Disclaimer: No nos culpes Himaruya, tú empezaste con ese asunto de que Francia se moría y quería casarse.
Resumen: Al detener el motor, Inglaterra se regaló unos segundos para sí mismo acariciando con ternura secreta el volante de cuero negro del que había sido su regalo de bodas...
Advertencias: Bodas, Inglaterra quemando cosas haciendo como que cocina, streaptease de Francia, insultos en inglés.
Los usos variados de las pastillas de menta
Esa tarde de jueves caía una suave lluvia cuando Inglaterra volvía de trabajar en Westminster[1] y entró con su Aston Martin Virage[2] azul por la rampa de piedrecitas blancas del aparcamiento de su casa en Portobello Road[3] hasta el garaje.
Al detener el motor se regaló unos segundos para sí mismo acariciando con ternura secreta el volante de cuero negro del que había sido su regalo de bodas.
De bodas. Eso mismo. No sabía cómo, ni por qué, pero una mañana el francés se había plantado frente a España, le había dicho "L'Espagne[4], creo que voy a pedirle a l'Angleterre[5] que se case conmigo" y había puesto su vida patas arriba.
Después de decidir esto y de pasar los siguientes diez minutos convenciendo a España de que dejara de reír porque estaba hablando en serio... Y luego otros diez más de abrazos y vítores de alegría, terminaron por ir a comprar un anillo de compromiso mientras el español no dejaba de mirarle de reojo con una sonrisita curiosa mezcla de muy buen humor sincero por su prácticamente hermano, mezcla de "no puedo creerlo".
Omitiendo un poco el pensamiento que Prusia tuvo a bien exteriorizar unas horas más tarde cuando fueron a celebrar con él al bar y que se resumía en: "¿Cómo coño vas a conseguir que te diga que sí sin matarte?"
Habían discutido ampliamente al respecto. Cualquier cosa demasiado estrafalaria quedaba descartada o le tomaría a broma, cualquier cosa demasiado pública quedaba descartada o se largaría corriendo. España había sugerido empezar suavemente a base de indirectas como ver una película de chicas y hablar con él sobre que pensaba de ello, si le gustaría que pasara y como le gustaría.
Francia tenía siempre un escalofrío con el pensamiento, descartando él mismo la cuestión de empezar suavemente ya que el inglés podría malentenderlo, como habitualmente pasaba con las indirectas y terminar pensando que Francia le engañaba o cualquier clase de cosa totalmente ajena a la realidad.
Entretanto Inglaterra seguía felizmente su vida de "novios" aunque detestaba llamarlo de esa forma que le hacía sonrojar cada vez que lo pensaba. Pero aparte de eso la vida era muy tranquila en su cabeza y aunque no hacía creer a todos que odiaba a Francia tanto como para sentirse cómodo, nadie parecía muy sorprendido ni inclinado a burlarse de él por ello, así que era sencillo relajarse al respecto a pesar de que seguía disfrutando como siempre de pelear para llamar su atención y coquetear con él a base de insultos.
Así que Francia, el suicida, concluyó que buscaría el momento perfecto y natural y simplemente lo preguntaría. Estaba seguro de que su relación era lo suficientemente fuerte y segura como para que a la larga, el inglés lo valorara con objetividad y terminara por decirle que sí... O al menos de ello intentaba convencerse. Cada vez que España preguntaba sutilmente, o Prusia abiertamente, que qué pasaría si decía que no, el francés lograba magistralmente esquivar la pregunta. No solo para ellos, sino para si mismo, lo que no dejaba de poner nervioso a España y tranquilizar a Prusia.
Así que, Francia cargó el dichoso anillo durante el mes más nervioso de su vida y probablemente Inglaterra tuvo el más tranquilo de la suya.
