Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir pertenece a Thomas Astruc.


Antifaz


En teoría, nunca importará la presencia o ausencia de un antifaz; debajo de éste, la persona es la misma, pues el antifaz no cumple la función de la piel, aquella de encerrar la verdad de un corazón y de erizarse ante el más vehemente sentir.

Adrien sabe la verdad: debajo del antifaz de Ladybug nadie más que Marinette yace. Ella, la piel de ella, el corazón de ella. Sin embargo, precisamente al descubrirla, Adrien ha descubierto otra cosa, la más dolorosa.

La regla se cumple en ella, pero no en él.

Él, que cuando se esconde detrás del antifaz es Chat Noir, lo siente como su propia piel. Chat es valiente, alegre, está lleno de energía y carisma, de actitud y buenas intenciones, pero cuando el antifaz se desvanece, debajo de él sólo yace la nada. Es una sombra entristecida, gris, sin fuerzas, sin motivaciones.

Cuando pierde al antifaz, pierde todo lo que aprecia de sí mismo.

Se pierde a él en sí.

Por eso, porque la ama y porque sabe que no puede hacerla feliz siendo la sombra y no la persona, Adrien no titubea cuando las palabras más hermosas lo alcanzan:

—Lo siento, Marinette. No puedo estar contigo.

Ella pareciera contagiarse de su color gris cuando lo escucha, convertirse en un reflejo de él en lo injusto, no en lo positivo; se quiebra, el brillo de sus ojos lo hace, y asiente y se va en silencio, conteniendo las lágrimas.

Precisamente porque la ama es que no puede aceptar ese «te amo» susurrado con la misma luz que pareciera despedirse de ella, con el antifaz o sin éste, cuando habla.

Chat Noir no puede reemplazar a Adrien; Adrien no puede ser Chat Noir cuando no lleva el antifaz.

Por eso es que Adrien, mientras llora sin emitir sonido al verla marcharse, sabe que jamás se la merecerá.


FIN


Para mis amigas, D. y R.