fúnebre despedida

nuevas emociones

en un pueblo lejos de Domino, había un orfanato, descuidado por las personas. Los niños se encontraban agobiados por la perdida de sus padres, algunos se encontraban en una situación grave de salud y otros simplemente se apartaban de lo que sucedía a su alrededor. Nadie se ocupaba de ellos, era una suerte que los adoptaran y salgan del lugar sin contraer una enfermedad. Con el tiempo el lugar iba derrumbándose, las flores muriendo, lo único que se conservaba con vida era el amplio césped, donde los niños esperaban todo el día para jugar.

Era una tarde lluviosa en unos de los pueblos de Domino, todo parecía igual, menos en el orfanato, con el descuido de las personas los niños iban empeorando. Mana siempre cuidaba de ellos pero no sabia hasta cuando podía aguantar, la muerte de sus padres era mucha carga, ahora ocuparse de estos niños era un poco agotador, pero le parecía injusto que los niños sufran de tal manera. Aunque intentaba ser fuerte, en los momentos que ya no podía mas iba a su recámara donde la compartía con 7 niños mas, ahí se recostaba en la ventana, hoy era uno de esos días, algunos niños habían muerto a causa de una enfermedad, tal vez no resistía seguir viendo eso. Era penoso ver tal cosa.

Sus ojos se notaban vidriosos, su cabello largo de color café cubría su rostro también escondía su llanto-¿Hasta cuando resistiré?-, era una pregunta que no sabia contestarse a si misma, si bien era difícil superar la muerte de sus padres, intentar superar la de sus amigos era mucho mas complicado. Lo único que quería Mana era parar con la vida rutinaria que seguía, y por un momento sentir felicidad. No pedía mas.

Los pensamientos de Mana fueron interrumpidos por una de las señoritas que administraban en el lugar, aunque ellas también se esforzara no podían hacer mucho con los pocos medicamentos que tenían.

-Mana, por favor ven ayúdame- decía una señorita de unos 20 años, su nombre era Anabel, era hermosa, pero con el tiempo se descuido y las ojeras se notaron en ella, no solo eso si no que también se descuido de su cabello y personalidad.

-ya voy, espérame unos minutos-

-apresúrate, los niños están empeorando-

Mana salio de su recámara lo mas rápido que pudo, antes de ir a la enfermería, que en verdad era una de las habitaciones mas amplias del lugar que habían tomado como enfermería, al ver que los niños iban empeorando cada vez mas, necesitarían un lugar mas amplio así que escogieron ese lugar.

Mana se detuvo en una de las habitaciones a coger las medicinas necesarias para el lugar, iba lo mas rápido que podía, en eso las puertas del lugar, que eran grandes de madera, de la cual las termitas estaban acabando con ella, se abrieron de pronto. Se veía entrar a un joven de 15 años, sus ojos eran violetas con un poco de carmesí algo peculiar que sorprendió a Mana e hizo botar todo lo que tenia en las manos, los niños presente se sorprendieron por la reacción que tomo Mana al ver al joven, no solo le impresiono sus ojos si no también su cabello y su forma de vestir y sus hermosos mechones rubios que caían en su rostro, su cabello era tricolor y superaba la ley de la gravedad, todo eso era algo que no se veía todo los días.

Era muy rebelde, al parecer era uno de los chicos mas buscados en el pueblo, por hurtar y desobedecer las normas implantadas por el alcalde.

-!suéltenme!- decía.

-cálmate, no te haremos daño- decía dos policías que lo habían traído.

-!como odio este lugar!-

Las palabras que había dicho, le habían afectado a Mana, no era el único que odiaba estar aquí, si no también los niños y especialmente yo. Se decía a ella mismo. No podía evitar llorar, así que agacho la cabeza intentando no captar la atención del joven de ojos violetas. Pero ella ya había captado toda la atención del joven.

-!quédate aquí!, y no hagas nada- dijeron los dos policías mirándolo serio.

Mientras los policías iban hablar con la administradora.