El británico nunca había sido tan sensible con los ambientes como lo era España, así que aunque notaba a Francia dormir poco y acariciarse los bolsillos más a menudo de lo habitual tratando de llevar la conversación hacia lugares extraños y densos, él siempre conseguía hacer un chiste para que se sintiera mejor sin notar realmente lo que ocultaba.
Y el momento adecuado no llegó a la luz de las velas, o después del sexo, o bajo una noche estrellada... Francia no se puso de rodillas, ni se lo susurró al oído, ni se lo entregó en una copa de champagne como toda la vida lo había imaginado.
—Ni siquiera haces un esfuerzo, Angleterre... Ni siquiera le MIRAS con atención para notar que NO es el consentido. ¿Cuantas veces has confundido a les Estats Units[6] con él? —pregunta a gritos Francia de pie en el comedor de su casa en París, con la pluma en la mano a punto de firmar los papeles que le ha llevado el británico.
—¡No es para tanto! ¡United States no es el consentido! ¡Es un mocoso molesto, inmaduro, irresponsable y demasiado disperso! Y le riño a él más que a nadie, ¡así que no me digas que es el consentido! —grita de vuelta Inglaterra señalándole con el dedo y seguramente en cualquier otro contexto, encontrándose demasiado cerca de él.
—Ya, claro... Canadá entonces es el consentido y como lo es, te olvidas de él —protesta de regreso acercando su cara a la del inglés—. Tienes suerte, mucha suerte en que Canadá sea dulce e inteligente y venga conmigo a que yo le convenza de que sí le quieres —agrega dramatizando un poco.
—What?[7] ¡No te atrevas a insinuar que ha dudado de lo que yo le quiero! —chilla mucho más ofendido—. ¡Y si tanto quería que le quisiera no se hubiera independizado de mí!
—Lo pones como si dudar de tu cariño no fuera una cosa común para todos —replica mirándolo fijamente—, y no vengas a hacer dramas de la independencia otra vez, que Canadá ni siquiera se independizó completo. ¡Ni porque tiene a tu reina en sus billetes le reconoces!
—¡Pues si es una cosa común es por que todos sois idiotas! —grita sin pensar en lo que dice—. Wait[8], the queen[9]? What the hell[10]? —pregunta frunciendo el ceño porque de nuevo creía estar hablando de Estados Unidos. Dentro de la discusión, Francia sonríe un poquito de lado, pensando en eso de que todos son idiotas. Frunce el ceño otra vez al escuchar lo siguiente.
—Canadá, ¿sí te acuerdas de él?
—Of course I do[11]! ¡Tú eres un dramático! ¡No ha pasado nada tan grave!
—¡Deja de minimizar el asunto! Canadá es inseguro por TÚ culpa.
—¡Y tú deja de agravarlo! ¡Canadá es inseguro por que tú no dejas que él mismo proteste por lo que le molesta! ¡Es TÚ culpa!
Francia abre la boca indignado.
—¡Protesto yo porque tu lo tienes TAN subyugado que te tiene terror!
—¡No le subyugo! ¿Crees que el mundo va a ser amable con él? ¿Crees que Germany[12] o Russia[13] van a ser blandos y a no pasarle por encima? ¡Hasta su brother[14] lo hace! ¡Y eso es tú culpa por que cuando era pequeño anulaste toda su personalidad sobreprotegiéndole! —sigue gritando y le clava un dedo en el pecho un par de veces.
—¡Anular su personalidad! Mon Dieu[15], si fuera por ti ni siquiera sabría hablar, con lo que le ignoras —le quita el dedo de su pecho de un manotazo.
—¿Que no sabría hablar? ¡JA! Anda, ve y pregúntale cual es su bloody[16] primera lengua a ver si te dice el bloody French[17] o te habla del idioma de NUESTRA reina —replica casi en un susurro entrecerrando los ojos y acercándosele hasta que sus narices casi se tocan.
