Déjame cuidar de ti.
Parte uno: Doctora y paciente.
Una lucha sangrienta. Ese era el mejor término para definir a lo que Hitsugaya Toshiro se estaba enfrentando en ese momento.
Después de sentir el reiatsu de Yhwach desaparecer, empezaron los disturbios en la Sociedad de Almas al creer que ya no tenían más la presencia del Rey Espiritual. Aizen de alguna manera se liberó y liberó a todos los prisioneros del Nido de Gusanos, desde los más débiles hasta los más fuertes.
La historia de cómo pasó todo era de hecho muy larga, pero el actual capitán del décimo escuadrón había terminado peleando contra un enemigo muy letal, cuya sola presencia debilitaba la comunicación entre shinigamis con sus zanpakutos y al ser cortado por su espada la victima afectada se volvía también un debilitador para las zanpakutos de sus compañeros. Hitsugaya había sido cortado por este molesto enemigo, así que decidió abrir un senkaimon y llevar la batalla al mundo humano para no perjudicar a sus compañeros que estaban librando sus propias batallas pese a que él lentamente sentía a Hyorinmaru cada vez más y más distante.
Su batalla con este molesto villano se estaba alargando demasiado, tanto, que el último de los pétalos que medían su tiempo se erosionó y de inmediato una niebla estallo en el cielo que era donde se libraba la batalla, y al segundo siguiente el albino emergió en su forma adulta, concentrando todo su poder en un solo ataque para matar rápidamente a su enemigo pues apenas podía sentir a su zanpakuto y sabía que no le quedaba mucho tiempo antes de que el vínculo se debilitara tanto que ya no sería capaz de usar ni shikai ni bankai.
Afortunadamente, su poder en su forma adulta fue demasiado para su mortal enemigo, que murió al instante congelado en hielo, pero riendo al sentir como su vínculo con su zanpakuto se desvanecía y todos los cortes que le había hecho, diciéndole entre carcajadas que moriría aquí porque mientras sus heridas no sanaran él no dejaría de hacer que las zanpakutos de los demás se erosionaran, y por lo tanto ningún shinigami debía acercarse a él o perdería su zanpakuto, y como ningún shinigami podía acercarse a él eso significaba que nadie podría sanarlo. Iba a morir allí.
Una vez el criminal fugado del Nido de Gusanos finalmente cayó muerto, Toshiro cayó también, demasiado mal herido. Sus alas de hielo ayudaron un poco a frenar la caída destruyéndose en mil fragmentos al instante, pero a pesar de no morir de inmediato, sí que sintió varios huesos romperse, colaborando más a sus pensamientos de que pronto moriría.
Su visión comenzó a desdibujarse en los bordes, casi no era consciente de nada más que el dolor mientras pensamientos de disculpa hacia las personas que amaba inundaban su mente. Matsumoto, Hinamori, su abuela, su escuadrón, iba a abandonarlos a todos.
Oyó pasos acercarse a él pero su vista estaba demasiado nublada y oscurecida para distinguir quién era. Lo último que vio fue un aleteo de algo blanco que le dio la impresión de ser alas. ¿Acaso los ángeles existían y eran los encargados de llevarse a los shinigamis cuando estos morían? Era un pensamiento demasiado optimista para alguien como él, pero estando al borde de la muerte, le gustó la idea de creerlo.
Cuando despertó, primero se sorprendió de no estar muerto, el dolor de sus lesiones y el sudor en su cuerpo era una prueba más que suficiente para saber que estaba muy vivo. Una vez pasada la sorpresa, abrió los ojos con dificultad, a su vista le costó terminar de adaptarse a la iluminación aun cuando una lámpara era todo lo que iluminaba la habitación donde se encontraba.
Estaba postrado en una cama, vendado profesionalmente en los lugares necesarios, desnudo de la cintura para arriba, aun en su forma adulta y con una pálida mujer pelinegra de ojos grises vestida con ropa humana y una bata blanca mirándolo sentada junto a él.
