"¡Maldición!" La fría brisa golpeaba su rostro mientras corrían apresurados, debían llegar al traslador antes de que ellos los encontraran. La misión se suponía debía de ser fácil y rápida, entrar, neutralizar a la pandilla de fanáticos y llevarlos al ministerio para que fueran juzgados y llevados a Azkaban. Pero algo sucedió, en medio de la batalla Ron se dejó provocar por Malcon Nedfield, el cabecilla que dirigía a ese grupo de jóvenes descerebrados. El pelirrojo ciego por la furia arremetió contra este, la confusión fue aprovechada para que todos sacaran sus varitas, provocando por supuesto que estuvieran en desventaja. Gracias a una distracción momentánea creada por Harry pudieron salir de aquella cueva y empezar a correr hacia su única salvación de ese lugar.

"¡Rápido, por este lado!" y bordearon un gran árbol frondoso que tenían por obstáculo, para Draco no era fácil tener que seguirle el paso y además tener que cargar a Ron al mismo tiempo, Ni aún con el tiempo que ha pasado esta comadreja ha aprendido a controlar sus emociones, pensó mientras maldecía de nuevo al ser casi alcanzado por un Avada.

"¡Potter espero que ese traslador esté, cerca mi idea de morir está más relacionada a una isla paradisíaca junto a una mujer despampanante!"

"¡No sé cómo puedes bromear en un momento así Malfoy pero te juro que en mi idea de morir no estás tú cerca!"

"¡Sí cómo digas Potter!" Ron estaba recuperando el conocimiento pero en ese justo instante su cabeza se golpeó con el tronco de un árbol y con un sonoro quejido volvió a desmayarse. Harry miró por encima del hombro fulminando al rubio con la mirada, este solo se encogió de hombros y murmuró algo como No fue mi culpa.

Evadían los hechizos como podían hasta que al fin pudieron llegar hasta el objeto que los sacaría de allí, era una escoba. Harry, que iba adelante, se detuvo hasta que Draco le alcanzó. La tocaron al mismo tiempo y desaparecieron de allí. Luego de experimentar el vértigo característico después de usar ese medio de transporte, el pelinegro destruyó la escoba. El traslador los llevó a un pueblecito alejado del Londres muggle, de no ser por la situación en la que estaban, seguro que habrían apreciado la magia que envolvía aquel lugar. La luna bañaba cada una de las casitas de campo y el fuego que salía de algunas chimeneas le daba un toque especial al lugar.

"Otra noche fallida"

"Todo gracias a tu amigo Potter." Esta vez no le pudo reprochar nada, lo dejó en el suelo sin delicadeza, ganándose una mirada de odio por parte de su otro compañero, el rubio solo se encogió de hombros y le dijo, "tal vez debieras de llevarlo a san mungo, después de todo de seguro su querida novia estará encantada de verle." Sin decir nada más, Harry se apareció con su amigo en el hospital y Draco en el ministerio.

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"¡¿Qué ha pasado esta vez?!" Harry suspiró antes de contestarle a su muy alarmada amiga, la castaña se levantó de su asiento con rapidez y le ayudó a ponerlo en una silla de ruedas.

"Ya lo conoces Hermione, Nedfield lo provocó y él cayó en la trampa. Al final hemos tenido que escapar y por poco no lo hacemos." La chica puso una cara de exasperación tal, que nadie creería que segundos antes mostraba una gran preocupación por su novio.

"No puedo creer las cosas que hace Ron, ¿es que acaso no piensa madurar? No lo logro entender." Todo esto lo decía mientras llevaba al pelirrojo a una camilla para atenderlo. De paso el pelinegro le comentó todo lo que había sucedido, ella decía algún pero será idiota o también uno que otro ¿cuándo aprenderá?

"No seas muy dura con él Hermione, ya sabes que se sentirá pésimo al despertar. Bueno de todas formas debo de dejarte, tengo que ayudar a Malfoy con el informe de esta noche. ¿Aún nos veremos en la fiesta de navidad?"

