Más allá del crepúsculo, la noche sombría.
Shieda Kayn, el mejor de entre los mejores de todos los asesinos de la Orden Sombría, poseedor de la legendaria Guadaña milenaria, y robada de las miserables manos noxianas, mismas que tanto le habían traído sufrimiento que perpetraba en su ser más allá que las dolencias físicas. Kayn, no pensaría que le faltaba nada, más allá que el simple control sobre Rhaast, el Darkin, pero él no era un niño débil que se dejaría controlar por aquella poderosa arma que había corrompido a cientos a través de las eras. No, si algo lo hacía sobresalir por sobre el resto de los débiles soldados quienes habían perecido con el mero agarre de Rhaast, era que él era realmente fuerte, simplemente por carecer de las emociones que le causarían cualquier clase de debilidad. Él estaba por sobre el humano común, porque su historia era diferente, porque desde el inicio de sus memorias todo el sufrimiento lo había fortalecido, no como a aquellos a quienes el recuerdo doblegaba al momento de la batalla, él era uno con sus propios demonios. Estaba seguro de aquello, seguro de que era más fuerte que la guadaña, de que esta no le podría ganar, tan seguro como de que del crepúsculo sigue la noche.
Pero la mañana lo había contradicho, un mal sueño, un dolor de estómago quizá causado por la comida de la noche pasada, todo le había puesto en su contra las probabilidades, y en un mero instante de distracción por todo lo antes mencionado, había fallado un golpe con su guadaña en contra de uno de los maniquíes de entrenamiento, y todo eso frente a su maestro Zed. No había fallado, en el sentido de que un objeto inanimado había evadido su ataque. La guadaña se había enterrado, pero haciéndolo en un ángulo tal que solo había arrancado la tela del muñeco, dejando que saliera el relleno, como si fuesen las tripas de la víctima. Un golpe mortal, sin duda, pero que provocaría un sufrimiento innecesario al adversario, y peor aún, pérdida de tiempo para el atacante, y el tiempo, en una batalla, era tan esencial a como la sangre misma que transita las venas del aprendiz.
—Muy buen golpe, Kayn— observó Zed mientras recorría al Shieda, pero este notaba el cinismo en su voz, mientras que sus ojos, ocultos tras su yelmo, pasaban más por el agarre aun sostenido sobre la guadaña —Si es que quisieras ejecutar a un prisionero, inmóvil en el suelo, esta sería una buena forma de aterrorizar a los espectadores…— comenzaba a demostrar condescendencia en su voz, y Kayn lo miraba ante cada paso que daba frente a él. No era un secreto que el odio que le tenía a su maestro derivaban del miedo que le causaba su incomparable poder.
—Fue solamente un golpe desviado, hice el trabajo después de todo— respondió con celeridad para detener las palabras de su maestro, quien observaba a Rhaast, aquel ojo carmesí penétrate e insaciable, parecía que aquello había sido su acción después de todo, pero la culpa seguía recayendo sobre Kayn.
—Un golpe desviado, que retrasa un asesinato, y el retraso de un asesinato que puede hacerte caer en el descuido de desperdiciar el valioso recurso del tiempo durante una batalla— Hablaba de una manera estoica, suficiente para crispar los nervios del adolecente, pues no había motivos para desconfiar en el firme consejo de un líder como él, algo que Kayn siempre envidiaba muy en lo profundo, pero no so suficiente para ocultarlo de Rhaast.
—Podría hacerlo cien veces sin fallar una sola vez— propuso como moneda de cambio ante la impertinencia de su error inicial, a lo que Zed no lo miró, casi como si su palabra no fuera de validez, y lo llevó hasta un enorme tronco de roble, sin decir nada en el proceso, solo ordenando con su postura y su paso, mientras que el resto de los acólitos observaban.
