disclaimer: harry potter © jk rowling.
nota:
#1. the pureblood pretense (la pretensión de sangre pura, o la simulación de sangre pura) le pertenenece a murkybluematter. esta es una traducción. tengo el permiso de la autora.
#2. esta es la primera parte de una serie. ahora mismo la autora va en el cuarto año y actualiza con regularidad.
Nota de la autora: Esto es Alanna la Leona estilo Harry Potter. No tienen que leerse la serie, sólo basta que sepan que trata de una chica que desea ir a la escuela de caballeros y cambia de lugares con su hermano gemelo para hacerlo. En cuanto al mundo de HP, esto es un universo alternativo. Está ambientado en un mundo donde no hay profecía, Voldemort se convirtió en un político en lugar de un terrorista, y—ah, sí, Harry es Harriett. Esto, junto a varios otros elementos de la trama en general, puede que parezca cliché, pero he dado lo mejor de mí para que la historia se tan entretenida como conmovedora, realística y fantástica cuando corresponda. Disfruten.
—¿Es que una de las bromas de mi padre te ha convertido el cerebro en gachas? —Arcturus Rigel Black le amordazó la boca a su prima con una mano y le dió un vistazo nervioso al pasillo—. No puedes llegar y decir cosas así en cualquier lugar, Harry. ¿No sabes lo que tu mamá nos haría si te escuchara?
Harriett Potter permitió que la guiara por el pasillo, por las estrechas escaleras y al dormitorio de Archie, acostumbrada como estaba al dramatismo de su primo. Su madre, prudentemente fuera de alcance del oído, se encontraba en el salón con su padre y sus tíos, y no era como si las cabezas decapitadas de los elfos domésticos fueran a delatarlos, pero cuando Archie quería drama, creaba drama. Esperó con paciencia mientras que Archie arrastraba la cómoda para barricar la puerta y se contentó con poner los ojos en blanco cuando, para rematar, él rellenó el ojo de la cerradura con un pañuelo.
—¿Ahora?
—Vale, ahora.
Se dejó caer en la cama como si los últimos cinco minutos lo hubieran cansado más allá de lo soportable y la miró con fijeza por entre su flequillo despeinado.
—Porfavorporfavorporfavor dime que no estabas bromeando.
Ella examinó su expresión patéticamente esperanzada con una pequeña sonrisa.
—No lo estaba. Convencí a mamá y papá de que quiero ir al Instituto Americano de Magia.
Tampoco había sido difícil convencerlos; sólo había unas cuantas escuelas de magia extranjeras, y aquellas que aceptaban Mestizos y a Hijos de Muggles de buena gana se encontraban casi exclusivamente en los liberales Estados Unidos. A ese punto, el que estuviera mostrando entusiasmo por una escuela otra que Hogwarts era un gran alivio para sus padres.
—No puedo creerlo —Archie se dejó caer sobre las mantas y parpadeó en dirección al techo como un búho deslumbrado por el sol—. Está pasando. De verdad voy a ser un Sanador. Harry, yo… —tomó una bocanada profunda de aire para calmarse—. Ni siquiera sé cómo agradecerte.
Harry le dio una palmadita gentil en la mano a su primo.
—Me estás ayudando de vuelta, ¿te acuerdas? Sin que tú tomaras mi lugar en IAM, no podría tomar el tuyo en Hogwarts.
—Cierto, supongo que no. —Archie se rió un poco sin aliento y la sonrisa le iluminó la cara redonda con un aire travieso—. Pues bien, ¿qué sigue?
Harriett sacó un desgastado pedazo de pergamino de su bolsillo. Recogió una pluma y tinta del velador de Archie y tachó "mentirle entredientes a los padres" de su lista. Archie la había escrito, lo que explicaba por qué "dar saltos de alegría" era el único ítem, aparte de "convertirse en una chica", que no estaba tachado.
—Vale —dijo ella—, no podemos cambiar nuestros baúles hasta la noche antes de marcharnos, así que aparte de conseguir algo de Poción Multijugos, eso es todo.
