Los personajes no me pertenecen, sino a Cressida Cowell y DreamWorks. La escena esta basado en las primeras paginas del libro Firelight, de Sophie Jordan, con cambios importantes para adaptarlo a esta pareja y mundo fantástico.
Disfruten. Reviews con cuenta registrada responderé con gusto.
1. Entre Dragón y Vikingo.
Contemplando el mar, sé que el riesgo vale la pena. El agua está calmada y suave. No hay una onda de viento que perturbe la superficie. La niebla asciende, a la deriva de la arena y por detrás de las rocas, flotando contra un cielo púrpura-magullado.
Un aliento ardiente se estremece más allá de mis labios. Pronto el sol saldrá.
—¿No me oíste llamándote? —dice mi amiga Heather, llegando sin aliento. Se quita el cabello negro del rostro y me escudriña con la mirada, levemente irritada—. Sabes que no puedo correr tan rápido como tú.
—No quería perderme esto.
Finalmente, los rayos solares son una delgada línea dorada y roja que bordea el mar. Heather suspira a mi lado y sé que está haciendo lo mismo que yo: se imagina cómo la temprana luz matutina será saboreada por su piel.
—Astrid… No debemos de hacer esto —dice, pero a su voz le falta convicción.
Pongo mis manos en mis bolsillos y giro sobre las puntas de mis pies.
—Tú quieres estar aquí tanto como yo. Mira ese sol.
Antes de que Heather pueda mascullar otra queja, me quito mis ropas y las escondo detrás de una roca. Estoy parada en la orilla del agua, temblando, pero no es por el frío de madrugada. La excitación de estar en mi verdadera forma me atraviesa.
Las ropas de Heather caen al suelo también.
—A Drago no va a gustarle esto.
Le frunzo el ceño. Como si me importara lo que él pueda pensar. Es el líder de nuestra manada, si, pero no es mi padre; y no puede controlar cada movimiento que hago sólo porque le place hacerlo.
—No arruines esto. No quiero pensar en él ahora mismo. Vamos —relajo mis pensamientos y absorbo todos los zumbidos a mí alrededor.
Las ramas con sus hojas verde gris. Las aves moviéndose en contra del amanecer. La niebla húmeda y pegajosa abraza mis pantorrillas. Y el tirón familiar comienza en mi pecho. Mi exterior-humano desaparece, se desvanece, y es sustituido con mi gruesa piel de dragón. Mi cara se tensa, mis mejillas se agudizan, sutilmente cambiando de posición, estirándose. Mi respiración cambia mientras mi nariz cambia de posición, surcándose y empujándose lejos del puente. Mis extremidades se aflojan y alargan. El estiramiento de mis huesos se siente bien.
Levanto mi cara al cielo. Las nubes se convierten en más que manchas grises. Las veo como si ya estuviera deslizándome a través de ellas. Siento a la fría condensación besando mi cuerpo.
No tardo demasiado. Con mis pensamientos sin restricciones y despejados, sin nadie alrededor excepto Heather, es mucho más fácil. Ningún Drago con aspecto amenazante. Ninguna Mamá con miedo en sus ojos de lo que pueda pasarnos en cualquier momento de caza.
Mis alas crecen, doradas y ligeramente más largas que el tamaño de mi espalda. La delgada membrana entre ellos los empuja libres. Se despliegan con un suave susurro en el aire.
Libertad.
Una vibración familiar crece a través de mi pecho. Casi como un ronroneo. Girándome, miro a Heather, y veo que ella está lista, hermosa junto a mí. Bajo la creciente luz, noto los matices de blanco en el azul oscuro de su piel de dragón, y los imponentes dientes afilados que salen del hocico.
Mirando hacia abajo, admiro el brillo azul claro de mis pies; una tonalidad de color igual a como se ven mis ojos humanos. Mi piel es escamosa, tan resistente como una armadura de acero puro. Ha pasado mucho tiempo desde que me vi a mi misma de esta manera. Demasiado tiempo desde que he sentido la luz solar sobre mi piel.
Heather ronronea suavemente a mi lado. Cerramos los ojos, ahora son ojos con los irises amarillos ampliados y oscuras ranuras verticales hasta las pupilas, y sé que pasa por alto sus propias quejas. Luce tan feliz, así como lo estoy yo. Aun si estamos rompiendo cada regla del clan al venir aquí a hurtadillas a esta hora. Estamos aquí: Somos libres.