—Entonces hazlo, cien veces, ni una sola falla— y se mantuvo parado acerca de él, esperando a que comenzara a hacer sus ataques. Aquel tronco era ciertamente una reliquia, no era madera de roble común, su dureza podría hacer rebotar una hoja con facilidad, no obstante, un corte se vería bien marcado si era ejecutado con precisión sobre la superficialidad de la corteza, pero un solo fallo en la velocidad y la hoja se atoraría, o un solo error en la penetración, y esta podría rebotar. Kayn, con su conocimiento preciso, comenzó a ejecutar los ataques tal y como lo conocía, uno tras otro, sabía que estaría impresionando a sus demás compañeros con la fuerza y la audacia con las que lanzaba corte tras corte con aquella guadaña legendaria que le servía de manera sumisa. Él lo sabía, sabía que no había debilidad alguna en sus cortes, en el movimiento de sus brazos, en sus acciones, en su intención de matar, nada de debilidad.
¿A quién crees que engañas? ¿Qué clase de fuerza tienes tú?
Escuchó resonando en su mente, no sabía si es que alguien más lo había escuchado, la voz de Rhaast podría extenderse tanto como solo él lo deseara.
Miedo, eso es lo único que te impulsa a ser fuerte, no importa que tan rápido cortes, o que tan feroz sea tu grito, todos ven el miedo de tu corazón.
Aquello colmó su paciencia, gritando de manera impulsiva, ordenándole que se callara mientras lanzaba su tipo transversal a los demás, pero demasiado profundo como para hacer realmente un corte, y como su el mismo Rhaast tuviese la voluntad de hacerlo, la cuchilla rebotó, golpeando con el mango en la cara de Kayn, apenas salvándose por centímetros de tajar su propio cuero cabelludo con la hoja inversa. Una fuerte risa se elevó por su alrededor, ardiendo más que el golpe sobre su cara, todos los otros acólitos a los que llamaba hermanos se burlaban por su torpeza, jamás había sentido tanta humillación en su vida como en ese momento. Se puso de pie con rapidez, con el deseo de destrozar aquella arma milenaria por lo que sentía como una traición, pero viendo a Zed, se mantuvo firme con el arma a su lado.
—Aun ni siquiera pueden controlar a la guadaña, esta te controla a ti, a este paso terminarás siendo consumido por completo, y no quedará nada de ti detrás— lo miró con seriedad, pero su voz no advertía, no acusaba, como si no pensara que aquello se pudiese corregir, no después de la muestra que acababa de ver.
—Aprenderé a controlarla, lo aseguró, no me ganará— juró por el poco honor que le quedaba mientras que Zed comenzaba a apartarse con el resto de los acólitos.
—Te daré un apoyo para incentivarte en eso: ahora quiero que hagas diez mil cortes, y no podrás recibir comida hasta que termines, ¿lo entendiste? — elevó su voz, solo para esclarecer el sentido de la orden, sin esperar a recibir una confirmación, él, junto al resto de los estudiantes, se alejaron del lugar, dejándolo en la soledad de su castigo. Pasaron unos cuantos segundos, trataba de sostener la guadaña de tal manera que le diera a entender a Rhaast que no podría controlarlo. Logró concentrarse cuando Rhaast no volvió a hablar, comenzando con los cortes al tronco nuevamente, pero a mayor velocidad, no iba a pasar toda la tarde haciendo eso mismo, necesitaba entrenar en otras cosas, y se retrasaría con sus tareas del día. Estaba comenzando a hipnotizarse, cada uno de los golpes era contundente, recto y con la fuerza de dañar más de la corteza sin atorarse, los contaba tan velozmente, hacía al menos dos en un solo segundo, terminaría antes de que el sol bajara.
—¿Eres un granjero? — seguía contando a velocidad, concentrado en cada corte, tratando de ignorar cualquier clase de palabra de Rhaast, pero esa voz no era la de Rhaast. —¿Eres un granjero, o un leñador? — volvió a escuchar esa voz, aguda, elevada, y con un deje de completo desconocimiento de lo que hacía. Detuvo sus golpes, solo para mirar lentamente por todo el tronco lleno de cortes hasta llegar a la parte superior. Se encontró con una chica que estaba sentada sobre este, vestida de color azul, con las piernas cruzadas cubiertas por su largo cabello que iba desde anaranjado hasta rosado de arriba hacia abajo, moviendo alegremente sus sandalias mientras que en su rostro dibujaba una sonrisa amplia como este. Solo una cosa le llamó la atención, sus ojos de color dispar.
