Advertencias: Shonen Ai
Autor: RavenTears
Beta: Little Kei
Notas del autor:
~El título (como de costumbre) es el nombre de una canción de MECANO.
La llama de la libertad
se ha convertido en soledad
Y los agobios que me daba el convivir
se han transformado en un silencio
de aburrir
Es la conclusión
que no se esta mejor
ya te necesito alrededor
Para que vuelvas a endulzar
mi mala leche con tu paz
Y desde el club de los humildes rescatar
aquellos besos que he tirado sin amar
Es la conclusión
que no se esta mejor
ya te necesito alrededor
Y si me vuelven a asaltar
las ganas de petardear
Dame dos hostias y hazme ver
que estar aqui
es un milagro que se puede compartir
El club de los humildes
Capítulo 1: Fue ayer y no me acuerdo
El día se estaba yendo al carajo. No eran ni las 8 de la mañana y ya había pronósticado que anunciaban que ese día sería un asco. Ni siquiera sabía porqué había decidido ir a la escuela. Mentira: sí sabía. Había decidido ir a la escuela para demostrarle que estaba perfectamente normal. Que no estaba afectado ni un poco. Y, en cierta forma, era verdad.
Para él eso había sido algo más en su vida. Sabía mejor que nadie que no tenía porqué prestarle más atención de lo debido. Lo que había hecho.
Pero, definitivamente, lo que le dolía más a Seto Kaiba era que había sido Yugi quien había terminado la relación.
¿Cómo pudo Yugi despreciarlo así? No lo entendía, y tampoco quería hacerlo.
Nadie despreciaba a Seto Kaiba.
Sin darse cuenta, ya estaba sentado en su carpeta. Maldijo en silencio; había llegado más temprano de lo que generalmente acostumbraba. Que más daba. Sacó un libro, El Príncipe, y se puso a leer. Algo tenía que relajarlo.
Escuchó unos pasos acercarse. Jounouchi y Yugi entraron al salón.
-Bueno días, Kaiba-kun -saludó Yugi, como cualquier otro día.
Kaiba no contestó: ni siquiera lo miró, como siempre. Pero le llamó la atención la forma de hablar de Yugi: estaba arrastrando un poco las palabras y tenía un tono muerto en la voz. Inexpresivo.
-¿Por qué demonios lo saludas? -preguntó Jounouchi.
Kaiba levantó ligeramente la vista. Generalmente Jounouchi lanzaba un comentario así después de que él lo insultara.
-¿Y por qué demonios me estás mirando?
-No te ilusiones, perro. No te estoy mirando a ti.
-Jounouchi-kun, vamos -dijo Yugi, cogiendo al rubio del brazo y obligándolo a caminar a su carpeta. Yugi tenía la mirada baja y hablaba casi en un susurro.
¿Qué significaba todo eso? Se suponía que era él, Seto Kaiba, quien estaba teniendo un día de mierda. ¿Por qué el perro estaba atacándolo desde tan temprano y sin provocación? Y lo que más le llamó la atención a Kaiba era que Yugi parecía tan distante.
Ya no le estaba prestando atención a la lectura. Estaba más irritado. ¿Cómo podía ser? Seto Kaiba no podía estar irritado sólo porque Yugi se apareciera junto a Jounouchi. Kaiba no podía estar sintiendo celos, no después de lo que le hizo Yugi.
Jounouchi y Yugi hablaron un poco antes de que Honda llegara. Kaiba no pudo escuchar mucho; hablaban de una forma que parecía a propósito para que el CEO no los escuchase. ¡Al demonio! Tenía mejores cosas que hacer que preocuparse de las estupideces de ese grupo. A él no le importaban. Ninguno de ellos. Ninguno.
La mañana estaba pasando lenta. Parecía medio día cuando entraron al descanso. Jounouchi y Honda intentaron en vano de hacer que Yugi saliera a comer algo, pero no tuvieron más remedio que irse cuando el pequeño se los pidió.
Kaiba salió del salón para hacer unas llamadas; todos estaban afuera comiendo algo. Decidió entrar para hacer algo productivo. Al entrar, su mirada quedó fija en Yugi. Estaba sentado con los codos sobre la carpeta y una mano sujetándose el mentón, mirando por la ventana. Como si eso fuera divertido.
