Pánico

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, los utilizo simplemente con fin de entretenimiento y sin ánimo de lucro.

oOo

— ¡Steve! ¡Steve! — la voz de Danny se rompió por la desesperación—No, no, no… No saltes… — sus gritos poco a poco murieron en un hilo de voz. Aquellas palabras parecieron quedar suspendidas en el aire sin poder llegar a oídos de nadie. Sus pulmones se habían colapsado por el terror, y se mantuvieron vacios mientras se aproximaba al borde del edificio por el cual el cuerpo de su compañero segundos antes había desaparecido.

Notaba un nudo apoderarse de su garganta y su cuerpo perdía fuerza por momentos. Miró con temor, esperando no ver una mancha oscura en el fondo de aquel precipicio. Y ahí estaban, Steve y el sospechoso, a apenas unos metros sobre un voladizo, y entonces su pulmones se expandieron de golpe. Danny dio una gran bocanada, intentando recuperar todo el aire perdido, pero su cuerpo comenzó a temblar.

Se dejó caer en el suelo, con la espalda apoyada en la baranda y una mano apoyada sobre su pecho. No pensó en que lo vieran así, únicamente no podía respirar con normalidad, ni andar, ni siquiera pensar… ¡Ese maldito idiota conseguiría que un día su corazón se parase!

— ¡Ey! ¿Danny? — la voz de Steve parecía un susurro a sus oído.

Se arrancó el chaleco y lo tiró unos metros de él, como si de esa manera le fuera más sencillo respirar. Mantenía cerrado los ojos intentando desesperadamente controlarse.

Intentó no pensar, y concentrarse en respirar, aire dentro, aire fuera… ¿acaso tenía un ataque de pánico? Se frotó la cara solo para descubrir lágrimas en ella. Estar llorando, allí, por el idiota de su jefe era patético. Se sentía patético. Limpió como pudo su rostro pero le era imposible parar. Chin estaba a su lado. No lo había visto hasta ahora, que posando una mano en su hombro, miraba por el borde.

— ¿Dónde demonios está Danny, Chin? — por el tono de la voz McGarrett parecía: ¿enojado?, ¿ese mal nacido será capaz de encima estar enojado con él? , pensó Danny mientras Chin se encogió de hombros en respuesta.

— Danny, ¿por qué no te das una vuelta? Yo ayudaré a Steve a subir — Chin era una persona increíble, nunca juzgaba a nadie, simplemente sabía cómo estar ahí.

— Estoy bien…

— No, no lo estás. Ya tendrás tiempo de pensar sobre lo que acaba de pasar, pero ese momento no es aquí y ahora. — una sonrisa comprensiva, ¿qué quería decir esa sonrisa comprensiva?, ¿pensar? En lo único que él quería pensar era en mil formas distintas de asesinar a Steve.

Lo que era cierto es que no podía permanecer allí tirado, llorando como una niñita cuando Steve subiera. Aquel pensamiento se reforzó cuando varios agentes comenzaron a invadir la terraza del edificio. Danny se levantó con ayuda de Chin, tomó su chaleco del suelo y comenzó a bajar con paso derrotista, intentando no mirar a nadie a la cara, lo cual no fue tan difícil, ¿total acaso él le importaba a alguien? A Mc Garrett desde luego que no, porque cuando le importas a la gente, no te dan sustos de muerte, ni encima luego se enfadan contigo, ni te gritan sin comprender lo asustado que estabas… tenía que dejar de pensar, así era imposible controlarse.

— ¿Danny?— Kono tocó su brazo para detenerlo, estaba tan absorto que no sabía ni donde estaba. Miró desorientado a su alrededor, llegar a la calle en lo que para él habían sido segundos era desconcertante. — ¿Qué ha pasado? ¿Chin, Steve?