-No trates de levantarte.- dijo la mujer. –Apenas logré salvar tu vida, no empeores la situación reabriendo tus heridas nuevamente.- suspiró con fastidio. –Aun así, no estaba segura de sí despertarías aunque logre volver a hacer latir tu corazón. Me alegró de que estés vivo, shinigami.- pese a sus palabras, su rostro no reflejaba alegría alguna. Debajo de sus ojos tenía profundas y notorias ojeras.
-¿Dónde…?...- no lograba hablar bien, sentía su boca muy seca.
-Estás en la ciudad de Tokio, en mi departamento en el centro de la ciudad, para ser más exactos. No podía llevarte a un hospital de verdad puesto que nadie podría haberte visto, tienes suerte de que haya tenido el material necesario para salvarte aquí.- extendió su brazo y de una mesilla cercana levantó un vaso lleno de cristalina y deliciosa agua. –Imaginó que tendrás sed, llevas varios días inconsciente.- acercó el vaso a sus labios, por lo que de inmediato empezó a beber casi desesperadamente.
-¿Quién eres?- preguntó curioso una vez su sed estuvo medianamente satisfecha. -¿Por qué me ayudaste?- obviamente era una humana con reiatsu, pero no entendía por qué había puesto tanto empeño en salvarlo ni cómo sabía de los shinigamis.
-Soy Kurosaki Karin.- los ojos turquesas se ampliaron al reconocer muy bien ese apellido. –Desde lejos vi tu pequeña batalla con el tipo raro. Siendo una doctora, no pude abandonarte para morir en cuanto te vi caer.- suspiró. –Te traje a mi apartamento y con lo que tenía salve tu vida, luego robe ciertas cosas del hospital para seguirte tratando… nada importante, ya inventé una excusa para eso.- se encogió de hombros. –Mi hermano es Kurosaki Ichigo, esperó que lo conozcas. Se marchó para ayudar a los shinigamis, otra vez, en otro problema que tienen.- rodó los ojos viéndose rencorosa. –Gran parte de mi motivación para salvarte fue el que puedas decirme algo sobre cómo está él allá.- lo miró expectante, pero luego apretó los labios. –Pero primero tienes que descansar, es mi deber asegurarme que te recuperes adecuadamente.- se levantó de su lado. –Estaré durmiendo en el sofá, despiértame sí necesitas algo.- sin más se alejó de él para acercarse a dicho sofá unos metros más y recostarse allí, durmiéndose al instante.
Él la miró con ojos amplios, sin saber qué pensar, pero pronto el sueño comenzó a invadirlo llenando todos sus sentidos obligándolo a dormirse rápidamente. Cuando volvió a despertar, esta vez no vio ni rastros de Kurosaki Karin, y decidió aprovechar la oportunidad para poner en orden sus pensamientos.
¿Cómo es que había terminado vivo y bajo el cuidado de la hermanita menor del shinigami sustituto? Era una coincidencia bastante afortunada. Ella lo sanó y como no era una shinigami no corría peligro de perder nada estando a su lado.
Pero, ahora que lo pensaba, él técnicamente ya no podía considerarse un shinigami, o al menos no un capitán, ahora que no tenía zanpakuto cuando antes había dependido mayormente de Hyorinmaru. En estas condiciones, y siendo aún un peligro para sus compañeros, no podía regresar a la Sociedad de Almas, tampoco podía dejar que nadie supiera que estaba allí o tratarían de arrastrarlo de nuevo al Seireitei sin pensar en las dañinas consecuencias.
Lo extraño era que también parecía haberse quedado atrapado en su forma adulta, algo que no podía explicarse muy bien sin la ayuda de su zanpakuto porque él mismo nunca terminó de entender su propio bankai.
Suspiró frustrado, y en ese momento Kurosaki Karin se colocó frente a él y tomó su mano. Al principio no entendió qué demonios estaba haciendo, pero luego al sentirla medir su pulso se relajó. Ella era una profesional, después de todo, así que la dejó examinar sus ojos, su boca y sus heridas.
-¿Todo está bien?- preguntó dudoso al verla observarlo ceñuda. –Mis heridas ya no me duelen tanto como antes.-
-Parece que todo va bien, pero sigo sintiendo algo raro, aunque no estoy segura de qué es.- se frotó la sien con cansancio. –Siento que algo está mal contigo, pero no puedo explicar qué. Es como algo que no debería estar.- murmuró pensativa.
