N.A:

La historia es completamente mía y original.

Disfruten.


Cada día después de ello, el azabache empezaba su día por la mañana para comenzar su labor como pescador. De por sí su trabajo ya era demasiado ajetreado y a veces complejo por el hecho de levantarse tempranísimo, además del tiempo y en lo riesgoso que solía ser el océano. Generalmente su día comenzaba muy temprano en la madrugada, cerca de quince minutos antes de las cinco debía estar ya desayunando para poder bajar hasta la playa y así juntarse con su grupo de amigos para poder examinar los botes y justamente poder pescar y traer mercancía para la gente del pequeño pueblo en donde él vivía. De ese modo, también para poder ganarse la vida de manera honesta como siempre lo había hecho.

Trataba de mantenerse a raya con todo lo que estaba pasando a su alrededor, trataba de sonreír un poco hacia la vida, a los días y a su rutina, pero a veces la situación le sobrepasaba de alguna manera quitándole su optimismo al hecho de enfrentarse a algo tan grande. Pues en muchas ocasiones sentía que ya no podía más, que en muchas veces estuvo a punto de "desaparecer" como lo había hecho él, debido a que no soportaba más la vida que estaba llevando en ese instante. De hecho le faltaba su amigo, su compañero, su confidente, pero más que nada; le hacía falta su pareja como tal.

Lo extrañaba, eso no podía negarlo.

Ni si quiera por su maldito orgullo.

Y era complejo.

Bastante difícil asimilar algo como lo que había pasado.

Desde que había presenciado ese momento tan maldito y fuera de lo común, sintió cómo su respiración había sido robada desde sus pulmones momentáneamente, en el cual no podía creer lo que estaba aconteciendo en aquel lugar, en donde no podía entender lo que realmente sucedía con aquel pueblo por lo que este mismo escondía muchos secretos que no debían ser revelados ante sus habitantes como tal. De tanto movimiento que había alrededor de Yoongi, justo en aquel instante no se había dado cuenta cómo esa escena, cómo ese momento le había destrozado por completo su corazón, nunca se había dado cuenta de cómo su alma había sido despedazada ante tales sucesos en lo más profundo de su ser.

No podía evitar extrañar ese amor de casa, ese amor hogareño en donde se sentía abrazado y protegido y viceversa, ese amor real que existía entre ambos. También extrañaba completar esas promesas que habían quedado en el olvido y que sabía que ya no se podrían cumplir y que tampoco él cumpliría las suyas. Asimismo añoraba poder observar y contemplar por un tiempo esa cálida sonrisa que portaba el rubio en la que contrastaba y quedaba a la perfección con el sol matutino cuando juntos regresaban de la pesca o simplemente el azabache faltaba al trabajo solo para contemplar ese arte que lo traía loco. Era perfectamente brillante, como él mismo, sobre todo en el verano, en donde más se aprovechaban el uno del otro, contando con las caricias, las sonrisas y aquellas miradas que obviamente nunca faltaba ese coqueteo de por medio.

Pero lamentablemente;

Él se fue en busca de alguien más.

Inevitablemente cada vez que ejercía su rutina diaria de caminar hasta el acantilado que daba al profundo y oscuro océano, en el punto más alto del crepúsculo él podía escuchar ese barco venir, como si de una maldición se tratase, como si una fuerza mayor estuviese atada a él y a su compañero o peor aún, que estuviese atado a la misma relación que ambos habían construido tiempo atrás. Al pasar aquella tarde en ese lugar y al estar presenciando el punto culmine del anaranjado firmamento, pequeños sollozos pertenecientes a su chico se escuchaban a través del gran abismo que estaba debajo y en frente de él, así convirtiéndolos en ese mar que tanto anhelaba para poder nadar e iniciar esa búsqueda interminable que nunca podía comenzar.