— Ahm… ellos están bien. Sí. Al parecer saltar de los edificios es práctica habitual de los entrenamientos SEAL, así, que… todo bien — Danny no podía mirarla a los ojos y su movimiento era errático. No paraba de moverse de lugar y mantenía las manos cruzadas sobre su pecho.

— ¿Y tú está bien?

— ¿Yo? — sintió como la ira se adueñaba de su cuerpo — Pues mira no. Yo no estoy bien. ¿Pero cómo voy a estarlo trabajando con semejante neandertal? ¡Eh! ¿Sabes qué? Me voy. Si pregunta por mí, dile… que me haga un consejo de guerra si quiere. Toma. — le dio el chaleco y las llaves del camaro. Kono lo miró sin entender absolutamente nada, hasta que Danny al fin la miró y vio devastación en sus ojos. Tomó su mano entre las suyas al tomar las llaves e iba a decir algo, pero Danny levantó una mano y pidió silencio. — Me voy. Andando. Porque si tomo el coche ahora mismo te aseguro que me voy a tirar por uno de esos preciosos acantilados.

Hubo algo en el tono de Danny, que alertó a Kono. Aquello no parecía una de las rabietas habituales en Danny. Era como si de verdad la posibilidad de acabar con todo pasase realmente por su cabeza. Lo miró indecisa mientras se alejaba con paso lento, no quería dejarlo solo, pero él no parecía querer a nadie cerca.

oOo

Pasaron varios minutos hasta que Kono vio a Steve salir del edificio con el sospechoso prácticamente a rastras. Miraba a todos lados con el ceño fruncido. Tras de él, Chin también buscaba a alguien en la multitud. Le dio el sospechoso a un agente y se acercó rápidamente a ella.

— ¿Qué pasó allí arriba? — se apresuró Kono.

— ¿Y Danny? — Steve fue cortante. Parecía realmente cabreado. — Kono, ¿dónde está Danny?

Kono miró a Chin dudando en qué contestar, este le hizo un pequeño gesto negando.

— ¿Dónde está el Detective Williams? — Steve gritó para que todos lo escuchara pero únicamente miraba a Kono.

— Se fue.

— ¿Qué? ¿Se fue? ¿Cómo que se fue? ¿Qué te dijo?

— Pues… — Kono miró a Steve y luego a Chin. Chin sabía algo estaba segura.

— Kono…— Steve se frotó la cara con clara desesperación, cuando volvió a hablar estaba intentado controlarse — por favor, donde está Danny, su coche está ahí mismo, dime…

— Se fue. Andando. Dijo algo así como que le hicieras un consejo de guerra si querías, pero que se iba. Y que no se llevaba el coche porque si lo hacía se tiraría con él por un "precioso acantilado"— enfatizó aquellas palabras y le tendió las llaves del deportivo. Steve se quedó mirándolas sin saber bien cómo reaccionar a aquello.

— Steve. Danny no estaba bien — la voz de Chin venía de su espalda y se giró bruscamente.

— ¿Lo sabías?— Chin asintió mirando al suelo. Se acercó a Steve para continuar hablando sin que nadie lo oyera.

— Danny tenía un ataque de pánico.

— Parecía necesitar estar solo, jefe.

— Así que lo dejasteis ir. Solo. — Steve tomó su teléfono y comenzó a marcar a su compañero. El enfado se esfumaba a cada llamada no atendida, y lo reemplazaba una profunda sensación de temor. — Mierda Danno.

Mientras Steve marcaba una y otra vez el teléfono de Danny, Kono se acercó a Chin. Comenzaron a hablar en susurros:

— No debí dejar que se fuera, parecía como aturdido.

— Lo sé, lo vi, allá arriba. No podía ni respirar cuando lo encontré.

— ¿Pero qué pasó?

— Vio como Steve caía por el borde de la azotea vencido por el peso del sospechoso.

— Ah.

— ¿Ah? ¿Eso es todo lo que tienes que decir prima?

— Pues sí. Si yo viera a Adam caer por el borde de un edificio. Te aseguro que como poco, tendría un ataque de pánico.