-Debes estar sintiendo la irregularidad en mi reiatsu.- notó con una ceja en alto. –Eres bastante receptiva espiritualmente, impresionante.- teniendo en cuenta que Kurosaki Ichigo no podía sentir reiatsu ni para salvar su vida, estaba bastante sorprendido de que su hermana tuviera tal sensibilidad espiritual.
-¿Irregularidad?- entrecerró los ojos sin entender. –Esas cosas del reiatsu nunca las entendí muy bien, a decir verdad.-
-Lo que debes saber es que la batalla que tuve con el "tipo raro" que viste, dejó secuelas en mi reiatsu.- informó. –Básicamente, no puedo acercarme a ningún otro shinigami o por el envenenamiento de mi alma lo perjudicare. Eso significa que no puedo regresar a la Sociedad de Almas. Hablando de eso… te pediré por favor que me des asilo por un tiempo hasta que me recupere y que no le digas a nadie que estoy aquí, si no te es mucha molestia.- hizo una especie de reverencia lo mejor que pudo aun recostado sobre almohadas.
-Planeaba que te quedes aquí hasta que sanes por completo de todos modos.- se encogió de hombros. –No me molesta, vivo sola, soy nueva en la ciudad así que no tengo amigos que puedan venir a molestarla y mi familia está lejos en la ciudad de Karakura.- masculló sin ningún tipo de sentimiento en su rostro. –Solo que tengo que trabajar por muchas horas, así que esperó que no tengas fobia a quedarte solo.- sonrió burlonamente, aunque sus ojos no reflejaron la sonrisa.
-No te preocupes por eso, luchare por no ser una molestia para ti, pero… Me avergüenza decirte que necesito comer mucho para reponer mi reiatsu.- informó a regañadientes. No le gustaba nada tener que hacerla gastar en él después de que salvó su vida.
-No te preocupes por eso.- le restó importancia con un movimiento de la mano. –Ganó muy bien, tampoco es que me pidas un auto o vacaciones en Paris.- rodó los ojos. –Ahora eres mi paciente, cuidare de ti y haré lo necesario para que te recuperes adecuadamente. No hubiera elegido ser doctora sí no estuviera dispuesta a ayudar a la gente a sentirse mejor.- lo miró seriamente.
Él se impresionó por la seguridad en sus palabras, ella parecía tomarse muy en serio su profesión pese a que obviamente era muy joven, debía estar alrededor de los veintitrés o veinticuatro años aunque su expresión se veía más madura que eso. Inevitablemente se sintió intrigado por sus actitudes, pero decidió que no era de su incumbencia. Ya bastante la molestaba con pedirle asilo y comida sin nada a cambio.
-Muchas gracias.- asintió agradecido. –Por cierto, mi nombre es Hitsugaya Toshiro.- decidió presentarse al notar como ella no preguntaba. –Solía ser un capitán de la Sociedad de Almas.- eso último lo dijo en un susurro demasiado bajo como para que oyera.
-Iré a comprarte algo para comer. Soy una cocinera terrible así mayormente sobreviviremos de comida instantánea y las pocas cosas simples que sé preparar.- lo advirtió con tono monótono. –Espera aquí.- se quitó su bata de doctora, revelando un cuerpo femenino escultural y tonificado enfundado en una blusa ajustada y jeans, para después tomar su abrigo mientras él se daba bofetadas mentales por ser un pervertido al observar el cuerpo de su salvadora.
La oyó dar un portazo al salir y sacudió la cabeza. ¿Qué estaba pasando con él? ¿Acaso se estaba convirtiendo en un pervertido? Su abuela se sentiría decepcionada por su falta de caballerosidad.
Cuando la doctora Kurosaki regresó con una bolsa de comida que olía deliciosa, él había logrado semi-sentarse en la cómoda cama aun manteniendo su espalda apoyada en las almohadas y su cabeza reposando contra el respaldo. Ella se acercó dejando la bolsa en la mesilla y se aseguró que estuviera cómodo antes de disponerse a sacar la comida.
-¿No me dejaras comer solo?- alzó las cejas con indignación cuando ella insistió en darle de comer en la boca como si fuera un bebé.
