Este fic participa en el reto anual "Long Story" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.

[Espero poder conseguir terminar esta historia, os prometo que lo voy a intentar] Si os gusta el principio, por favor, dejar un pequeño review para que yo sepa si vale la pena o no seguir con este reto. Gracias :)

Capítulo 1:


Recuerdos, los humanos tenemos la capacidad de tener recuerdos, de colgar cada momento vivido en una percha y dejarlo en el trasfondo de nuestra mente por si algún día nos es necesario.

Normalmente a medida que crecemos hay recuerdos que se van cayendo de las perchas y que por suerte o desgracia ya no se pueden volver a recuperar, porque han caído en el olvido.

Los recuerdos que se suelen quedar colgados para siempre son los que duelen, los que marcan como hierro candente tú subconsciente, esos que con solo pensarlos pueden sacar lo peor de ti, esos que de la nada traerán de nuevo las lágrimas y los gritos a tú vida.

Recuerdos…

Los años pasan, con ellos las personas crecen y las cosas cambian. Es una de esas verdades universales.

Pasaron 28 años desde la última vez que se celebró el Torneo de los Tres Magos en Hogwarts y desde entonces las cosas han cambiado. Parece que al fin después de tanto sufrimiento se puede volver a ver la luz en medio de tanta oscuridad. La muerte de Voldemort trajo esperanza para todos aquellos que vivieron una o ambas guerras y el miedo al fin brilla por su ausencia.

Stratton Wakefield, el nuevo Ministro de Magia tras la caída de Voldemort, es un viejo hombre corpulento cuyos ojos brillan con el recuerdo del pasado, lleva tiempo meditando acerca de las viejas costumbres. Los recuerdos le acechan y no puede evitar mirar hacia atrás con nostalgia por ciertas cosas.

Quizá…El quizá ronda la mente de Stratton Wakefield. A pesar de los años que han pasado, el Ministerio de magia londinense no ha recobrado el antiguo brillo británico que lucían con orgullo. La guerra, los juicios tras la guerra, la elaboración de nuevas leyes, la reconstrucción de todo lo que fue destruido por el lado oscuro…Todo ello ha llevado años, y ahora que casi todo está hecho Stratton cree que todavía falta algo, alguien…Antes estaba Harry Potter, él ídolo al que admirar y aunque sigue estando y es un auror ejemplar, Stratton cree para acabar de renovarse del todo, el mundo mágico necesita un nuevo ídolo, un nuevo campeón… Sangre nueva para un mundo nuevo, y entonces tuvo una idea…

—Stratton, ¿Estás seguro de que quieres seguir adelante con esto?- Preguntó Clayton Newell, el recién nombrado Director del Departamento de Cooperación Mágica Internacional.

—Estoy muy seguro, lo necesitamos y lo sabes.-Respondió el ministro mientras removía con paciencia su pequeña taza de té.

—Pero habrá muchas quejas, ya sabes lo que pasó la última vez… ¡La gente no estará de acuerdo con esto!

—La muerte de Cedric Diggory fue una tragedia Clayton, pero ya no vivimos en tiempos oscuros y este torneo es la excusa perfecta para que todos nos unamos de nuevo apoyando a nuestro futuro campeón, ¿Lo entiendes?

—Se lo que intentas, pero sigo pensando que no servirá de nada… Provocarás manifestaciones con esto.

—Tú solo haz lo que te he dicho, yo mismo he hablado con Minerva, y a pesar de sus reservas he logrado convencerla…Lo demás te lo dejo a ti, y más te vale que no me falles.-Dijo Stratton Wakefield, dando por terminada la conversación con un último sorbo a su té.

Clayton Newell, tenía razón, hubo muchas quejas tras el anuncio del regreso del Torneo de los Tres Magos, todas producto de los que vivieron en primera persona la tragedia de hace 28 años. De nada sirvieron las quejas, los representantes de Beauxbatons y Durmstrang aceptaron el reto.

No había vuelta atrás.

Cada mañana de domingo, la familia Weasley-Potter se reúne en la Madriguera para disfrutar de un suculento almuerzo, obra de la abuela Weasley.

El domingo antes de regresar a Hogwarts los numerosos nietos de los Weasley, fueron a visitar con más ganas a sus abuelos, se había convertido en tradición que cada vez que uno de ellos partía hacia Hogwarts, Molly cocinase el plato favorito de cada uno para que iniciasen el curso con una sonrisa en sus bocas.

—Pero abuela, aunque yo haya terminado en Hogwarts, eso no significa que ya no haga nada con mi vida, voy a la academia de aurores… ¿No me merezco que hagas mi tarta favorita?-Preguntó James Sirius a su abuela algo fastidiado.

—A ti puedo hacértela otro día James, a tus hermanos y primos no los veré hasta Navidad así que te aguantas.-Dijo Molly con una sonrisa a pesar de su negación.

James abandonó la cocina resignado, una de las pocas mujeres que le habían negado algo en su vida era su abuela, volvió con el resto de la familia que ya se había sentado a la mesa.

