucho dinero! –exclamó más indignada que antes.

–Y no tengo porque gastarlo en tonterías –ambos comenzaban una pequeña guerra de miradas. Él frío y con su ceño fruncido. Ella también con el ceño fruncido pero determinada y dispuesta a no retraerse–. Si es todo lo que quería decirme, puede retirarse.

–En realidad eso no es todo, pero si esto continúa así hablaré con un juez por el asunto –Levi casi podía reír de la ironía.

–¿Con cuál? Todos son muy fáciles de comprar. Créame, Erwin también lo intentó –la ojimiel contrajo las cejas y sintió una inmensa estupefacción en su interior seguida de unas ganas de llorar. Caminó hasta la puerta–. ¿Ya se va?– preguntó Cínicamente.

Antes de marcharse, ella le echó un vistazo por última vez.

–Volveré dentro de pocos días y espero que la situación haya cambiado o me obligaré a tomar medidas extremas.

El sonido sordo de la puerta se escuchó haciendo temblar a Eren quien no paraba de mirar el lugar por donde se había ido la castaña.

–¿Qué haces Jaeger? Vuelve al trabajo.

–Si –no sabía el porqué, pero tenía el presentimiento de que algo bueno surgiría de esa mujer con su jefe... o algo terrible.


Un mini fic de rivetra por navidad.

bye bye