— ¿Quién eres tú? — retrocedió mientras sostenía el arma con sus dos manos.
— ¡Me llamo Zoe! — gritó ella con alegría, se presentaba levantando la mano para que se la diera con confianza, pero él no era la clase de persona quien confiase en un desconocido total, ni siquiera si era una simple niña. Cuando ella miró que no recibía su saludo, supuso simplemente que aquello quizá no se acostumbraba en la gente de Jonia. — ¿Eres un granjero? — se rio mientras que se balanceaba en el tronco.
—¿Por qué rayos preguntas eso? — se colocó en posición defensiva, solamente en caso de que aquello fuese alguna treta, era demasiado sospechoso que ella se apareciese, así como si nada, que hubiese evadido sus sentidos altamente perceptivos.
—Porque no creo que sea así como se cortan los troncos, creo que esa segadora que tienes en las manos es más para el pasto seco— se levantó del tronco, denegando un poco la gravedad para aterrizar en la tierra con lentitud, con ambos pies en el suelo y su cabello flotando —Además, es muy rara, ¿Es para cortar dos cosas a la vez? ¿Y por qué tiene un ojo? — se acercó peligrosamente mientras que Kayn seguía manteniendo su postura, pero la forma en la que actuaba, no le hacía percibir amenaza alguna, y, no obstante, aquello que había hecho al saltar, podía significar una sola cosa.
—¿Eres un espíritu?— preguntó mientras que trataba de mantenerla alejada, colocando el mango de la guadaña para alejarla, pero ella solamente lo tomó con apreciación. Tan pronto como lo hizo, Kayn escuchó fuertemente.
¡Mátala!
—¡¿Puede hablar?!— gritó ella emocionada mientras se acercaba a ver el ojo y lo tocaba con su dedo —¿Hola? ¿Cómo te llamas? — preguntó mientras trataba de tomarlo con sus manos diminutas en comparación de las del portador, tan solo para ser alejada con algo de fuerza por el Shieda, algo sorprendido al no haber visto efecto alguno sobre ella con los poderes de Rhaast.
—¡Responde!— ordenó de nuevo mientras que colocaba un pie tras el otro, a punto de provocar el corte que era necesario para tajar su cabeza.
—No, en realidad soy solo un Aspecto de Targón— dijo para la ligera confusión de Kayn, quien no estaba del todo familiarizado con este concepto.
¡Te digo que la mates!
Volvió a ordenar con fuerza Rhaast, pero algo le hizo comprender a Kayn, que aquella voz no era como aquella que le había ordenado matar a su compañero en aquella primera vez que su mano hizo contacto con él, una voz que quería probarlo, era una simple voz de irritación, aquella chica molestaba a Rhaast, quizá él sabía algo más de ella de lo que él podía imaginar, pero era la primera vez que percibía esa clase de irritación, al menos a ese nivel, por parte del Darkin. Si alguien podía hacer enfadar así a Rhaast, no podía ser una mala presencia, pese a que el concepto de ser un Aspecto le pareciera tan lejano.
—Mi nombre es Shieda Kayn, y esta es mi arma: Rhaast— se presentó con la amabilidad con la que lo haría con una estudiante menor, algo como una mera cortesía, no había necesidad de decir nada más acerca de su arma, ni había necesidad de corresponder al simple apretón de manos que ella ya había olvidado
—Increíble… ¿Todos los granjeros nombran a sus armas parlanchinas? ¿Puedes darme una? La llamaré Mili y será mi mejor amiga— se puso a imaginarse las posibilidades de un arco o un arma que hablara con una voz femenina y dulce que fuera su amiga inseparable, quizá una espada, un báculo, o un arco de color rosado.
—Y no soy un granjero— se apresuró a decir para que dejara de retomar esa suposición tan absurda —Soy un asesino de la Orden de la Sombra, no sé cuál sea tu intención aquí, Aspecto de Tárgon, pero este es un campamento cerrado y protegido, prohibido a toda visita infantil, cualquiera que te vea aquí podría suponer que eres una invasora— planeaba advertirle, quizá para lograr que se largara, o solamente para hacer que lo dejara de molestar y que pudiera seguir con su entrenamiento, pero ella parecía no asimilarlo de buena manera.