Ella le miró un momento admirando en lo que se había convertido su mejor amigo, quién diría que apenas hace tres años ellos habían acabado con la amenaza más grande que jamás hubiera tenido el mundo mágico, si el primer día de clases cuando tenía 11 años alguien le decía que todo lo que habían vivido iba a pasar no hubiera parado de reír durante semanas. Pero ahí estaban y todo lo que pasaron fue tan real como que ellos estaban frente a frente en ese instante.

"Claro Harry, no me perdería la fiesta del ministerio." Le sonrió, él le dio un efusivo abrazo y luego se apareció en el ministerio. Hermione volteó a ver a su inconsciente novio y empezó a realizar los chequeos generales.

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Entró sumamente enojado a la oficina que compartía con Harry y Ron en el ministerio. Los tres se habían convertido en aurores. La decisión de convertirse también en uno dejó a más de una persona sorprendida, no le faltaba dinero, por el contrario los negocios familiares lo tenían asquerosamente rico. Algunos pensaron que era su manera de retribuirle al mundo, de pagar una deuda. Ron necesitaba el dinero y no sobresalía en otra cosa y le gustaba impresionar a las chicas, Harry no era nada pobre pero lo hacía porque amaba el trabajo.

Se sentó en la silla de su escritorio y empezó a redactar el reporte, donde se encargaría de remarcar el por qué tuvieron que salir de allí de esa forma tan penosa y desagradable, "Por culpa de Weasly," pensó amargamente mientras una mueca de disgusto se dibujaba en su rostro. Se sumergió tanto en su trabajo que no se percató cuando Harry entró a la oficina

"Al parecer ya empezaste el informe." Levantó la vista de lo que hacía y lo miró fugazmente antes de seguir en lo que hacía. "No seas muy duro con Ron, ya sabes él a veces se comporta así cuando se enoja."

"Pues se lo tiene bien merecido Potter, no seré condescendiente con él solo porque es tu amigo." El pelinegro apretó la mandíbula pero no dijo nada, después de todo no era la primera vez que algo así sucedía y si era sincero su mejor amigo no era el más brillante de los aurores.

"Yo solo decía," recalcó mientras tomaba asiento en su lugar de siempre.

"No tenías por qué venir, ya casi tengo el informe listo."

"Lo sé Malfoy, solo quiero revisar los movimientos del grupo de Nedfield durante los últimos tres meses." Sacó unos expedientes de la gaveta derecha de su escritorio y los empezó a hojear. Luego de 15 minutos el rubio había acabado y guardó el documento en su escritorio al cual le aplicó magia de protección, el chico no se fiaba de nadie.

"Bien Potter pasa buena noche," le dijo en tono civilizado pero Muy alejado de ser amable.

"Buenas noches Malfoy," le respondió en el mismo tono. Se sostuvieron la mirada desafiándose unos segundos y luego Draco optó por aparecerse.

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Al llegar a la mansión un elfo le atendió al instante, le dio su capa y guantes negros, no quiso cenar así que solo se dio una ducha para luego ir a la biblioteca a leer un poco antes de irse a dormir. Después de la guerra esa casa había estado más callada de lo habitual, sus padres ya no vivían y él no era más un niño. Aunque solo tuviera 20, al igual que sus compañeros, ya poseía las facciones y actitudes de todo un hombre. No socializaba mucho con ellos pero eran civilizados entre sí, aunque bien es cierto que de vez en cuando las cosas se descontrolaban, pero la mayor parte del tiempo solían respetarse.

Miró el reloj de pared encima de la chimenea de la biblioteca, era la 1 de la madrugada, ya con sus músculos descansados empezó a sentir el cansancio y el dolor en los brazos por haber llevado cargado a Ron, bostezó y dejó el libro que tenía en sus manos a un lado. Apagó el fuego y después de abandonar ese lugar se dirigió a su habitación para dormir.

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Una lechuza golpeaba insistentemente la ventana de la cocina, miró el reloj de pared, eran las 10 de la noche. Suspiró, pues ya se imaginaba lo que era, dejó entrar al ave y le quitó el pergamino que llevaba entre sus garras, le dio algo de comer y luego la dejó marchar. Abrió la carta y la leyó.

Querida Ginny,

La misión de hoy no ha marchado como lo esperábamos, Ron está en san mungo pero bien, solo se quedó inconsciente. Dejé a Hermione dándole atención médica, estoy en la oficina revisando los expedientes del grupo de Nedfield así que llegaré tarde, espero que no te moleste. Mañana prometo compensártelo, te amo mi sexi pelirroja, nos veremos más tarde. Besos. Tuyo siempre.