Francia vuelve a abrir la boca para replicar, mirándole a los ojos. Esta a punto de decir algo mordaz y agresivo, cuando vacila a la mitad, levantando una mano y tomándole de la nuca, cerrando los ojos y besándole en los labios.
Inglaterra vacila un microsegundo y luego le devuelve el beso con intensidad con el corazón completamente desbocado. Y Francia siente que no le sostienen las piernas cuando se lleva una temblorosa mano al bolsillo y separa suavemente a Inglaterra, poniéndole una mano en el pecho, con los ojos cerrados aún. Abre la boca para hablar y sale un sonido ahogado de ella.
Inglaterra sigue sujetándole de la cintura de donde le ha abrazado durante el beso, con los ojos cerrados también se relame y los entreabre al notar que le ha puesto algo en el pecho, mirando qué es.
—V... Veux-tu m'épouser[18]? —susurra quizás demasiado rápido y con voz cortada. La caja negra esta cerrada pegada a su pecho.
Inglaterra se paraliza viendo la caja y oyendo a Francia, se le abre la boca sin poder creerlo y le mira a los ojos. Francia tiene aun los ojos cerrados, aterrorizado moviendo los labios en un mudo "S'il vous plaît ne dis pas non, s'il vous plaît...[19]"
Inglaterra decide no vacilar, no pensar y simplemente volver a besarle porque si piensa, no sabe si alguna otra vez va a volver a esto, aún sin estar seguro del todo de si ha pasado. Y el francés abre los ojos, sin esperar el beso, pensando que esto no es un no, ni un sí... Pero no es un no, mientras le aprieta el chaleco junto con su cajita, aún pensando que esto no es un sí. Le besa con ansias.
Seguramente el exceso de adrenalina de la pelea, porque está cagado de miedo, porque no sabe qué hacer y porque le tiemblan las piernas, el británico le empuja sin dejar de besarle hasta que vuelve a sentarle en el sofá subiéndosele encima.
Y Francia le abraza y le sigue el beso un poco más, hasta que se separa besándole la mejilla, y luego la mandíbula, y luego se esconde en su cuello. Inglaterra se acurruca encima de él temblando un poco y acariciándole mejilla con mejilla.
—Yo creo que... te hago feliz. Tan feliz como me haces tú —explica el de ojos azules en un susurro.
—I...[20]
Francia le pone suavemente una mano en los labios, aún sin mirarle.
—Puedes... —traga saliva y con ella el orgullo —. Puedes decir que no. Yo sé...
Vuelve a besarle apretando los ojos para que se calle, pensando... Pensando rápidamente en TODO lo que han pasado, cuando eran pequeños, cuando ya no lo eran tanto, todo el odio, todos los sentimientos encontrados indescifrables que le superaban y no podía poner nombre, la forma en como todo empeoró hasta lo más profundo y como todo volvió a mejorar hasta el cielo en el que se encontraba ahora.
Y este es un buen momento al parecer, para que Francia empiece a pensar qué va a pasar con ÉL si le dice que no.
Inglaterra se separa escondiéndose otra vez, muy sonrojado, temblando, pensando por primera vez en que quizás esto es broma o está burlándose, pero descarta la idea al valorar el tono de voz de Francia y recuerda la última vez que se lo pidió por una necesidad fiscal, había tantas tantas cosas que valorar en ello. Parecía llevar toda la vida esperando esto y no haberlo pensado realmente nunca.
—I'm scared[21] —confiesa en un susurro de la manera más vulnerable que ha usado desde... Nunca, seguramente.
—No creo nunca jamás haber tenido tanto terror en mi vida —admite el también en un tono muy vulnerable, pasándole una mano por la espalda.
—OK, let's do it[22] —susurra con el corazón acelerado, tras unos segundos. A Francia le toma unos instantes el caer en la cuenta de lo que esta diciendo. Aprieta los ojos y aprieta a Inglaterra contra él—. I trust you[23]—añade en un tono tan bajo que seguramente no se oye ni él.