—Okay —dijo Archie con lentitud—. Así que cuando llegue a IAM, le diré a la directora que quien sea que transcribió los formularios por Flú lo hizo mal, y que mi nombre es Harry, no Harriett. En América no conocen tanto el Libro de Oro como para que se lo piensen dos veces.
—Cierto.
—Lo que no entiendo es cómo es que tú —aquí Archie apuntó escépticamente en la dirección general de su cara— vas a ser yo.
—Porque tú eres tan único —dijo Harry, seca—. Todos conocen al heredero Black, pero la verdad es que no tienes ningún amigo–
—¡Eh!
—… aparte de mí, y heredé las suficientes facciones de sangre pura por parte de mi padre como para aprobar incluso el escrutinio de Lord Malfoy —terminó ella, levantando la nariz para enfatizar la ya mencionada 'buena' estirpe.
Archie entrecerró los ojos, pretendiendo ser crítico.
—Mm, sí, ésta sí que tiene algo de sangre pura en la nariz y las mejillas. Los ojos son un poco vulgares –si tan sólo fueran de un majestuoso gris en lugar de ese verde común– pero la barbilla perfectamente puntiaguda compensa de sobra. ¡Pero el pelo! Oh, Merlín bendito, un sangre pura nunca vio tal cosa.
Harry le lanzó una almohada con pereza a su cara de esnob.
—Nuestro pelo es del mismo color: negro como tu apellido.*
—El color no es el problema —dijo él, riendo entre dientes—. Es la textura. La greña Potter es bastante reconocible.
—No es para tanto —protestó Harry defensivamente. Su primo la miró con evidente incredulidad.
Archie sacudió la cabeza con tristeza.
—Lo siento, prima, pero cualquier persona en Inglaterra que vea ese pelo lo asociará de inmediato con tu padre. Su foto aparece en el periódico a menudo. Tienes que deshacerte del pelo si quieres pretender ser yo.
—Pero tú tienes el pelo largo —ella frunció el ceño, tocando un mechón que le llegaba hasta los hombros—. Se verá raro si de repente te lo cortas.
—Lo haremos parecer un gesto sentimental. Mañana tú y yo nos vamos a cortar el pelo en honor al fin de nuestra infancia. Con suerte, te hará ver a tí como a un chico afeminado y a mí como a una chica masculina —dijo Archie.
Ella notó que no sonaba entusiasmado ante la idea.
Harry hizo una mueca para sí misma tan sólo con imaginar la cara que pondría su madre cuando regresaran del salón de belleza. Pero no había nada que hacer. Tenían que verse tan parecidos como fuera posible si querían que su plan durara más que el primer semestre. Una vez que su treta estuviera en marcha, unos cuantos centímetros de pelo iba a parecer la nada en comparación a otras de las cosas que tendrían que hacer.
El día siguiente, Archie y ella fueron a una de las peluquerías de Diagon y se despidieron de sus cabellos largos y, en el caso de Harry, desordenados. Antes de que se diera cuenta, el rebelde nido de cuervos que su padre siempre revolvía cuando se le acercaba había desaparecido. En su lugar habían cortos mechones que formaron gentiles sortijas alrededor de su frente y sus orejas.
—Me veo demasiado delicada con la cara expuesta —dijo Harriett mientras se estudiaba en el espejo, ceñuda—. Van a darse cuenta de que soy una chica.
—No lo harán —le aseguró Archie, admirando su propio corte. Tenía que admitir que, estando el uno junto al otro, había un parecido notable entre ambos. No lo suficiente como para que sus padres los confundieran, pero lo suficiente como para que un extraño dudara, quizá—. De todos modos, los niños sangre pura por lo general tienen facciones delicadas. Sólo piensas que te ves expuesta porque estás acostumbrada a esa melena de leona.
Levantó una mano desde su silla y le quitó las gafas de la cara.
—Ahí sí, ¿no nos vemos como gemelos?
—No veo nada sin mis gafas —dijo ella, poniendo los ojos en blanco.
Archie sonrió de oreja a oreja.