Harry

Ella estaba acostumbrada a que Harry hiciera eso de vez en cuando, si no fuera porque confiara plenamente en él podría pensar que estaba con otra, pero él simplemente no era de ese tipo de hombre, sabía que era dedicado a su trabajo y haría hasta lo imposible para que el mundo mágico fuera un lugar seguro.

Hacía ya un año que vivía con él. Su madre al principio estaba un poco renuente a la idea de dejar que su niña de 18 años se fuera a vivir con su novio, pero después de un par de pláticas y un anillo en su dedo con proposición una boda, convenció a su madre de que Harry si iba en serio. Unos seis meses después se casaron, él apenas con diecinueve, él ya tenía 20 y ella pronto cumpliría los 19.

Suspiró y sonrió mirando al techo de la cocina, que no era muy grande pero sí acogedora, tendría que esperar hasta mañana para contarle la buena noticia a su esposo, seguro que eso le haría muy feliz. Apenas lo había descubierto esa mañana, luego de las fuertes nauseas que la atacaron y el mareo que caso hizo que se fuera al suelo.

Terminó de recoger los platos y organizar una que otra cosa en el lugar y decidió que se iría a la cama, conociendo a Harry como lo hacía, sabía que lo mejor era esperarlo durmiendo, porque eso duraría para un muy buen rato.

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Ese nuevo caso era complejo, los movimientos no parecían guardar relación entre sí, pero en el fondo sabía que los sucesos rondaban alrededor de algo grande. Primero el asalto a las minas de diamante de los centauros, después el secuestro de la manada de unicornios y por último el secuestro de esa muggle embarazada que aún no habían podido recuperar.

Le empezaba a doler la cabeza cuando miró su reloj y notó que era pasada la medianoche, "Ginny va a matarme," le dijo al vacio. Decidió que había sido suficiente por ese día y se marcharía a casa, así que volvió a poner los expedientes en su lugar y le aplicó un hechizo protector.

Casa. Pensó mientras una sonrisa iluminaba su rostro. Además de Hogwarts, no había llamado hogar a ningún otro lugar. Pero desde que se mudó de casa de sus tíos y vivía feliz en la que le heredó Sirius, además de que su esposa y razón de su existencia convivía allí con él, no consideraba otro lugar que no fuera ese como el espacio a donde pertenecía. Echó un vistazo alrededor antes de aparecerse en su casa.

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Cerró la puerta lentamente dejando a un pelirrojo profundamente dormido del otro lado. Esa semana había sido particularmente dura en el hospital, Hermione había tenido que realizar muchas guardias, más de las que estaban programadas para ella debido a la cantidad de personas que llegaron.

Al terminar Hogwarts ella decidió que sería medimaga, luego de ayudar a sus amigos durante la guerra se dio cuenta de que esa era su profesión. Con sus altas calificaciones no tuvo problemas para que la aceptaran para realizar el entrenamiento de un año, trabajó muy fuerte. Después empezó a estudiar para hacer la doble especialización en enfermedades por conjuros maléficos y neutralización de venenos potentes y esperaba poder graduarse a mediados del siguiente año.

Hacía ya 8 meses que ella y Ron eran novios, el muchacho por fin reunió la valentía suficiente para poder expresarle lo que sentía y pedirle que fueran pareja. Ella aceptó gustosa pues amaba a aquel pelirrojo desde que iban al colegio. No vivían juntos, a pesar de que Hermione vivía sola, pero sentía que aún no era el momento. Por su parte, él ya le había pedido en más de una ocasión que tuvieran relaciones pero se había negado porque no se sentía lista todavía.

Pasó visita al resto de los pacientes que le quedaban por esa noche, escribió la evolución de los enfermos en sus correspondientes plantillas y luego se retiró para ir a descansar.

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Abrió los ojos y miró desorientado alrededor, lo último que recordaba era que estaban en el bosque, dentro de una cueva detrás del cuello de Nedfield, se sobresaltó pero un mareo lo hizo caer de nuevo en su cama. Le echó otro vistazo a la habitación la cual reconoció como una de las salas del San Mungo.