Kaiba no supo porqué pero se quedó mirándolo. Más de una vez recordó que estaba enojado con él. Más de una vez se dijo que apartara su vista de él. Pero no pudo. Y eso lo hizo sentirse peor.
Definitivamente, Yugi estaba triste. Y Kaiba sabía que era porque habían terminado. ¿Pero por qué Yugi estaba así? ¿Por qué Yugi estaba triste? Había sido Yugi. Kaiba desvió su mirada del pequeño y cerró la puerta detrás de él. Eso sacó de su trance a Yugi, que se sorprendió al verlo. Y bajó la mirada. A Kaiba eso no le importaba; llegó hasta su sitio y se dispuso a trabajar en su portátil.
Yugi ya no le interesaba.
El sonido de las teclas bajo sus dedos sonaban en un eco aterrador. Había demasiado silencio. Y el silencio no ayudaba en esos momentos.
¡¿A quién quería engañar?!
Kaiba apretó sus manos en puño. Se moría por hablar con Yugi. Se moría por preguntarle por qué terminaron. Se moría por escucharlo. Se moría por verlo sonreír. Había estado con Yugi por más de tres meses y él terminaba todo, sin razones, sin explicaciones.
Sentir era ser débil. Y él no era débil.
Pero ya no podía seguir fingiendo que no le interesaba.
Se puso de pie y caminó hasta la carpeta de Yugi. El pequeño se sobresaltó al verlo acercarse.
-Tenemos que hablar -dijo, mirándolo tan frío como siempre.
-No quiero hablar ahora -contestó Yugi, con la mirada fija en las ventanas.
-No me importa.
Pero Kaiba no recibió respuestas del chico. Sólo miraba las ventanas, rehusándose a mirarlo a él. Kaiba golpeó su mano contra la superficie de la carpeta y se apoyó en ella, haciendo que Yugi saltara en su asiento.
-Entonces, escucha -comenzó el CEO-. No voy a aceptar nada de lo que hayas dicho ayer.
Kaiba logró lo que quería: Yugi giró al escucharlo y se encontró con los ojos profundos y azules del castaño.
-Kaiba-kun, no puedes decidir eso.
Antes que Yugi desviara la mirada de nuevo, Kaiba le cogió el mentón. Quería escuchar a Yugi mirándolo a los ojos.
-Entonces, dilo de nuevo.
Kaiba miraba con intensidad esos grandes y hermosos ojos violeta. Y sólo veía en ellos confusión. Si Yugi de verdad quería terminar, tendría que decirlo en ese momento. Pero no dijo nada. Él podía esperar el tiempo que fuera necesario para escuchar a Yugi. Pero el pronóstico de que ese día sería una mierda no había sido una equivocación.
La puerta se abrió de golpe. Kaiba giró levemente el cuello para ver a Jounouchi aún en el quicio de la puerta observando la escena. El rubio cerró la puerta tan fuerte como la había abierto y cruzó el salón a trancadas.
-¿Cómo quedamos, Yugi? -preguntó Kaiba, volviendo su atención al pequeño e ignorando olímpicamente al rubio-. ¿Olvido lo de ayer?
Kaiba podía mostarse un poco diferente frente a Yugi, pero frente a Jounouchi nunca. El perro había arruinado su conversación y no valía la pena continuarla si él estaba presente. Soltó a Yugi y caminó hasta su sitio.
-Espera, Kaiba -ordenó Jounouchi, con un tono poco común en su voz-. ¿Qué pasa? ¿Es que no eres lo suficientemente inteligente como para darte cuenta que tu maldito juego se terminó?
-No te metas, perro.
-¿Y quién va a evitarlo? ¿Tú? ¿Me mandarás a tu legión de guardaespaldas? -Kaiba sintió que había algo diferente en Jounouchi, algo que no había notado antes-. Haznos un favor y aléjate de él.
Kaiba sonrió con malicia. Eso era lo único que necesitaba saber para darse cuenta de cómo estaban las cosas.
-¿Quieres que esté más lejos de él para que tú estés más cerca? ¿Es eso?
Jounouchi se puso colorado por la pregunta. Pero pudo confundirse con su enojo. No tenía cómo responder.
El descanso terminó y los alumnos comenzaron a llenar el salón de nuevo.
Hasta aquí.
No les cuesta mucho dejarme un Review, así que háganlo y háganme feliz.
