Para MI hurón, sin el cual estoy segura mi vida sería más cuerda y libre de insomnio. Te quiero.

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El reloj sobre la chimenea marcó las dos de la madrugada con un tenue sonido. Todo Hogwards debía estar dormido.

"O casi todo" pensó con ansiedad el viejo director, sentado en el acolchado sillón frente al escritorio. Se acomodó las gafas de media luna mientras veía las manecillas girar con exasperante lentitud.

Fawkes dormía en su percha ajeno a todo, parecía que había llegado a un mudo acuerdo junto a los retratos de la sala para entrar en un profundo trance.

"Las rondas de vigilancia..." se recordó mientras, con impaciencia, rozaba los bordes del costoso libro que hace poco había terminado.

El instrumento marcó las dos y seis minutos, dando fin a la odiosa tortuta. Con el ceño fruncido recibió al menudo cuerpo que aterrizaba sobre el mueble. Acarició su lomo relajando el semblante.

- Te has retrasado - sonrió Dumbledore mientras le sonreía a la sra. Norris.

Ella ronroneó como toda respuesta. "Filch ha estado insistente con dejar las rondas individuales".