Un Extraño en una Tierra Impía

Capítulo 1- Cambio de Estado

El interior del auto era sofocante. Harry había estado sentado en el asiento trasero del nuevo auto de su tío Vernon mirando desinteresadamente por la ventana por las últimas horas. La velocidad promedio permitida en la M5 era de menos de setenta millas por hora. Además se estaban haciendo arreglos en la carretera por toda la sección de Bristol. Las condiciones del tráfico eran terribles, y eso era poco decir, especialmente a esa hora de la mañana en la que habían partido. En ese momento se estaban arrastrando lentamente a diez millas por hora. Para empeorar las cosas, había señales que informaban que un límite de velocidad temporal de cuarenta millas por hora estaba en efecto.

"Iría a cuarenta si pudiera," se quejó su tío Vernon.

Harry había regresado del colegio hacía ya dos meses. Dumbledore no le había permitido visitar a Ron y su familia a la Madriguera, excepto por una tarde. Había pasado horas en su habitación soñando despierto, imaginando una vida que pudo haber tenido. Sirius le había ofrecido un hogar; una oportunidad para escapar la infernal familia que ahora lo estaba arrastrando a un lugar al que había temido visitar desde su previa y única visita.

Después de muchas gloriosas semanas de ignorarlo siempre que podía, aquella mañana su tía Petunia se había rebajado a hablarle. Pero 'hablar' era mucho decir. Había golpeado la puerta de su habitación a las seis y media de la mañana, dos horas más temprano de cuando normalmente se despertaba, y le informó en una voz fuerte que debía estar abajo y listo para marcharse en veinte minutos o lo lamentaría. Harry había estado tentado de simplemente seguir durmiendo y ver si en verdad le harían lamentarlo, a pesar de que sabían que Ojoloco Moody estaba vigilando la casa. En vez de eso, Harry hizo como le habían ordenado y se dirigió a la ducha.

Sentado en la parte trasera del auto, dirigiéndose lentamente hacia lo que seguro serían cuatro días de puro infierno, Harry en verdad deseó haber seguido durmiendo y negarse a venir. En vez, había estado listo en veinte minutos para enterarse que no partirían sino hasta las nueve, lo que le dio bastante tiempo para hacer algunas tareas de la casa. Había elegido, solo por vengarse, usar la aspiradora justo afuera de la habitación de Dudley. Eso había despertado a Dudley, y para el placer de Harry, no estaba de buen humor. Harry había visto el deseo de golpearlo en los ojos de Dudley, pero su miedo a la magia evitaba que Dudley le hiciera algo. Ese cerdo gordo le proveía a Harry mucho entretenimiento, ya que de no ser tan idiota, Harry no tendría nada que lo animara. Las cartas de sus amigos eran todas iguales, 'no puedo decirte mucho,' 'te extrañamos,' 'no dejes que los muggles te depriman,' etc. La estadía de Harry en Privet Drive era aburrida, pero mejor que el verano anterior. Ya no lo hacían trabajar tanto. Tenía acceso a sus cosas del colegio, aunque no tenía ninguna tarea, ya que a final de año había tomado sus TIMOs y aún no comenzaba a estudiar para sus EXTASIS. TIMOS, diablos! Recibiría sus resultados en un par de días. Esperaba que no llegaran mientras estuvieran de viaje. No se imaginaba que la propietaria del lugar al que irían apreciaría que una lechuza apareciera con una carta para él. Estaba seguro que le había ido bastante bien, no excepcional, pero bien. Su única preocupación era Pociones. Necesitaba un Sobresaliente para poder estudiar pociones el próximo año, pero no era probable que lo consiguiera. Harry pensó que se merecía un Excede expectaciones, porque excedería las expectaciones de Snape al no reprobar. Había descrito los efectos de la Poción Multijugos detalladamente, debido a su propia experiencia. Harry pensó que probablemente tendría una A en pociones. Se sintió muy decepcionado mientras su futuro ideal se le escapaba. Pero bueno, parecía que esa pequeña ventana de esperanza ya se había cerrado. No se graduaría sino hasta dentro de dos años, suficiente tiempo para pensar en otra carrera. Mejor preocuparse por el problema presente. Los siguientes cuatro días de infierno. Comparado con el castigo al que se estaba enfrentando, una semana con Yvonne parecía como el cielo en la Tierra. La casa de la señora Figg parecía como un lujoso crucero. Ahora que lo pensaba, incluso prefería pasar el verano con Severus Snape si eso lo salvaba de las vacaciones a las que se dirigía.

En realidad no eran vacaciones. A Dudley le habían 'aconsejado no regresar a Smelting's para el sexto año'; en otras palabras lo habían echado, pero no expulsado. Los colegios tienen un expediente sobre todos los alumnos que expulsan y suspenden. Muchos colegios despiden a sus alumnos que se marchen para no tener que poner una mancha negra en el expediente por haber expulsado a un alumno. Smelting's podía decirle a cualquier inspector de la OFSTED, honestamente, que nadie había sido expulsado. El tío Vernon le decía a cualquiera que se molestara en escucharlo que Smelting's iba de mal en peor y que en nuevo rector había transformado un establecimiento de calidad en una broma. La tía Petunia le decía a cualquiera que la escuchara que Smelting's era demasiado básico para su Duddykins y que no entendían cómo trabajaba la mente de un genio.

De cualquier modo que lo explicaran, aún necesitaban encontrar un nuevo colegio para Dudley. Dudley hubiera preferido simplemente no ir al colegio, pero eso lo privaría de su mayor fuente de dinero: robarle el dinero del almuerzo a los niños más jóvenes. Ser un ladrón podía ser otra opción, pero no era lo suficientemente listo para ser un criminal. Eso significaba que tenía que trabajar. Podía obtener un trabajo, o regresar al colegio para su sexto año y luego a la Universidad. Sus padres habían logrado convencerlo de regresar al colegio; la presencia de un nuevo juego de pesas en el sótano, que había sido transformada en su sala de entrenamiento, puede haber influenciado la decisión. Aún así, todavía tenían el problema de encontrar un colegio para él. Harry había sido enviado a su habitación sin cenar por sugerir el Centro San Brutus Para Criminales Juveniles Incurables. El castigo no era realmente un castigo, básicamente lo enviaron al lugar del que sólo había salido para buscar un vaso de agua, y al que tenía planeado dirigirse. Panfletos habían sido ordenados de varios colegios y Dudley los había visto, basando sus decisiones mayormente según que tan atractivas eran las chicas en las fotos. Eventualmente, la lista se había reducido a tres.

