Los personajes de SCC obvio no son míos, ni lo serán nunca. Pertenecen a la CLAMP.
La historia, está basada en la película: "Le fabuleux destin d'Amélie Poulain" (ó "Amélie", en español) con algunas o muchas modificaciones en la historia, pero la narración muy parecida. Agradecería dejaran su opinión, para saber si continuar o no con la historia. Gracias por leer.
Un 12 de Agosto a las 17 horas, 38 minutos y 44 segundos, un colibrí que era capaz de dar tan solo 90 aleteos por segundo se poso sobre el jardín de una mujer ya anciana, regalándole la primer sonrisa del día. En ese mismo momento, una mujer descubría una de sus viejas y queridas muñecas escondida dentro del cajón de los vestidos que solía comprarle su padre cuando pequeña. En ese instante, "Kiki", la pequeña gatita de una niña llamada Tami Kihara escapaba por la ventana de la habitación para extraviarse por los siguientes 2 meses.
Al mismo tiempo, una joven pareja casada de apellido Kinomoto se encontraba en su habitación, haciendo la tarea de encargar a la cigüeña el bebé que esperaban con ansias desde su matrimonio hace ya 2 años.
9 meses después, nacía Sakura Kinomoto.
Su padre, Fujitaka Kinomoto, un joven arqueólogo que actualmente trabajaba en una universidad privada de Japón como profesor en la materia.
A Fujitaka Kinomoto no le gusta: cuando el nudo de su única corbata roja queda chueca los lunes, no le gusta que alguien interrumpa sus conversaciones con la gente, cuando sus agujetas se desabrochan de la nada, ni los programas de chismes que tanto salen en la televisión.
A Fujitaka Kinomoto le gusta: acomodar sus corbatas en orden y por color en su armario, el aroma a café recién hecho por las mañanas, la tranquilidad de su oficina personal y el aroma a manzanas del cabello de su esposa Nadeshiko.
Su esposa, Nadeshiko Kinomoto, una ex modelo profesional actualmente madre hogareña, siempre ha sido una mujer bastante despistada y un tanto atolondrada.
A Nadeshiko Kinomoto no le gusta: Cuando pasa mucho tiempo en la tina y se arrugan los dedos de sus manos y pies, no le gustan los días en que cocina carne roja, cuando su cabello no se acomoda a su gusto, ni los días en extremo calurosos.
A Nadeshiko Kinomoto le gusta: El aroma que expedían por las mañanas las flores de su jardín, cuando su hija usaba los vestidos tan lindos que ella le compraba, cuando su esposo olía el aroma de su cabello y los días de verano en que podía usar sus más lindos vestidos.
Su hija, Sakura, es diferente.
Su infancia fue bastante distinta a la de otras niñas de su edad. Su padre antes de convertirse en profesor, trabajaba en expediciones, por lo que su madre y ella se la pasaban de viaje con él. Sus padres eran bastante unidos, pero con ella era diferente. Ella llego a sentir que les estorbaba.
Su padre nunca fue aquel cariñoso que la llenaba de mimos. Solía estar bastante ocupado en asuntos de las expediciones, por lo que le prestaba muy poca tención a su hija. Su madre en cambio, solo la trataba como si de una muñequita se tratase, pero sin llegar a ver realmente las necesidades de la niña. Era una mujer bastante atolondrada y caprichosa, por lo que ella crece sin la atención paterna debida.
Sakura no sabe lo que es ir a la escuela, pues nunca han vivido en un lugar establecido, por ello que toda su vida hallan viajado siempre con su tío y tutor: Touya Kinomoto, hermano de su padre.
Ella es una niña bastante soñadora y distraída y su tutor un hombre bastante serio y roñoso. Hace sus mejores intentos al educar a la niña, quien demuestra ser un desastre en cuanto a materias como matemáticas, física y química. Lo contrario en literatura, biología y artes.
Durante toda su infancia, la niña había crecido sin tener ningún contacto con otros niños de su edad. Entre las rabietas de su madre, el desinterés de su padre y las lecciones de su amargado tutor, Sakura se refugia en el mundo que ella inventa, con los amigos que ella inventa.
Ese mundo: donde el algodón de azúcar no es más que nubes que caen a la tierra cuando durante las tormentas, los truenos les alcanzan. Mundo en el que las gordas mujeres de ópera, cantan así debido a todas las aves hermosas y exóticas que se han tragado vivas. Y mundo en que ella sabe que el ratón Pérez no existe, pues no es un ratón si no un hurón el que hace la labor.
Su único amigo se llama Kerberos, alias Kero. Su pequeño gato color miel, y el cual debido a la tensión de tantos viajes, se ah convertido con los años en un glotón compulsivo, pues tiene una gran debilidad por todo tipo de golosinas y postres.