El chico veía a Mana y ella lo percibía, Mana se agacho a recoger las cosas que tiro por la impresión del joven, estaba viendo si todo estaba completo, pero falta algo importante, que eran los vendajes. Vio que el joven estaba parado en frente de ella, y se sintió intimidada, sus mejillas se notaron rojizos y su mirada se enfoco en lo que el tricolor tenia en sus manos.

-creo que esto te pertenece- dijo el de cabello tricolor, agachándose y dándole en la mano.

-este....Gracias- pronuncio tartamudeando de lo tan cerca que se encontraban los dos.

-¿como te llamas?- pregunto con una sonrisa el tricolor.

-mi nombre...Pues me llamo Mana y ¿tu?-

-mi nombre es Yami Atemu-

-que nombre mas interesante- dijo Mana sonriéndole.

-¿como has aguantado estar en este terrible lugar?, un poco mas y todo esto se desmorona-

-lo se, solo estoy por estos niños, pocos son los que se ocupan de ellos, y ellos necesitan la mayor atención posible-

-eso es admirable-

-¿gracias?- lo dijo dudando, no sabia si era una burla o simplemente era admirable.

-mmm... Creo que me tengo que ir, los dos de aya no me dejan en paz, un gusto conocerte Mana, pronto nos veremos-

Mana se quedo viéndolo hasta que no había rastro de el, se levanto y no podía evitar pensar en el, un poco mas y sentía que su corazón se paralizaría. Sintió que la jalaban del brazo y no era nada mas que su mejor amigo Adrián.

Adrián había vivido toda su vida en el orfanato, desde que nació, fue dejado en las escaleras del orfanato con una nota y un peluche a su lado. Nunca se había despegado de aquel y único regalo que le había dado su madre, que era el peluche, lo llevaba a donde fuera y no podía dejarlo. El era una de las primeras personas que conoció Mana el primer día que llego al orfanato, el le brindo su amistad y apoyo siempre, se volvieron los dos inseparables.

-!Adrián!, ¿que haces fuera de la enfermería?, deberías estar con los demás ayudándolos-

-es que, todos quieren que vengas con nosotros, por favor- decía Adrián rogándole.

-ustedes no cambian ¿no verdad?- Mana sonreía al ver como Adrián le rogaba.

-vamos-

Mana estaba dentro de la habitación curando y vendando las heridas que algunos niños se hacían por jugar en el amplio césped. A la hora de jugar todos se divertían, en el otoño recogían las ojos caídas y con ellas hacían dibujos, primero cogían las hojas de los arboles, le ponían goma y la pegaban en papel formando dibujos de cualquier forma y con los diferentes tipos y colores de hojas.

Pero para esta época solo habían lluvias, y no era precisamente lo mejor estación del año, cada vez que había cambio de clima los niños contraían diversas enfermedades y con las fuertes lluvias, cuando cesaban quedaban charcos, y la tierra era resbalosa así que habían varios heridos.

Pero Mana siempre ayudaba en esos momentos.

-no te muevas te va a doler un poco, es alcohol- le decía a unas de sus amigas, se llamaba María.

-!auh!, duele mucho-

-calma, ya pasara María-

Mana soplaba en la herida para que no sintiese el ardor del alcohol.

-ya esta-

-en serio, ¿Eso fue todo?-

-si-

-eres genial, gracias Mana-

-ve, anda a divertirte con los demás-

-si, eso haré-

Yami entro con una herida en el brazo, tal vez causada por los policías, la verdad era algo que no quería preguntarle simplemente tenia que curarlo.

-Creo que me han mentido, dijeron que la enfermera era muy hermosa- dijo Yami a Mana.

Esto hizo que se ruborizara y se quedara atónita.

-pero... es mas que hermosa- finalizo Yami. Esto daba a notar que le había gustado ver a Mana como enfermera.

-¿en serio?- dijo Mana.

-Pues no soy la única que es hermosa aquí- le mando una indirecta, aunque el no respondió.

Mana tomo el alcohol y comenzó a sanar la herida, que estaba un poco profunda, soplaba para que no sintiera el ardor y Yami quedaba impregnado con la escena que veía, sus hermosos ojos violetas con carmesí solo veían a una persona en particular y su interés era en ella, en nadie mas.