—Eso va a ser un problema. Necesitamos comprarte lentes de contacto. Creo que de color metal o tal vez plata —se miró de cerca en el espejo, pensativo—. ¿Qué piensas, me encuentras color plata?
—Te encuentro idiota —le informó Harry.
—Pues ve practicando tu expresión de idiota de pueblo entonces —Archie se echó a reír—. Porque vas a tener que ser yo en un par de días.
—Quizás te mejore —dijo Harry, sonriente—. Para cuando seas tú mismo otra vez habré dejado la barra tan alta que la gente dirá "¿Qué fue lo que le pasó a Archie Black? Era tan tranquilo en la escuela y ahora parece un bufón."
—Ten cuidado, prima, o puede que yo haga algo insólito con tu reputación también —la amenazó con una sonrisa de respuesta.
—Haz lo que puedas —dijo Harry, encogiéndose de hombros—. Me quedaré con tu identidad de forma permanente.
Archie puso una cara.
—¿Podemos poner todo nuestro esfuerzo en que las cosas no lleguen a eso? Sin ofender a las mujeres, pero la verdad es que no quiero ser una chica para siempre.
—No vas a tener que ser una chica de verdad —le recordó ella—. Yo soy la que tendrá que mentir sobre su género por siete años.
El alcance total de sus intenciones comenzó a traspasar sus defensas mentales y ambos cayeron en un silencio pensativo.
—Valdrá la pena —afirmó Archie por fin, justo antes de que el peluquero regresara con su cuenta.
—Lo hará —dijo ella. Tendría que hacerlo.
Su última noche en casa llegó con premura, y Archie empacó todo lo que podría necesitar en una escuela a la que no asistiría. Tenía sentimientos encontrados sobre su treta, a pesar de su buena disposición. La idea de mentirle a su padre por siete años era miserable. Ahora que Mamá ya no estaba, era todo lo que tenía su padre, y si su mentira era descubierta era probable que causara una brecha en su relación, pero por otro lado… no era como si estuvieran haciéndole daño a nadie. Harry podría perseguir su sueño de estudiar junto al Maestro Snape, y IAM tenía la mejor trayectoria de certificación de Sanadores de cualquier escuela mágica occidental; para cuando se graduara sería un medimago completamente calificado, adelantando varios años en comparación con un estudiante que siguiera los estándares de Hogwarts. Bueno, lo sería si se salían con la suya.
Cuando hubo acabado de empacar lo que esencialmente era el baúl de Harry, él y su padre fueron a Potter's Place** para cenar. El tío Remus ya estaba ahí, poniendo la mesa. Claro que Remus no era verdaderamente su tío; y tampoco lo era James, para ser honestos, pero se consideraban familia entre sí, por lo que las relaciones sanguíneas exactas no importaban.
—¿Estás entusiasmado por ir a la escuela, Archie? —preguntó James una vez que se sentaron a la mesa. Lily lo codeó con desaprobación, dándole un vistazo a Harry con evidente preocupación, pero James le sonrió a su esposa de manera tranquilizadora y continuó hablando—. Vas a amar Hogwarts – no hay ningún otro lugar como tal. Ay, las cosas que yo y tu tío y tu padre hacíamos cuando estábamos ahí… Como el representante de la segunda generación de Merodeadores, tendrás que continuar el legado de la familia–
—… de hacerle jugarretas a los desprevenidos profesores de Defensa Contra las Artes Oscuras —interrumpió Sirius, ladrando una carcajada y dándole una palmada en la espalda a Remus, que estaba sentado a su lado, a modo de reminiscencia. Remus sacudió la cabeza con aire exasperado, pero no dijo nada para amonestarlo. Archie sabía que Remus tenía la opinión de que Sirius se reía muy poco. Lady Black, la madre de Archie, había fallecido un par de años atrás por una rara enfermedad degenerativa, y la verdad era que su padre no había sido el mismo desde ese entonces. Tampoco él lo era, si vamos al caso.
—¿Por qué sólo los profesores de Defensa? —preguntó Archie, siguiéndoles la corriente—. ¿Es parte de la tradición?
