Y otra vez yo, con otra idea loca que se me ha ocurrido. Espero sea de su agrado. Nuevamente tiene un prólogo corto, porque sinceramente tengo mucho trabajo por hacer y este teclado no me colabora para nada. Pero de lo malo, se saca lo bueno y espero esto lo sea. Besos a todos.

S's Lady.

Disclaimer: nada le pertenece a esta servidora. Solo la idea.


Caridad.

Se sintió extraña al verlo, mucho más al reconocer que estaba muerto. Su cuerpo estab allí, en la casa de los gritos. Seguro esaba allí, pudriéndose lentamente. Lo habá pensado puesto que habían apresado a otro ex mortífago y había confesado que actuaba bajo las órdenes del ya desaparecido en acción, Severus Snape. Tragó con fuerza al recordar su sangre en el suelo y sus agrandados ojos, mientras trataba de restañar la herida de su cuello.

Y ante todo eso, aún sentía que él no tenía la culpa de lo que le había ocurrido. Que él solo era un peón más de la guerra. se quedó sentada en su sofá, mirando una fotografía de Severus. Aún lo recordaba.

- Hermione, recuerda que debemos llevar cajas de alimentos a la caridad- una joven de ojos azules, se asomó por el umbral y la miró con una sonrisa suave.

Se levantó del sofá, soltando el periódico mientras la fotografía de Snape seguía moviéndose y mirando a su alrededor, con mucho desdén e indiferencia.

Vivía en un apartamento alemán, desde un par de años. Había decidido ampliar sus horizontes y continuar sus estudios. Tenía un doctorado en relaciones públicas y había ganado varias órdenes de Merlín, en años pasados. Pero nada de eso le apasionaba. Nada de eso le hacía sentirse bien consigo misma.

- ¿Lista Erisabeth?

- Lista Hermione, entreguemos estas cajas con donativos.

Se detuvieron en una agencia basante vieja. Las calles alemanas, eran muy estrechas en ese pueblo como para permitir el paso de vehículos hacia la zona a la que iban. Aparcaron el viejo mustang azul, que Erisabeth solía conducir y caminaron entre fría brisa y una niebla ligeramente densa. Algunos necesitados estaban reunidos a las afueras. Hermione colocó la caja a un lado y su amiga sustraía la ropa y la comida.

- Tenga, que pase un buen día- decía, mientras entregaba el alimento- esperamos sea benficioso para usted, que lo aproveche.

Mientras entregaba las proviciones, la fila se fue reduciendo. Solo faltaba un hombre que usaba un sombrero y una bufanda negra que le cubría el cuello y la boca. Se le notaban algunas hebras de cabello negro, pero nada visible.

- Señor, lo último. Esperamos que tenga un buen día.

Todos respondían con un gracias, él no lo hizo y estiró sus manos para tomarlo. Ella sonrió y le otorgó comida enlatada y un poco de ropa. Mientras recogía, notó que otro hombre se había acercado a él y pretendía arremeter con él. Peleaban por lo que tenía en la mano y mientras peleaban, la bufanda se había resbalado ligeramente. Sí, era cabello negro. Muy parecido al...

- ¡No!- había gritado su amiga y ella caminó hacia su amiga. El hombre al que había ayudado, estaba en el suelo inconsciente, mientras el otro se robaba lo que acababa de ganarse.- Hermione, qué vamos a hacer. Creo que sangra.