—Pues… trataba de distraerme un rato, todo porque este chico, que me dijo que estaba demasiado ocupado para salir conmigo, es realmente lindo, su cabello es dorado y sus labios son tan tiernos…— se puso a hablar ella misma, siendo de poca importancia para Kayn cuanta más o menos palabra dijera, hasta que llegó a la parte que para él era importante —Entonces comencé a volar por aquí, y vi todo este campo, y me di cuenta de que había un chico alto tratando de cortar cultivos con su segadora, pero estaba golpeando un tronco, iba a decirte que así no se hacía, pero estabas muy concentrado en eso— lo miró con la sonrisa de antes, y no fue sino hasta ese momento en el que se percató el joven que Shieda que había perdido demasiado tiempo en aquella conversación.
—Es un entrenamiento, fallé durante algo simple, y ahora tengo que ejecutar el mismo corte diez mil veces— dijo mientras retomaba su tarea, a la mayor velocidad posible para no perder la ventaja que su ritmo anterior le había dado —Ahora, lárgate tú misma, que no tengo tiempo para desconcentrarme contigo— ordenó con evidente desprecio, estaba de un humor especial ese día.
—Tranquilo, no haré un solo ruido— y de un momento a otro, Kayn dejó de escuchar sus pasos, dirigiendo solo una mirada a sus espaldas, y rápidamente observando como comenzaba a flotar de nuevo de manera agraciada. Decidió concentrarse de nuevo en su tarea mientras ella continuó mirándolo desde su espalda, algo asombrada por el movimiento tan eficaz que hacía y veloz que hacía, la forma en la que se movían los músculos de su espalda desnuda era algo ciertamente hipnotizante, ¿Ezreal tendría un cuerpo como ese? Se sonrojaba de tan solo pesar en averiguarlo. Quien sabe cuántas veces siguió haciéndolo antes de que Zoe se cansara, pero fue lo suficiente para que ella pudiera memorizar cada cicatriz de su piel y el ondear de su cabello. Trató de sujetarlo, no con el uso de sus habilidades, sino con la mano, sintiéndolo rozar un par de veces en las yemas de sus dedos, antes de forzarse a sí misma a tener que hablar —¿Y para que lo haces tanto?—
—Para no volver a fallar— contestó él, sin perder la concentración en sus golpes, era parte de su entrenamiento, no perder la concentración por nada exterior.
—¿Y a quien quieres cortar con eso?—
—A quien quiera que se atreva a desafiar el poder de la Orden de la Sombra—
—¿Y quiénes desafiarían a la Orden de la Sombra?— preguntó sentándose en el aire, cruzando sus piernas y girando sobre si misma.
—Cualquiera que sea los suficientemente estúpido— tras decir esto, afianzó los golpes, cada vez profundizaba más en el corte —Cualquier miserable que crea que pueda matar inocentes sin que haya alguien para hacer justicia…— en ese momento, los cortes llegaron hasta el centro del tronco —¡A cualquier maldito Noxiano!— y con un solo golpe triunfal, el tronco se partió en dos, cayendo de lado con un retumbar sobre la tierra.
—¡Asombroso!— Gritó Zoe emocionada, dando un salto gravitatorio y parándose al lado de un transpirado y satisfecho Kayn —¡Eres muy fuere, eres impresionante!— se puso a alabarlo mientras que se elevaba un poco para tocar su hombro, simplemente quería demostrar su agrado.
—Si, lo sé, nadie más había podido cortar cortarlo de esta forma— sonrió para sí mismo, aunque siempre reacio a recibir cualquier clase de alago de otros que no fuesen su maestro Zed, debía de admitir que aquella emoción de la niña se le contagiaba un poco, aunque fuera de manera superficial.
—¡Ahora ningún otro árbol malvado volverá a meterse con la Orden de la Sombra!— aseguró Zoe mientras levantaba su mano para chocarla con la de Kayn, pero este volteó a mirarla solamente para volver a alejarla.
—Ahora vete, no tengo tiempo para andar con juegos de niños— trató de volver a ignorarla, no tenía verdadera intención de interactuar más con ella, tenía otros asuntos importantes.