Hoy visitarían el último, el Colegio Nelly en Tavistock, Devon. Era una institución grande que fue fundada para enseñar a los hijos de los Oficiales Navales cómo ser caballeros. Era la naturaleza aristocrática del colegio que le había atraído a su tío Vernon, y la rubia con grandes pechos en la foto de la página seis del panfleto lo que le había atraído a Dudley. Para ser más precisos, visitarían el colegio mañana, pero como Devon está a cinco horas de Surrey dependiendo del tráfico, optaron viajar un día antes. Todavía faltaba una semana para que Harry tuviera que volver a Hogwarts. El colegio estaba teniendo un día abierto, y los Dursleys habían decidido atender. Harry podía vivir con eso, pero entonces su tío Vernon tuvo una 'mejor idea.' No era una mejor idea; era la peor idea desde que alguien sugirió poner un botón en la alarma de incendios. Su tío había sugerido aprovechar de visitar a la querida tía Marge, quien tenía una granja cerca donde criaba perros.

Llegarían temprano en la tarde, el día siguiente irían al colegio y luego otro día donde la tía Marge antes de regresar a Privet Drive. Harry había suplicado durante todo el día anterior que le dejaran quedarse en casa, pero su tía y tío no lo dejaron.

"¡Absolutamente no!" gritó tío Vernon. "No te dejaré tener una fiesta con tus pequeños amigos anormales mientras no estamos. Te conozco demasiado bien, muchacho. Regresaríamos a casa para encontrarla llena de gatos negros, ranas y ojos de lagarto."

Todo eso había resultado en que Harry estuviera atascado en el asiento trasero del auto de su tío, con una gorda bola de grasa preguntando si ya habían llegado cada pocos segundos en su oído. Dudley se había aburrido los primeros veinte minutos. Estaba demasiado asustado para jugar su juego favorito cuando viajaban, que consistía en golpear a Harry viendo qué tan fuerte podía hacerlo gritar, y reírse cuando su tío Vernon le decía que se callara. No tenía ningún deseo en entablar conversación con Harry; y tampoco era como si poseyera la habilidad de conversar en el mismo nivel intelectual que Harry.

Después de cinco horas en el auto, habían viajado 250 millas, Dudley había consumido tres cajetillas de Haribo y se habían detenido en tres estaciones de servicio. Harry había dicho en total cuatro palabras desde que habían partido. Había permanecido sentado en casi completo silencio, soñando en la vida que podría haber tenido si hubiera nacido como alguien más. ¿Por qué siempre me sucede a mí? Nunca había pedido ser el Niño-Que-Vivió; pero había sido elegido. Ahora que lo pensaba, con todo lo que había hecho y visto, sin mencionar todo lo que aún le quedaba por hacer, y con la responsabilidad pesándole en sus hombros, era un milagro que aún estuviera cuerdo.

Estuvieron en la M5 por más de tres horas, principalmente por la baja velocidad y el tráfico. Harry se dedicó a leer los letreros y buscar nombres interesantes de lugares. Estaba tan aburrido que le parecía interesante e informativo. Aprendió que el un supermercado en Exeter tenía los precios más bajos, la Tierra de la Escavadoras era un lugar donde dejaban a niños y adultos manejar escavadoras de verdad, tractores y JCBs fuera del camino, y que si comprabas una Whopper en Burger King, te daban otra gratis. También encontró nombres interesantes de pueblos, su favorito siendo 'Agujero de Wookie', 'Piedra Sucia' y, para su sorpresa, al acercarse a Exeter, vio un letrero que decía 'a Ottery St. Mary.'

Me pregunto si Ottery St. Catchpole está por aquí cerca, se preguntó Harry a si mismo.

Se desviaron de la M5 hacia al Duel Carriageway que era la A30. También era llamada el Expreso de Devon hasta que se bifurcaba en la A30 y la A38 y luego el Expreso de Devon seguía la A38 a través de Pymouth y hasta Cornwalll, o al menos aso había dicho su tía Petunia. El tío Vernon se quedó en la A30 hasta que llegaron a Okehampton, siguiendo las direcciones que tía Petunia leía de la hoja de direcciones que la tía Marge les había enviado en el correo junto con una nota pidiendo que Harry se quedara en casa. Después de media hora llegaron a un camino embarrado que llevaba a la granja. Granja Higher Croft, decía el letrero; ese era el lugar. Tío Vernon condujo por el angosto camino, las zarzamoras a ambos lados del camino raspando los lados del auto, diezmando la pintura. Condujo el auto hasta el patio, y lo estacionó debajo de un árbol, para protegerlo del calor. Los tres Dursleys se bajaron del auto. Harry permaneció sentado, sin moverse, mirando a la casa. En algunos aspectos se parecía bastante a la Madriguera. Era una casa de dos pisos, con una vieja, y en este caso desusada, pocilga unida a la pared del frente. En el exterior había un porche, donde había una mesa y cuatro sillas. El sonido de ladridos podía ser oído desde el otro lado de la casa. Tenía un aire a corral. Además la granja estaba ubicada sobre una colina, por lo que la vista era espectacular. El famoso Tors de Dartmoor se alzaba a su alrededor. Pilas de rocas sobre enormes colinas los rodeaban. Fields y Moorland se extendían tan lejos como alcanzaba la vista. Era un hermoso panorama verde; un completo contraste del mundo ruidoso, gris e infestado de humo de los suburbios de Surrey, como lo era Little Whinging. Era callado y tranquilo con la excepción de los perros.

Harry se desabrochó el cinturón de seguridad y abrió la puerta. Se bajó del auto, esperando que el olor a estiércol asaltara sus fosas nasales. Para su sorpresa, todo lo que olió fue aire fresco.

"Ah, el paraíso del condado," murmuró Harry cínicamente.

"¿Qué dijiste, muchacho?" gruñó su tío Vernon.

"Nada," murmuró Harry.

Tío Vernon caminó hasta la puerta principal. El sol brillaba fuertemente, y reflejaba el charco que había en el patio. Tía Marge debió haber regado las macetas colgantes, y fallado, porque la manguera desenrollada que estaba en el patio estaba lentamente secretando un creciente charco. El tío Vernon saltó sobre el charco, no queriendo manchar sus mejores zapatos y traje con lodo, y golpeó la puerta. Fue entonces que notó la nota en la puerta.

Por favor usen la puerta de atrás. Gracias.

A Harry le pareció un poco extraño que la esa mujer pudiera ser lo suficientemente amable para decir por favor y gracias. Aún así, la nota no era para él, o si no diría 'Muérete y deja de molestarme' sin siquiera decir por favor. En todo caso, Harry siguió a su tío hace la parte de atrás de la casa de su hermana.

La impresión inicial que Harry tuvo del lugar era completamente a lo que esperaba. Había esperado un agujero lodoso apropiado para cerdos con cientos de pequeños perros ladrando sin motivo alguno y volviéndolo loco. En vez de eso, encontró una hermosa villa con una pequeña y cómoda granja. Pero toda esperanza que Harry tenía de que esos pocos días fueran 'más tolerables' fueron rápidamente destrozados con la llegada de tía Marge.