—Ayer mismo fui a hablar con el ministro para ver si le podía sonsacar algo sobre el Torneo, pero no soltó prenda.-Contó Hermione frustrada, sentada al lado de su marido cuyos ojos brillaban ante el plato de comida que tenía delante.

—Yo fui el otro día, y solo conseguí que me dijera "No te preocupes Potter, la norma de los 17 sigue vigente, no te preocupes por tú hijita" El muy imbécil no debe recordar que Albus tiene los malditos 17.-Dijo Harry con cabreo.

—Papá no voy a participar.-Respondió Albus a su padre con calma.-Voy a estar demasiado ocupado socializando como para perder el tiempo en ganar ese estúpido Torneo suicida.

—Dominique en verdad prefiero que tú también pierdas el tiempo socializando a que eches tú nombre en ese Cáliz.-Dijo Fleur con preocupación a su hija.

—Claro mamá, no te preocupes.-Dijo Dominique entre risas.-Este va a ser mi último año en Hogwarts y quiero aprovecharlo bien con nuestros invitados.

Bill y Fleur se miraron con preocupación y calma a la vez, a pesar de saber lo que significaban las palabras de su espabilada hija, preferían eso a que estuviese en constante peligro de muerte.

El almuerzo transcurrió entre risas y apuestas sobre quién sería el loco capaz de tirar su nombre en el Cáliz. No hubo más avisos en ese sentido, la familia se sentía tranquila al comprobar que Albus y Dominique no tenían pensado participar, los únicos que podían…

¿Los únicos?

En realidad no, Rose Weasley si podía participar, pero la familia pareció olvidarlo porque si por algo se conocía a Rose era por su sensatez e inteligencia. Ella jamás correría ese peligro…

Nadie se preocupó por decirle a Rose "No metas tú nombre en ese cáliz" Nadie… Y quizá ese fuese el empujón que necesitaba Rose para decidirlo del todo.

Sería ella, la nueva campeona de Hogwarts.

Ese mismo domingo, al suroeste de Inglaterra, concretamente en la Mansión Malfoy se trataba un tema similar.

El Torneo de los Tres Magos.

—Tú no vas a meter tú nombre en ese estúpido Cáliz-Dijo Draco con cansancio frente a su chimenea apagada.

A sus espaldas Astoria permanecía sentada e inexpresiva tras conocer la decisión de su único hijo.

—¿Cómo piensas prohibírmelo?-Dijo Scorpius retando a su padre.

—No me provoques, no sabes de lo que soy capaz.-Murmuró Draco con rabia sin atreverse a volver la vista hacia su hijo, odiaba ver la determinación en sus ojos, esa que había heredado de él.

—Todo el mundo sabe de lo que eres capaz.-Dijo Scorpius, haciendo referencia al pasado de su padre, haciendo daño.-Escuchad, escuchadme los dos, es mi vida y es mi decisión. Sé que soy capaz de ganar este estúpido Torneo y lo haré.

—TÚ NO TIENES PORQUÉ LIMPIAR MI MIERDA.-Gritó Draco al fin, volteándose para encarar a su hijo.

—No voy a limpiar tú mierda padre, a eso ya te has dedicado tú solo todos estos años.-Respondió Scorpius algo irritado.

—¿Entonces?-Se atrevió a intervenir Astoria.

—Porque quiero probarme a mí mismo, saber de lo que soy capaz y entonces decidir qué hacer con mi futuro.-Respondió Scorpius arrodillándose al lado de su madre y acariciando una de las manos que permanecían sueltas en el regazo de esta.

Astoria miró a su hijo con intensidad, y pensó que todavía había esperanza.

—¿Y si no sales elegido?-Preguntó de nuevo Astoria.

—Lo seré.-Aseguró Scorpius sonriéndole a su madre con cariño.

—¿Lo serás? Es que acaso eres el único competente en Durmstrang o te has asegurado de ser el único que eche su nombre en el cáliz?-Dijo Draco dándose la vuelta sobre sí mismo para ver a su única familia.

Scorpius se levantó y soltó la mano de su madre, para mirar a su padre.

—Me importa una mierda cuantos deciden echar su nombre en ese cáliz padre, yo seré el elegido lo sé, lo siento aquí.-Dijo Scorpius palmeando su corazón.

Y tras esas palabras Scorpius, la viva imagen de su padre, abandonó el salón dejando solos a sus padres. Astoria se levantó y se acercó a Draco temblorosa.

—Solo trata de buscarse a sí mismo.-Dijo acariciando la espalda de Draco.

—No voy a perderlo Astoria…No voy a perder lo único que es de ambos, nuestro hijo.

Fue así como terminó el domingo para ambas familias, los Weasley ignorantes del peligro y los Malfoy preocupados por él.

Pero a pesar de la secreta elección de Rose y de la ya conocida decisión de Scorpius las cartas todavía no estaban echadas…No hasta que el Cáliz de fuego escupiese los pedazos de pergamino con los nombres escritos…

"Rose Weasley, Hogwarts"

"Scorpius Malfoy, Durmstrang"