Asustado dejó pasar aquella tarde, esa precisa tarde en la que se iba convirtiendo rápidamente en una noche donde la oscuridad empezaba a espesar por donde quiera que mirase. Las nubes se juntaron rápidamente sobre el cielo en donde estaba degradado con algunos colores típicos de aquel crepúsculo, pues los colores fríos a veces le daban más fortaleza para seguir —tales como el morado, el azulado y la mezcla del naranjo que iba desapareciendo—, pero esta vez sabía que no era así. El viento cada vez se intensificaba golpeando y helando fuertemente su rostro anunciando que el otoño ya estaba a punto de llegar y que ya no había vuelta atrás. Puesto que la tormenta estaba por comenzar, en la que su violencia y su feracidad natural se podía percibir desde de lejos, este fue como un aviso para que el joven abandonara el sitio y regresara a casa para poder dormir en aquella cama la cual había compartido con su amado veces anteriores.

"Cariño mío…

¿Es eso todo lo que siempre fuimos?"

Sí, simplemente habían sido como cualquier otra pareja.

Que se amaban infinitamente.

Y que por sobre todo, se respetaba con sus altos y bajos.


Ya el tiempo que estaba requiriendo para realizar cosas extras lo estaba matando por dentro, mas de alguna forma hacía que todos esos pensamientos sobre lo sucedido se disiparan y lo dejasen por un momento tranquilo, sacándolos de su cabeza hasta la llegada de la noche. Sin embargo ya cansado y muy tarde decidió irse a la cama, aún sabiendo que debía de levantarse temprano al día siguiente, pues el no dormir lo estaba consumiendo paulatinamente y no le tomaba el peso a aquello. A veces el tema de los horarios como pescador se lo ponía difícil, tan así que siempre su amigo Namjoon le reprendía y le aconsejaba lo que debía hacer, pero ya casi no lo escuchaba, estaba tan sumergido en él mismo que poco a poco estaba perdiendo su camino.

¿Era cierta aquella frase de "morir por amor"?

Porque quizá era eso lo que estaba empezando a vivir, porque quizá realmente lo estaba sintiendo, carcomiéndolo por dentro sin saber qué más hacer para tratar de olvidar esos acontecimientos, de olvidar aquel sentimiento, hasta de olvidarse de la persona que había sido la indicada para entrar a su corazón, porque esta simplemente ya no existía más en la realidad en la que vivía el azabache. Pero el término que usaba estaba más que errado, porque era lógico y muy complicado que nunca podría olvidar un amor como aquel, nunca podría olvidar esos besos matutinos, esos abrazos, las caricias al hacer el amor, pues nunca podría olvidar una persona tan pura como Jimin. Entonces, ¿qué debía hacer en aquellos momentos en donde se sentía absolutamente solo y perdido? Nadie se lo había explicado, nadie se lo había enseñado por lo que debía afrontarlo en su eterna soledad.

En su maldita soledad.

Aún sabiendo lo egoísta que estaba siendo en ese momento.

Por otro lado, en el trabajo era alguien sumamente silencioso e inteligente para sus cosas, casi nadie notaba la presencia del chico exceptuando por sus dos amigos que siempre le acompañaban, que siempre habían estado ahí para apoyarlo, sobre todo en el último tiempo en el que las cosas en su vida se habían puesto más complejas y que poco a poco se estaba cayendo a pedazos por la falta de esa persona especial.

— Yoongi hyung, ya deberías dejarlo. —Mencionó uno de sus amigos, el que era más moreno, sacándolo de su estado de trance al pensar demasiado en las cosas. Al caer en cuenta de la realidad, se volteó en medio de la nada en la cual los tres estaban y su rostro inexpresivo y con el ceño levemente fruncido lo decía todo.

— ¿A caso crees que es muy fácil dejarlo, realmente lo creen? —Rió nasalmente de una manera sarcástica. Esta vez no solamente se había dirigido a uno de ellos, sino habló por los dos en general— Solo espero que nunca pasen por lo que estoy pasando… mucho menos presenciarlo…

Bajó su cabeza y solo suspiró al tratar de no recordar más sobre aquel día.

— Pero hyung… —Intervino el otro— Nunca me escuchas… nunca nos escuchas.