"¡VERNON¡Qué bueno es verte!" gritó desde el medio de un corral lleno de perros. Se contoneó hasta la puerta del corral, haciendo a un lado a sus perros, y por el chillido que Harry oyó, era claro que había pisado en la cola o una para de uno de sus queridos perros. Juzgando por el tamaño de la mujer, eso debía doler bastante. "¡Petunia, que bueno que pudiste venir, bienvenida a Mary Tavy¡Y aquí está… mi querido Neffy-Poo!" exclamó al acercarse. Harry vio a Dudley hacer una mueca al pensar en lo que seguiría: un abrazo, beso, y su irónico comentario, "Es maravilloso verte de nuevo, Tía Marge."

Las tres cosas sucedieron; Dudley parecía desconcertado, pero no reaccionó. Harry asumió que nuevamente estaba siendo pagado por actuar amablemente. Justo entonces, sucedió la tragedia: los ojos de tía Marge se posaron en Harry.

"Ah," musitó. "La conspiración continua. ¿Asumo por tu presencia que Yvonne está enferma otra vez?"

"Sí," respondió tía Petunia. "Está nuevamente en el hospital, algo sobre su hígado."

"Lástima," dijo tía Marge. "Bueno, no nos quedemos aquí afuera. Entren y siéntanse como en casa. Tú, muchacho," volvió a fijar sus ojos en Harry. "Haz algo útil y trae la maleta de tu tío, y hazlo más rápido que la última vez que los visité."

"Ya que lo pides tan amablemente," respondió Harry sarcásticamente, ganándose una mirada de odio de tía Marge y su hermano. "Tío Vernon, necesito las llaves para abrir la maletera." Su tío pensó por un momento, presumiblemente tratando de decidir si debería darle las llaves a Harry y arriesgar que condujera el auto, o abrir el portaequipajes él mismo. Pronto se dio cuenta que la segunda opción requería algo de esfuerzo de su parte y como Harry no sabía conducir, y tampoco tenía deseos de conducir, decidió darle las llaves. Las sacó de su bolsillo y se las arrojó a Harry, quien las agarró sin esfuerzo alguno, gracias a sus amos como buscador.

Harry abrió el auto, y arrastró las dos maletas, una para Dudley y otra para sus padres, además de la pequeña mochila que contenía las posesiones de Harry hasta la casa. Harry había traído algunas cosas para entretenerse. No pudo traer ninguno de sus libros, porque si tío Vernon había inspeccionado todo lo que había decidido llevar. Había traído una botella de agua, un sweater grueso en caso de que hiciera frío, otro par de prendas para cambiarse, su billetera, que estaba llena de dinero muggle y también algunos galeones, y la edición de aquel día del Telegrama Diario.

A Harry una vez más le habían prohibido ver la televisión ese verano. Desde que habían descubierto su escondite debajo de la ventana, no tenía ninguna otra forma de enterarse de las noticias. Tío Vernon leía el Telegrama Diario todos los días y una vez que lo dejaba de lado, Harry lo robaba y lo leía él mismo. Harry también leía el Profeta Diario regularmente, habiéndose suscrito al final del último trimestre. Había pagado en adelantado por los próximos seis meses para que las lechuzas no se quedaran, además se obtenía un descuento por una suscripción así. Para su sorpresa, parecía que Voldemort había estado bastante callado. No había atacado, no había ningún informe de un ataque de dementores, Lucius Malfoy su ilustre pandilla estaban aún tras las rejas y Dumbledore había sido reestablecido. Harry debería estar feliz que nadie había más había muerto o sido herido, pero no lo estaba. Sabía perfectamente que aquello era la calma antes de la tormenta. Cada día se despertaba temiendo las noticias que podía haber en el Profeta. Una mañana, para el horror y la diversión de Harry, el tío Vernon había encontrado una copia del Profeta Diario. Lo que siguió a esto fue una breve sesión de gritos y Harry siendo amenazado con ser hachado de la casa. Después de que Harry le recordó, no muy amablemente, que si se iba, la casa estaría vulnerable a un ataque de Dementores. El tío Vernon le concedió la razón, y luego lo mandó a su cuarto.

Harry logró subir las maletas por las escaleras y dejarlas en las habitaciones apropiadas. Las dejó sobre la mesa y regresó al primer piso. Tía Marge y los demás estaban sentados en la sala de estar y les había servido a todos un vaso de lo que Harry asumió era brandy. Incluso a Dudley. 'Tenían que enseñarle a Diddy-Kins a ser un caballero.'

"¿Ah, ya terminaste, muchacho?" preguntó la tía Marge con una malicia que rivalizaba con la del Profesor Snape.

"Sí," contestó Harry. "Tus llaves, tío Vernon, y sí; el auto está cerrado. Aunque no hay mucho peligro de que una oveja se robe tu auto."

"Silencio, muchacho," gruñó su tía Marge. "Tu tío ha sido lo suficientemente amable para dejarte vivir en su casa, comer de su mesa, e incluso la cortesía de traerte hasta aquí hoy ¿y todo lo que tu puedes hacer es ser grosero con él?"

"Meramente estaba apuntando al hecho de que el auto está cerrado y no va a ser robado," replicó Harry con un tono condescendiente. "Ahora, si me disculpan."

"¿A dónde vas?" preguntó su tía Petunia.

"A dar una vuelta," contestó Harry.

"¡Aléjate de mis malditas flores y no te acerques a los perros!" gritó la tía Marge mientras Harry se iba.

"Bien, este es otro grandioso problema en el que te has metido," murmuró Harry a si mismo. Salió por la puerta trasera y hacia el campo. Pasó el corral de los perros y el huerto, y luego bajó la colina y se dirigió hacia los campos que cubrían la mayoría del paisaje de Devon. Había ovejas en la mayoría de estos, algunos con vacas y el ocasional establo con caballos. Juzgando por la alta pandereta que se alzaba alrededor de ocho pies de altura, le pertenecían a la granja vecina. Harry trepó el árbol que estaba junto a la pared; la pared misma estaba coronada por alambre de púas ara evitas que las ovejas se escapasen, lo que no significa que una oveja pueda saltar dos metros y medio de alto. Aparentemente Marge valoraba su privacidad. Observó el infinito escenario color verde, decorado por las pequeñas manchas blancas que eran las ovejas. Vio uno o dos tractores trabajando en los campos de maíz.

El sol era tibio, pero había también una suave y refrescante brisa. Era un tranquilo y hermoso paisaje. Aquello era lo que necesitaba, tiempo para estar solo y pensar. Estaba sentado en una gruesa rama en el peral. Sus piernas estaban colgando, y apoyaba su espalda en el tronco del viejo árbol. Sacó de su bolsillo su varita, la que había logrado sacar de la casa a escondidas. La giró entre sus dedos. La había pulido hacía dos noches, y como no había tenido la necesidad e usarla, aún brillaba hermosamente. Reflejaba la luz del sol a sus ojos. Siempre la había considerado como una herramienta, un objeto con el que podía hacer cosas volar, cambiar de color o moverse. Nunca antes había pensado en su varita como un arma, ciertamente no algo con lo que podría matar a alguien. Quizá ese era parte del problema.