— ¿Y eso que quiere decir?

— Vamos primo, no puedes decirlo en serio…

Ambos observaron como Steve caminaba desesperado, marcando una y otra vez y nada.

— Vosotros id al cinco cero y rastrear el teléfono de Danny yo voy a ver si lo encuentro — aquello fue una orden directa del capitán McGarrett, quien subió al coche de Danny y salió haciendo rugir aquel impresionante motor.

oOo

Había anochecido ya. Danny había visto el sol ponerse en Hawái cientos de veces, pero en ninguna de ellas se había sentido tan patético y sólo, como en aquella ocasión. La multitud de colores ocres y malvas que inundaron el cielo, lejos de la calma que consideró obtener de ellos, le sirvieron únicamente para acrecentar su pesimismo. Ahí estaba él, el patético Danny Williams, viendo un atardecer, sólo, y pensando únicamente en el imbécil de su compañero. No podía borrar de su mente la imagen de Steve muerto, de sus ojos sin vida. Pero claro, es que él no contaba con la suerte que acompaña siempre al súperSEAL.

Danny miró sus manos, aún le temblaban un poco. Al igual que horas antes cuando Steve comenzó a llamar a su móvil, una y otra vez, y otra; y él no pudo más que lanzar el aparato lo más lejos que pudo de él y continuar andando. Estúpido y cretino y desconsiderado y… llevaba horas balbuceando improperios.

La música empezó a invadirlo todo, había llegado a una zona turística aunque no sabía bien cómo, llena de licorerías a pie de playa. Sus piernas necesitaban un descanso, y su mente también. Así que entró en el primero que pudo, se sentó en la barra y pidió una cerveza. Fue entonces cuando notó el peso de su cuerpo, el dolor de sus piernas y ese vacío en su interior. Vació la cerveza prácticamente de un trago y pronto se vio pidiendo una tras otra. Aquella no era la forma que él tenía de enfrentar los problemas, por lo general los enfrentaba con valentía dejando salir todo de golpe. Pero hoy no era más que un cobarde que quería dejar de pensar en lo que sentía, porque no tenía claro que era aquello que sentía y ese era el principal problema.

oOo

Buscar a Danny se había convertido en algo complicado. Steve lo había buscado durante horas con el Camaro. Chin hacía horas que había triangulado la ubicación que marcaba el teléfono de Danny, pero al llegar allí únicamente encontró el maldito aparato tirado. Riéndose de él. ¿Quién hace algo así? Tirar su teléfono porque no quiere hablar con su compañero. Únicamente Danny hace cosas que no tienen sentido… cabezota, gruñón sensiblero.

— Jefe, ¿sabes algo de Danny? — Kono al teléfono.

— No, nada. — Steve frotó su ojos cansado— Podéis iros a casa chicos, seguramente Danny aparezca por la mañana por la oficina como si nada. O eso espero…— suspiró Steve.

— Jefe, yo…— Kono quería disculparse por dejar que se fuera, se sentía culpable, notaba la preocupación de Steve de tal forma que era doloroso.

— Ve a casa, Kono. — ahí estaba otra vez esa voz cortante. Sabía que a Steve le costaba expresarse, pero ahora mismo parecía haber levantado un muro a su alrededor.

— Si jefe.

Steve estaba parado con el coche en el mirador de Danny, ese en que tantas otras veces lo había encontrado mirando al infinito. Observó como el cielo se había vuelto de mil colores antes de tornarse completamente negro. Salió del vehículo y se sentó en el borde. Miró a su lado, imaginando la silueta de su compañero, lo imaginó con el ceño fruncido y rojo del enfado, intentando explicar y defender lo indefendible y no pudo evitar sonreír ligeramente. Solo esperaba que Danny no hubiera cometido ninguna tontería.

