Prologo
Lyra caminaba aferrada fuertemente a la mano de su madre que tiraba de ella evitando que el montón de personas en la estación empujara o golpeara a su pequeña hija.
¿Por qué los muggles nunca se fijan por donde caminan? - Cassiopeia Bennett se giró hacia su marido que caminaba tras ellas empujando el carrito con las pertenencias de la niña y su mascota, se detuvo justo entre los andenes nueve y diez - Vamos Ethan, es por aquí.
Lyra miró a su padre que caminaba lo más rápido que podía siguiendo los pasos de su esposa hasta alcanzarlas justo frente al muro. Se agacho a la altura de su hija y le dio un apretón en el hombro.
¿Estas lista mariposa? - preguntó usando el cariñoso sobrenombre de su pequeña. Lyra asintió sujetando aún más fuerte la mano de su madre. – Ustedes primero, no hay problema yo las seguiré de cerca.
Cuando atravesaron al andén nueve y tres cuartos Lyra casi se queda sin aliento, el expreso de Hogwarts se encontraba frente a ellas echando vapor tal cual lo había imaginado, pero era más magnifico de lo que su madre le había dicho. Su padre llego tras ellas con expresión de asombro, él era lo que su madre llamaba muggle, una persona sin magia y aun conociendo a su esposa bruja hace más de 20 años aún se sorprendía con cada acto mágico que veía.
Ella había heredado la misma peculiaridad de su madre; la magia. Desde pequeña sabía que podía hacer cosas extrañas y divertidas; mover objetos, hacerlos cambiar de color, hacer crecer flores, su madre siempre le dijo que ella era especial, pero hasta los once años Lyra pensaba que solo ella y su madre eran así, y es que Cassiopeia nunca le mencionó el mundo mágico, que había un ministerio, colegios y pueblos enteros de brujas y magos, y es por eso que esta tan nerviosa y ansiosa ahora, todo eso era tan nuevo, tan diferente y estaría sola, sin sus padres y sin Steve y Clem, sus únicos amigos de su vieja escuela a los que ni siquiera pudo explicar porque no volvería ese año.
Lejos de alegrarse por la noticia de estudiar magia Lyra se enfadó con sus padres como nunca se había enfadado antes, aunque el enfado solo duró hasta unas semanas más tarde cuando los tres visitaron el Callejón Diagon, un lugar lleno de tiendas exclusivamente mágicas. Se sorprendió tanto de las inmensas posibilidades de ese nuevo mundo que quiso visitar todas y cada una de las tiendas y como su padre solía complacerla en todo así lo hicieron.
Compró tanto como sus padres le permitieron; ingredientes y accesorios para pociones (una de las mejores asignaturas de su madre, como ella misma le había dicho), su primera varita (Aliso, 23 cm, inflexible, fibra de corazón de dragón) con la que haría encantamientos, Cleo su lechuza parda que se encargaría de llevarle su correo, todos los libros de su lista y uno que otro extra, sus nuevas túnicas que debía usar en el colegio, plumas, pergaminos, tinta y terminaron su día con un sabroso helado.
Ese día las ganas de ir a Hogwarts por fin llegaron, pasó el resto de su vacaciones leyendo la historia de Hogwarts e interrogando a su madre acerca del colegio; esta le contó a regañadientes lo más que sus recuerdos pudieron encontrar; el castillo, la selección y las casas en que se dividían a los alumnos (ella había sido una Slytherin, aunque no se veía muy contenta al recordarlo y sugirió a Lyra a esperar la elección del sombreo y rogar no ir a Slytherin) las clases, le dio consejos sobre los estudios y sobre cómo no perderse. Tener un poco más de información no había reducido ni un poco los nerviosos de la pequeña bruja, y ahora ya había llegado el día en que debía marcharse a enfrentar algo desconocido, y tenía miedo de fallar.
Su madre había soltado su mano dejándola con su padre en medio de todos esos magos y brujas mientras se perdía entre la multitud, Lyra se sujetó de la jaula que contenía a Cleo y esta le dio unos suaves mordiscos en señal de cariño.