Recordó su duelo con Bellatrix. Su voz enferma resonaba en su mente.

Tienes que desear causar dolor; ¡tienes que disfrutarlo!

Harry había querido herirla, hacerla sufrir tanto como él sufría ahora, pero nunca había disfrutado causar dolor. Nunca disfrutaría hiriendo a alguien. Ni siquiera Voldemort o Bellatrix. Si ni siquiera podía hacer la maldición Cruciatus¿qué esperanza había de que pudiera hacer la Maldición Asesina? Avada Kedavra; el Moody falso había dicho que todos en la habitación podían apuntar sus varitas a él y decir las palabras, y ni siquiera lograrían hacerle sangrar la nariz. Si Harry no sentía el suficiente odio para hacer la maldición Cruciatas, ciertamente no era lo suficiente para acabar con la vida de alguien. No había solución para la situación en la que se encontraba. Ni siquiera podía matar a Voldemort, y todo el tiempo, sus amigos y seres queridos serían acabados uno a uno. Cedric había sido el primero, luego Sirius. ¿Cuántos más morirían antes que Harry sitiera el odio suficiente para matar a alguien? Harry podía imaginar a Ron y Ginny jugando quidditch con sus hermanos en la Madriguera. Podía imaginar a Hermione de vacaciones en España, donde les había dicho que iría durante el viaje en el Hogwarts Express. Sin duda regresaría con historias de brujos y brujas que habían hecho grandes cosas hace siglos. Harry se preguntó si sería recordado dentro de cien años. ¿Acaso su lápida diría Harry Potter El Niño Que Falló o sería Harry Potter Amado Esposo, Gran Amigo, Noble Salvador?

El problema con estar sentado en un árbol es que, debido a la forma de las ramas, es muy difícil encontrar una posición cómoda. Y cuando uno está incómodo es difícil cambiar. Harry se rindió y bajó de un salto. Serpenteó de regreso al huerto, pero no hacia la casa. En vez de eso siguió caminando por el límite de la propiedad de la Tía Marge. La granja no era muy grande, pero como Harry vivía en los suburbios, no estaba acostumbrado a los espacios amplios y a la abundancia de follaje. Harry llegó a un pequeño arroyuelo que corría a través del campo. Tía Marge no tenía ninguna oveja, así que el campo estaba desierto. El pasto había sido cortado recientemente, y los setos parecían haber sido podados. Los setos consistían en paredes de piedra cubiertas por zarzamoras y espinas. Lucían indóciles y horribles alrededor de la granja, pero al verlas recortadas hasta los tallos, Harry se dio cuenta que incluso las plantas más horribles eran favorables a la apariencia estéril de los tallos que cubrían el campo en un lado. El arroyo era de más o menos un metro de ancho y treinta centímetros de profundidad. Los bordes eran planos y estaban cubiertos por pasto corto. El campo estaba levemente inclinado a ambos lados, y las flores de verano ya estaban apareciendo. A Harry aquel lugar le pareció bastante tranquilo. Surrey era ruidoso y gris, y aquí se encontraba un lugar de belleza natural que, al menos por el momento, tenía para él solo. Todo era silencioso, a excepción por el sonido del riachuelo; el sol era tibio, y el cielo estaba despejado.

Esto era lo que Harry quería; tiempo para pensar las cosas. Se quitó la camisa, revelando su delgado y pálido pecho. En verdad necesito hacer más ejercicio, pensó Harry para sí mismo, mientras doblaba su camisa para usarla como almohada y se recostaba. Puso sus brazos detrás de su cabeza, y cerrando los ojos, se relajó, dejando que los rayos del sol calentaran su pálido cuerpo. En unos minutos Harry estaba dormido.

¡BAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA¡BAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!

Harry se despertó con un sobresalto. Su tranquilo paraíso era ahora aún más ruidoso que Surrey. Harry se sentó de golpe y miró a su alrededor rápidamente, buscando la causa de la conmoción. Las ovejas en el campo vecino, que pertenecía a otro granjero, estaban balando fuertemente. Harry observó en derredor para ver qué las había asustado. Su mano instintivamente sacó su varita de su cinturón, y se puso nuevamente su camisa. El sol aún estaba en lo alto. Harry miró su reloj; eran las siete y media. Probablemente se había perdido la cena, pero eso no le preocupaba; ni siquiera tenía hambre. Harry dirigió su vista hacia las ovejas; estaban corriendo desesperadas en lo que Harry pensó era terror. Algo estaba asustando a las ovejas. Harry se paró cuidadosamente, y se dirigió a la pared de piedra. Con cuidado asomó su cabeza por encima de la pared para ver qué las estaba asustando. Podía haber sido simplemente el granjero con su perro, pero Harry también podía sentir algo. Se sentía frío; podía sentir algo acercándose. No sabía qué era, pero se sentía asustado. Era un sentimiento similar a lo que se siente cuando estás siendo observado, pero en adición estaba el miedo de las ovejas. Algo no estaba bien.

Harry sabía que no debería estar ahí. No había ningún otro humano alrededor; debería regresar a la casa. Al menos ahí había otras personas y podía contactar a alguien. Harry dio media vuelta y comenzó a correr; corrió tan rápido como podía colina arriba hacia la reja por donde había venido. Con cada paso, el sentimiento de miedo crecía. Algo se acercaba, y no sabía qué. Harry estaba justo fuera de la reja, y en el camino hacia la casa, cuando escuchó un extraño sonido. Sonaba como un silbido, pero no podía decir de dónde provenía. Era una nota constante, lo que hizo que Harry pensara que no se trataba del viento. Está hecho por algo vivo, pensó Harry. ¡Algo que piensa!

Harry aceleró el paso, aumentando la velocidad colina arriba hacia la casa. Con cada paso, el sonido aumentaba en volumen y tono. Harry se detuvo una vez que estaba frente a la reja, en el piso de piedra. Ya no podía soportar el sonido. Era ahora tan fuerte que Harry no podía oír nada más, ni sus pasos, ni a los perros; nada. Cubrió sus oídos con sus manos, y cayó a sus rodillas, tratando de bloquear el sonido. Sentía como si sus oídos fueran a estallar, podía sentir la presión de su cabeza retumbando en sus oídos.

¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!

Harry gritó mientras el silbido se hacía más y más fuerte. Sentía punzadas en sus oídos. Harry sintió que sus pulmones se contraían. Se le hacía cada segundo más difícil respirar. Cada respiración era larga y dolorosa, su corazón latía violentamente, y su cabeza estaba a punto re reventar. Súbitamente todo se detuvo.