Parada sobre las puntas de mis pies, brinco hacia el aire. Abro mis alas con un chasquido, mis membranas desperezándose mientras me elevo.
Con un giro, me remonto. Heather está allí, riéndose a mi lado, con un sonido bajo y gutural. El viento se precipita por encima de nosotras. Una vez que estamos lo suficientemente alto, caemos, descendemos a través del aire en una borrosa picada, viajando hacia el lago. Mi labio se riza.
"¡Exhibicionista!"
Le llamo, el estruendo de mi voz dragón vibra profundamente en mi garganta mientras ella hace un potente sonido gutural desde su hocico, semejante a un grito, retumbando sobre el agua y moviéndola salvaje entre ondas. Como un Trueno Tambor, es uno de los muchos talentos útiles que nuestros antepasados dragones asumieron para poder sobrevivir. No todos nosotros podemos hacer eso, por supuesto. Yo no puedo. Yo hago otras cosas.
"¡Ahora tu!"
Sacudo mi cabeza. Mi talento no es estupendo: Soy de las pocas Nadder Mortífero del clan, y eso me ha hecho mucho más popular de lo que en realidad quiero ser.
Repentinamente oigo algo más allá del silbido del viento y del zumbido de la niebla de las montañas que están cubiertas de nieve en cada lado. Un sonido apenas perceptible, distante.
Mis oídos se alzan. Me detengo, revoloteando en el aire denso.
Heather ladea su cabeza; sus ojos de dragón pestañean, mirándome fijamente.
"¿Qué es?"
El ruido aumenta, aproximándose rápidamente, una constante pulsación. Mi propio corazón se acelera ante el pensamiento: ¿Nos escucharon?, ¿Nos descubrieron? ¿Ellos saben que hay dragones aquí, y vienen a buscarnos? Estamos muy lejos de su pueblo, no tendrían por qué estar merodeando por aquí a esta hora de la mañana.
"Debemos bajar"
Descendimos, mirando detrás de nosotras, viendo sólo los bordes de las escarpadas montañas. Pero el sonido aumenta. Se acerca más. Se mantienen acercándose. Nos persigue.
"¡Astrid!" Heather apunta con un la punta de sus alas a través del aire.
Me giro y miro. Mi corazón enloquece. Una bola de roca se acerca, tan pequeña a la distancia, pero aumentando de tamaño enormemente mientras se acerca, atravesando la niebla. Nos están disparando.
"¡Vamos! ¡Hay que regresar al bosque!"
Arañando el viento, mis alas se pliegan contra mi cuerpo, mis piernas como flechas, perfectamente en ángulo para la velocidad. Las hojas de las espadas baten el aire y la maleza en un frenesí de golpes, mientras las redes y bolas de roca siguen llegando desde el cielo.
Vikingos.
Lagrimas de viento en mis ojos mientras vuelo lo más rápido que he volado alguna vez antes, esquivando frenéticamente las trampas que nos lanzan.
Heather se queda atrás. Su tipo no está hecho para la velocidad. Ambas sabemos eso. Su voz se retuerce en un sollozo doloroso y yo escucho como el sonido se quiebra, justo cuando una lanza le ha dado en su cola, haciéndole trastabillar hacia el suelo, consiguiendo justo caer en un enorme árbol de pino.
El miedo amargo cubre mi boca mientras el cuerpo de Heather se retuerce miserablemente desde su lugar de aterrizaje, en una rama gruesa y alta. Esta herida, y los gritos bárbaros se escuchan cada vez más, matando cualquier esperanza. Viene la aldea completa, y definitivamente están cazándonos.
Pero no vamos a morir hoy, con el cuerpo roto y vendido en partes y piezas. No si puedo evitarlo.
"Deberíamos dejar de manifestarnos" dice Heather, jadeando.
Imposible, estamos demasiado asustadas. Los dragones nunca mantener su forma humana en estado de miedo. Es un mecanismo de supervivencia. Me asomo a través del enrejado de sacudidas ramas que nos escuda, el perfume del bosque maduro en mi nariz.
Niego con la cabeza.
