Nada de mari, solo la idea.
MariS.
"Mierda...mierda"
— Deja de quejarte, maldita sea. Y de moverte— le respondieron y aquel hombre alto y barbudo, miró hacia abajo. Sus pies sobresalían de la cama.
— Necesitamos una cama más grande. Esto es ridículo.
— Nadie te dijo que vinieras a dormir conmigo. ¿O sí? Así que no te quejes.
— ¿Qué? ¡Si fuiste tú quien escribió anoche!— chilló el segundo, haciéndose el ofendido— No fui yo quién escribió: "No pienso que lo seas, solo guardo las apariencias y dije lo que tenía que decir"
El primero, a su lado, respiró con fuerza y negó con la cabeza. ¿Por qué insistía en dormir con eso? ¿En dormir a su lado? Qué tontería.
— Te perdono y aún así, actúas como todo un inverbe. ¡Se supone que solo sería por esta noche y justo en este momento, me arrepiento de...!
El segundo tomó las cobijas con rabia y se las echó encima, dejando al primero con frío y con una expresión asesina, en su rostro. No resultaba gracioso, tener que aprender a dormir con él y sus... ¡oh, sus enormes pies que sobresalían de la cama!
— Devuelve eso a su sitio o las encogeré del tamaño de tu dedo!
— Inténtalo y ya verás. ¡Además, tú solo hablas y hablas, yo estoy muerto de frío! ¿No podías irte a dormir a un lugar más cálido?
— ¡Échale la culpa a tu querido y amado director, que me puso este trabajo! Eres igual que él y que Potter.
Se levantó de la cama, de un salto y el hombre a su lado, lo miró estupefacto. Caminaba en el frío suelo, maldiciendo a todo lo que encontrara. Se introdujo en el armario de pociones y sacó unas viejas mantas que ya había visto antes. Como pasaba tanto tiempo dentro, no le parecía difícil, aprenderse lo mismo, de memoria.
— Ya está. Deja de quejarte y duérmete. Ya tengo mi cobija y tú la tuya. Hasta mañana, Quejicus.
— ¡No sé por qué insisto en dejarte venir!
— Fuiste tú ya te dije, quién me pidió "disculpas" por las palabras que soltaste en la cocina de Molly. Sonó a disculpas y no me harás pensar que no eran eso. "No querías decir eso que salió de tu boca, exactamente y yo...tampoco, supongo. Viejos hábitos que nunca mueren"
— ¡Yo no dije eso, Black! Yo dije expresamente, que no necesitábamos decirnos "insultos" si pasabas metido, la cuarta parte de tu vida, dentro de esta cama.
— ¡Ah y ahora lo cambias. Pero si la anterior sonaba más bonita! El lado guapo, del profesor de pociones— dijo, apretándole una de las mejillas. De forma dolorosa.
— ¡Ya basta. No seas ridículo!
Se echó a reír y se dejó caer en la cama, con sus brazos detrás de su cabeza. Mirando el techo. Snape permaneció sentado en la cama.
— Puedes decirle a tu querido director, lo que pienso de ti. Que eres un perro sarnoso y un elemento inútil para la orden.
— Cállate, yo sé lo que estás pidiendo. Tienes una mala forma para eso, Quejicus. Muy mala. Con decirlo, yo te lo daría si quieres.
Negó con la cabeza y se cruzó de brazos.
— Y según tu... ¿qué es lo que quiero y necesito, enfáticamente?
Sirius se levantó de un brinco y de un momento a otro, estaba encima de él, en la cama. Sonrió con malicia, aprisionando sus brazos con sus manos.
— No hagas preguntas estúpidas, que me van a llevar a darte respuestas estúpidas. Hace frío y será mejor que nos calentemos pronto.
"Nunca vi a dos personas que se tuvieran tanta antipatía, como James y Snape" Quizá Sirius.
Equivocado el pensamiento.