—Ah, vamos, apenas nos conocemos, ni siquiera me has contado cuál es tu comida favorita ¿Te gustan los Pasteles lunares? ¡A mí me encantan! — comenzaba a dar saltos a su lado, a veces simplemente girando por completo, no le hacía falta la energía, como podía ver.
—No me gusta el dulce— realmente mentía un poco, le gustaba la fruta dulce, pero jamás había probado los dichosos pasteles.
—¿Y qué me dices de las mascotas? Yo tengo a un perrito espacial que es muy arrogante y amargado, me recuerda un poco a ti— había dado en el clavo al mencionar a los perros, al que consideraba la mascota ideal, pero le faltaba comprender a qué clase de perro se refería, y no tenía el tiempo para imaginarlo, solo podía ser algo tan descabellado como ella misma.
—Escucha, tengo que reunirme con mi Maestro, va a ser algo sumamente aburrido y no tengo tiempo para contestar a todas tus preguntas, ¿Entendiste? — creía que su voz firme y la forma en la que se plantaba en la tierra la haría retroceder e inclusive intimidarse, pero solo lo miró con la misma sonrisa, tambaleándose de adelante hacia atrás.
—Entiendo, entiendo, de todos modos, ya me quería ir, voy a ver si ese chico ya se ha desocupado, pero no te preocupes, ¿te veo mañana? ¡Bien!, bye— y tras pronunciar todo aquello de forma atropellada y moviendo la mano con un ademan amistoso, abrió un portal a sus pies y se desapareció en un mero instante, nuevamente, Kayn se encontraba solo en mitad del campo de entrenamiento. Continuó caminando, cuestionándose la razón de la visita de ese aspecto, pues de lo poco que conocía, era que estos conllevaban una clase de mensaje o de significado consigo, pero de ella, de esa niña inocente y torpe, solo podía ver… Molestia. De todo lo que había dicho nada le era interesante. Si es que ella tenía una habilidad para transportarse de manera instantánea, más rápido que cualquiera de sus técnicas de magia sombría, sería entonces alguien de cuidado. Aun así, le había llamado "Fuerte" e "Impresionante", viniendo de un aspecto que quizá habría visto las estrellas ¿Era eso un alago verdadero?
No dejes que sus halagos te conquisten
Se sonrojó al escuchar la voz de Rhaast, claro que no se sentía "conquistado" ni mucho menos por las palabras de una simple y torpe niña.
—Cállate, maldita hoz parlanchina— la sujetó con ambas manos y miró el ojo con hartazgo —Fue tu maldita culpa que fallara en primer lugar esta mañana, solamente sabes hacerme perder el control, pero espera a que logre dominarte— le tomó del extremo del mango y lo llevó arrastrando.
Yo no soy culpable de que tengas duda en todo lo que haces, ni siquiera pudiste asesinar a ese estorbo enano.
— ¿Tendría que haberlo hecho solamente porque tú lo ordenaste? No lo creo, sé que sabes más de ella y de su cometido de lo que te gustaría decirme, quizá por eso lo dijiste, y si he aprendido algo de mi maestro: El enemigo de mi enemigo, es mi amigo— mirando al ojo de Rhaast, musitó esas palabras sin temor, como si fuese alguna clase de amenaza.
¿Amigo? No me hagas reír, sabes que no tienes un solo amigo sobre la faz de la tierra solo aduladores que te apuñalarían por la espalda si les dieras una mínima razón, menos aún tendrías a un Aspecto de Tárgon como tu amigo.
Por más que seguía hablando, Kayn solo lo arrastraba, tratando de que el raspar con las rocas callara su voz, pero esta se internaba en lo profundo de su mente.
Ella tiene más poder del que tu débil mente podría comprender, no fuiste más que una simple distracción momentánea, y su hubiera querido, te habría podido borrar del mapa con un chasquido de sus dedos, pero probablemente, eso habría sido un desperdicio de todos modos.
— ¡Ya cállate, maldito aditamento agrícola! — lo ondeó y golpeó su ojo contra una de las roas del camino, mientras que Zed lo observaba a la lejanía, no podía esperar a que confiaran en él y el el uso de aquella arma legendaria si es que perdía su paciencia de esa forma. Trató de recuperar su compostura, tendría que demostrar fuerza ignorando todas sus palabras que no buscaban más que derruir su mente. Se dirigió a la base de su campamento, Zed le tendría un encargo para esa tarde, si no se equivocaba, un simple patrulleo.