—Je t'aime...[24] —responde abrazándole con muchísima fuerza. El británico tiembla en sus brazos y se ríe un poquito. Para él a partir de ese momento ya estaban casados, todo lo que vino después solo fue ceremonial.
—Has dicho que sí... —agrega en otro sollozo.
—Yes[25]—responde sonriendo—. Creo que algo está mal conmigo.
Francia se relaja al oírle reír, sonriendo un poco. Le separa y le mira a los ojos por primera vez desde hace un buen rato.
—Más mal esta conmigo que te lo pedí —replica.
Y esa fue la petición. Probablemente una de las peticiones más extrañas de la historia que nada tiene que ver con lo que ninguno de los dos había imaginado nunca, pero no podía ser de otra manera que mientras estaban discutiendo, porque ahí era donde los enemigos se sentían cómodos y a gusto. Si había una persona que estaba ahí para recalcarles todos sus errores, había alguien ahí en quien confiar que no les dejaría llevar la situación a la ruina.
El británico aún había seguido embotado con la petición y el hecho de haber accedido después de unas horas, sin poder creer que todo hubiera pasado. Había intentado conseguir un momento para él solo (tuvo que esconderse dentro del armario a media noche) y dentro de una manta, con la cara hundida en un cojín había gritado de alegría. Ni siquiera había visto aún el anillo.
El francés por su parte había logrado dormir en paz como un tronco por primera vez en un mes, feliz como pocas veces y se había levantado más o menos temprano a la mañana siguiente a preparar el desayuno, a hablarle a España y a buscar al anillo en su caja que se había caído abajo del sillón. Cuando el inglés abrió los ojos en la mañana, lo esperaba la charola con el desayuno y la cajita puesta junto a una rosa roja. Francia estaba en la ducha.
Ese había sido el primer momento, se suponía que tenía que ponerse el anillo, eso era seguro... pero él no tenía un bloody anillo para Francia, porque a él nunca nadie le contaba nada. Seguro ese idiota español y el loco alemán lo sabían ya todo... ¡Y habían quedado con ellos para comer el fin de semana! Ni siquiera quería saber como iba a poder verles a la cara. Pero ese era otro problema, si solo hubieran estado en su casa la cosa habría sido completamente diferente, así que se vistió a toda prisa, se bebió el te tirando la mitad por el suelo y se llevó la rosa y la cajita (aun sin abrirla) corriendo.
A Francia, desde luego, le dio algo al salir de la ducha y descubrir que el inglés, rosa, caja y anillo habían desaparecido
Inglaterra se había ido corriendo. Corriendo, CORRIENDO. Cualquiera pensaría que parecía que había huido, robando de paso la joya porque bueno, siempre había sido un pirata ladrón en el fondo. No se podía culpar a Francia de pensarlo, pero el muy idiota ni siquiera se dio cuenta que dejaba libre a esa interpretación, había corrido por todo París estúpidamente buscando un coche, al final había podido alquilar una moto por que sentía que si se sentaba quietecito dentro de un avión le estallaría algo. Había conducido histéricamente hasta la costa y casi se muere cuando tubo que quedarse en el ferry, ya que se pasó el viaje dando saltitos.
Por su lado, Francia había tenido que hablar nuevamente a España... Acurrucado en su cama y con el corazón en un hilo, para pedirle que fuera a verle a casa, porque algo había salido mal. Así que España había ido a socorrerlo y consolarlo súper agobiado.
Francia le recibió bastante desconsolado, contándole toda la historia de nuevo, concluyendo que debía haberlo supuesto. Ambos se quedaron en la casa todo el día ya que nadie ha podido contactar con el inglés, comiendo helado, viendo películas de llorar, abrazados en el sofá hasta quedarse dormidos cuando a las dos de la madrugada sonó el timbre.
