Los viajeros, maltrechos y cubiertos por el polvo del camino, apartaron los ojos ellos mismos y se acercaron a un muro bajo y áspero, donde se quedaron inmóviles un momento, examinando la escena con ojos entusiastas. La escarpada montaña nevada se alzaba sobre la cima de su propia altura.
Habían llegado a su meta, finalmente. Tras doce agotadores meses de descanso. Un viaje larguísimo y lleno de caminos profundos y tiempo severo para unos jóvenes inexpertos como ellos. Creyendo durante cierto tiempo que el motivo para esa travesía era estúpido o que nunca llegarían a su objetivo.
Muchas imágenes pasaban por delante de ellos, pero entre ellas el viajero de pelo castaño de pronto vio a otro hombre, caminando rodeado de la nieve. Inadvertido, calmado. Un hombre barbudo vestido de blanco. Con un atuendo que le hacía pensar al viajero que ese hombre estaba desnudo.
El hombre parecía caminar entre la nevada como un hombre atravesaría un campo de maíz, como si no le rozara ni le afectara nada en absoluto.
Eren parpadeó y lo que vio si es que en algún momento realmente había existido ya no estaba.
-¿Te ocurre algo, Eren?-Preguntó la asiática a su hermanastro.
-No es nada, no es nada…
Los dos hermanos se reunieron con el resto del grupo para continuar con su camino pues ya habían hecho la parte más difícil pero no debían subestimar los obstáculos que la montaña les tenía planeada para cuando tuvieran que escalarla.
Doce meses antes
-¿Cómo qué no había nada?-Preguntó la reina Historia.
-Lo que has oído. Fui al sótano de mi casa y el lugar estaba vacío de información.
Tres años de entrenamiento. Dos años de lucha. Y cuando por fin consigue la entrada a Shigansima, cuando por fin consigue después de haber sacrificado a aquellos de su propia especie y haber abandonado su humanidad…en el sótano de su padre no hay nada.
-Pero esto no ha terminado aún. Mirad lo que encontramos entre las pertenencias del doctor Jeager.
Levi colocó sobre la mesa un mapa en donde había cartografías de localizaciones de lugares que estaban más allá de los muros. Había de todo: Mares, lagos, ríos, montañas, cordilleras…
-Al menos la misión principal del cuerpo de exploración se ha cumplido.
-Eso está muy bien pero lo importante es esto.
Mikasa señaló una localización del mapa. Un monte para ser exactos.
-Al parecer alguno de los colaboradores de Grisha se fueron a este sitio. ¿Quién sabe? Tenemos que ir ahí, ese es el lugar. Tal vez sea un laboratorio o una base secreta o…
Eren puso una mano sobre el hombro de su hermana para que esta se tranquilizara pues la mestiza asiática se estaba emocionando demasiado.
-Pero lo que me estáis pidiendo es que mande a una legión a un territorio desconocido para buscar algo que tal vez no exista.
-¿Qué es lo que intentas decirnos, Historia?
-No intento decir nada, Eren. Es solo que acabamos de recuperar el muro María, hemos obtenido un éxito que ha costado demasiadas vidas y…
-¿Y qué?-Le insistió el capitán a la rubia.
La reina tardó un poco antes de responder. Lo que tenía que decir no era nada fácil.
-Y el resto del cuerpo de exploración desertó anoche. Todos presentaron formalmente su demisión. Decían que ya lo habían conseguido.
Eren se repugnó ante aquella aclaración.
-¿Cómo se atreven? ¿Se creen que pueden dejarlo todo porque solo hemos recuperado algo que perdimos hace años?
El capitán trató de hacer que el chico cambiante se relajara pues este no era el mejor momento para que él tuviera uno de sus momentos de enfado.
-Eren, tranquilízate y piensa. Han sido dos años de duro trabajo. De pérdidas. De estar lejos de nuestros hogares. Por lo menos quince de mis hombres tienen novias y esposas que no han visto. Incluso escuché a un hombre diciendo que hoy iba a conocer a su hijo que había nacido hace tres meses.
Eren se quedó callado ante aquella declaración. Era cierto, todos echaban de menos a sus familias. Por lo que sabía, Jean se iba a quedar en Trost durante cierto tiempo para ver a su madre y Sasha y Connie iban a visitar a sus padres en sus pueblos. Incluso Armin había ido al cementerio a poner flores en la tumba de su abuelo, Eren le agradeció por hacer lo mismo para su madre.
-Podemos ir nosotros, será mejor. Si lleváramos un ejército nos enfrentaríamos a muchos más retos que si vamos nosotros solos. Además no creo que el gobierno se enfade porque nosotros nos vayamos a embarcar en una misión suicida. Sabéis también como yo que desde hace mucho tiempo nos intentan disolver para crear esa estupidez de "Equipo de reconocimiento". ¿Qué dices Historia? ¿Crees que podrás hacerlo?