—Eh, la verdad no. Es que por lo general son los mejores blancos —James se frotó el cuello mientras pensaba—. Verás, el puesto ha estado maldito desde que tengo memoria, así que nunca te toca el mismo por dos años seguidos.
—Y los profesores nuevos son los blancos más fáciles —Sirius le guiñó el ojo a su hijo—. Aunque si quieres hacerle una trastada a Quejicus una o dos veces, tu viejo te estaría agradecido.
—No lo llames así, Sirius —dijo Lily automáticamente. Su tono de voz reveló la frecuencia con que tenía que pedírselo—. Es un buen hombre.
—Sin mencionar un genio —añadió Harry con voz queda, mirando su pescado. Nadie reconoció esa observación, porque también era pan de todos los días.
Desde que había leído un artículo en Potions Quarterly*** sobre su trabajo con la poción Matalobos, el viejo rival de colegio de sus padres tenía a Harry en un estado constante de admiración que rayaba en el fanatismo. A la mayoría de la gente, su prima les daba la impresión de ser aburrida y poco interesante, si no es que total y completamente fría, pero tenía una profunda fascinación por las pociones. Desde que tenían memoria se había pasado la mayor parte de su tiempo libre revolviendo mezclas improbables en el sótano de sus padres. Archie sabía que lo que su prima más deseaba en el mundo era fabricar pociones por el resto de su vida, de preferencia sola, pero en su mente ser mediocre en el arte no era suficiente. La única manera de convertirse en la Maestra de Pociones más reconocida del país era estudiar junto al Maestro de Pociones más reconocido del país, y él, si acatabas la opinión de Harry, se encontraba en Hogwarts. Archie se sentía identificado con su perseverancia en el tema – se sentía igual respecto a la Sanación.
—Once años más tarde y todavía defiendes a ese hombre —suspiró James.
—Once años más tarde y todavía te aferras a una rivalidad infantil —replicó Lily, mirando a Remus para que la apoyara—. Remus piensa que es ridículo, ¿no es así?
—Ella tiene razón —dijo el hombre lobo afablemente. Miró a James y a Sirius con una leve sonrisa—. No hay necesidad de perpetuar esto, ¿verdad? Estoy seguro de que ya debe haberse lavado el pelo.
Sirius y James estallaron en carcajadas frescas, y Lily fijó a Remus con una mirada que decía gracias-por-nada. Él levantó las manos a modo de rendición y cambió el tema alegremente.
—Y tú, Harry, ¿ansias ir a América?
—No puedo esperar —dijo la chica de pelo corto, dándole un vistazo a Archie antes de continuar—. Será interesante viajar al extranjero. La verdad es que, eh, estoy pensando en probar la trayectoria de Sanación.
—¿De verdad? —Remus mascó pensativamente, y sus padres intercambiaron miradas confundidas—. Esa es un área de especialización bastante difícil. Pero pensé que estabas planeando buscar una carrera en Pociones.
—Bueno, toda la Sanación avanzada se hace con pociones hoy en día —dijo Harry, jugando casualmente con sus vegetales—. Si quiero hacer pociones que ayuden a la gente, y no sólo para ganar dinero, entonces debería ver el problema por el otro lado también.
Archie no creyó que estuviera mintiendo – casi nunca lo hacía directamente. Había mencionado querer ayudar a otros con las pociones que inventaba algún día, y los Medimagos sí que dependían de las pociones para las curas más complicadas, pero sabía que de no ser por él no consideraría una especialización en Sanación. Eso era todo Archie. Después de observar a su madre sufrir por meses bajo la influencia de una enfermedad para la que no había un tratamiento viable, se había obsesionado con la idea de salvar vidas algún día.