Una vez vendando la heria, comenzó a observar de cerca a Mana, fue acercándose a ella, la tomo por la cintura y acaricio sus mejillas, sus ojos se encontraron, quedo impacto sus ojos demostraban pureza e ingenuidad, Mana no sabia lo que hacia Yami, pero prefirió seguirle el juego.

-tienes unos hermosos ojos...- menciono Yami.

-gracias...- dijo Mana con ingenuidad, arqueando una ceja, pero los únicos ojos hermosos que veía eran los de el.

No había duda de que se estaba enamorando, su corazón palpitaba cada vez que lo sentía cerca, y no solo eso, en su mente no podía sacarlo, sus pensamientos se tornaron a el, y el simple echo de verlo la sonrojaba.

Yami se retiro del lugar, Mana no pregunto a donde iba solo quedo enloquecida en verlo, como si estuviera en un estado de !shock!.

Ya había llegado la noche, era como cualquier otra noche lluvioso, pero esta vez sus pensamientos estaban en ese chico...Sus ojos...Que reflejaban seriedad, su mirada, solamente su mirada la mataba, sentir su cuerpo la hacia explotar de la felicidad. -¿Que eran esos nuevos sentimientos?- lo que mas temía se estaba haciendo realidad, unos días atrás solo deseaba irse de aquel lugar, pero ahora solo quería estar cerca de el.

Sintió que la llamaban, cortando el hilo de sus pensamientos.

-Mana, quiero decirte algo-

-dime Anabel, ¿algo malo a pasado?-

-no, es eso, sino que...- suspiro.

-esta tarde vinieron dos señores con el afán de adoptarte, le encanto la actitud que tienes en ayudar a los niños-

-¿adoptarme?¿a mi?-

-si, Mana se que es algo confuso, es una decisión que tu debes tomar-

-justamente....ahora-

-se que es un poco difícil, y aquí todos te queremos, solo esperaremos tu respuesta-

Se retiro del lugar sin tener nada mas que decir, y dejo en la duda a Mana, ¿Justamente ahora?, cuando conocí al chico mas lindo, cuando siento que mi corazón....vuelve a querer.

Se quedo pensando varias horas, hasta que el sueño le gano, antes de cerrar sus ojos vio Adrián que dormía apacible alado de ella, cerraba sus ojos lentamente y se preguntaba ¿que pasara con ellos?

Cuando se levanto vio alado de ella una rosa, era color roja, tenia algunas que otras espinas, al parecer eran muy pequeñas que no alcanzo a percibirlas. ¿Quien me habrá dejado esta rosa?, acaso fue Adrián, lo dudo sigue alado mio durmiendo. Anteriormente no había recibido ninguna rosa, me pregunto si sera de....Sintió que una de las espinas se introdujo en el dedo índice de ella.

Salio rápido para desinfectar la pequeña herida causada por la rosa, hasta que se tropezó con el...

-¿te ha gustado mi rosa?- pregunto Yami a Mana.

-acaso...Fuiste tu-

-si- contesto Yami, sonriéndole.

-me ha gustado, pero que lo detiene estar en este lugar, bien tu pudieras haber ido ayer-

-¿acaso me estas botando?-

-no...No es eso, es solo que...-

-solo, me quede por ti, para conocerte, para llegar a ser tu amigo-

Esto hizo que Mana abriera sus ojos, en impresión a lo que le había dicho, se quedo fijamente observando sus ojos, y un leve sonrojo se dio a conocer en ella.

Mana se fue rápido recordó que la herida no estaba curada, lo dejo con las palabras a Yami, no quiso contestarle, ahora solo lo quería tratar con indiferencia. Así no iba a ver nada entre los dos.

Ahora si estaba realmente confundida, Yami no tenia la culpa de haber venido justamente cuando ella deseaba irse, y ahora que tenia la oportunidad el apareció, no sabia si debía irse, lo único que sabia era que se había enamorado ¿Era un amor a primera vista?


Sayori sakura: reedite el primer capitulo, se que estaba el otro con horrores ortográficos, no se le puede decir errores (U__U)

La verdad me disculpo por eso, además la síntesis estaba espantosa y sinceramente ya quería reeditarlo, haber si ahora les gusta un poco.

n.n bueno sayonara, y dejen review.