Y así fue como en menos de un mes el cuerpo de exploración se adentró a lo que tal vez sería su último viaje. Fue un otoño cuando el equipo ciento cuatro salió de la capital. Los miembros de exploración también salieron, incluso Erwin que a pesar de haber perdido su brazo su motivación parecía ser mayor que nunca. Sin contar al equipo Titán, formado Eren, Reiner, Berthold, Ymir y Historia. Está última le dio instrucciones a su equipo de gobierno en caso de que ella no volviera.
Por su parte, Eren partió sin saber quién cabalgaba, su caballo o su ira. Doce meses le separaban de aquel monte, doce meses de obsesión. Poder. En su vida había podido obtener varios datos de su poder de titán pero siempre en defensa propia nunca había querido ser el mismo poder. Esto ya nunca volvería a ser así. A veces se sorprendía sonriendo con una mueca siniestra completamente centrado en su plan. Nada podía salir mal. Llevaba demasiados años esperando ese momento. Una frase se repetía en su cabeza una y otra vez: Quiero matar a los titanes. Los monstruos que le habían arruinado la vida, los monstruos que devoraron a su madre obligándole a verlo, condenando a su padre y convirtiéndolo en un fantasma y en un hombre sin alma, atormentado y desquiciado por no poder perdonarse algo que nunca había hecho.
Y por fin llegó el gran día. Aquel monte parecía el lugar perfecto para esconderse pero el peor sitio para huir. Un paso suyo era un paso hacia lo inevitable. Hacia la venganza. Hacia su madre. Eren había soñado tantas veces con ese momento. ¿Qué sentirían cuando le miraran a los ojos? ¿Qué cara pondría él cuando lo entendiera todo. Eren quiere quedarse con ese momento y jurar por su familia que recordará durante toda su vida sus expresiones en el momento en el que supieran que los va a matar. Ya se ve la cima. Solo unos pasos más y el viaje que había empezado hace unos cinco años llegaría a su fin. Se acercaba el momento, se podía notar. Un paso más. Está muy cerca y estaba preparado. Y entonces…
-¡No! ¡No puede ser! ¡No es posible! ¡No!
…una vez más, no había nada.
El muchacho castaño gritaba mientras golpeaba el suelo de aquella montaña y dejaba salir varias lágrimas de sus ojos.
-Eren, este lugar está muerto. Debieron irse hace varios años. Vayámonos.- Decía su hermana le abrazaba por la espalda. Para ella tambien era duro en algún sentido. Puede que sus objetivos no coincidiesen, pero el dolor que sentía Eren tambien era el que sentía Mikasa.
Eren empezó a llorar tanto como el día en el que murió su madre. Una vez más se volvía a hacer las misma preguntas. No podía estar pasando. Habían cambiado mucho en esa última década. Habían mejorado y esforzado, y todo para derrotarles. Para que no les volvieran a arrebatar nada más. ¿Por qué había pasado eso? ¿Quién tenía la culpa de que se lo arrebatasen todo?
-¿Por qué? ¿Por qué? ¿POR QUÉ ¡¿POR QUÉ?!-Dijo el castaño mientras miraba al cielo nublado en el que pronto se desataría una tormenta.-¡Aún no me he rendido! ¡Os mataré a todos! ¡Lo prometí! ¡Os mataré! ¡OS MATARÉ!
Todo estaba perdido. Había sido un fracaso. Las cosas habían salido mal de nuevo. Lo único que podían hacer era volver a casa y admitir su derrota. Pero me parece que el destino aún tenía una última carta que poner sobre la mesa.
Un rayo bajó a toda velocidad del cielo y golpeó a los viajeros haciendo que la cima de ese monte se iluminara y cuando se fuera la luz no hubiera ningún rastro del grupo.
Al muchacho le costó abrir los ojos y cuando lo consiguio estos fueron cegados por una potente luz solar que era inexplicable debido a la temporada nublosa que había tenido durante el viaje. Eren sintió aquel rayo atravesar su cuerpo, pensó que se despertaría en algún lugar parecido al infierno pero en vez de eso se encontró en un sólido y frío suelo de piedra. Vio que sus amigos estaban allí también. Todos se encontraban bien, solo algo aturdidos. Cuando alzaron la vista se encontraron en un hermoso pasillo pintado de blanco y cubierto de bronce. Parecía que era la residencia del más rico de los reyes o del más poderoso de los emperadores.
-Eren, mira eso.-Dijo Sasha señalando una de las estatuas que se encontraban allí.-Se parece a ti.
En esa estatua se exponía el cuerpo de un joven que portaba una armadura dorada y sostenía una espada. Había una inscripción debajo de la estatua: Ares, Dios de la guerra.