El francés abrió los ojos sobresaltado, con el corazón desbocado, levantándose sin despertar a España y yendo a la puerta. Y se encontró fuera a Inglaterra con el pelo aplastado por el viento y el casco de la moto, la ropa arrugada, mal puesta y sucia, cara de cansancio, la respiración agitada, incompresiblemente para él muerto de hambre debido a que no había comido en todo el día, pensado que solo había estado fuera una hora, un par máximo y con una gran sonrisa.
Francia le miró de arriba a abajo y luego a los ojos. Se mordió el labio, sonriendo un poquito con la sonrisa del inglés.
—Has vuelto.
—I'm sorry[26]. Te he dejado la mitad del desayuno.
Francia se talló un ojo con la palma de la mano.
—¿Estás bien? —preguntó el inglés al notarlo—. Te he dejado la mitad pero la verdad es que ahora sí me lo comería entero —siguió—. ¿Cuánto falta para la hora de comer?
—Ni siquiera sabía si volve... —le miró descolocado y se le acercó—. ¿Has estado bebiendo?
—¿Beber? ¿A estas horas de la mañana? —miró su reloj y se dio cuenta de la hora levantando las cejas para, solo entonces, darse cuenta de que estaba oscuro, levantándolas aún más—. ¿Cuándo se ha hecho de noche?
—¿No te has enterado que es de noche? ¡Te fuiste a las nueve de la mañana, son las dos de la mañana! —se le acercó más, oliéndole.
—¡Eso explica por que me siento capaz de comerme una vaca entera!
—Entre otros múltiples problemas —se cruzó de brazos.
—También estoy cansado —asintió riendo un poco.
—¿Te tomaste una pastilla de algo? —le tomó de las mejillas y le levantó la cara para verle los ojos.
—What? —le miró también sin entender y se sonrojó un poco con la cercanía. El francés le escrutó los ojos a ver si los tenía enrojecidos con las pupilas dilatadas.
—Cher[27]... Estaba agobiado, ¿dónde estabas? —preguntó pasándole una mano por el pelo, aún en el porche.
—Tuve que ir a casa —explicó apartando la mirada y sonrojándose un poco más al empezar a darse cuenta de lo que había pasado.
—¿A qué? —le miró con el ceño fruncido—. Pensé que te...
—A buscar... —se mordió el labio.
—Pensé que no volverías.
El británico parpadeó mirándole sin entender la controversia del todo.
—No me dijiste que te irías y... —soltó aire por la nariz.
—Fui a buscar esto —susurró mirando al suelo y sacando un pañuelo de su bolsillo. Francia le miró y le acarició el brazo.
—¿Qué es? —preguntó en un susurro.
—Ehm... well...[28] —vaciló y cambió su peso de pie.
El francés le acarició un poco más el brazo, relajándose más, dándose cuenta de que realmente volvió.
—¿Puedo entrar y tomar un vaso de leche? —pidió porque ahora le daba vergüenza contarle lo que había pasado.
—Puedes cenar lo que quieras, pero quiero que me expliques.
—¿Te lo explico mientras? —negoció mirándole nervioso mientras el estomago le rugía.
Francia le miró unos segundos y se le acercó, dándole un beso en los labios. Inglaterra le besó de vuelta sintiéndose un poco más calmado.
El de ojos azules le tomó de la mano y le arrastró hacia adentro de su casa, con fuerza, a lo que el británico le siguió, nerviosito.
—¿Y bien?
—¿Y mi vaso de leche? —sonrió un poco, nervioso, tratando de hacer tiempo.
—Sírvetelo.
—¿Estás enfadado? —preguntó tragando saliva yendo a la cocina. El francés le siguió pensando que estaba más tenso que enfadado.
—Estoy... —levantó la cara, le miró y sonrió sin poder evitarlo, porque había vuelto—. Confundido.
El inglés se sirvió la leche y ya que estaba en la nevera sacó también un poco de queso y mermelada.
