Cómo contar bajo presión

Subió al ático y juró para si misma jamás volver a salir. Habían unas 200 latas de comida que su papá compro para una emergencia, como un huracán o una invasión de zombies. Tenía un tablero de Monopoly y podría jugar con el Señor Nargle, su viejo osito (después de quitarle los 200 gramos de polvo que se acumularon con el tiempo).

-¡Entrega para la señorita Kimmy Finster de Domino's Pizza!

- Buen intento, no pienso bajar-contestó terca.

-Pareces niña chiquita- la regaña Tommy.

-Esto no debió haber pasado. ¡Te besé!- empieza a caminar en círculos, como perro persiguiendo su propia cola- Los amigos no se besan, para eso son los amigos.

-¿Quieres escucharme?- la miraba desde abajo. El sol se alzaba a través de una ventana justo detrás de ella, casi como si brillara.

-No, no voy a escucharte-si sigue así va a hacer un hoyo en el piso-. Voy a seguir hablando hasta que caiga una bomba, me desmaye o te golpeen en la cabeza con un martillo, perderás la memoria y no tendré que explicar por que hice esta gran estupidez.

-Kimmy.

-Voy a cerrar los ojos y cuando cuente hasta 3 habrás desaparecido- como si los problemas se arreglaran tan fácilmente. En ese caso, todos los impuestos desaparecerían y la espinaca sería extinguida de la faz de la Tierra.

-¿Que crees que soy, un genio salido de una lámpara?- si lo fuera, le pediría 3 deseos: primero, que se vaya, segundo, que regrese y tercero que la bese.

-1…

-Kimberly…- uhhh, dijo su nombre completo. Solo dos personas lo han hecho: su mamá cuando está enojada y Angélica por error cuando tenían 4 anos. Fue una de las pocas veces que la rubia de coletitas había estado asustada.

Pudo haberle gritado hasta quedarse afónica, pero para eso tendría que verlo a la cara, y no se atrevía.

-2…

-No puedes huir así de los problemas- sonó como un orador motivacional.

-Tu eres mi problema, voz en mi cabeza que no existe- prefería dudar de sus facultades mentales que aceptar que su amigo de toda la vida estaba enfrente, y no se iría hasta recibir una respuesta.

-¿Te das cuenta de lo ridícula que te oyes?- si, ridículamente asombrosa.

-3.

Tommy no se había ido. De hecho estaba aun mas cerca, a escasos 30 centímetros de ella. No podía dejar de verlo, no tenía a donde voltear. Este sería un buen momento para que cayera un meteorito.


Acabo de salir vacaciones y ya estoy aburrida.