Cuando primero había decidido ser un Sanador algún día, le había preguntado a su padre si podía acompañar a Harry a América en lugar de aceptar el lugar reservado para él en Hogwarts. Sirius no oiría hablar de ello. Archie creía que la inusual irracionalidad de su padre en el tema era una combinación de su miedo de que perdería a su hijo de cierta manera, también, si se iba tan lejos, y su deseo de que Archie tuviera las mismas experiencias maravillosas que él había tenido en el colegio. Había sido en Hogwarts donde Sirius había conocido a sus mejores amigos, James y Remus, y donde había conocido y se había enamorado de Diana, la madre de Archie. Sus discusiones sobre el tema de la educación de Archie se habían vuelto tan amargas que, cuando Harry había sugerido ociosamente que cambiaran de lugar para resolver todas sus frustraciones, Archie lo había considerado en serio. No quería decepcionar a su padre, pero Sirius vivía su vida en el pasado, y Archie no podía cambiar eso. Sabía que nunca podría traer de regreso a su mamá. Pero puede que algún día marcara la diferencia que salvara la vida del ser querido de alguien, y para ver su sueño cumplirse le mentiría al mundo entero si tenía que hacerlo.
Después de la cena los dos primos subieron a la habitación de Harry para una despedida privada. No se verían el uno al otro hasta las vacaciones de invierno como muy pronto, y nunca habían estado separados por tanto tiempo. Sin embargo, la larga separación no era lo que tenían en la cabeza.
—¿Lograste que tu padre achicara el tuyo, también? —preguntó Harry, recogiendo un baúl en miniatura de un estante.
Archie sacó el suyo de su bolsillo y lo cambió con el de Harry, que gracias al cielo no era demasiado femenino. No serían agrandados hasta que llegaran a sus respectivas escuelas la tarde siguiente.
—¿Robaste la poción del botiquín de Auror del tío James?
Esta era la parte de su plan de la que estaba más dudoso. A diferencia del resto, que parecía bastante inocente, robar evidentemente estaba mal. Supuso que sería mejor acostumbrarse a vivir en un estado de ambigüedad moral.
—Ten —Harry sacó dos vasos de debajo de su cama y vertió las dosis del líquido de un marrón lodoso en frascos, uno para nada uno—. Tendrás que mantener el vaso escondido. Los he reemplazado con una mezcla neutra que huele y sabe igual de mal, pero no hace nada. Con algo de suerte asumirá que era un lote defectuoso.
Archie asintió para indicar que había entendido y ambos se arrancaron un cabello sin más revuelos. Intercambiaron los frascos y cada uno bebió la dosis con la esencia del otro. La transformación dolió más de lo que había esperado, pero pronto hubo acabado y se sintió como si estuviera mirando un espejo.
—Qué raro —Archie entrecerró sus nuevos ojos verdes—. Tus visión es terrible, Harry. Dame tus gafas.
—Eso explica por qué el mundo se ve tan borroso.
Harriett se quitó las gafas y le parpadeó a sus alrededores, aparentemente disfrutando de su visión perfecta. Archie se puso las gafas con un suspiro desganado. Sólo sería por un rato.
Tenían suficiente Multijugos robada como para que les alcanzara hasta que estuvieran lejos de sus padres la mañana siguiente, y después, Harriett tenía los lentes de contacto que le había comprado para corregir su visión y cambiar su color de ojos a un gris poco notable, mientras que él tenía lentes de contacto verdes por el bien de la minuciosidad. No estaba esperando encontrarse con nadie en IAM que alguna vez hubiera oído de los Potter. Harry era la que la pasaría mal para que la treta tuviera éxito.
—Empaqué libros de pociones extra en mi baúl para ti, así que estúdialos en caso de que Mamá mencione algo que debería saber en una carta —dijo Harry—. No te olvides de aprender un encantamiento para cambiar tu caligrafía apenas llenes para que puedas responder la correspondencia de parte de mis padres, y yo haré lo mismo con las cosas que envíe tu padre. Guarda una copia extra de lo que escribas y nos intercambiaremos por correo de lechuzas a final del año escolar para que mantengamos nuestras historias claras durante el verano.
—Vale, lo recordaré —dijo Archie. Francamente, Harry actuaba como si fuera su lugar hacer de madre. No es que le molestara. Mucho. En todo caso, podía ver cómo se sentía. Harry estaba más nerviosa de lo que aparentaba si estaba parloteando instrucciones que ya habían acordado.
—Pues eso es todo. Esto es… adiós —Harry se vio un poco perdida por un momento, pero se apresuró a componerse para otorgarle un firme—: Buena suerte.
