DISCLAIMER: Ningún de los personajes de este fic me pertenecen, todos son obra del Maestro Masami Kurumada, yo solo los he tomado prestado para la creación de esta historia sin fines lucrativos.
Capitulo 1: El amor florece como las rosas
Otro día más en el Santuario de Atena, otro tranquilo, soso y aburrido día de verano en el Santuario. No había mucho que hacer, los tiempos de paz se habían arraigado en la tierra, los dioses habían hecho un pacto entre ellos, y habían acordado no volver a inmiscuirse en la vida de los mortales, por lo que las guerras santas parecían cosa de un pasado lejano.
En el doceavo templo, un hombre se levantaba de su cama, y se dirigió hacia su baño, mirándose al espejo. Abrió su botiquín y de él sacó infinidad de cremas mas propias del baño de cualquier mujer, una vez las hubo aplicado comenzó a cepillar su largo pelo, siempre lo mantenía bien limpio y desenredado, no podía soportar las nudos en esa cabellera que tanto le gustaba, como toque final puso un poco de cacao hidratante en sus labios dándoles un sutil tono rosáceo. Salió del baño, y aun en los finos pantalones de lino blanco que usaba para dormir se dirigió a la entrada de su templo, contemplando todo el Santuario desde allí mientras estiraba sus brazos con pereza. Si…sin duda ese sería otro día aburrido en el Santuario.
Ya no podía contar con sus amigos de siempre, pues todos habían aprovechado los periodos de paz para hacer sus vidas lejos de los deberes de caballero dorado a los que estaban atados. Mu había tenido un hijo con una de las amazonas de plata del Santuario, la mejor amigas del caballero de Piscis, y se habían ido a vivir a Jamir, y solo venia cuando era requerido su servicio como reparador de armaduras, Aldebarán había decidido emprender un viaje sin rumbo fijo para poder ver un poco mas de mundo que el Santuario. Saga, Kanon, Mascara de Muerte y Shura habían decidido irse a las Islas Kanon para un duro entrenamiento como hacía tiempo no se tenían, ninguno estaba dispuesto a perder su forma física por un simple periodo pacifico, mientras que Dohko de Libra seguía en los Cinco Viejos Picos de Rozan, ayudando a Shiryu y Shunrei con el pequeño hijo de ambos, Ryuho se llamaba, si no recordaba mal…
-Pfffff….-bufó el guardián de Piscis al ver algo que lo tenía un tanto molesto.
No solo estaban los guerreros que habían abandonado el Santuario, también estaban los otros que se empeñaban en restregar sus vidas amorosas ante la cara del pobre Afrodita que no podía hacer otra cosa que observar. Una bonita chica castaña salía del templo de Acuario con una enorme sonrisa en la cara, mientras que Camus la besaba con infinita ternura antes de comenzara a bajar las escaleras. Camus, el frio y calculador Camus había sido atrapado por una mujer de Villa Rodorio que había dado vuelta su mundo en un segundo. Pero no solo el…Aioria y Milo babeaban como borregos detrás de Marin y Shaina todo el día sin la mas mínima intención de disimularlo, y Shaka…bueno…el sencillamente estaba por encima de ese tipo de cosas, así que se mantenía en su templo todo el rato intentando alcanzar la dichosa iluminación. Y luego estaba él…
-Creo que prefiero los periodos de guerra antes que este espectáculo… -apuntó el caballero más hermoso de la orden ateniense mientras se cambiaba de ropa y se disponía a dar un paseo por Villa Rodorio para comprar algunas cosas que le hacían falta.