— Saben que pueden dejarme cuando quieran. —Interrumpió ya hastiado de tanto que insistía el par— ¿Está bien? Es mi problema y yo lo vivo como quiero. Tampoco quiero que se gasten tanto por una persona que está en depresión por haber perdido a su ser querido, ¿eso lo saben, no? —Observó con semblante frío y severo. Primero al de piel canela y luego al de cabellos castaños— ¿Namjoon, Hoseok?

Nuevamente rió de forma nasal al no obtener respuesta o algún asentimiento por parte de ambos, cosa que de alguna manera sabía que no iba a llegar. Y luego del silencio y la tensión que se había formado después de ello, en medio de la madrugada siguieron pescando hasta que por un momento, Yoongi se sintió y pudo ver que estaba completamente solo en medio del desierto.

Miró a su alrededor girándose sobre sus talones y notó que Namjoon ni Hoseok estaban a su lado, también se percató de aquellas estrellas que titilaban siendo reflejadas por el gran espejo en donde se encontraba. Tampoco había rastros de los tintes de amanecer que siempre solían haber o algo por el estilo. Es que quizás, ¿estaba llegando a la demencia con tantas ilusiones? ¿A caso realmente todo lo que estaba viviendo era la realidad o solamente un simple y amargo sueño? Quiso mantenerse en silencio, sin realizar algún tipo de ruido o sonido, solo pudiendo capturar las pequeñas ondas del agua que se realizaban debajo de su bote, mantenía el aire en sus pulmones, guardando su respiración como si su cuerpo supiera que algo podría estar a punto de pasar, tomándolo quizá como algún mecanismo de defensa. Iba a dejar todo en ese momento hasta que recordó lo que había sucedido ese día. Escuchaba aquellas voces atormentándolo, pidiendo ayuda, podía escuchar cómo su amante era arrastrado por lo demás, como si estuviera reviviendo aquellas escenas que tanto le costó sobrellevar, estaba escuchando y presenciando la partida del joven de mejillas regordetas, quien se había ido en "busca de alguien más".

Tenía miedo, ahora sí que lo sentía a flor de piel. El pavor consumía cada célula de su cuerpo mientras este mismo se tensaba. Yacía tiempo que no recordaba ese incidente, esas escenas tan fuertes para su mente y corazón, de esa escena del que nadie hablaba ni se atrevía a hacerlo. Hacía meses que no dirigían alguna palabra sobre aquel suceso misterioso de aquella noche en donde toda la historia del pueblo cambió encasillando a su gente a un círculo vicioso del que nunca podrían escapar, a menos que...

Eran las últimas miradas que se estaban dando antes de ser separados, eran las últimas acciones que cada uno se estaba dando, era lo último que el rubio estaba haciendo antes del extraño desamparado desenlace de su vida. Siendo bloqueado por su alrededor y concentrándose solamente en ellos mismos, no supieron cuando ya todo había acabado, no sabían cuánto tiempo les quedaban ahí mismo por seguir juntos. Entonces en ese instante él y Yoongi, ambos habían deseado lo mismo, habían deseado ir a algún otro lugar lejos de ahí para que así, finalmente nadie más se interpusiera en su camino y así poder estar tranquilos.

Entonces nuevamente volvía a aparecer ese sonido que lo perturbaba siempre cuando iba a visitar al rubio al acantilado. Ese sonido lo había sacado de aquel trance y volviendo a la realidad con sus dos amigos que estaban preocupadísimos por el estado en el que se encontraba su mayor. Tanto como Hoseok y Namjoon decidieron volver lo más rápido posible hacia la costa a la vez que ya amanecía sobre el pequeño pueblo, pues temían por la integridad física y mental de su compañero, estaban tan asustados que no sabían qué más hacer para salvar a Yoongi de ese agujero negro. Se podía notar que el azabache había tenido otra de sus recaídas, tal como las estaba teniendo su pueblo.

Como si de alguna conexión se tratase.

Un círculo vicioso.

Entre su consciente y su subconsciencia no podía dejar de escuchar aquel sonido de ese maldito barco venir hacia ellos y eso era lo que más lo enloquecía y le hacía "perder" el control de su cuerpo y mente. Sus ojos se volvían acuosos y sin querer comenzó a sollozar desconsoladamente al caer en la cruda realidad la cual estaba viviendo. Quizá era cierto, estaba perdiendo la cabeza por un amor que ya había terminado, que incluso ya no existía más a los ojos de los demás y que ya no había vuelta atrás.