Muy a menudo, Kero roba los dulces que el amargado tutor Touya lleva en el maletín y cuando el hombre se da cuenta su ceño se frunce de tal forme que Sakura cree que sus cejas tocarán su mentón. Kero suele jugar bromas a los padres de Sakura también, escondiendo los pendientes y joyas de la madre o mordisqueando los libros del padre.
A pesar de todo, Sakura siempre logra que sus padres le perdonen y no se deshagan del único amigo real que tiene en el mundo.
En un intento de su madre por alejar a su hija del gato y conseguirle mejores distracciones, le regala a la niña sus primeros patines en línea. Con ellos, la pequeña Sakura solía explorar los lugares de excavación a los que su padre las llevaba todo el tiempo. El encanto de sus patines termina, cuando un día al ser tan distraída como es, cae en un enorme agujero de la excavación y no es encontrada si no hasta la noche por uno de los empleados de su padre, pues ni él ni nadie habían notado su ausencia.
Sakura decide, que los patines no son para estar en excavaciones, con padres tan malos y siendo ella tan distraída.
Entonces, la niña pasa así toda su infancia hasta su cumpleaños número 16.
"Japón, Tomoeda para ser exactos."
Esas habían sido las palabras de su madre, quien le había contado con la mayor despreocupación del mundo que en dos semanas se mudarían a la tal ciudad de "Tomoeda", mientras le ofrecía una rebanada de su propio pastel, el cual tenía las 16 velas correspondientes sobre él.
Toda esa noche ella no había podido dormir.
¿Mudarse? ¿Quedarse allí? ¿Asistir a una verdadera escuela? ¿Conocer a personas reales, de su misma edad? Era demasiado y ella se encontraba aterrada.
Eso poco les importo a sus padres, pues como estaba planeado dos semanas después ella se encontraba en su nueva habitación, acomodando sus pertenencias en los cajones de los nuevos y para ella, extraños muebles.
Bien, la casa le había gustado. Era pequeña y acogedora, además de que tenía un pequeño jardín que inundaba la sala y cocina con un lindo aroma a flores. Su habitación también le había gustado, ella había decidido pintarla de color verde claro, pues este le gustaba mucho. Tenía una gran ventana justo al lado de su cama, la cual le ofrecía una amplia vista hacia la entrada de su casa y parte de la calle. Eso le gustaba.
Tras toda aquella infancia poco común, Sakura Kinomoto era hoy toda una joven de 16 años, 2 semanas y 3 días de vida.
Las matemáticas y ciencias seguían siendo un problema para ella, pero le encantaba la literatura de todo tipo, las artes y las ciencias naturales.
Al haber vivido en tantas regiones tan naturales, había adquirido una destreza y coordinación bastante envidiables, así como una habilidad deportiva nata. Ella lo sabía, y estaba orgullosa de ello.
Sakura era una chica alta, esbelta, con facciones muy parecidas a las de su madre. Era linda, y gracias a su misma madre había logrado saberse bonita y arreglarse algo femenina, sin exagerar. Era una chica bastante introvertida al haber estado sola prácticamente toda su vida.
Era en extremado tímida, tenía una visión tan propia del mundo y de todo lo que la rodeaba.
A Sakura Kinomoto no le gusta: Los días de lluvia, pues no encontraba nada que hacer estando donde sus padres, no le gusta que la gente la vea ni ser el centro de atención, tampoco le gusta cuando Kero hace travesuras y la culpan a ella, y detesta las películas de terror, pues le dan mucho miedo.
A Sakura Kinomoto le gusta: Leer toda clase de libros que le compra su padre, hacerse preguntas sobre la gente del mundo, las veces en que su madre se despierta temprano para hacerle el desayuno y le encanta escuchar música a todas horas.
Después de haber acomodado toda su ropa en el armario, tal como su padre le había ordenado, se tiro en la cama y se quedo un largo rato viendo al techo.
¿Cómo sería ir a la preparatoria?
Le aterraba el simple hecho de entrar al salón, cuando su padre le conto que al ser un pueblo tan chico, todos los jóvenes de la ciudad asistían ahí. Todos. Ella tendría que convivir con todas esas personas.
La chica comenzó a hiperventilar de tan solo imaginarse en los peores escenarios. Es decir, a ella le agradaban las personas. Si, las personas mucho mayores o mucho menores a ella. Nunca había convivido con alguien de su edad y ahora tendría que convivir con todos los jóvenes de aquel pueblito.
Esa noche, a las 21 horas, 11 minutos y 41 segundos, un perro corría y ladraba detrás de un joven que iba a toda prisa en una vieja bicicleta de color rojo. En esa misma calle, una señora ya de edad daba las buenas noches a su pequeño nieto mientras lo arropaba y le cantaba una tierna nana. A 3 calles de esa casa en otra casa recién habitada de color amarillo, en una de las habitaciones en el piso de arriba se encontraba una chica vestida ya con su pijama verde favorito. Metida en las cobijas color café, con su gato durmiendo a sus pies e intentado conciliar el sueño.
Mañana sería el día.