—Siéntate ahí, te preparo algo mientras me dices que es lo que pasó —indicó Francia quitándole el queso y la mermelada.
—¡Ah! —protestó—. ¡No! ¡Yo lo hago! A mi no me gusta lo que tu preparas —se quejó infantilmente como siempre.
—¿Te parece que te estoy preguntando?
Inglaterra se cruzó de brazos mirándole y frunciendo el ceño. Francia levantó la cara y le miró con seriedad. El inglés le sostuvo la mirada y el momento se interrumpió por otro rugido de su estómago. Francia sonrió e Inglaterra se sonrojó un poco.
—Te preparo un sándwich de pepino que tanto te gusta. Anda, siéntate
El británico refunfuñó alguna mentira sobre el disgusto que siente por el pepino mientras se llevaba la leche a la mesa de la cocina. Se sentó, bebiéndose la mitad del vaso de un trago.
—Te fuiste porque...
—Tenía que ir a buscar esto —dejó el pañuelo sobre la mesa—. A casa.
—¿Y qué es eso?
—Es algo que... robé —confesó apartando la vista. Francia le miró por encima del hombro.
—¿Que robaste? ¿Un pañuelo?
—No, git[29]! ¡Lo que hay dentro envuelto! —protestó.
El francés se quedó callado unos segundos y luego se acercó a la mesa sentándose junto a él, mirándole. Inglaterra se sonrojó nervioso y se echó para un lado. Francia le puso enfrente el sándwich y le miró a los ojos.
—¿Qué es?
El británico tomó el plato del sándwich hacia sí y le acercó el pañuelo al francés, sin mirarle a los ojos.
—Cuando yo era pequeño... —empezó el de ojos verdes. Francia tomó el pañuelo y le miró poniéndole atención, esperando la historia—. Había un niño tonto que siempre venía a mi casa a molestarme y me contaba cosas muy raras que yo no entendía —explicó mirándole a los ojos y dándole un mordisco al sándwich—. Y una vez...
Francia sonrió mirándole con ensoñación.
—Vino a hablarme de símbolos mágicos. No sé qué pretendía, como si acaso él hubiera sabido algo sobre magia alguna vez —hizo un gesto desinteresado, comiendo—. Me dijo que su símbolo favorito eran los nudos complicados como los que los celtas hacían en su casa.
Francia se rió un poco y levantó una mano acariciándole el pelo y la nuca. Inglaterra se sonrojó más apartando la vista y comiendo su sándwich, después de tragar siguió hablando. El francés sonrió un poquito más y le acarició la espalda.
—Era tan cursi de decir que los nudos simbolizaban las cosas que estaban entrelazadas y no se podían separar, las cosas unidas. Y me mostró eso que hay ahí dentro. Dijo que lo había hecho él y que se lo iba a dar a alguien especial para... bueno, algunas cursiladas más —siguió explicando muy nervioso, recordando lo que había leído en el diario que había encontrado, porque realmente no se acordaba de esta historia—. Yo para demostrarle que eso era una estupidez se lo robé para que se diera cuenta de que aunque los nudos no se podían desatar, si podían perderse y no tenía razón.
—No lo has perdido —sonrió Francia abriendo el pañuelo para descubrir un anillito, pequeño, basto y muy maltrecho por el paso del tiempo, de plata embrutecida y rota que aun se puede ver trenzada y que el francés reconocía como propio.
—Ese no es el asunto.
El francés sonrió sacándolo y mirándolo de cerca.
—Esto lo tenías tú...
Inglaterra se sonrojó acabándose el sándwich.
—Nunca dejaste que te lo diera —susurró Francia.
—Lo haré restaurar, pero... será mañana —respondió Inglaterra sin oír eso.
—Este anillo siempre fue para ti —le miró. El inglés se sonrojó otra vez.
