Disclaimer: No, nada es mío.
Nota: Lo único que escribiré de este fandom, estoy segura. Hecho a base de la escena de la película. Esto es para ti Francisca Azucena Pervertidora de Menores.
Anthony te deja en ese pequeño lugar encima de la pastelería. Curioseas, sólo para no pensar que estás sola.
Una foto, la única foto en todo el lugar, llama tu atención. Una mujer sosteniendo a un bebé. Crees que es hermosa, y te recuerda ligeramente a ti. Pero escuchas voces, una mujer canta mientras se acerca a la puerta, miras hacia todas partes, buscando un lugar para esconderte y cuando lo encuentras, no dudas, te metes en ese pequeño baúl lo más rápido que puedes.
La puerta se abre, escuchas voces, algo cae y luego todo queda en silencio una vez más.
Aún así no te atreves a abrir la tapa, esperas unos minutos más. Escuchas a alguien más entrar y luego la voz del juez Turpin inunda el lugar. Te estremeces ligeramente al escuchar que hablan de ti. Temes por Anthony, por lo que pueda pasarle, por lo que puedan hacerle, y todo sería tu culpa.
Escuchas que pelean a gritos, y entre todas las palabras escuchas un nombre. Benjamin Barker. Tu cerebro trabaja rápidamente, tratando de recordar, de saber porqué la mención de ese nombre produce que algo se mueva en tu interior.
Más gritos y de pronto, el ruido cesa, casi completamente. Te animas a sacar la cabeza del baúl en el que estás metida, sólo para echar un vistazo a ver si se han ido. Pero lo que vez que deja pasmada. El hombre que estaba con el juez, limpia sangre de la navaja de afeitar que está en su mano.
¿Viniste por una afeitada, muchacho?, te dice. Tratas de hablar, pero no puedes.
Ves a ese hombre, tan familiar y tan desconocido para ti, amenazarte con la navaja de afeitar. La sangre cubre su rostro y su expresión es aterradora.
Gritos asustados irrumpen la quietud de la noche. La cara de el hombre frente a ti sufre casi imperceptibles transformaciones, tú las ves debido a la cercanía, ahora es él quien luce ligeramente asustado y más, mucho más, furioso.
¡Olvida mi cara!, te advierte, y sólo atinas a asentir temblorosamente.
Respiras tranquila cuando le ves salir por la puerta.
Y cuando, transcurridos unos pocos de minutos que para ti son como horas, Anthony vuelve por ti y te promete una y otra vez que estarás bien.
Pero estás segura, al menos después de todo esto, que las pesadillas siempre volverán a ti.