Críticas y comentarios:
RavenTears02@yahoo.es
RavenTears02@hotmail.com
Carnage Before Breakfast
Autor: RavenTears
Beta: Little Kei
Notas del autor:
~El título (como de costumbre) es el nombre de una canción de MECANO.
La llama de la libertad
se ha convertido en soledad
Y los agobios que me daba el convivir
se han transformado en un silencio
de aburrir
Es la conclusión
que no se esta mejor
ya te necesito alrededor
Para que vuelvas a endulzar
mi mala leche con tu paz
Y desde el club de los humildes rescatar
aquellos besos que he tirado sin amar
Es la conclusión
que no se esta mejor
ya te necesito alrededor
Y si me vuelven a asaltar
las ganas de petardear
Dame dos hostias y hazme ver
que estar aqui
es un milagro que se puede compartir
Capítulo 1: Fue ayer y no me acuerdo
El día se estaba yendo al carajo. No eran ni las 8 de la mañana y ya había pronósticado que anunciaban que ese día sería un asco. Ni siquiera sabía porqué había decidido ir a la escuela. Mentira: sí sabía. Había decidido ir a la escuela para demostrarle que estaba perfectamente normal. Que no estaba afectado ni un poco. Y, en cierta forma, era verdad.
Para él eso había sido algo más en su vida. Sabía mejor que nadie que no tenía porqué prestarle más atención de lo debido. Lo que había hecho.
Pero, definitivamente, lo que le dolía más a Seto Kaiba era que había sido Yugi quien había terminado la relación.
¿Cómo pudo Yugi despreciarlo así? No lo entendía, y tampoco quería hacerlo.
Nadie despreciaba a Seto Kaiba.
Sin darse cuenta, ya estaba sentado en su carpeta. Maldijo en silencio; había llegado más temprano de lo que generalmente acostumbraba. Que más daba. Sacó un libro, El Príncipe, y se puso a leer. Algo tenía que relajarlo.
Escuchó unos pasos acercarse. Jounouchi y Yugi entraron al salón.
-Bueno días, Kaiba-kun -saludó Yugi, como cualquier otro día.
Kaiba no contestó: ni siquiera lo miró, como siempre. Pero le llamó la atención la forma de hablar de Yugi: estaba arrastrando un poco las palabras y tenía un tono muerto en la voz. Inexpresivo.
-¿Por qué demonios lo saludas? -preguntó Jounouchi.
Kaiba levantó ligeramente la vista. Generalmente Jounouchi lanzaba un comentario así después de que él lo insultara.
-¿Y por qué demonios me estás mirando?
-No te ilusiones, perro. No te estoy mirando a ti.
-Jounouchi-kun, vamos -dijo Yugi, cogiendo al rubio del brazo y obligándolo a caminar a su carpeta. Yugi tenía la mirada baja y hablaba casi en un susurro.
¿Qué significaba todo eso? Se suponía que era él, Seto Kaiba, quien estaba teniendo un día de mierda. ¿Por qué el perro estaba atacándolo desde tan temprano y sin provocación? Y lo que más le llamó la atención a Kaiba era que Yugi parecía tan distante.
Ya no le estaba prestando atención a la lectura. Estaba más irritado. ¿Cómo podía ser? Seto Kaiba no podía estar irritado sólo porque Yugi se apareciera junto a Jounouchi. Kaiba no podía estar sintiendo celos, no después de lo que le hizo Yugi.
Jounouchi y Yugi hablaron un poco antes de que Honda llegara. Kaiba no pudo escuchar mucho; hablaban de una forma que parecía a propósito para que el CEO no los escuchase. ¡Al demonio! Tenía mejores cosas que hacer que preocuparse de las estupideces de ese grupo. A él no le importaban. Ninguno de ellos. Ninguno.
La mañana estaba pasando lenta. Parecía medio día cuando entraron al descanso. Jounouchi y Honda intentaron en vano de hacer que Yugi saliera a comer algo, pero no tuvieron más remedio que irse cuando el pequeño se los pidió.
Kaiba salió del salón para hacer unas llamadas; todos estaban afuera comiendo algo. Decidió entrar para hacer algo productivo. Al entrar, su mirada quedó fija en Yugi. Estaba sentado con los codos sobre la carpeta y una mano sujetándose el mentón, mirando por la ventana. Como si eso fuera divertido.