—Sí.
Archie se sintió un poco perdido ante la magnitud de lo que estaban a punto de emprender.
—¿Archie?
—¿Sí?
Harry tomó una bocanada de aire.
—Incluso si esto termina estallando en nuestras caras y me expulsan antes de que termine la primera clase, voy a decirlo ahora: no me arrepiento de nada.
Archie se sintió desconcertado por su honestidad, pero enderezó sus hombros de chico de once años de todas maneras.
—Yo tampoco. Gracias. Esta fue tu idea y sin ella me habría tomado otro par de años lograr mi meta. También va a ser más peligroso para tí y, bueno, estoy agradecido por todo, sin importar qué pase.
—Lo mismo. Gracias por dejarme pedir prestado tu nombre, Arch —dijo Harry, aliviando la atmósfera con un torpe intento de frivolidad—. Intentaré no ensuciarlo mucho en los próximos siete años.
—Haz lo que puedas —dijo Archie, risueño.
Harry se metió en el baño de chicos del Expreso de Hogwarts y esperó en un cubículo a que el Multijugo se desvaneciera. Cada momento parecía una eternidad, pero sabía que tan sólo eran sus nervios haciéndola sentir mal. Cuando era ella una vez más, se puso la túnica escolar de Archie y salió al lavadero para ponerse los lentes de contacto. Un chico de once años de aspecto sobrio la observó desde el espejo, con un halo de rizos color ónix e inexpresivos ojos grises. Puede que sus pestañas fueran un poco demasiado largas para ser masculinas, pero los labios eran delgados y la estructura ósea frágil podría haberle pertenecido a media docena de estirpes sangre pura. Había escuchado que, en particular, los Malfoys eran conocidos por sus caras puntiagudas. Su voz sonaba demasiado aguda al principio, pero con un poco de práctica bajó ligeramente a una octava que sonaba natural para un chico.
Satisfecha, salió del baño y empezó a caminar por el tren en busca de un compartimiento vacío. Se dio cuenta de que de verdad lo había logrado cuando miró todas las caras emocionadas a su alrededor. Había llegado al tren sin que la descubrieran, y todos los que conociera de ahí en adelante serían completos extraños, así que cualquier cosa que estropera sería atribuido a la personalidad desconocida de Arcturus Rigel Black. Pensó en eso por un momento. Arcturus Black. Arcturus Rigel Black. Arrugó la nariz. Se sentía demasiado extraño tomar prestado el nombre de Archie. Y encima un nombre que a él ni siquiera le gustaba. ¿Debería pensar en sí misma como Archie, sólo para aminorar la posibilidad de que se confundiera y lo echara a perder? ¿Pero entonces cómo iba a llamar a Archie? Después de pensarlo por un largo rato, decidió que, si iba a apropiarse de la identidad de Archie, tendría que ser decisiva. Mientras pretendiera ser Archie, usaría su segundo nombre. De ahora en adelante seré Rigel Black, el mejor estudiante de Pociones que Hogwarts haya visto jamás.
Rigel—¿y no era raro el rebautizarse a sí misma en sus propios pensamientos por pura conveniencia?—llegó casi al final del tren antes de encontrar un compartimiento que se veía prometedor. Sólo había un chico sentado en silencio en su interior, leyendo algo que reconoció como el libro de Herbología de primer año. Abrió la puerta y asintió a modo de saludo cuando el chico levantó la vista. Tenía una cara abierta y alegre, cabello marrón lacio que le cubría la frente y sencillos ojos marrones, libres de malicia. Había algo familiar en él, pero no lo meditó demasiado.
—¿Estás guardando estos asientos para alguien? —preguntó ella.
—Eh, no —el chico se vio sorprendido de que pensara eso—. Te puedes sentar si quieres.
—Gracias. —Cerró la puerta y se sentó frente a él—. Soy Rigel —dijo ella, probando el nombre en voz alta por primera vez.
—Neville.