"Es demasiado peligroso. Tenemos que esperar. Si ven a dos chicas aquí, después de que acaban de ver a dos dragones hembra, podrían sospechar… y por otro lado, quién sabe lo que esos estúpidos podrían hacernos, creyendo que estamos indefensas"
El secreto de nuestra habilidad de tomar forma humana es nuestra máxima defensa; es una habilidad especial que no todos los dragones poseen, que se manifiesta desde el nacimiento, y que nos da ventaja en ciertos casos.
Los pequeños pelos en mi nuca cosquillean. Algo diferente está allí afuera. Abajo. En el suelo. Acercándose cada vez más. Miro hacia el cielo, mis largos dedos flexionados se abren y cierra, mis alas vibran tratando de controlarse. Mi instinto me insta a volar, pero sé que están esperando.
—Revisen los árboles —su voz es una orden intensa y grave, aterradora y molesta.
"Separémonos"
"No…"
"Yo abandonaré nuestro escondite primero. Entonces, una vez que hayan ido tras de mí, huye hacia el agua. Sumérgete y quédate allí. Por mucho tiempo si es necesario"
Sus ojos oscuros brillan húmedamente, las líneas verticales de sus pupilas laten.
"¿Entendido?" le exijo.
Ella asiente bruscamente, los bordes de su nariz contrayéndose con un aliento profundo.
"¿Q-qué vas a hacer?"
Fuerzo una sonrisa, la curva de mis labios dolorosamente en mi cara.
"Clavar algunos vikingos en los troncos... y quemar, por supuesto"
Sin pensarlo dos veces, aleteo a través de los arboles. Gritos llenan mis oídos mientras uso mi cola para cortar el viento, y las púas salen disparadas hacia ellos antes que puedan reaccionar que les he atacado.
Algunos corren con suerte. Otros son atravesados como carne por un cuchillo. Pero no les daré tregua. Con un rugido, expulso tanto fuego como puedo antes de salir volando de nuevo, sin detenerme a mirar en los estragos que he causado. El olor a carne quemada y troncos me da un indicio de que hice un buen trabajo, sin embargo.
Siempre lo hago. Después del casi extinto Furia Nocturna, mi fuego es el más potente entre los dragones.
Entonces, el fuego estalla en mi ala. Me estremezco, volando alocada y salvajemente. Me han dado.
El mundo gira a mí alrededor en una explosión vertiginosa de exuberante vegetación verde y marrón. Caigo al suelo en una bola, herida. Intento extender el ala, pero esta tan engarrotada que el solo intento me hace jadear.
Los oigo venir.
Poniéndome de pie, doblo mis alas cerca de mi cuerpo y corro, lanzándome violentamente a través de los arboles. Mi corazón late en mis oídos, pero logro escuchar el agua corriendo. Mis pies pisan suavemente, y me detengo justo en una pendiente empinada.
Miro hacia abajo. El agua burbujea, paseando de una pequeña caída a un gran estanque rodeado por todos lados con muros de roca dentada.
—¡Ya casi lo atrapamos!
Aspirando aire profundamente en mis pulmones, caigo a través del viento hasta que golpeo el agua. Es tan fría que contengo un grito de agonía, mientras chapoteo como perro.
Hay una pequeña cornisa dentro de la pared rocosa y el agua de la cascada, lo suficientemente profunda para meterme, lejos de la vista. No lo pienso dos veces antes de arrojarme al interior, y no pasa mucho tiempo antes de que las duras voces congestionen el aire por encima de mí.
—¡Saltó!
—¡Se zambulló en el agua!
—Tal vez voló.
—¡De ninguna manera! Soy el mejor; Le di en el ala.
Me estremecí ante la satisfacción presumida de esa voz.
—Alguien tiene que ir tras esa cosa.
—¿Ahí abajo? —dice una voz femenina y nasal, con un quejido—. Está congelado... ¡Que vaya Tuffnut!
—¿Yo? Hmm pues ya qué...
—No. Iré yo.
Me sobresalté. Era una voz profunda y tranquila, terciopelo suave contra el chillido grueso de los demás vikingos hombres.
—¿Estás seguro de que puedes manejarlo, Hiccup?
