Maldita la hora
Resumen: Por que cuando estas más atrasado, es cuando más cosas te pasan.
Clasificación: NC=13
Géneros: Humor.
OºoºoºoºoºoºoºO
Maldita la hora que me quedé dormido. Tenía que llegar rápido a mi trabajo y el bus no pasó nunca. Gasté mas dinero del presupuestado y me subí a un colectivo que me llevó al centro de mi cuidad. Ya después tomé el metro que me llevaría directamente a seis cuadras antes de mi trabajo.
Maldita la hora en que me puse a chatear con ese chico por internet. Me pasé cerca de cuatro horas flirteando por el computador. Lo admito, fue excitante y extraño. Ahora siento que no valió la pena. Me quedé dormido a las cuatro veinte de la madrugada y se suponía que debía despertar a las seis para poder hacer todo lo que tenía que hacer antes de salir de mi casa. A las ocho diez, cuando el maldito celular sonó por quizás que vez, anunciándome que debía levantarme, sólo me dio tiempo para darme una ducha, ponerme mi uniforme del trabajo y salir de casa. Ahí en mi cocina quedó el desastre de ayer que se supone tenía que dejar en perfecto estado hoy en la mañana.
Maldita la hora en que ese mocoso de alrededor de diez años me chocó en la escalera del metro, y yo por tropezar, no alcancé el tren que estaba frente a mí. El mocoso me sacó la lengua por la ventana, y lo confieso, le saqué la lengua infantilmente mientras lo veía alejarse. Miré mi reloj, era pasado de las nueve y tenía que estar en la sucursal de comida rápida en la que trabajaba a las nueve y treinta. No llegaría de ninguna manera.
Maldita la hora en que subí, empujando a todos a mi paso y llegué a la puerta estática del lado izquierdo del tren. Me relajé apoyando la frente contra el vidrio. No sacaba nada con estresarme más. La voz parlante que anunciaba la llegada a una nueva estación me asustó un poco, y sentí como era apretujado contra el frío vidrio de la puerta. No podía mover un musculo en tan estrecho espacio.
Maldita la hora en que esa mano hizo contacto con la parte trasera de mi cuerpo. Me tensé, miré por el vidrio y gracias a la oscuridad del túnel, me sirvió como retrovisor. Un chico, escolar, estaba tras mío. ¡El mocoso me estaba manoseando! Cerré los ojos, esperando tranquilizarme y no ponerme a gritar como jovencita violada. Era notoriamente más alto que yo, y además estaba como quería. Metro noventa de piel bronceada y ojos cautivadores, tras unas horrendas gafas que no le quitaban para nada su sexapil. Era estúpido, pero su manoseo incesante me estaba calentando. Apretó con fuerza mi nalga derecha y siendo bastante puto me hice un poco hacia atrás. ¡Eso no lo esperaba! El chico estabas más caliente que yo y lo notaba por la erección que estaba restregando insolentemente contra mi parte trasera. ¡¿Cómo puede ser tan inmoral? Le pudo haber tocado cualquier tipo, que jactándose de ser heterosexual, le hubiera dado la paliza de su vida. Pero claro, como el toco el más puto… ¡Oh, si, que siga así! Tenía sus manos en mi cintura y ahora me envestía sobre la ropa. Estaba apunto de correrme.
Maldita la hora en que la voz parlante anunció la llegada a una nueva estación y mi ocasional amante se bajó del tren, dejándome excitado y frustrado. Me quedé mirando al chico que se despidió de mí con la mano, desde afuera del tren, mientras las puertas se cerraban y me alejaba.
Maldita la hora en que esa mujer me vio empalmado y se puso a gritarme degenerado.
