Tensión Sexual


FMA no es mío.


Winry observo, abrumada, una pieza de automail especialmente complicada. La noche anterior se había desplomado sobre la cama exhausta dejando todo su trabajo en el taller. Se arrepentía profundamente de en su cansancio de no haber arreglado un poco el desastre que era su taller. Suspiró con molestia. No lograba recordar donde había colocado las tuercas específicas para dicho automail. Era, desde su punto de vista como mecánica, toda una obra de arte.

Y era para Edward.

La muchacha se irguió sobre su silla, controlando los planos que estaba extendidos sobre el escritorio personal, y la pierna metálica. Ya había ajustado el tamaño, grosor y peso del metal, las conexiones nerviosas ya estaban listas para ser conectadas y, claro, había acelerado la capacidad de reacción. Esa maravilla era el producto de casi dos meses y medio de trabajo. Estaba metida en su cabeza la idea de hacer un automail mejor. Y bueno, Edward era su conejillo de indias en ese aspecto, mentía. La verdad era que sólo quería que él estuviera tan cerca como pudiera mediar ella de un miembro perfecto.

Entonces, en un arrebato memorial, recordó dónde había dejado las tuercas finales para acabar el ensamblado. Buscó, pues, entre las cajas agolpadas en una repisa. Allí las encontró, con un gritito de felicidad. Luego se sentó frente al automail y procedió con los últimos detalles. Era su creación más hermosa, más perfecta, y ella estaba plenamente orgullosa. Su abuela la había felicitado, dichosa por la creación de su nieta.

—¡Ed!¡El automail está listo!— Canturreó ella, tomando cuidadosamente dicha pieza.

Edward apareció en su campo visual cuando ella ya se encaminaba hacia la habitación común donde realizaban las conexiones. La peor parte era esa, cuando ella observaba el rostro de dolor del Elric cuando ella conectaba las terminaciones nerviosas. Edward no hacía mucho escándalo sobre el tema. La única vez que ella le preguntó por el tema, el joven le había respondido que era un pequeño precio a pagar por poder erguirse sobre sus pies.

Ella pensaba que en verdad, todo eso con el tiempo se había vuelto una rutina. Pero no era así, cada vez que Ed miraba su automail veía un poco de su pasado y sus errores. Y a ella, había murmurado una vez.

—Parece resistente. — Admiró él.

—Lo es, aunque espero que no lo destruyas — Le advirtió, tomando su lugar.

Entonces Edward se sentó en la cama que siempre usaban para eso. Normalmente Pinako daba vueltas alrededor de ellos, controlando el proceso, pero la anciana estaba haciendo una visita a domicilio de emergencia y confiaba en su nieta más que suficiente para un trabajo "relativamente simple".

—Tú no lloras, ni gimoteas… ni siquiera sollozas. — Marcó ella el hecho.

—Llore un poco la primera vez. — Admitió él, avergonzado. — Pero ustedes no me vieron.

Winry procuró no observar a Edward alargando la revisión última y minuciosa del nuevo automail que conectaría. No quería incomodar más al joven, observándolo en una confesión íntima como esa.

Mientras ella revisaba concienzudamente su creación Edward no pudo evitar dejar sus ojos vagar por el cuerpo de su mecánico. Se preguntó si todos sus clientes tendrían la misma perspectiva, tan voluptuosa, como él mismo. Y luego se molesto por su conducta, apenado.

¿Qué hacía él mirándola de esa forma tan sucia? Bien, ella andaba por la vida con un top negro que no hacía otra cosa que marcar sus pechos de forma más que innecesaria, pero tampoco tendría que abusar de la vista. ¡Y qué vista!

Entonces una cosa llevo a la otra. Y sus ojos se concentraron en sus pechos, el movimiento sensual de los mismos cuando ella levantaba sus brazos, la estrecha cintura y la respiración. Edward sintió su sangre fluir a un ritmo veloz. Winry le dio la espalda y se inclinó para tomar una de sus herramientas de la mesa. Edward, cocinado en su propia testosterona, trago en seco cuando el trasero de Winry entró en el juego.