—Bueno pues... ahora te lo estoy dando yo. Te iba a dar alguno de Henry, pero están todos catalogados y devolverte uno de Luis XIV me pareció hasta cínico, así que shut up![30]
Francia sonrió acercándose a él y abrazándole de la cintura.
—Vas a darme una alianza —susurró emocionado.
—¡N-Ni te creas que fui a London[31] solo por eso! yo estaba... ¡Me llamaron y tuve que ir corriendo! ¡Y además no me acordaba de eso! Estaba buscando una cosa de la reina Victoria.
—Vas a darme una alianza también para casarte conmigo —le apretó contra si, hundiendo la cara en su pecho. El británico se sonrojó aún más, temblando.
—Y... y... todo esto es tu culpa porque eres un tonto y si me hubieras avisado ya lo habría restaurado y ¡todoestuculpayeresunidiotayt eodio!
—Podría morirme hoy y me moriría feliz —susurró el dramático francés sollozando un poquito contra su pecho
—Waaaaaah...—lloriqueó el inglés. Francia sollozó más, acercándole a él y abrazándole cada vez con más fuerza. Inglaterra tembló un poco intentando aguantarse apretando los ojos para no separarle de un golpe, al final, el francés se limpió un poco la cara en su pecho tratando de calmarse.
—Ehh... —tomó aire, separándose—. ¿Estás bien?
—Voy a... i-irme —vaciló muy tenso y muy avergonzado.
—Non[32]. Mañana, S'il vous plait. Duerme conmigo hoy —pidió acercándose a él y besándole los labios.
—B-b... —se calló con el beso, claro. Francia sonrió y se lo habría comido si pudiera en este beso.
Así que Inglaterra se quedó a dormir. Y a la mañana siguiente se encontró con España, lo que fue un DRAMA de proporciones épicas porque estaba empezando a hacerse a la idea de las cosas. Aún así España fue bastante comprensivo con él.
Quien no lo fue, fue Prusia, que se burló riéndose durante toda la comida del sábado e Inglaterra casi lo mandó a la mierda de una patada en el culo. De Canadá obtuvieron la felicitación más sincera y acertada.
Estados Unidos se rió un par de horas hasta que Canadá tuvo que explicarle que no era broma y le costó un tiempo volverles a hablar a los dos.
Más o menos Inglaterra consiguió ir escaqueándose de decírselo a nadie mientras Francia lo publicaba a los cuatro vientos y él se dedicaba a responder llamadas de "no me lo puedo creer, es decir, ¿es en serio?" mientras trataba de concentrarse en algunos informes o cualquier cosa de trabajo fingiendo estar muy ocupado, sonrojado de muerte. Francia le permitió escaquearse, con tal de no tensarle más, dejando que no diera explicaciones, tratando de hablar de boda únicamente cuando estuvieran solos.
Finalmente, los Italianos habían concluido que ya se veía venir, Alemania les había felicitado aún sin estar seguro de cómo había pasado, Hungría se había mostrado muy emocionada y Japón también se lo hubiera mostrado si acaso el japonés no fuera tan sutil. A Rusia tuvieron que explicárselo unas catorce veces y al final paso a engrosar las filas de los que, como Alemania, no entendían un pimiento. Bélgica había rabiado y Suiza, como es habitual, no había sabido cómo comportarse.
Finalmente había llegado el mes de abril (el día ocho exactamente) en el que esa mañana en Notre Dame[33] Inglaterra había conseguido bromear con un "Pues no es como que tenga más remedio" en el momento del "I do"[34] del que Francia se había vengado con un beso que le había dejado tiritando por el resto del convite.
[1] Westminster es uno de los barrios más céntricos de Londres, en él está el Palacio de Westminster, que es donde se aloja el parlamento del Reino Unido y donde Inglaterra trabaja. Seguro has oído hablar de él, hay también un reloj muy bonito con el que hacer chistes fálicos.
[2] Es un modelo de coche, la marca inglesa Aston Martin es la que usa James Bond. Te puedes imaginar a Inglaterra el friki babeando con ello.