oOo

Conforme pasaron las horas el local en el que estaba Danny comenzó a ser más ruidoso de lo que él podía soportar. La mezcla de alcohol y sentimientos nunca es buena, al menos no mientras se mantiene la conciencia. Le hizo una seña a la camarera para que le cobrara. Michelle, la imponente camarera, quien había intentado mantener una conversación con él desde hacía una hora se aproximó coqueta, pero torció el gesto cuando Danny apenas si la miró. Decepcionada tomó su tarjeta de crédito, cobró la deuda y se la devolvió con un gesto infantil, dolida. Pero Danny estaba demasiado estresado por el estruendo, al levantarse su espalda golpeó con un cuerpo, al intentar caminar chocó con otro, el local estaba demasiado lleno. No fue hasta voltear que se dio cuenta de que lo que en realidad ocurría es que estaba rodeado de un grupo de adolescentes musculados, que parecían no tener la intención de dejarlo pasar.

— A ver Musculman… ¿acaso los esteroides no te dejan pensar bien o qué? Dejadme pasar. — tal vez su pronunciación no fue perfecta, y sabía que había gesticulado en exceso, pero Danny estaba seguro que era completamente comprensible.

— Tony, ¡dejadlo en paz! —la estridente voz de camarera a su espalda le hizo entornar los ojos.

— ¿Quieres que deje en paz al chulito este? — Asestó un golpe en el estómago de Danny antes de terminar aquella frase. Danny cayó al suelo, retorcido del dolor. — Pues ya está, en paz.

Recibir aquel golpe fue como un pistoletazo de salida a todo el dolor que llevaba acumulando en su pecho. Ni siquiera miró a la cara de aquel muchacho, solo sabía que le sacaba varios centímetros de altura y de anchura. Danny se levantó y comenzó a golpearlo una y otra vez, y hasta que sus compañeros se metieron para defenderlo Danny iba claramente sobrado. Pero pronto los golpes comenzaron a caer por todos los flancos y pese a conseguir evitar y devolver algunos, la mayoría impactaron en sus piernas, en su estómago y en su cara. Sus reflejos estaban claramente afectados y eran demasiados. La camarera gritaba desesperada que se parasen, Danny parecía estar en el límite de sus fuerzas cuando recibió un fuerte golpe en la cabeza y todo se oscureció.

La puerta del local se abrió de par en par dejando entrar a una única persona, quien sin necesidad de hacer uso de su armamento comenzó a golpear a todo aquel que se acercaba a Danny. Pronto, todos retrocedieron y pudo acercarse a su compañero.

— ¡Danny! — Sabía que era Steve, pero no era capaz de contestar — ¡Danny! ¡Ey, Danny! — Notaba sus manos moviéndole cara e intentaba mirarlo, de verdad que lo intentaba, pero lo veía todo borroso. — Mierda Danno…

Danny sangraba, tenía un corte en el labio, otro en la mejilla, otro en el brazo… Steve había visto ese tipo de cortes antes, era como si alguno de aquellos imbéciles le hubiera golpeado con un anillo o algo parecido. Steve se giró nuevamente hacia el grupo de chicos y les observó las manos hasta que lo encontró. Uno de ellos llevaba un puño de acero, había intentado ocultarlo de la vista del capitán, pero era demasiado tarde.

Steve se lanzó contra él dispuesto a devolverle cada uno de los golpes que Danny había recibido, pero el chico retrocedía una y otra vez.

—No te atreves conmigo, ¿eso es lo que pasa? ¡Te voy a arrancar esa cabeza enorme que tienes! — McGarrett sonaba desesperado, y al oírlo Danny se sintió por una vez importante para él.

— Steven…— apenas fue un hilo de voz, pero Steve no pudo ignorarlo y se acercó inmediatamente.

— Ey, Danny, no me dejes amigo…— Danny sonrió sin ser realmente consciente de ello — ¿Sonríes? En serio, tú no está bien, nada bien.