Él sonrió de manera tentativa, y dio la impresión de que iba a decir algo más, pero se contuvo. Probablemente estaba acostumbrado a dar su apellido cuando se presentaba, adivinó ella. La mayoría de los sangre pura daban su apellido como una cortesía, de acuerdo a Archie. Pero por ahora, preferiría no mencionar su apellido prestado. Lo más probable era que fuera un chico criado en la Luz, y automáticamente odiaría a cualquier llamado Black, o sus padres Oscuros sangre pura le habían dicho que los únicos Blacks que quedaban eran traidores de sangre.
—Encantado de conocerte. ¿Es ése Mil hierbas mágicas y hongos? —Rigel inclinó la cabeza hacia el libro en el regazo de Neville.
Él lo miró como si fuera a comprobarlo, pero se detuvo a medio camino y se sonrojó.
—Sí. Er, ¿ya lo leíste?
—Sí —dijo ella, y cuando el chico lució alarmado, retrocedió—. Pero no creo que sea obligación haberlo leído. Sólo estaba interesado porque Herbología tiene mucho que ver con las Pociones.
—Oh —Neville pareció aliviado—. ¿Así que te gustan las Pociones? También leí la introducción de ese libro de texto, pero se veía complicado. Y la primera poción que salía usaba partes de sapo. Tengo un sapo. Su nombre es Trevor —explicó el chico—. No sé si me gusta la idea de diseccionar animales por sus partes.
—Lo más probable es que no tengas que hacer la cosecha tú mismo —dijo Rigel—. El profesor ya tendrá los ingredientes.
—¿Eso crees? Entonces quizá no sea tan malo —Neville movió los pies con nerviosismo, y soltó abruptamente—: ¿En qué Casa crees que te quedarás?
—Espero que en Slytherin —dijo ella con honestidad.
—Tú – ¿Slytherin? —chilló Neville.
—A juzgar por esa reacción, supongo que tu familia es de Gryffindor. La mía también —admitió Rigel.
—¿Y esperas quedar en Slytherin?
La cara de él se veía media-dudosa, media-confundida.
—El maestro de Pociones en Hogwarts es el jefe de la Casa Slytherin —explicó ella—. He oído que favorece a su propia casa, así que estar en Slytherin es la mejor oportunidad que tengo de conseguir clases particulares de su parte.
—¿Irías en contra de tu propio linaje por algo de ayuda extra en Pociones? —Neville se mordió el labio—. ¿Puedes hacer eso? Escoger tu Casa en contra de la tradición, quiero decir.
—Quizás no, pero creo que puedo con los requerimientos si me dan la oportunidad. Sólo tengo que ser astuto y ambicioso, ¿verdad? —Esa última parte iba en broma, pero le pareció que Neville no se dio cuenta.
—Pues buena suerte —ofreció él con amabilidad.
—Gracias —dijo ella—. Espero que tú también quedes en la Casa que quieres.
Pasaron el resto del viaje en un cómodo silencio. La única interrupción fue cuando Neville le pidió a Rigel que se marchara en voz queda, para poder ponerse sus túnicas escolares. A Rigel no le importó salir del compartimiento si eso haría que el tímido chico se sintiera más cómodo, aunque era bastante indiferente al cuerpo masculino gracias a que había crecido junto a la absoluta falta de modestia de Archie.
Mientras estaba de pie afuera del compartimiento, un chico alto con facciones profundas y una expresión hosca se le acercó desde el lado izquierdo del tren. Debido a la estrechez del pasillo, ella estaba bloqueando parcialmente la pasada. Pero en lugar de esquivarla, se movió para empujarla con un musculoso hombro en el costado. Ella no se lo esperaba y cayó en la fea alfombra, alcanzando a detenerse con los codos. Se puso de rodillas y fulminó al chico con la mirada, que la estaba observando con desdén.
—¿Eres ciego? —preguntó ella, recordando justo a tiempo que debía hacer su voz más profunda, igual que Archie cuando se enfadaba.
Supo que no debería haber dicho nada el momento en que los ojos del chico mayor se entrecerraron. El otro chico era mucho más grande y se veía más pesado que cualquier otro que había conocido, y a pesar de que estaba reacia a aceptar hostilidad descarada sin responder, tenía que admitir que estaba en una posición bastante precaria como para ser descaradamente hostil con cualquiera.