El apartó la cara, caliente, y reconoció los primeros síntomas de algo sumamente vergonzoso. Pero ella ignoraba el enorme esfuerzo que él estaba haciendo para no mirarla, fallando en el intento. Maldijo que su novia fuera tan… curvilínea. Sí, eso.

Entonces Winry se volvió hacia él sonriente y levanto la botamanga del pantalón dejando ver el tobillo mecánico, observando un par de detalles y comparándolos con los de la pieza nueva. Edward, como hombre indiscutido que era, deslizo su visión ante el generoso escote de ella. Podía ver su ropa interior, su sostén, de color blanco grisáceo. ¡Que alguien lo matara!

—Ed, desvístete. — Le ordeno y ante la curiosa mirada de Winry, Edward dio un respingo, girándose en la cama de modo que le daba la espalda.

—Dame un minuto. — Pidió.

—¿Ah?

— Hidrógeno, helio, litio, berilio, boro, carbono, nitrógeno…— Murmuraba él, enumerando los elementos químicos en base a sus números atómicos.

"No pienses en sus pechos, no pienses en sus pechos, por más generosos, redondos y bonitos que sean. No pienses en su trasero, no lo hagas, no importa cuán paradito esté. Ni hablar de sus piernas, aleja tus pensamientos de ellas… aunque sean firmes y totalmente hermosas… ¡Mierda! … De nuevo, Hidrogeno, Helio, Litio…"

Winry observo, patidifusa, como él sacudía su cabeza, y empezaba una y otra vez un listado que no parecía poder acabar. ¿Por qué no podía tener un novio normal? ¡No, a ella tenía que gustarle el fanático de la alquimia!

La muchacha esperó, pacientemente, cuatro minutos antes de comenzar a perder su de por sí escasa paciencia. Ella tenía montones de cosas para hacer. Muchísimas. Lavar los pisos, cocinar la cena, planchar la ropa, terminar unos planos, hacer las compras…

—¡Edward, maldición, quítate la ropa! — Winry no reparó en lo parecido que sonaba a una violadora en potencia. —¡Vamos, pantalones fuera!

Y mientras gritaba, atravesó la cama de un salto y de un tirón desprendió el cinturón que Edward usaba y bajó la cremallera de sus pantalones. Edward se apartó como si el tacto de ella le quemara. Winry estaba demasiado enojada con él, sobre todo por ignorarla ese rato y hacerla esperar sabiendo de su temperamento impaciente, como para darse cuenta de lo que estaba ocurriendo con él. Hasta que logró tirarlo de un empujón a la cama, como toda una violadora, y arrancarle los pantalones.

"¡Oh!" Pensó, con los colores subiéndosele a la cara.

Eso no podía estar pasando.

—Yo… Win…— Balbuceo él, avergonzado como nunca en toda su vida.

Ella negó con la cabeza, incluso más apenada que él.

—Lo… lo siento— Dijo, dándose cuenta de que ella era el problema allí. — Lo dejemos para mañana… cuando esté la abuela.

Más bien, era su ropa, o la falta de la misma.

Y luego ella huyó, dejando a Edward Elric con un problema del cual ocuparse entre sus piernas.

Ese fue el primer encuentro de tensión sexual pleno entre ellos, donde ambos tomaron real conciencia de qué estaba pasando allí. Y Winry comenzó a usar el overol como debía, cubriéndola, a partir de ese día.


Tenía esté fic escrito hace como dos meses, o algo así, y había perdido el pendrive donde estaba. Son sólo cuatro capítulos y un epílogo. Mientras me mudaba apareció de la nada mi pequeño pendrive negro que yo daba por perdido para siempre. Y por eso esto esta acá. Hay otros pocos fics dentro de la memoria, pero no los acabé y esté necesita algo de trabajo pero estoy en eso.

Ojalá les guste.

Este fic lo hice como… digamos, los pasos y encuentros de Edward y Winry, porque ninguno de los dos es demasiado de lo físico. Además, Edward es como… tímido. Este fic está ambientado luego del final del manga o del Brotherhood. Para explicarlo, hay dos capítulos, esté y uno más, ambientado en los dos años que compartieron Ed y Al con los Rockbell antes de ir a sus viajes. Los otros dos son luego de la propuesta de matrimonio, ya regresando del sus viajes. Y el epilogo es como un cierre.

Un beso.