Rendirse.

¿Era eso lo que realmente quería?

¿O sencillamente dejarse consumir por la pérdida?

"Cariño mío…

¿Es eso todo lo que siempre fuimos?"

Se dejó pasar un buen tiempo después del extraño colapso del chico de ojos felinos, pues había dejado de trabajar ante la insistente petición de sus amigos —quienes estos incondicionalmente se empezaron a hacer cargo a partir de lo ocurrido en ese momento— por lo que ellos se encontraban en su casa —no pudiendo evitar observar todos esos recuerdos que colgaban en las paredes y todas esas hojas que estaban desparramadas sobre la mesita de café en la que estas eran cartas que nunca fueron enviadas a su destinatario— cuidando de su salud y cuidando de que su estrés no se volviese a elevar de manera brusca.

Con el pasar de los días, a la vez que se iba reponiendo ya pocas veces iba hasta su lugar especial para poder observar el atardecer, pues había llegado el invierno y con toda su fuerza —como siempre— dejaba algunos días aislado el pueblo en donde vivía, en la cual a Yoongi se le imposibilitaba el camino hasta el acantilado debido a la gran cantidad de nieve que caía por el lugar. Pensaba que quizá podría ser obra de la maldición —por muy extraño que pareciese, pero definitivamente no tenía cómo comprobarlo— y tampoco sus amigos lo dejaban salir mucho que digamos, a lo que a veces comenzaba a sentirse prisionero en su propia casa, estaba casi encerrado en ella por el par de payasos que tenía a su alrededor. Al menos estos hacían que su estado de ánimo se conservase dentro del rango normal y estable.

Sin embargo, a veces no podía evitar sentirse cansado ante todo lo que estaba viviendo, a veces solo quería volver a ese lugar especial para poder escuchar ese susurro tan característico de su novio, al menor para saber que aún él y su amor seguían más vivos que nunca y que por ningún motivo iba a desaparecer tan fácilmente, pero cada día que pasaba esa esperanza estaba logrando desaparecer desde lo más profundo de su corazón.

Como decían sus amigos, debía empezar a apagar todo sentimiento, toda llama que estaba dirigido hacia el chico rubio que una vez robó su corazón, pues eso quizá era el causante de que su vida en ese presente fuera una mierda y que se fuera hacia abajo perdiéndose en el abismo del profundo y oscuro océano.

No estaba del todo de acuerdo, pero lo aceptaba. No obstante, una parte de él quería seguir manteniendo esa esperanza, ese amor puro y sano que alguna vez había experimentado.

Cosa que guardaría ese pequeño secreto hacia los demás, ni sus amigos ni nadie debían saberlo y si lo hacían, todo lo que habría alcanzado a realizar se iría por la borda y eso era lo que menos quería, aunque sabía que de plano sus amigos lo estaban haciendo por su bien y no por el de ellos ¿no? Incluso finalmente obligaron a Yoongi a que dejase el trabajo definitivamente para que buscase algo más relajado y llevadero, así evitar que el estrés creciera y también para que no se cansara tanto mental y físicamente. Pues debía regresar a su rutina, debía regresar a como era su vida antes de conocer a su chico de labios voluptuosos.

Todo era por su bien, aunque eso significase solo una cosa;

"olvidarse" completamente de ello.


El invierno ya estaba por terminar en el cual se notaba que algunas florecillas empezaban a nacer de los árboles y plantas que yacían por los alrededores. La vida volvía a instaurarse en el lugar y la gente retomaba su rutina habitual luego de haber pasado una gran tempestad durante el invierno. Todo parecía ser más armónico mientras se comenzaba a vivir la llegada de la eterna primavera, las personas en la región empezaban a sentir el ambiente renovado, el aire cálido que se estaba colando por las calles y senderos, también se podía percibir la energía por la que se iniciaba cada mañana y así también lo sentía Yoongi, ya todo en su alma se podía percibir más ligero que antes con todo lo que le había tocado pasar.