Pequeña – la voz de su padre llamó su atención, aun sujetaba el carrito y miraba a su hija con adoración, se acercó a ella y la abrazó– Se que estas nerviosa de ir a ese lugar, ojalá pudiera acompañarte tesoro, pero este es un paso que debes dar tu sola. Sé que tu madre cometió un error en tomarte por sorpresa con esto, pero tiene sus razones y las sabrás algún día, cuando ella este lista para contarte.
Lyra se intrigó con aquello, tal vez esas mismas razones sean por qué su madre actuaba tan huraña con todo eso del mundo mágico. Su padre no esperó respuestas.
Solo quiero que seas feliz y que aprendas a hacer cosas extraordinarias, sé que será una bruja grandiosa y harás excelentes amigos, solo debes ser tu misma, se la de siempre ¿sí?
Claro papá – Lyra abrazo nuevamente a su padre, agradeciéndole en silencio, el miedo se había calmado un poco.
Ethan, Lyra- vio a su madre llamándolos desde lejos con una sonrisa en el rostro- vengan, quiero presentarles a alguien.
Caminaron juntos hasta donde su madre se encontraba junto a dos adultos, que vestían con túnicas muy elegantes y un niño que aparentaba la misma edad de ella.
Vamos Lyra, ya casi es hora, déjame presentarte- su madre le volvió a sujetar la mano y ella le devolvió un apretón- Estos son Adrian y Serafina Cornfoot y su hijo Stephen. Ellos son mi hija Lyra y mi esposo Ethan Bennet.
Encantada de conocerlos- dijo la señora Cornfoot y se fijó en ella- Eres muy guapa, te pareces mucho a tu madre cuando tenía tu edad, una pequeña princesa de porcelana.
Su madre y ella rieron con ganas, como si compartieran un viejo chiste que solo ellas entendían.
Serafina y yo fuimos compañeras de casa durante nuestros años en Hogwarts- explicó Cassiopeia, el timbre que avisaba la salida del tren sonó escandalosamente por sobre su voz- Bueno, creo que es hora de irse, Ethan sube su baúl acá junto al de Stephen, será mejor que lleves a Cleo contigo y también lleva tu mochila cariño, lleva tu monedero, una bruja pasa con un carrito vendiendo chucherías, recuerda…
No comprar las grajeas, porque pueden ser asquerosas, no comprar muchas ranas de chocolate porque me daña la piel, tranquila mamá, lo recuerdo todo- Lyra le sonrió y abrazo a su madre
Estarás bien cariño, sé que serás una bruja excepcional, recuerda escribirnos, cualquier cosa que necesites, solo debes enviar a Cleo, te escribiré todas la semanas y esperare tu respuesta, se buena con tus profesores, pon atención en tus clases, has los deberes…-
Cassi, la estas agobiando- Ethan volvió junto a ellas, luego de acomodar el baúl- solo debes seguir siendo la niña responsable que eres y todo estará bien Lyra, solo procura disfrutar…
No te metas en problemas, cumple las normas- su madre volvió a abrazarla fuertemente- y ten mucho cuidado, sobre todo con los de Slytherin.
Cassiopeia, son solo niños, estará bien- la tranquilizo su esposo. Lyra no estaba segura de porque debería tener cuidado, aun así, le aseguro a su madre que tendría cuidado, los abrazo a ambos por última vez y se despidió amablemente de los señores Cornfoot que también despedían a su hijo. Subió al tren unos minutos antes que este se pusiera en marcha, camino por el pasillo pasando por compartimentos llenos de niños y adolescentes que hablaban animadamente entre ellos, algunos jugaban con pequeñas pelotas encantadas o con unas especies de cartas mágicas.
Cuando había pasado el primer vagón una mano la sujeto por la manga; era el hijo de los Cornfoot, Stephen.
Eres Lyra ¿verdad? - la chica asintió- bueno, pues prefiero presentarme formalmente, no es que no me haya gustado la presentación de tu madre, pero bueno, así es más confidencial. Soy Stephen Cornfoot.