[3] Es una calle del barrio de Notting Hill al noroeste de Londres. Es muy famoso el mercado de antiguo que ponen todos los fines de semana en ella.
[4] Moreno, el chico de las sonrisas, los ojos verdes, la charla incesante y los tomates. El mejor jugador de fútbol del mundo siempre que no esté durmiendo o cantando como Italia.
[5] Pequeño animalillo rubio, histérico y chillón de cejas superpobladas. Mantenerse alejado de cualquier cosa que cocine.
[6] Estúpido primate irreflexivo con delirios heroicos. Peligro, suelen explotar cosas misteriosas a su alrededor.
[7] "—¿Qué significa what? —Qué. —Que qué significa what. —¡Qué! —¡Que qué significa What!"
[8] Espera.
[9] Isabel II es la reina de Reino Unido y también la dirigente de la Commonweatlh, que es una unión de las naciones que antes eran colonias inglesas. Canadá es una de ellas.
[10] El infierno, del demonio. Cuándo algo no es "Bloody", "puñetero" puede ser "of the hell" "del demonio". Incluso puede ser las dos cosas. Por ejemplo: "Bloody wine bastard of the hell".
[11] ¡Por supuesto que lo hago! (y como vuelvas a preguntar te partiré los dientes, rana.)
[12] Rubio, ojos azules, eficiente, sobremusculado, parece ser el único que tiene dinero... luego dicen que Italia es tonto. Pena que tenga el mismo registro de expresiones diferentes que Daniel Radcliff (o lo que es lo mismo, una piedra). También tiene la sensibilidad de una piedra.
[13] Grande, usa bufanda y abrigo, tiene un grifo y nadie parece tener idea de lo que piensa... lo que por lo visto es una gran ventaja.
[14] Hermano, en este caso se refiere a Estados Unidos en lo que viene siendo la gran familia Weasley de las colonias inglesas.
[15] Dios mío.
[16] Una buena descripción del universo, según Inglaterra. Adjetivo usado para... básicamente todo. Posible traducción: Puñetero, maldito.
[17] Francés
[18] ¿Quieres casarte conmigo?
[19] Por favor no digas que no, por favor…
[20] Yo…
[21] Estoy asustado
[22] Vale, hagámoslo.
[23] Confío en ti.
[24] Te amo.
[25] Sí.
[26] Lo siento.
[27] Querido.
[28] Bueno…
[29] Originalmente significaba idiota, pero Inglaterra lo utiliza como sobrenombre afectuoso.
[30] Cállate. La manera que tiene Inglaterra de decirle a Francia, "eh, colega, ¿cómo te va?"
[31] Las regiones vitales inglesas. Tienen tendencia a pegarse fuego. Hablo de prender en llamas. Hablo de un Incendio. Nada relacionado con estar demasiado caliente. Bueno, sí, pero no en el sentido... ¡basta de chistes obscenos!
[32] No.
[33] La Catedral de Notre-Dame de París (Cathédrale Notre-Dame), situada en IV distrito, es una de las catedrales francesas más antiguas de estilo gótico. Se empezó a construir en el año 1163 y se terminó en el año 1345. Dedicada a María, Madre de Jesucristo (de ahí el nombre Notre-Dame, Nuestra Señora), se sitúa en la pequeña Isla de la Cité en París, Francia, que está rodeada por las aguas del río Sena.
[34] Sí, quiero.
Ha costado, pero al fin... ¡Empezamos a publicar! Este fue el regalo de Amigo Invisible de la comunidad de LJ de FrUK me bastard!, lo escribimos para la señorita Faelivein en navidad según sus expresas peticiones, por eso quizás parece desentonar un poco de nuestros escritos comunes. En cualquier caso, fue bastante interesante de escribir, ¡esperemos que lo encuentres también bastante interesante de leer!