-Los cortes en tus brazos aún no han sanado del todo, no puedo arriesgarme a que abras ni siquiera la más pequeña de las heridas.-dijo con severidad. –Te dije que estás bajo mi cuidado, ahora cállate y abre la boca.- hundió los palillos en su plato de Ramen y tomó un buen bocado para luego acercarlo a sus labios. –Mi comida se enfría, así que apresúrate y abre la boca.- ordenó molesta.
Él gruñó irritado, pero acabó cediendo y finalmente, con las mejillas rojas, abrió la boca dejando que ella lo alimentara. No podía discutir con esta humana que lo estaba alojando a pesar de no conocerlo y le había salvado la vida, no era tan malagradecido.
Después de los quince minutos más incómodos y humillantes de su vida, terminó de comer y la observó comer su propio plato ahora tibio. Entonces, ella le preguntó qué sabía acerca de su hermano mayor.
-Sé que fue llamado para colaborar en encerrar a Aizen, el enemigo número uno de la Sociedad de Almas en este momento, pero realmente no lo veo desde hace años.- confesó. –Escuche de mi teniente que se estaba quedando con Kuchiki Rukia y que se fortaleció mucho en los últimos meses. No estuvo herido ni nada, creo que debe estar bien. Eso es todo lo que sé, lamento no poder darte más información.- se disculpó sinceramente.
-No te preocupes, es más de lo que me diría Ichi-nii, mi padre idiota o el loco de Urahara.- bufó aun con la boca llena de comida. -¿Cómo te sientes? ¿Hay algo que quieras? Obviamente debes beber agua, pero sí quieres alguna fruta o algo…-
-Está bien, realmente no me gustan mucho las frutas.- bueno, eso era una mentira descarada. Habían pocas cosas en el mundo que amara tanto como las sandías, pero no quería que ella gaste de más en él, ya bastante había hecho. –Gracias de todos modos.-
Ella entrecerró los ojos, sin verse muy convencida de sus palabras. Justo cuando abrió la boca para decir algo más, su celular sonó y ella atendió de inmediato.
-Aquí Kurosaki.- murmuró cansinamente. -¿Qué sucede?- escuchó por un momento antes de hablar. –Entiendo, llegaré allá en diez minutos.- suspiró. –Oye, Toshiro, debo irme. Trataré de regresar lo antes posible con más comida para ti pero es probable que solo pueda quedarme unos minutos, así que trata de dormir para recuperar fuerzas y ser capaz de al menos pararte por sí quieres agua y esas cosas.- volvió a colocarse la bata de doctora. –Adiós.- se marchó sin dedicarle una segunda mirada, viéndose muy apurada.
Imaginó que tenía deberes importantes que cumplir en el hospital y no le dio demasiadas vueltas al asunto, pero sí miró con desaprobación como había tirado su plato a medio comer a la basura. Pudo habérselo dado a él, qué desperdicio…
Era jodidamente aburrido estar todo el día acostado, se sentía aún peor que cuando el cuarto escuadrón lo ponía en custodia, allí al menos recibía noticias, pero ahora solo Karin sabía que estaba allí y probablemente sus seres queridos lo creyeran muerto.
Frunció el ceño al pensar en sus subordinados y sus familiares. Tenía la esperanza de que con el tiempo el efecto del poder de ese criminal fugado del nido de gusanos se desvaneciera, pero por ahora no podía ni sentir a Hyorinmaru ni tampoco entrar a su mundo interior, así que solo le quedaba esperar y rogar que sus suposiciones fueran correctas.
Decidido a seguir el consejo de su doctora, desvió su vista a la única ventana del apartamento, notando que era bien entrada en la noche, probablemente madrugada. ¿La chica Kurosaki trabajaba tan tarde todos los días? Bueno, realmente no era asunto suyo, pensó mientras sucumbía ante el sueño.
Despertó al sentir una pequeña mano sacudir su hombro y abrió los ojos pesadamente encontrándose con el rostro demacrado de cansancio y unas ojeras aún más marcadas que antes de la pelinegra hermana del shinigami sustituto. Ella traía una gran bolsa consigo que olía claramente a comida.