Harry aún se sentía agotado, y le dolía la cabeza. Retiró las manos de sus oídos e intentó levantarse, todo el tiempo sintiéndose muy débil. Logró pararse, pero aún sentía que algo no estaba bien. El silbido se había detenido, pero Harry sabía que algo oscuro se estaba acercando. Continuó caminando hacia la casa, tambaleándose, lo más rápido que podía. Se tropezó luego de unos pasos, cayendo al suelo, e intentó volver a levantarse. Estaba justo dentro del patio.

"¿Necesitas una mano, Harry?" le preguntó una voz.

Harry levantó la vista desde su posición en el piso de piedra del patio. Su sangre se enfrió y sus miembros se entumecieron, a la vez que su cicatriz comenzó a doler insoportablemente. Harry llevó una mano a su cicatriz, instintivamente. Levantó la vista hacia un par de impiadosos ojos rojos.

"¡NO¡No puedes estar aquí!" gritó Harry. "¡No puedes!" No podía ser verdad; Dumbledore le había prometido que estaría a salvo con los Dursleys. ¡Dumbledore se lo había prometido!

"Puedo asegurarte, Harry, que sí puedo," Voldemort sonrió con malicia. Harry no sabía de dónde había venido, pero estaba parado justo en frente suyo tan real como cualquier otra cosa. Dumbledore le había dicho que estaría seguro, siempre y cuando se mantuviera cerca de su tía. Voldemort extendió su brazo y agarró a Harry por la muñeca. El dolor en su cicatriz se intensificó cuando los fríos y huesudos dedos se cerraban en rededor de su muñeca, levantándolo del suelo. Una vez Harry estuvo en pie, soportándose a sí mismo, Voldemort soltó su muñeca. Por costumbre, Harry estuvo a punto de agradecerle, pero logró detenerse. Harry estaba aún aturdido, y le costaba mantener el balance. Harry inmediatamente alcanzó por su varita. Pero antes de que siquiera pudiera alzarla, Voldemort lo agarró con fuerza por el cuello con una mano, y le arrebató la varita de su mano con la otra. El dolor en su cabeza era demasiado, no pudo mantener su varita, y su equilibrio estaba vacilando. Harry cayó al suelo y miró indefenso a la altísima figura de Lord Voldemort. Apenas tuvo tiempo de ver las dos varitas que estaban siendo apuntadas hacia él antes que el dolor cubriera cada célula de su cuerpo.

"¡CRUCIO!" siseó Voldemort. Harry sentía como si estuviera en llamas. Había sentido la maldición antes, pero nunca podía acostumbrarse al dolor. Era demasiado intenso; no podía respirar, no podía pensar. Voldemort levantó la maldición, y miró a Harry maliciosamente. "Nunca intentes atacarme, Harry. Hiere mis sentimientos. Tú no quieres herir mis sentimientos, Harry."

"¡Hazlo!" dijo Harry. El dolor era demasiado; ya no le importaba. Vería a Sirius nuevamente; vería a sus padres. Ron y Hermione se les unirían una vez que Voldemort atacara Hogwarts. Todos estarían juntos en el otro lado.

"La paciencia es una virtud, Harry." Siseó Voldemort malévolamente.

"¡Hazlo, cobarde!" Dijo Harry, mientras tosía.

"Yo hago lo que deseo, cuando yo lo deseo," respondió Voldemort. "¿En verdad estás tan ansioso por morir?"

"¡Ganaste, termínalo!" gritó Harry.

"Si te sirve de consuelo, Harry, te extrañaré," Voldemort suspiró, sus ojos rojos aún brillando de odio. "Nuestro pequeño juego me ha mantenido ocupado. Me atrevo a decir que habrá momentos en que me arrepienta no tener un adversario digno."

"Creí que pensabas que yo no era nada especial."

"Aún así lograste escapar de mí en numerosas ocasiones, te batiste a duelo conmigo y sobreviviste. Lamento decir que fuiste buena competencia. Adiós, Harry."

"Cuando Dumbledore te mate, acuérdate de mí," respondió Harry.

"Como desees," Voldemort sonrió. "¡AVADA…!"

Invertae Statim!" Harry vio una luz a su derecha antes que Voldemort fuera arrojado varios pies hacia atrás. El Señor oscuro cayó sobre su espalda, y giró colina abajo. Rodó tres veces antes de detenerse. Levantó la cabeza para ver quién se había atrevido a maldecirlo. Harry también miró a su alrededor. Harry sintió que el puño que oprimía su corazón se soltaba al reconocer la figura de azul, que estaba parada detrás de él.

Albus Dumbledore había llegado al rescate.

"¡Dumbledore!" dijo Voldemort con desprecio, al tiempo que se paraba y sacudía su túnica. "No puedes protegerlo de mí, Albus."

Voldemort se agachó para sacudir el borde de su túnica, pero luego se levantó rápidamente y le lanzó una maldición a Dumbledore. El director reaccionó inmediatamente, girando graciosamente sin ningún esfuerzo, esquivando la maldición.

La bola de luz pasó por su lado y chocó con la pared, derribándola y liberando a las ovejas en e campo vecino. Dumbledore permaneció completamente quieto, sus ojos una vez más fijo en Voldemort. Aún no había sacado su varita, mientras que Voldemort su propia varita y la de Harry apuntada al director.

"Tom," dijo Dumbledore fríamente. "Mientras que estoy impresionado que hayas logrado romper mis hechizos, debo advertirte que no estamos indefensos."

"¿En verdad crees que aquel pequeño niño de sangre mixta puede derrotarme?"

"Confío plenamente en Harry," respondió el anciano.

"¡Mientes!" exclamó Voldemort triunfalmente. "¡Me estás mintiendo¿No crees que él pueda hacerlo, o sí?" Voldemort mandó otra maldición asesina dirigida a Dumbledore, quien la esquivó sin esfuerzo alguno dando un paso hacia el lado.

"No puedes ganar, Tom. El odio nunca será tan poderoso como el amor."

"¿Entonces por qué no existe ninguna manera para detener la maldición asesina¿Por qué nada puede bloquear el odio puro?"

"El amor de una madre logró detener tu maldición. El amor de una madre te costó trece años de tu vida."

"Pero nunca triunfó realmente. Al final, la oscuridad siempre gana. Y ahora, te lo probaré. Si el amor en verdad es más poderoso que el odio, si el amor de Harry por sus amigos, su difunto padrino, su padre, su madre sangre sucia y tu, Dumbledore, es en verdad más fuerte que mi odio, entonces su encantamiento escudo debería poder bloquear mi maldición." Le arrojó su varita de vuelta a Harry.

"¡Estás demente!" le espetó Harry, recuperando su voz.

"¡Incluso Potter sabe que tengo razón! Los dos saben que estoy en lo correcto. ¡Ninguno de los dos se atreve a arriesgarse!" dijo Voldemort, con un gesto de desprecio.

La expresión de Dumbledore no cambio, mantuvo sus centelleantes ojos fijos en Voldemort. Los segundos pasaban mientras los tres brujos se miraban los unos a los otros. Entonces Dumbledore se movió. Lentamente, apartó su capa revelando un largo objeto plateado que colgaba de su cinturón. Harry lo reconoció de inmediato como la que le había salvado la vida en segundo año. La espada de Godric Gryffindor brillaba desde debajo de la túnica de Dumbledore.