El grupo de chicos aprovechó ese momento para salir corriendo, habían visto la placa del capitán y no tenían que ser muy listos para saber que se habían metido en un problema enorme. Steve levantó la vista y ya no estaban, miró hacia fuera e iba a empezar a perseguirlos, pero Danny le sujetó del brazo, no quería que se alejara por nada del mundo, ni siquiera para perseguir a aquellos chicos.

—Llévame a casa Steve — la voz de Danny rompió en una tos que conseguía que todo su cuerpo temblara.

—Danny, deberíamos ir al hospital, tienes una pinta horrible compañero.

— ¿Cómo me has encontrado?

— Llevo todo el maldito día buscándote, rastreando tu móvil y tus tarjetas de crédito, me saltó la alerta en este local y menos mal que estaba relativamente cerca — Steve buscaba la forma de levantarlo, hizo que Danny pasara uno de sus brazos por sus hombros, aquello iba a doler cuando lo alzara pero era eso o pedir una ambulancia. Cuando Danny gritó de dolor al levantarlo una punzada de dolor le atravesó a él también.

Apoyo todo su cuerpo en él, pasó su mano libre por su cintura y comenzaron a andar hacia la salida. A cada paso consideró llamar a la ambulancia, pero no quería volver a perder a Danny de vista. No ahora. Notar su cuerpo ahí mismo, después de lo mal que lo había pasado todo el día sin saber nada de él.

—Steve. No puedo. Déjame aquí. — Danny hablaba entrecortado.

Comenzó a quitar el brazo del cuello de Steve y se dejaba caer al suelo con gesto de dolor en el rostro. Steve se dejó caer con él. No se separaría de él.

Quedaron en la arena de la playa sentados, Steve buscó apoyo para su espalda en una palmera y mantuvo a Danny justo entre sus brazos. Acurrucado por el dolor.

— Voy a llamar a una ambulancia Danny.

— No. No. Solo. Déjame aquí un poco. No me sueltes.

—No te suelto Danny. Te tengo. — Steve pasaba una mano alborotando aquel peinado que tan bien conocía y Danny simplemente se dejaba hacer, su respiración se relajó de tal manera que Steve pensó que se había dormido. — ¿Tienes idea del miedo que he pasado? Abandonas el escenario de un crimen, sin motivo alguno. Dejas tu coche. Te deshaces de tu teléfono. He recorrido cada uno de tus lugares preferidos de esta isla, que no son muchos, pero esperaba verte aparecer en cada uno de ellos… y, no lo hacías. Por ningún lado. Imaginé tantas cosas Danno, tantas…

—Sí.

— ¿Sí qué?— Steve tragó con dificultad, lo cierto es que no esperaba que Danny le contestara nada.

—Que sí, lo sé. Sé el miedo que has pasado. Aunque no sé si es comparable al que yo pasé cuando caíste por esa terraza. Steve, prácticamente te vi morir. ¿Tienes idea de lo que es eso?

— Sí.

— ¿Sí?, oh vaya, ¿y eso?

— Recibí una alerta de tu tarjeta, estaba a varios kilómetros Danny. Conduje lo más rápido que pude para llegar y ver cómo te estaban dando una paliza de muerte. Te vi caer justo cuando llegué a la puerta. No te movías. Casi me cargo a aquellos chicos…

Danny miró hacia arriba, Steve miró hacia abajo.

—Lo siento— dijeron a la vez sobre los labios del otro. Prácticamente las palabras acariciaron la piel del otro.

Steve suspiró.

Danny se estremeció.

Ambos desearon lo mismo, pero ninguno se movió ni un milímetro, desear algo que no se atrevían a hacer era mejor que intentarlo y perder a su compañero.

El sonido de una ambulancia rompió el momento. Danny miró contrariado a Steve, quien negó que la hubiera avisado él, aunque agradecía enormemente que alguien tuviera más sensatez que ellos dos, y más cuando Danny comenzó nuevamente a toser de una manera preocupante.

oOo

Continuará...