Como sabrán los personajes de Ranma ½ no me pertenecen y hago esto por mera diversión.

Si... como siempre una tranquila tarde en Nerima...

¿Sabes? Ya no más insultos, ya no más peleas, ya no más gritos, ya no más quejas, ya no quiero nada de eso para mi, me cansé Ranma.

Eso fue lo último que escuché antes de que saliera corriendo con lágrimas en los ojos, no fue muy distinto a lo que suele suceder siempre, la verdad, no tuvo nada de distinto, o quizás si una cosa, un pequeño detalle que hace la gran diferencia, esta vez no hubo golpes, no hubo rabia, no hubo celos, no hubo nada de parte de ella, salvo una profunda nostalgia en sus hermosos, si, hermosos ojos castaños... Y lo importante aquí es que no pude seguirla, juro que intenté y no pude, supongo que fue la culpa la que me paralizó de pies a cabeza, me quedé parado ahí... como un imbécil me quede parado ahí... atónito con su nueva actitud y es que de verdad los golpes duelen mucho menos, son una especie de cosquillas comparado a lo que ahora sentía, y es que dolía mi... ¡Ni siquiera puedo decir que me duele! y es que siento que son los brazos, las piernas, los ojos, la cara, ¡Hasta el pelo!...

No pude seguirla...

Mientras tanto una muchacha caminaba por las solitarias calles de Nerima... no quería llegar a su casa aun, no quería que la vieran en tal estado y es que llorar dos horas seguidas no es muy fácil de ocultar que digamos, mientras tanto los pensamientos peleaban por hacerse espacio en su mente, todos llevaban la misma inspiración, todos querían hablar de lo mismo, todos querían insultar a la misma persona... "Estúpido Ranma", pero en el fondo todos esos pensamientos ocultaban la verdad que a estas alturas ya todos conocían pero que ella tan ingenuamente guardaba con recelo.

Ya era media noche y debía volver a su casa, su familia debía estar preocupada pero no quería encontrarse con aquel hombre que en ese momento catalogaba como un vil cretino, su orgullo era mas importante que cualquier otra cosa, al fin y al cabo, era lo único que Ranma Saotome no había logrado destruir... y es conmovedor pensar que aun así no lograba dejar de amarlo ni un segundo.

¡Mi pequeña Akane! Donde estabas hija mía, no tienes idea lo preocupado que estaba por ti

Tranquilo papá estoy bien, solo caminaba…

Desde las escaleras Ranma escuchaba a Soun llorar desconsolado por lo tarde que había llegado Akane, era sorprendente lo exagerado que podía llegar a ser pero aun así no podía culparlo por protegerla tanto, no podía negar que el igual comenzaba a desesperarse por la ausencia de su prometida y es que en ocasiones la veía tan frágil y le aterrorizaba la idea de perderla, como aquella vez… Se sacudió la cabeza intentando deshacer esos recuerdos que lo atosigaban, no quería estar en esa situación, no otra vez.

Aun triste comenzó a subir las escaleras sin percatarse de que su prometido había estado escuchando, sumida en una caótica corriente de pensamientos que solían perder conexión, entró a su habitación y se sentó al lado de su cama, comenzó a llorar nuevamente y se odió, se odió por ser tan débil… ese imbécil no iba a salirse con la suya, no iba a lograr deprimirla de esa forma y con tirria pidió liberarse de esa amargura para luego caer rendida a su cama.

Mientras Kasumi servía el desayuno Ranma bajaba rápidamente enojado porque su prometida no lo había despertado, quizás aun estaba molesta con el y su conciencia comenzó a pesarle, se sentía culpable y le pediría disculpas para luego aclarar esta situación de una vez por todas, de cierta forma el también estaba cansado de las continuas peleas, golpes y apodos, ya no quería tener nada que ver con esas locas que hacían llamarse sus prometidas, Akane seria la única y se armaría de valor para revelárselo de una buena vez.

Ranma ¿Puedes despertar a Akane por favor?

¿Cómo? ¿Aun no se despierta?

No, fui a despertarla pero al parecer no me sintió.

Está bien Kasumi, la despierto enseguida.

Subió rápidamente a la habitación de Akane y tocó apaciblemente la puerta… pero no obtuvo respuesta alguna así que se decidió a entrar, y ahí estaba ella, enredada de una forma tan tierna en esas sabanas que no tenían intención de soltarla.

Akane… Akane despierta…

Estuvo cerca de dos minutos intentado despertarla y fue en ese momento cuando comenzó a asustarse, su prometida no se movía y ahora que la miraba fijamente estaba muy pálida y sus labios habían tomado un tono azulado ¿Como no se había fijado en esos notorios detalles? La tomo en brazos y no sintió ni un vestigio de vida en ella y entró en pánico, las imágenes de su última aventura invadieron su mente y las lagrimas no se demoraron en recorrer sus ahora pálidas mejillas, no, no podía estar pasando, no de nuevo…

Bajó lo más rápido que pudo y corrió como nunca antes, debía llegar luego al consultorio del Doctor Tofu y así fue, no demoró más de 10 minutos, debía ser un record incluso para el pero eso no tenia la menor importancia ahora.

¡Ranma! ¿Qué ocurre?

No sé que le pasa, entre a su habitación y no responde, no despierta, por favor Dr. Tofu ayúdela…

No tuvo tiempo para responder, le indicó que la pusiera sobre la camilla y comenzó a examinarla mientras sus ojos comenzaban a opacarse, no tenia pulso, estaba helada y aquel dulce corazón había dejado de latir… y no pudo evitar llorar…