"¿Y qué planeas hacer con eso?" preguntó Voldemort, con tono de aburrimiento.

Voldemort y Harry observaron mientras Dumbledore lentamente descolgaba la espada de su cinturón y caminó hacia Harry. Le entregó la espada a Harry, quien la recibió con inseguridad.

"No puedo pelear así, señor," dijo Harry. Dumbledore lo miró por un minuto antes de remover algo más de su bolsillo. Era un pequeño trozo de tiza.

"Dibuja un círculo a tu alrededor. Mientras tú y esa espada permanezcan dentro del círculo él no podrá herirte." Harry dijo como le fue ordenado. Dumbledore estaba parado entre Voldemort y Harry, por lo que el Señor Oscuro no podía ver lo que Harry estaba haciendo. Harry rápidamente completó el círculo, y Dumbledore dio un paso al lado.

"¿Acaso esperas que el muchacho me apuñale hasta la muerte?" se burló Voldemort.

"No, para nada," replicó Dumbledore. "Espero que te marches." Voldemort miró a Dumbledore sin parpadear por algunos segundos antes de lanzar en su dirección nuevamente la maldición asesina. El anciano dio una vuelta y con un giro de su capa había desaparecido. La maldición colisionó contra el suelo, sin provocar daño alguno.

"Tom," llamó Dumbledore desde su posición sobre la pared a la derecha de Harry.

"Basta de juegos," espetó Voldemort. Le lanzó otra maldición al director, quien saltó hacia atrás, cayendo elocuentemente al otro lado de la reja. "¡Primer error!" siseó Voldemort triunfalmente. Hizo un movimiento con su varita, y la reja en frente de Dumbledore se cerró de golpe. Harry dio un salto cuando una borrosa pared de luz apareció sobre la reja y la pared, rodeando el campo en una traslúcida burbuja de energía. Dumbledore se acercó lentamente a la luz y extendió el brazo para tocarla. Rápidamente la alejó, como si se hubiera quemado.

"Ya vez, Dumbledore," dijo Voldemort lentamente. "No puedes protegerlo. Nada puede entrar aquí." Harry intentó levantarse mientras Voldemort se giró para observarlo. "Y tú, Harry. ¿En verdad pensabas que Dumbledore podía protegerte¿En verdad pensabas que tenías alguna oportunidad de derrotarme?"

"¡Bastardo!" gruñó Harry.

"¡CRUCIO!" siseó Voldemort.

Una barrera de luz azul se levantó de los bordes del círculo de tiza al ser golpeado por la maldición. Voldemort dio un salto hacia atrás en sorpresa al ver la barrera. Harry sintió la espada pulsando con energía en sus manos mientras la luz azul absorbía la maldición y luego desaparecía.

"¿Atascado de nuevo, Tom?" se escuchó la voz de Dumbledore, amortiguada por la burbuja. El tono de diversión era inconfundible, t Harry sintió la ira de Voldemort pulsando por su cicatriz. "¿Ya te olvidaste de los antiguos conflictos entre Gryffindor y Slytherin?" preguntó el director.

"¡Conozco la magia!" siseó Voldemort.

"Entonces también sabes que ningún hechizo o alguien con la sangre de Slytherin puede entrar al círculo mientras la espada de Gryffindor y su sangre estén dentro¿o no?" dijo Dumbledore fríamente.

"Un truco encantador," espetó Voldemort con desprecio. "Pero nada puede bloquear la maldición asesina. ¡AVADA KEDAVRA!"

Luz verde surgió de la punta de la varita de Voldemort. La luz se dirigió hacia Harry como un cohete, directo a su pecho. La burbuja azul apareció nuevamente, bloqueando la maldición. Harry sintió la espada vibrando fuertemente en el momento que la maldición golpeó la barrera. Sintió un increíble poder dentro de la espada. Se comenzó a calentar; sus dedos se empezaron a quemar. Harry sabía que debía soltar la espada, pero si lo hacía, la burbuja podría romperse y moriría. El dolor aumentó, y la espada entera comenzó a brillar de color blanco. Algo estaba sucediendo. El silbido retornó súbitamente, más fuerte que antes. Dumbledore y Voldemort se taparon los oídos con sus manos, y cayeron al suelo en dolor.

"¿Qué es esta magia?" gritó Voldemort.

El mundo comenzó a girar alrededor de Harry. Quería cubrir sus oídos, pero descubrió que no podía soltar la espada. Cada célula de su cuerpo sentía como si estuviera en llamas. Cada pulgada de su cuerpo gritaba de dolor. Era tan malo como la maldición Cruciatus, sumado con el doloroso silbido que seguía aumentando. El mundo comenzó a girar, literalmente; Harry estaba sentado casi perfectamente quieto, pero el mundo rotaba a su alrededor. Comenzó a girar más rápido, mientras el dolor y el silbido aumentaban. Giraba más rápido cada segundo, y a su alrededor la luz se hacía más brillante. Una intensa luz blanca lo rodeaba, obligándolo a cerrar sus ojos. Sus ojos, oídos, y miembros estaban en agonía. De pronto hubo un enorme '¡BANG!'

El mundo dejó de girar súbitamente; el silbido cesó y el dolor se apagó. Harry se encontró a sí mismo en medio del aire, un par de pies sobre el suelo. Harry apenas tuvo tiempo de notarlo antes de ser aplastado contra el suelo. Donde quiera que estuviera, no era el jardín de la Tía Marge. Estaba en un campo plano, el sol se estaba poniendo y las paredes de piedra que tenía la Tía Marge, estaban reemplazadas por rejas coronadas por alambre de púas. Harry cayó de golpe sobre el suave pasto. Reuniendo la energía que le quedaba, Harry logró mirar a su alrededor. Sólo vio la espada de Gryffindor dejando de brillar antes de caer inconsciente.


Harry se despertó al sentir algo tocando sus piernas. Abrió sus ojos, y esperó a que su visión se enfocara. Había estado recostado de cara en el pasto, por lo que ahora tenía la impresión del pasto imprenta en las partes en las que se estaba apoyando. Estaba frío, pero no húmedo. Cada uno de sus miembros dolía cuando trataba de moverlos. Algo suave y tibio estaba tocando su muslo izquierdo. Se dio vuelta para ver qué era. Al girar se encontró cara a cara con un grande caballo café. La sorpresa de ver la cara del animal tan cerca hizo que Harry diera un grito por menos de un segundo, antes de controlarse. A pesar del dolor, Harry logró levantarse. También le dolía la cabeza, no debido a su cicatriz, sino un dolor como el que se siente luego de una noche afuera en la ciudad. Harry se sentía desorientado, y le costaba bastante mantener el equilibrio. Miró a su alrededor. Estaba parado en el medio de un campo. Un lado acababa en un bosque, mientras que los otros tres lados estaban rodeados por paredes de piedra, coronadas con alambre de púas. Más allá de ese campo había otro, y luego otro. Todo a su alrededor habían verdes colinas, que se extendían por millas, algunas cubiertas sólo por vegetación y otras por ovejas y caballos.