Su nuevo trabajo lo estaba esperando como camarero de un restaurante turístico de la costa y nuevos compañeros con algunas nuevas relaciones lo estaban ansiosos por conocer al nuevo que se estaba integrando a aquel negocio familiar. Pues ya tendría tiempo para visitar el gran precipicio y para conversar por última vez con su preciado amor; Jimin.

Luego de aquella mañana tan ajetreada sirviendo a familias completas, escuchando quejas por una parte y por otro siendo halagado por ser el nuevo integrante de aquella "familia" que se estaba formando entre sus nuevos compañeros y jefe, podía sentirse aún más liviano con todo el peso que seguía cargando en su espalda, pero aún así, a la vez sufría de una pequeña ansiedad y melancolía mientras que se llenaba de temor al saber que este día era el último en el que iría a contemplar su atardecer junto al rubio.

Sin embargo, no quería hacerlo.

No quería terminar con esa tradición.

Pero debía superar todo lo acontecido.

Debía superar el pasado del cual aún estaba aferrado.

Ya terminando su turno y con el corazón en mano decidió dejar el lugar de su trabajo y sin más preparación previa se encaminó hasta el desolado bosque por donde tenía que cruzar hasta llegar al sitio especial. Durante el camino pensaba lo mucho que extrañaría esas vistas panorámicas que le daba el crepúsculo, sobre todo esos días de otoño en donde era una perfecta postal maravillosa ante sus ojos, pero no solamente a él, sino también a su pareja en los días en los que iban para estar tranquilos y disfrutar de la sencillez y lo majestuosa que era la naturaleza ante su juicio. Una presión en el pecho se estaba formando a medida que cruzaba el bosque y llegaba hasta ese lugar tan bonito, en su garganta se formaba un gran nudo en donde le estaba imposibilitando hablar y sus ojos se tornaban más brillosos de lo que debían ser hasta acumular esas gotas saladas. El dolor empezaba a inundar su corazón, ya que era la última vez, la última instancia en donde compartiría con él, en donde también lo venía a recordar como tal. En ese mismo momento, luego de pensar sobre su pasado, sobre Jimin, sobre su tacto, inevitablemente comenzaba a descender el sol por el horizonte infinito del gran océano azul, no podía evadirlo, simplemente no podía detener el tiempo, ni mucho menos retroceder para ver y salvar a su amado.

Pasada la hora, el crepúsculo ya estaba por extinguir esa luz propia, estaba por terminar ese ritual que se había instaurado en él por mucho tiempo atrás hasta la fecha.

Se prometía recordarlo como tal.

Como realmente lo merecía, porque es y siempre será su gran amor del océano.

Un eterno romance.

Sabía que tenía que desligarse de ello lo antes posible, antes de que terminara de consumirlo porque sabía que Jimin y él mismo eran parte de la gran maldición que tanto atormentaba al pueblo cada cierto tiempo y que ninguno de sus habitantes sabía cómo detenerlo. Hasta ese día, en donde con seguridad y con dolor en el corazón, Yoongi rompió ese juramento dejándose caer al mismo abismo que siempre lo había estado esperando, porque ese era su fin y lo sabía desde el principio.

Porque siempre supo que Jimin traía ese tipo de cadenas que lo limitaban a ser libre, por eso mismo Yoongi se enamoró, con todas sus virtudes y defectos, por eso era un amor tan puro e imposible para ambos. Porque sabía que finalmente ambos estarían condenados.

Finalmente rompió aquellas cadenas que lo unían.

"…

ánclate a mí, amor.

Ánclate a mí,

mi amor."

— ¿Yoonie? —Se escuchó una suave voz desde lo lejos, llamando precisamente la atención de su mayor— ¿Por qué lo hiciste?

— ¿Minnie? —Se giró al escuchar aquel apodo en la tierna brisa que golpeaba sutilmente su rostro y revolvía su cabello negro en aquel y último atardecer en la cual se enfrentaba— Porque te amo. —Sus ojos se cerraron respirando por última vez y finalmente sintiendo la belleza de la naturaleza abrazar completamente su cuerpo.