Sonrió y estiro la mano en señal de presentación, Lyra lo miró un momento analizando sus intenciones, el niño tenía el pelo castaño oscuro lleno de rizos rebeldes y hermosos ojos azules, se parecía mucho a su padre, aun que mientras su padre iba muy elegante, el llevaba unos pantalones sencillos, un jersey gris y zapatillas gastadas, le gustaba su estilo y parecía un chico bastante simpático, así que le sonrió de vuelta y le estrechó la mano que estiraba
Soy Lyra Bennet, el gusto es mío- Sacudieron las manos un par de veces hasta que finalmente los graznidos de Cleo llamaron su atención.
¿Te importan si busco lugar contigo? – Lyra se fijó que el también llevaba su mochila y una jaula con su lechuza, negó y le indico que la siguiera.
Avanzaron un par de compartimentos, hasta encontrar uno donde solo había un chico, leyendo un libro, Stephan le indico con la cabeza que entraran;
Disculpa- el chico del compartimento levanto la vista y se fijó en ellos- ¿te importa si nos sentamos? No hemos encontrado otro lugar.
Solo recibieron un leve gesto con la cabeza de parte del chico, supusieron que podían entrar y acomodaron ambas jaulas en el portaequipaje, parecía que las lechuzas habían empezado una conversación amistosa entre ellas, se sentaron dejando el lugar junto al chico lector vacío, el otra vez se había sumergido en su libro y no les prestaba atención, ni siquiera se había presentado.
No habían pasado ni medio minuto cuando una niña de pelo castaño liso con unas gruesas gafas ópticas los interrumpió preguntando si podía sentarse con ellos. Lyra y Stephan miraron al que había ocupado el lugar primero pero esta vez, el ni los miró, así que dejaron que la niña nueva se sentara con ellos.
Soy Lisa, Lisa Turpin, este es mi primer año, y ¿ustedes? –
También, yo soy Stephen Cornfoot y esta rubia, es Lyra Bennet- Lisa miró sonriente al cuarto ocupante, pero este fingió no haberla escuchado, Lyra se encogió de hombros y comenzaron a charlar como cualquier trio de niños de once años, hablaron de Hogwarts, de sus familias y de su emoción por el nuevo curso, rápidamente Lyra se dio cuenta que estaba haciendo sus primeros amigos.
Yo aspiro a ser un Ravenclaw, como mi padre- les contaba Stephen- mi madre fue a Slytherin, pero ella misma dice que es la peor casa del colegio y espera que no acabe allí.
Bueno, pues yo soy la primera de mi familia en venir aquí, así que no se en que casa iré- comento Lisa.
Bueno; tienes tres buenas opciones: Ravenclaw, Gryffindor y Hufflepuff- Stephan enumero las casa con sus dedos.
¿Importara en esa selección que mis padres no sean magos? - preguntó Lisa con preocupación.
Claro que no, bueno, a decir verdad, no creo que quieras ir con las serpientes siendo hija de muggles, para ellos la pureza de sangre es lo primordial.
¿pureza de sangre? – Lyra conocía solo un poco más que Lisa acerca del mundo mágico, así que aprovecho de interrogar a Stephen.
Que no tengas sangre muggles en las venas, es una estupidez, o eso dicen mis padres, en estos tiempos es casi imposible tener la sangre pura, aunque mi familia al parecer es completamente pura- Stephan se encogió de hombros.
Pues, supongo que yo tampoco soy sangre pura- dijo Lyra que había notado la cara de preocupación de Lisa al pensar que no era pura - mi madre es una bruja y mi padre no, no sé a qué casa iré, pero tampoco espero quedar en Slytherin aun que fue la casa de mi madre.
Una risa débil pero fácilmente audible los interrumpió, el chico lector se estaba tapando la boca con el libro mientras reía.
¿Qué te parece tan chistoso? - lo retó Stephen.
Nada, es que de verdad ustedes son patéticos- volvió a reír, intentando taparse con el libro.
¿disculpa? ¿Por qué dices eso? – Lyra se sorprendió por su tono enfadado, ella no era un ángel, pero pocas veces lograban alterarla.