"¿Dónde demonios estoy?" murmuró Harry para sí mismo. Imágenes comenzar a bombardearlo. Recordó quedarse dormido mientras tomaba el sol, entonces Voldemort apareció, y luego el dolor.

Era oscuro; el valle estaba inundado en sombras. Al fondo se divisaba una ciudad, encendida por cientos de faros. Estos aparecían como un lago anaranjado en medio de la oscuridad. Harry miró su reloj. Eran las 19:41. Habían pasado sólo diez minutos desde su encuentro con Voldemort, pero el sol ya se había puesto. Harry, al mirar su muñeca, se dio cuenta que su vestuario había cambiado. Desaparecidas estaban las viejas ropas de Dudley. Estaba usando un par de pantalones de combate negros, sujetos por un grueso cinturón negro. En ambos muslos había una especie de pistoleras que estaban atadas a su cinturón, una contenía su varita y la otra un extraño palo que nunca había visto. Era de aproximadamente veinte centímetros de largo. Tenía un pequeño mango de metal en un extremo, y el resto le parecía a Harry un tubo de esos de las luces de neón sin encenderse. Lo sacó de la 'pistolera', sintiendo la pesada vara en sus manos. Tuvo el súbito impulso de hacer un encantamiento.

"¡Stupefy!" murmuró. De pronto la vara se iluminó de un brillante color rojo. El artefacto estaba conteniendo el hechizo en su interior. Harry sabía que no debía tocar el palo, pues de algún modo sabía que si lo hacía el hechizo lo afectaría a él mismo. Removió el hechizo y puso el palo de nuevo en su lugar. Un juguetito bastante útil, pensó Harry. No tenía ni idea de cómo sabía qué hacer con la vara. Nunca antes había visto una, pero de algún modo sabía lo que tenía que hacer. Estaba usando una delgada polera negra, con una armadura de escamas de dragón sobre ésta. Se veía como una chaqueta militar que usaban los muggles, pero Harry sabía que estaba hecha con escamas de dragón. Era negra, como el resto de su ropa. Estaba usando un par de guantes de cuero y, atada a su espalda, estaba una enorme espada. Harry la desenvainó y la observó. Era una espada samurai, con una afilada hoja curva, que reflejaba la luz de la luna. Harry volvió a ponerla en su vaina. En la parte de atrás de su cinturón, había otra varita escondida. De algún modo Harry sabía que si perdía su primera varita, tenía esta como una segunda opción. Harry tenía el presentimiento que le había salvado su vida anteriormente, pero no tenía ningún recuerdo de tener una segunda varita.

Harry acababa de despertarse, en un lugar extraño, armado hasta los dientes sin ningún conocimiento de cómo había llegado a ese lugar.

Harry se dio cuenta que no se hallaba en el mismo lugar. Lo que fuera que hubiera sucedido, lo había transportado a algún otro lado. Sacudió su ropa y estiró sus brazos y piernas, esperando a que se le pasara en entumecimiento. El dolor no se disipó, y Harry comenzó a cojear en dirección a la pared de piedra. Sería una verdadera imagen para cualquiera que lo mirara. Llevaba suficientes armas como para hacer que los aurores parecieran pacifistas. Harry sabía que si estabas perdido y seguías el recorrido de una pared, en algún momento te llevaría a una puerta. Al acercarse a la puerta oyó un distintivo crack. Era el sonido de alguien apareciéndose; sonaba como una rama quebrándose. Harry giró hacia la dirección de la que había provenido el sonido. Permaneció lo más quieto posible y escuchó.

¡SNAP!

Ahí estaba otra vez, y Harry escuchó como sucedía otra y otra vez, volviéndose más rápido cada vez. Harry se dio cuenta que alguien se estaba moviendo rápidamente en el bosque. De pronto Harry oyó voces.

"¡Se fue por ese lado!" gritó una voz en la distancia. El primer instinto de Harry fue el de esconderse, pero luego pensó que podría preguntarle a esas personas dónde se encontraba. Después de todo no había hecho nada malo, y ellos podrían apuntarle la dirección correcta. Harry permaneció parado en medio del campo, esperando que los muggles salieran del bosque.

Unos segundos pasaron y luego dos figuras salieron corriendo del bosque. Harry se sorprendió al ver que las figuras llevaban largas capas negras y usaban brillantes máscaras blancas.

¡Mortífagos!

Harry se apresuró a sacar su varita de su ubicación en la 'pistolera'. Para cuando la había sacado los mortífagos estaban justo en frente suyo.

"Señor," dijo el primer mortífago mientras intentaba recuperar el aliento. "lo hemos estado buscando. Tienen una barrera Anti-Aparición a nuestro alrededor. Hay demasiados, tenemos que sacarlo de aquí."

"¿Qué?" preguntó Harry, completamente perplejo. Si no se sintiera tan débil los habría maldecido, pero estaba teniendo problemas para mantenerse en pie.

"Señor¿me escuchó? Tenemos que marcharnos, pronto."

"Pero, yo… tú eres…" tartamudeó Harry.

"¡Señor, tengo órdenes de sacarlo de aquí!" dijo el segundo mortífago firmemente.

"En esta dirección, rápido," dijo el primer mortífago. Agarró a Harry por el brazo para que se apresurara, arrastrándolo colina abajo. "¡Cuidado!"

Harry miró hacia arriba justo a tiempo para ver numerosos hechizos rojos que se acercaban en dirección del bosque. Encontraron sus blancos, derribando a ambos mortífagos alrededor de Harry. Harry levantó la vista mientras seis figuras vestidas en túnicas rojas emergían del bosque.

Gracias a Dios, pensó Harry. Los aurores me encontraron. Dio un suspiro de alivio mientras las figuras vestidas de rojo se acercaban.

Harry se acercó a ellos. Levantó las manos para mostrar que no tenía su varita.

"Todo está bien," gritó. "Estoy bien; no me hirieron." Al acercarse a los aurores, ellos encendieron sus varitas, apuntando la luz a los ojos de Harry. Él intentó cubrirlos con su brazo. "¿Pueden bajar las luces, por favor?" les dijo.

"¡Identifíquese!" demandó uno de ellos.

"Harry Potter," gritó Harry.

"¡Petrificus Totalus!"

Varios encantamientos lo golpearon a la vez. Harry sintió la armadura de piel de dragón absorber la mayoría, pero uno le dio en la cara. Ni siquiera os vio venir. Sus brazos se pegaron a sus costados y lentamente se desplomó, cayendo dolorosamente sobre su espalda. Su ya adolorida cabeza comenzó a palpitar. Voldemort no se encontraba cerca, ni estaba enfadado, pero aún así le dolía la cabeza. Lo que no daría por una tableta de Neurofen, pensó Harry.