Fin del capítulo 1.
Notas: Muy bien, he regresado una vez más a escribir fanfictios. Si eres del fandom de LoL y no me conoces, lo que es natural, me presento, soy Little Kagamine Love, algunas personas del Fandom de Vocaloid, específicamente del área del LenxRin, me recordarán por historias imperecederas como "¿Cómo puede el amor ser algo malo?", "Primera vez" o "Enfermo". Probablemente si eres lector de alguna de esas historias, te preguntes en donde están las continuaciones y el por qué estoy publicando de League of Legends, ya habrá aclaraciones de eso a su respectivo tiempo.
En este caso, he llegado a este fandom en base a la inspiración que me ha causado una amiga cercana con respecto a esta pareja de dispares personajes, cuya relación y consecuente Shipeo, puede no ser calificada como nada más que mero "crack", pero es un crack del bueno, detesto ese crack en donde has de retorcer las personalidades conocidas de los personajes y plagarlo de Ooc. En este caso, me gustaría considerar que el Ooc añadido no es más que natural consecuencia de la inexistencia de interacción entre ellos dos por parte de los lineamientos oficiales de Rito, pero la idea es tratar de esforzarse por crear una historia, que si bien, sería alejada del canon real, mínimo que tenga los pies sobre la tierra.
Si has leído toda la historia, quizá esperabas algo más, eso es porque este es mi estilo, me gusta tomar una historia desde las raíces, dar motivo de ser y de actuar a los personajes, hacer una costumbre de sus modos de existir, darle razones al lector de por qué creerían que tal personaje elegiría tal curso de acción, o de por qué interactúa de esa forma con tal otro. Con deciros que mi fanfic principal tomó cinco años en terminarse y tuvo más de trecientas mil palabras. Vamos para mucho, quizá para poco, no lo sé, es la dulce aventura de escribir un fanfic.
Con respecto a la rareza de los personajes, estuve con un asesoramiento continuo acerca de cómo deberían de ser sus actitudes, pero curiosamente, quien es Kayn para ustedes, podría ser un Kayn distinto para mi, esto es porque desde el inicio en el que se me presentó, no de manera directa al comprarlo, sino por palabra de una amiga, quien conocía a un Kayn más profundo, no solo un adolecente "edgy" con tendencias homosexuales como lo conoce la mayoría del fandom, sino como alguien dañado desde una infancia de la cual careció, y un entrenamiento en donde lo más cercano a su padre se ha convertido en una figura a la cual desea más que nada superar. Diría pues, que el Kayn de esta historia es un Kayn más débil, quien sigue los lineamientos del personaje, un guerrero ejemplar, un alumno sin precedentes, el único en poder sujetar a Rhaast sin sufrir los tormentos de su maldición, pero que teme, que duda, y que podría caer en las garras del Darkin
Con respecto a Zoe… la verdad es que hay poco que hablar de ella. Deseaba hacerla más odiosa, pero algo me hacía contenerme, pues me explicaron que Kayn sería probablemente la clase de sujeto quien se burlaría de una chica como ella, aunque eso hubiera dado paso a muchas más cosas. No quería ponerla tan majadera como quizá sea oficialmente… más que nada porque no puedo escribir a una personalidad así y hacerla funcionar a plenitud con nadie más, quizá el pecado del Ooc en este caso haya sido crear a un Kayn muy paciente, y a una Zoe muy respetuosa, pero… veremos que pasa luego.
Con respecto a Zed y a los otros acólitos… no recuerdo mucho a Zed, pero por lo que he visto, al menos lo imagino como un líder estoico y firme, eso si no recurrimos al yaoi del cual no haré mayores menciones.
¿Me extiendo demasiado? Ese es mie estilo, espero que logren acostumbrarse, gracias por leerle, dejen sus comentarios y díganme lo que opinan, cualquier clase de sugerencia será bien recibida, y cualquier clase de flameo, ignorado.
Gracias por leer.
Me despido
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BYE_.—