Me abrazo, deseando ser una metamórfala para poder desaparecerme entre las rocas. El arco de un cuerpo entra en el estanque en un parpadeo borroso. Me quedo con la mirada fija hacia enfrente mientras espero a que asome la cabeza a la superficie. En cualquier momento mirara a su alrededor, encontrando la caverna, encontrándome.
Una cabeza rompe la superficie mientras emerge. Es joven, la misma edad que yo. Mi corazón se contrae mientras él nada, acercándose. Sé el momento preciso en el que nota que hay algo detrás del agua y no duda en adentrarse más.
Se mueve, y, con una mano en la cornisa, se empuja al interior. En el momento en que nos miramos el uno al otro, se congela en asombro ante mí. No luce rudo, no luce malvado. Luce… curioso.
Da unos pasos más cerca. Músculos estrechos ondulan en sus brazos a través de una capa de tela oscura. Nuestras miradas se arrastran por el otro, inspeccionándose por primera vez.
He visto humanos antes, cuando esporádicamente voy al pueblo con mamá a ver la vida común y corriente de los vikingos, o descubrir nuevos planes de guerra en mente, pero no puedo evitar mirarlo como si jamás hubiera visto a un chico antes. Su pelo mojado esta revuelto y casi parece negro, pero podría ser un marrón o castaño oscuro; sus ojos, hundidos bajo cejas gruesas, taladran en mí con una cruda intensidad, explorándome, examinándome. Son verdes, el verde que tanto me gusta ver, el verde como el bosque que tanto amo.
Él levanta una mano, y yo no me inmuto mientras acerca su palma sobre mi cabeza. La deja sostenida a unos centímetros de mí, esperando una muda aprobación, un movimiento que indique que le he dado permiso de tocarme. No pierde contacto con mis ojos en ningún momento. Paciente, deseando el contacto como repentinamente yo lo deseo. Y no puedo evitarlo.
Cerrando el espacio entre mi cabeza y su mano, se lo concedo.
El emite un jadeo de sorpresa, y sonríe tan maravillado como si le hubiera otorgado el regalo más maravilloso de todos. Su palma se conserva caliente sobre mi piel, aunque este húmeda por el agua, y explora cada parte de mi cabeza en una caricia suave que me hace emitir un gorgojo involuntario de gusto.
El humano, Hiccup, como recuerdo que le llamaron, se ríe como respuesta a mí. Es un sonido fresco y agradable, un sonido sincero que me hace desear haberlo escuchado antes.
—A juzgar por tus colores, eres un dragón hembra ¿Cierto? —se dirige a mí, hablando bajo, como si temiera que alguien más pudiera escucharlo y todo se perdiera. Asiento en su dirección, y su palma se aventura más allá, hasta tocar mis alas—. Qué hermosa eres.
Sus palabras hacen un camino cálido a través de mí ¿Habrá visto a la chica dentro del dragón?
—¡Hijo! —grita una voz desde arriba.
Los dos saltamos, y luego su rostro cambia. La suave expresión se desvanece y luce enojado, frustrado. Se ha alejado de mi tan rápido que me siento repentinamente mareada.
—¡Estoy bien!
—¿¡Lo has encontrado!?
Me mira fijamente, y sostengo su mirada a cambio. Parece que quiere decir algo, porque boquea subsecuentemente, pero toda intención se desvanece en el momento en el que endurece la mirada y se da vuelta, y ya todo lo que puedo ver de él es su espalda mientras se aleja.
—¡Aquí no hay nada, vayámonos de aquí!
Sorbo una respiración justo en el momento en el que desaparece de mi vista, y me quedo completamente sola.
Hiccup, el vikingo, me ha salvado la vida.
Y me duele pensar, que no volveré a verlo otra vez.
.-.
En vista de mi nueva y creciente obsesión por esta pareja, ha surgido esto. Cada capitulo será una historia diferente, con diferentes escenarios y acciones, de ahí viene el titulo: no importa en qué situación estén, ellos estarán juntos.
Acepto ideas y sugerencias de qué les gustaría leer por aquí.
¿Pudieron identificar quiénes estaban persiguiendo a Astrid junto con Hiccup? ;) tiene final abierto, así que ustedes son libres de imaginarse qué habrá sido de ellos en el futuro.
¿Les gustaría un segundo capitulo de este? ¡Los Reviews lo decidirán!
¡Nos leemos!