El chico más grande se le acercó casi casualmente, y le lanzó una patada hacia el estómago. Sólo un rodaje rápido en la dirección opuesta la salvó de una costilla amorada o dos. Se puso de pie y encaró al chico, que podría haber sido quizás de quinto o sexto.
—Perdona —dijo con la mandíbula apretada, con la idea de apaciguar la situación—. Está claro que no eres ciego, sólo estás molesto, pero no hay necesidad de descargarte en mí.
Él dio un paso hacia ella con los puños apretados, luego pausó y, en su lugar, sacó su varita con una sonrisa maliciosa.
—Los pequeños de primer año deberían tener la sabiduría de no hablar más rápido de lo que se pueden mover sus varitas. Considera esta tu primera lección: cuando alguien mayor te patea, quédate en el suelo.
Puede que lo hubiera hecho si pensara que eso te haría irte, pensó Rigel con resignación, endureciendo su espina y preparándose para aceptar cualquier maldición que le lanzara.
Antes de que cualquiera de los dos pudiera moverse, los interrumpió una voz severa.
—¡Tú, el de ahí! ¡Nada de pelear en el tren!
Un delgado chico pelirrojo con una brillante insignia dorada en el pecho se pavoneó con importancia hasta estar entre Rigel y el chico hosco. Ninguno de los dos se había relajado.
—Flint —dijo el pelirrojo una vez que hubo visto la cara del otro chico—. Debí saberlo. Le quitaré diez puntos a Slytherin apenas lleguemos a Hogwarts por sacar tu varita ante otro estudiante – y alguien de primero, para colmo.
Flint le hizo una mueca al chico.
—Weasley.
Apparentemente, en su opinión eso bastaba, porque se dio vuelta y se marchó a zancadas, lanzando una última mirada irritada en dirección a Rigel.
—En ésta época del año, ése no es más que problemas —suspiró el chico pecoso. Miró a Rigel con el ceño un poco fruncido—. ¿Estás bien? Es mala suerte meterte en el camino de Flint el primer día. Le gusta guardar rencores por un rato, así que asegúrate de evitarlo por unas cuantas semanas, ¿vale?
—Está claro que no iré a buscarlo a propósito —dijo ella, alisando su túnica—. Gracias por la intervención.
—No fue ningún problema —dijo el chico con despreocupación—. Sólo hacía mi deber como prefecto.
Rigel asintió una vez más a modo de gracias, y se dio vuelta para reunirse con Neville en su compartimiento. Si se preguntó por qué se había quedado afuera por tanto rato, él no dijo nada. Ella recuperó su asiento en silencio, perdida en sus pensamientos. Ni siquiera había llegado a Hogwarts y ya tenía un enemigo. Tuvo la ferviente esperanza de que no fuera un augurio de lo que estaba por venir. También tuvo la esperanza de que a Archie le estuviera yendo mejor con su lado de la treta, donde fuese que estuviera.
Nota de la autora: A los que han leído hasta aquí: gracias por darle una oportunidad a esta idea inusual. Para aclarar cualquier confusión inicial (aunque claro que todo será explicado a su tiempo), en este momento Hogwarts sólo acepta estudiantes de sangre pura. No siempre fue así. Remus y Snape, claro, son mestizos, y cuando iban a Hogwarts sólo los hijos de muggles estaban prohibidos. Desde ése entonces las leyes se han vuelto más estrictas. Harry y Archie no son primos verdaderos en el sentido estricto de la palabra, pero como James y Sirius son parientes lejanos se consideran 'primos'. Gracias otra vez por leer.
N. de la T. *Juego de palabras. Black es negro en inglés.
**Más o menos 'el Hogar de los Potter.'
***Literalmente 'pociones trimestral.' Es el título de una revista de investigación que publica resultados de investigación y cosas así. Dejé el nombre en inglés porque no se me ocurrió una traducción que sonara bien. Sugerencias bienvenidas.