Ninguno de ustedes ira a Slytherin, así que supongo que pueden disfrutar el resto del viaje tranquilos-
¿Cómo estas tan seguro? – Lisa parecía más preocupada que enfadad.
Porque tu- dijo señalándola- eres impura, como bien dijo tu amigo, los de tu clase no van a la casa de Salazar, tu tampoco encajas al ser mitad, y tu Cornfoot eres un traidor a la sangre, toda tu familia lo es y tu padre es bien conocido por ser un fracaso de auror.
Lyra no tenía idea que era ser un auror, pero obviamente ese niño tonto los estaba ofendiendo, Stephen hizo ademan de levantarse (seguro que para golpearlo ya que tenía el puño cerrado) pero Lyra lo sujeto fuertemente del brazo para que no cometiera una estupidez.
Supongo que tu si encajas perfectamente en Slytherin ¿no? – pregunto Lyra mirándolo enfadada con sus ojos oscuros
Claro que si – le respondió el chico otra vez sin mirarla.
La puerta del compartimento se abrió bruscamente y un niño rubio y pálido se asomó, mirándolos a todos con curiosidad.
¡Nott! ¿Qué haces aquí? Te he estado buscando todo el rato, no adivinaras quien está en el tren- la sonrisa malévola del rubio se amplifico cuando reparo en ellos - ¿y estos quiénes son?
Nadie importante de seguro- le respondió parándose y saliendo del compartimento. El rubio les dedico una sonrisa malvada otra vez y lo siguió.
Esa es la gran razón de porque no ir a Slytherin, los aspirantes a Slytherins – les dijo Stephen – Debiste haberme dejado golpearlo Lyra.
La rubia lo soltó.
Supongo que lo mejor es solo ignorarlos- volvió a sentirse insegura- de verdad espero no quedar en la misma casa con alguien tan maleducado.
Tranquilas, el sombrero considera también lo que quieres- Stephan intento reconfortarlas- miren, ahí viene el carrito, Lisa seguro no has probado todos los dulces mágicos- ante la negativa de la castaña el niño rebusco entre sus bolsillos – vamos, comamos un poco de todo.
Lyra se olvidó de sus nervios el resto del camino, Stephen se dedicó a responder todas su preguntas, aunque si se trataba de la historia de Hogwarts Lyra sabia aún más que él, Lisa se dedicó a comentarle a Stephen todos sus costumbre muggles, intento en vano explicarle sobre football y sobre el metro de Londres.
El trayecto del tren se les hizo efímero y juntos se embarcaron por sobre el lago hasta ver por primera vez el castillo. Ninguna palabra leída le hacía justicia a la realidad, era como de un sueño. La boca abierta de Lisa la hizo imaginar que ella creía lo mismo.
La selección comenzó y Lyra descubrió rápidamente que Stephen no había mentido, el sombrero dudo al menos dos minutos a que casa enviarla, y al final se debatía entre Slytherins y Ravenclaw, mientras la bruja suplicaba no a Slytherin, y decidió nadar a la chica a la mesa de los estudiosos donde fue recibida con aplausos y sonrisas. Rápidamente Stephen ocupo el lugar al lado de ella, luego un chico que se presentó como Kevin Entwhistle se sentó con ellos y finalmente Lisa llego a ocupar el otro lado de Lyra.
Comió mientras escuchaba las historias de los chicos mayores, sus consejos, sus anécdotas sobre las clases y sus ofrecimientos para inducirlos en las materias. Estaba ansiosa y nerviosa de que comenzaran las clases, se sentía en desventaja con sus otros compañeros que crecieron rodeados de magia, más aun cuando se enteró de la competencia de las casas, se prometió realizar de inmediato un calendario de estudio para ella y para los chicos.
Esa noche se durmió solo después de asegurarse que cada detalle de su uniforme estuviera impecable y que cada libro, pergamino y pluma estuviera dentro de su mochila, mañana comenzaría definitivamente un mundo entero por aprender y Lyra estaba más que preparada.