Mientras paseaba por la Villa se preguntaba a sí mismo por qué no tenía la misma suerte que sus compañeros con las mujeres. A sus 27 años de edad su vida amorosa no era una cosa digna de contar, y a veces hacia que se sintiera un poco incomodo y avergonzado de sí mismo. Muchos lo tenían por un hombre muy afeminado, desde luego que sus técnicas de combate no ayudaban mucho, pero ¿Qué culpa tenía el de haber nacido bajo la constelación de Piscis? Algunos creían que gustaba de juntarse con hombres, más que con mujeres….pero eso no se podía alejar más de la realidad. Como consecuencia a todas estas habladurías, Afrodita no conseguía tener nada con ninguna mujer, ya que ellas se sentían abrumadas al saber que el Santo tenía casi tantas cremas (o más) que ellas, y gustaba de cuidarse físicamente en todos los aspectos. Afrodita podía ser lo que consideramos un metrosexual, si…pero ¡diablos! Le encantaban las mujeres… ¿Era mucho pedir?
No podía llegar a ver que tenia de malo el querer tener un buen aspecto, prevenir las arrugas o los labios agrietados, su físico era tan digno como el de cualquiera de los doce caballeros de la orden, fuertes pectorales, grandes brazos y abdominales bien definidos, recubiertos de una de las pieles mas níveas y suaves que nadie se pudiera encontrar jamás, y sin embargo, tener que lidiar con las habladurías era algo que tenía que soportar todos los días de su vida, a veces odiaba el destino para el que había nacido, su única compañía eran las rosas que crecían en el patio de la casa de Piscis, y eso no era sano para la salud mental de nadie…tanta soledad lo estaba matando.
Sus pasos lo guiaron automáticamente a una de sus tiendas favoritas de Villa Rodorio, un herbolario que vendía productos de belleza 100% naturales, y que el santo, siendo ya un cliente habitual en el lugar, gustaba de comprar. Entró sin mucho miramiento, pues ya conocía a las chicas que atendían el local de sobra, y se dispuso a mirar lo que había en venta, por si las chicas habían descubierto alguna fórmula nueva o tenían buenas ofertas. Finalmente se decidió por una crema hidratante de papaya para su piel, y un acondicionador de aceite de oliva para su pelo, compras estándar que hacia todas las semanas. Se dirigió hacia la caja y sin mirar a la dependienta la saludó.
-Buenos días, Hitomi –dijo el Santo mientras buscaba el dinero en su cartera.
-Mi nombre es Mariko, señor –dijo una voz suave y tierna desde el otro lado del mostrador- Hitomi está de vacaciones, pero para mí será un honor servirle en lo que necesite…
Afrodita subió la vista como hipnotizado por aquella voz que entraba en sus oídos cual melodía cantada por los ángeles, y lo que vio lo dejo aun mas impresionado. La muchacha que tenía delante no debía tener más de 23 o 24 años, pelirroja de pelo, sus ojos azules brillaban con intensidad ante la presencia de su primer cliente, una sonrisa radiante resguardada por una fila de perfecto dientes blancos y rectos adornaban su rostro como la más sutil de las joyas, simplemente preciosa…
-Ho…hola, Mariko –saludó Afrodita un poco desconcertado- mi nombre es Afrodita…Afrodita de Piscis, guardián del Santuario de Atena.
Aquella presentación dejo llena de admiración a la joven que en ese momento daba el cambio al guerrero de oro, ella nunca había visto un santo de oro en persona, pero sí que había oído de las grandes hazañas que habían realizado a través de los años para defender la tierra, la joven estaba tan emocionada que no podía parar de hacer preguntas a Afrodita que encantado las contestaba. Hasta que su charla se vio interrumpida por la llegada de otro cliente, y el caballero se tuvo que retirar.
Llegando a su templo, se tiro en la cama mientras mantenía la imagen fresca de la muchacha en su memoria, lo había dejado pasmado, puede que ella no fuera nada de otro mundo, ni una belleza exótica, y que su cuerpo no fuera el atlético cuerpo de diosa de las amazonas del Santuario…pero había algo que en ella que, sin duda, había cautivado al guardián del doceavo templo.
Nota de la Autora: Mi primer fic NO YAOI de Afrodita de Piscis, a pedido de dos de mis lectoras: Saiyan Girl Heart y PrincessIceAries! Gracias por la sugerencia chicas! Espero no defraudarlas =). Esta historia se desarrolla un año después del fin de mi anterior historia "¿Cuál es tu problema?" Espero que la disfruten!