Al tiempo después de la desaparición del joven Min Yoongi, en el pueblo empezaba a instaurarse un tipo de armonía, con ella la paz en donde debían haber estado desde siempre en ese pequeño lugar. Se sabía, sus habitantes sabían que ni Yoongi ni Jimin deberían haber existido en su realidad, que tampoco nunca debieron de haberse conocido, ni haberse enamorado, porque ellos comprendían que ambos eran los causantes de las desgracias que sucedía en ese extraña área.

Se podía notar que al parecer Namjoon y Hoseok, sus amigos, eran los únicos consternados por la repentina ausencia que les había dejado su mayor. Sencillamente no podían creerlo, no cabía en la cabeza sobre todo cuando pensaban que su vida estaba regresando a la normalidad, pero a través de una pequeña carta que había dejado el azabache con plena antelación, ambos entendieron el objetivo de ello y por lo mismo comprendieron que ya no podían seguir siendo amigos, porque habían cumplido su propósito como tal.

Por lo que ambos tomaron la fugaz decisión de abandonar su vida en el pueblo y también de cortar toda relación y contacto que los mantenía atados el uno del otro, así dirigiéndose a diferentes regiones del país para rehacer su vida desde cero, pero ahora sin Yoongi de por medio.

"Chicos, mis compañeros, mis amigos.

Porque obviamente eso y mucho más son para mí. Pues sé que he de haber cometido muchos errores durante el transcurso de nuestra vida compartida y sé que a veces mis palabras y mis acciones les hicieron daño en algún momento. Mas, solo quiero que sepan que siempre estaré agradecido por lo que ustedes hicieron por mí, que de alguna forma estoy en deuda de por vida con ustedes aunque lo nieguen y que de alguna manera tratare de saldar eso.

Agradezco de corazón todos esos momentos maravillosos que me regalaron durante mi estadía en este pequeño y raro pueblo.

Quiero que sepan que siempre les recordaré como ustedes fueron, como personas. Siempre con mucho amor y cariño, pero también quiero que se dejen de atormentar por mi culpa, porque ya todo habrá acabado en esta vida, en la 'cadena' que se mantenían atados. Quiero que comiencen a vivir tranquilos y sin mí, por ende tomé esta decisión. Tíldenme de 'demente', 'enfermo', lo que sea, pero solo lo hice por ustedes y por los demás… y también por Jimin.

Finalmente supe cómo detener todo esto y por esta simple razón me voy feliz de esta realidad. Porque sé y siempre supe que yo era la otra mitad de la condenación en la que todos sufríamos.

Sin dar más detalles, los tendré siempre en mente y corazón.

Posdata: Saben que soy de pocas palabras y soy un asco en esto, pero espero que lo entiendan.

Con cariño;

Su gran amigo, Min Yoongi."


— ¿Papá…? —Caminó con cierta dificultad hacia su padre en donde este yacía leyendo su típico diario matutino usando unos lentes de marco grueso y negro.

El de piel canela dejó su lectura de las noticias del día para dirigir la mirada hacia su pequeño de diez años que ya estaba junto a él. Soltó el diario dejándolo a través del gran escritorio de madera, acto seguido tomó la cintura de su hijo para que se sentara en su falda y así poder hablar mejor con su niño.

— Quiero que me cuentes algo divertido… —Sonrió con inocencia al momento de conectar su mirada con la de su padre— Ya que papi salió, quiero escuchar una historia que venga de ti. —Asintió aún más entusiasmado dejando notar aquellas mejillas regordetas e infladas por acto natural.

Namjoon sonrió y se sacó los lentes preparándose para lo que estaba por relatar.

— ¿Alguna vez has escuchado sobre la leyenda: "Pero fuiste en busca de alguien más"?


N.A:

15/06/2018.

Inspirado en "Anchor" de Novo Amor.

También esta historia se encuentra en wattpad —en donde cuento con dos fanfics más—, si gustan les dejaré el link en por ahí si quieren darle un vistazo.

user/min_vonr

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