Kaiba no supo porqué pero se quedó mirándolo. Más de una vez recordó que estaba enojado con él. Más de una vez se dijo que apartara su vista de él. Pero no pudo. Y eso lo hizo sentirse peor.
Definitivamente, Yugi estaba triste. Y Kaiba sabía que era porque habían terminado. ¿Pero por qué Yugi estaba así? ¿Por qué Yugi estaba triste? Había sido Yugi. Kaiba desvió su mirada del pequeño y cerró la puerta detrás de él. Eso sacó de su trance a Yugi, que se sorprendió al verlo. Y bajó la mirada. A Kaiba eso no le importaba; llegó hasta su sitio y se dispuso a trabajar en su portátil.
Yugi ya no le interesaba.
El sonido de las teclas bajo sus dedos sonaban en un eco aterrador. Había demasiado silencio. Y el silencio no ayudaba en esos momentos.
¡¿A quién quería engañar?!
Kaiba apretó sus manos en puño. Se moría por hablar con Yugi. Se moría por preguntarle por qué terminaron. Se moría por escucharlo. Se moría por verlo sonreír. Había estado con Yugi por más de tres meses y él terminaba todo, sin razones, sin explicaciones.
Sentir era ser débil. Y él no era débil.
Pero ya no podía seguir fingiendo que no le interesaba.
Se puso de pie y caminó hasta la carpeta de Yugi. El pequeño se sobresaltó al verlo acercarse.
-Tenemos que hablar -dijo, mirándolo tan frío como siempre.
-No quiero hablar ahora -contestó Yugi, con la mirada fija en las ventanas.
-No me importa.
Pero Kaiba no recibió respuestas del chico. Sólo miraba las ventanas, rehusándose a mirarlo a él. Kaiba golpeó su mano contra la superficie de la carpeta y se apoyó en ella, haciendo que Yugi saltara en su asiento.
-Entonces, escucha -comenzó el CEO-. No voy a aceptar nada de lo que hayas dicho ayer.
Kaiba logró lo que quería: Yugi giró al escucharlo y se encontró con los ojos profundos y azules del castaño.
-Kaiba-kun, no puedes decidir eso.
Antes que Yugi desviara la mirada de nuevo, Kaiba le cogió el mentón. Quería escuchar a Yugi mirándolo a los ojos.
-Entonces, dilo de nuevo.
Kaiba miraba con intensidad esos grandes y hermosos ojos violeta. Y sólo veía en ellos confusión. Si Yugi de verdad quería terminar, tendría que decirlo en ese momento. Pero no dijo nada. Él podía esperar el tiempo que fuera necesario para escuchar a Yugi. Pero el pronóstico de que ese día sería una mierda no había sido una equivocación.
La puerta se abrió de golpe. Kaiba giró levemente el cuello para ver a Jounouchi aún en el quicio de la puerta observando la escena. El rubio cerró la puerta tan fuerte como la había abierto y cruzó el salón a trancadas.
-¿Cómo quedamos, Yugi? -preguntó Kaiba, volviendo su atención al pequeño e ignorando olímpicamente al rubio-. ¿Olvido lo de ayer?
Kaiba podía mostarse un poco diferente frente a Yugi, pero frente a Jounouchi nunca. El perro había arruinado su conversación y no valía la pena continuarla si él estaba presente. Soltó a Yugi y caminó hasta su sitio.
-Espera, Kaiba -ordenó Jounouchi, con un tono poco común en su voz-. ¿Qué pasa? ¿Es que no eres lo suficientemente inteligente como para darte cuenta que tu maldito juego se terminó?
-No te metas, perro.
-¿Y quién va a evitarlo? ¿Tú? ¿Me mandarás a tu legión de guardaespaldas? -Kaiba sintió que había algo diferente en Jounouchi, algo que no había notado antes-. Haznos un favor y aléjate de él.
Kaiba sonrió con malicia. Eso era lo único que necesitaba saber para darse cuenta de cómo estaban las cosas.
-¿Quieres que esté más lejos de él para que tú estés más cerca? ¿Es eso?
Jounouchi se puso colorado por la pregunta. Pero pudo confundirse con su enojo. No tenía cómo responder.
El descanso terminó y los alumnos comenzaron a llenar el salón de nuevo.
Hasta aquí.
No les cuesta mucho dejarme un Review, así que háganlo y háganme feliz.
Críticas y comentarios:
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