"Hermione va a matarme." Se llevó una mano a la cabeza, pues sentía que iba a explotarle en cualquier momento. Acababa de recordar lo que había pasado y no necesitaba ser un genio para saber que la noche había terminado en fracaso y todo gracias a él. "Perfecto, eres un idiota."

Se quedó quieto pensando, sabía que al día siguiente su novia le iba a dar todo un sermón por haberse dejado llevar por las emociones y provocar que la vida de los tres corriera peligro. Sabía que había metido la pata, pero tampoco quería que ella se lo recordara.

Amaba a aquella chica, en verdad que sí, pero a veces le sacaba de quicio. De vez en cuando sentía que no era lo suficientemente bueno para ella e inconscientemente ella se lo dejaba saber, ella destacaba en todo lo que hacía, a él sólo lo veían como la sombra del gran Harry Potter.

Desde hace unos cuantos meses él y Hermione habían empezado a salir en plano formal y luego de un tiempo le pidió que se acostara con él, ella se negó y él se enojo un poco, pero le prometió que la iba a esperar, que sería paciente. Su cara se arrugó, presa del dolor que sintió en el pecho parecido a una punzada. No era nada grave, pero aparecía cada vez que se sentía culpable por algo. Trató de tranquilizarse y conciliar el sueño, mañana sería otro día.

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"Qué manera de comenzar el día." Draco se apresuraba a llegar a su oficina, el revuelo en el ministerio era evidente. Las personas se movían de aquí para allá, los gritos de los supervisores a veces eran ahogados por los murmullos de la multitud. Sintió como una chica lo empujaba al pasar junto a él.

"Ten más cuidado Chang."

"Disculpa Malfoy," le dijo sin girar a verle, al parecer llevaba mucha prisa con un paquete de folders en sus brazos. Trató de llegar a su lugar de trabajo sin ser oprimido por la masa de gente que se arremolinaba en los pasillos y corredores. Al fin había llegado y abrió la puerta aprisa. Harry ya estaba ahí.

"Buenos días Malfoy"

"Potter," y le saludó inclinando levemente la cabeza.

"Tremendo lío se nos ha formado entre las manos." El pelinegro le lanzó el periódico, pero no necesitaba leerlo, ya sabía lo que había ocurrido, lo había leído rumbo al trabajo esa mañana. En la primera plana aparecía un duende sumamente enojado y como título de la noticia principal ponía, Robo a Gringotts, desaparece el bastón de Merlín.

Draco suspiró, ya entrevía que tendrían bastante trabajo durante ese día. "¿Y Weasly?"

"Aún no le dan de alta del hospital." El rubio frunció el ceño y luego asintió asimilando la información.

"Pues creo que debemos irnos lo antes posible."

"No podría estar más de acuerdo contigo." Le contestó Harry, después de decidir qué cosas necesitarían partieron rumbo al banco más seguro que el mundo mágico tenía. Por lo cual la intrusión sufrida despertaba pavor en la comunidad mágica.

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¡¡Hola chicos y chicas!! Ufff me estoy embarcando en tantos proyectos que sé que será todo un reto y trabajo responder a todos, pero aún así no he podido evitar plasmar esta idea en un fic, espero que les guste. Aquí les va un adelanto de algunas partes del próximo capítulo.

"Harry tengo algo muy importante qué decirte," le miró con todo el amor que le profesaba y el corazón del chico se enterneció.

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"¡Tienes muchos más defectos que virtudes!" Le gritó visiblemente alterado, ella le miró perpleja, ¿desde cuándo era Ron tan cruel?

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"¿Disfrutando de la fiesta?"

"Sí por supuesto Malfoy, ¿acaso no ves mi cara de felicidad?" Le dijo con todo el sarcasmo que podía impregnar en su voz, él se tensó.

"Sólo he venido para hacer un poco de conversación, no te he ofendido para que me hables así." Le reprochó y se cruzó de brazos dispuesto a irse.

"Lo siento no ha sido mi intención. Ven hablemos."

"¿Problemas con Weasly?"

"Sí," su respuesta le sorprendió.

Nos vemos en el próximo capítulo!!!