"¿Qué demonios está sucediendo?" gritó.

"¡Silencio, Potter!" gruñó un auror. "Llamen a la oficina, muchachos. ¡Finalmente hemos capturado al infame Harry Potter!"

"¿Qué he hecho?" preguntó Harry.

"¡Silencio!" siseó el auror. "Guarda tu aliento para la confesión. Irás a Azkaban, Potter."

"¿Azkaban?" tosió. "¿Qué he hecho?"

"No intentes jugar conmigo," dijo el auror, pateando fuertemente a Harry en el estómago. No sintió casi nada, debido a la armadura de dragón.

"Frank, cálmate," dijo un segundo Auror. "Tiene que poder testificar para su juicio."

"Crouch no le dará uno," espetó Frank. Frank, el nombre le sonaba conocido a Harry. La luna estaba brillando lo suficiente para que Harry pudiese ver el rostro de sus captores. El auror llamado Frank le parecía familiar, pero Harry no sabía de donde.

"Verdad," dijo el segundo auror. "Pero puede que Dumbledore sí; el Wizengamot aún tiene más influencia que Crouch y puede darle un juicio. Lily y James son muy cercanos a Dumbledore." Esta conversación estaba dejando a Harry más perplejos que lo sucedido con los mortífagos.

"¿Lily y James, se refieren a mis padres?" preguntó Harry. La maldición estaba comenzando a desaparecer, y podía mover un poco sus dedos y sus manos.

"Una vez lo fueron," dijo Frank con desprecio. "Lily está demasiado avergonzada como para admitir que un pedazo de escoria como tú salió de su cuerpo."

"Mis padres están muertos," replicó Harry. Cómo se atreven a hacer una broma así? Cómo se atreven a hacer burla de la memoria de sus padres? Ni siquiera Voldemort había caído tan bajo.

"¿Qué?" exclamó el segundo auror.

"Fueron asesinados por Voldemort," dijo Harry con desprecio. "¿Dónde han estado los últimos quince años?" Todo esto era una broma enferma. Los aurores eran despreciables, molestando a un huérfano acerca de sus difuntos padres. Aquello era más bajo que los mortífagos; ni siquiera tenían un motivo… a no ser que… ¡ellos debían ser mortífagos!

Harry fue sacado de sus pensamientos cuando Frank lo agarró y lo levantó en el aire.

"¿Qué dijiste?" gruñó.

"¡Son patéticos¿Cómo se atreven a hacerme esto!" gritó Harry. Lágrimas de ira comenzaron a juntarse en sus ojos.

"¿Cómo me atrevo? Puede que seas el número dos del Señor Oscuro, pero también estás bastante alto en mi lista negra en este momento, así que dime. ¿Qué le has hecho a Lily y a James?"

"¿Qué se supone que signifique eso?" Harry bajó su voz, completamente confundido.

"¡DIME¡QUÉ LES HAS HECHO?" En su enojo, a Frank se le cayó la capucha y Harry finalmente lo reconoció, pero no era posible.

"¿Frank Longbottom?" tartamudeó Harry, sorprendido. "Pero tú… ¡tú deberías estar en St. Mungos!"

"¿Debería?" susurró Frank. "¿YO DEBERÍA? Tienes razón, debería estar en St. Mungos, pero no me encontraba ahí cuando tus amigos llegaron. Asesinaron a mi esposa, y a mi hijo que aún no nacía. ¡Me lo arrebataste todo!"

"¿Qué dijiste de Neville?" dijo Harry a través de la mano de Frank, que estaba apretando demasiado su cuello. La mirada que le dirigió Frank le dio un susto de muerte.

"¡Está bien, eso es lo último!" Frank lo arrojó al piso y sacó su varita. "El Sr. Potter aquí presente está a punto de ser asesinado por resistir el arresto."

"¡FRANK!" El segundo auror lo agarró por el brazo.

"¡No vale la pena!"

"¿Escuchaste lo que dijo?"

"Neville está muerto, Frank, y matar a Potter no lo regresará a la vida," dijo el segundo auror suavemente. Dio un paso adelante, y se arrodilló al lado de Harry.

"Harry," dijo el auror suavemente. "¿A qué te referías cuando dijiste que James y Lily estaban muertos?"

"A lo opuesto de vivos," espetó Harry, incapaz de controlar su temperamento. "Voldemort fue a su casa y los asesinó en frente de mí."

"¡Mientes!" dijo el auror firmemente, aunque Harry escuchó la inseguridad en su voz.

"¿Por qué mentiría acerca de eso?" preguntó Harry sarcásticamente. "Está en cada libro de historia. ¿Qué demonios está sucediendo? Un minuto estoy en una pelea en una granja, al siguiente estoy siendo maldecido por quienes están en mi propio lado. ¿Qué está sucediendo?"

"¿Tu propio lado?" dijo el auror, completamente confundido. "¿Te refieres a los mortífagos?"

"¿Te parezco un maldito mortífago?" gruñó Harry, tratando de ponerse en pie. Instantáneamente, seis varitas fueron apuntadas a su pecho.

"No," dijo Frank con desprecio. "¡Pareces el hada de los dientes! Ya he tenido suficiente; Amordacen y aten al pequeño monstruo. Crouch puede encargarse de él."

Dicho eso, dos pares de manos lo agarraron por detrás, y cubrieron su cabeza con una bolsa que estaba hecha de una tela gruesa para evitas que penetrara la luz. Harry sintió como sus brazos eran sujetados detrás de su espalda.

"¡Esperen!" gritó. "No soy un…" fue callado por un puntapié dirigido a su estómago. Harry cayó a sus rodillas, jadeando. Sus manos fueron soltadas mientras caía. Sacó la bolsa de su cabeza, tratando de meter oxígeno a sus pulmones. Miró a los aurores a su alrededor. Dirigió la vista a Frank, justo a tiempo de ver un puño salir de la nada y golpearlo en el rostro. Puntos blancos inundaron su visión, y se tambaleó hacia un lado.

Harry intentó sentarse. Movió su cabeza justo a tiempo de ver el hechizo que se acercaba. La luz roja lo golpeó en el rostro y entonces todo se volvió negro.


Pom, pom, pooooooom! No puedo creer que traduje algo tan largo! 13 páginas y media, Verdana, tamaño 10, interlineado simple y SIN MÁRGENES! Y de aquí en adelante los caps se van haciando aún más largos! -se desmaya-

Para los que les interese, en mi bio está el link para el fic en inglés, y hay un link para el Grupo en Yahoo, donde se actualizan antes los capitulos.

Probablemente me voy a demorar un poco en subir el seundo cap. Para los lectores de GE, voy a subir el cap siguiente en un par de días.

Su traductora,

Gabriela aka Jaleandra-la-lok