-Kurosaki.- frunció el ceño. -¿Estás bien? Pareces agotada.- señaló un poco preocupado.
-¿Eh? ¿De qué hablas? Estoy perfectamente bien.- su voz sonó plana y desganada. –Aproveche mi hora para el almuerzo para traerte comida suficiente para tres días, la guardaré en la nevera y planeaba darme una ducha, pero… ¿estás en condiciones de pararte?-
Él hizo una mueca mientras intentaba levantarse, solo para sisear de dolor y volver a recostarse, sintiéndose inútil y patético.
-Aún estoy bastante adolorido, creo que me tomará al menos un día más que el dolor sea lo suficientemente tolerable como para pararme… Lo lamento.- murmuró avergonzado por necesitar tanto de su ayuda.
-No te preocupes, puedo ducharme en el hospital.- suspiró, sonando no muy contenta con la idea. –Te alimentaré y luego me iré y no sé cuándo podré volver, así que esperó que duermas una larga siesta y después de ella seas capaz de pararte o tendrás que pasar hambre por unas horas.- ¿cuánto, exactamente planeaba estar fuera?
Cuando ella terminó de alimentarlo y guardó el resto de la comida en la heladera, no pudo evitar preguntarse si es que había comido algo desde que arrojó a la basura su platillo de Ramen a medio comer.
-Kurosaki, ¿sí almorzaste en tu hora de almorzar, no?- la miró con ojos entrecerrados.
-Tomé un café.- le dio como única respuesta, seca y a la defensiva. –Debo irme, cuando puedas pararte recuerda tomar mucha agua y comer bien.- dejó un vaso de agua en la mesilla junto a la cama, tomó lo que debían ser las llaves de su auto y se marchó sin decir más.
-E-espera, tú…- se mordió la lengua para no regañarla, sobre todo porque su actitud le recordaba demasiado a él mismo cuando estaba casi ahogándose en su trabajo, más que nada el papeleo y el entrenamiento intensivo. Ahora sabía lo que sentían Matsumoto y Hinamori ante una actitud tan autodestructiva.
De cualquier forma, no tenía derecho a decirle cómo vivir. Ella estaba haciendo mucho por él y prefería no causarle más disgustos, no importa cuánto odiaba la idea de quedarse callado mientras la miraba actuar de manera tonta e imprudente consigo misma.
Durmió muchas horas y al despertar Karin seguía sin regresar y él apenas pudo ponerse en pie, decidiendo volver a la cama luego de un rato de luchar con su orgullo para simplemente tomar el agua del vaso junto a la cama y volver a acostarse para dormir más esperando sentirse mejor la próxima vez que se despierte.
Esta vez durmió menos, pero se sintió con mucha más fuerza y logró levantarse y caminar hacia donde se veía la heladera puesto que el departamento solo contaba con dos habitaciones, una el baño y en la otra se mezclaban habitación, sala y cocina aunque de todos modos era bastante grande.
Con esfuerzo encontró la comida instantánea y con más esfuerzo recordó cómo es que funcionaban los malditos microondas para calentar el alimento rápidamente pues se moría por el hambre. Aunque en realidad eso era una buena señal, significaba que su reiatsu se estaba reponiendo.
Una vez logró calentar la comida, no se molestó en volver a la cama o sentarse en una silla, directamente comió sentado bajo el condenado microondas y luego tuvo que dejar el plato en la mesa sin lavar porque sentía que había forzado demasiado su cuerpo y sus heridas habían vuelto a arderle aunque por fortuna no llegaron a abrirse. Uso sus fuerzas restantes para arrastrarse hacia la cama.
Ya más lleno y menos sediento, pudo relajarse aunque el sueño simplemente no le llegaba. Muerto del aburrimiento, comenzó a mirar a alrededor del departamento. Estaba un poco desordenado pero no era tan malo, todo tenía tonos blancos, amarillos y marrones aunque eso probablemente en todo el edificio, los toques que había agregado la Kurosaki fueron probablemente las cortinas verdes simples y una alfombra ovalada frente a la puerta. Por encima de la cama a un costado había un par de estantes llenos de libros, y al lado de esos estantes había un estante que solo contenía varios cuadros seguramente de su familia y un solitario libro.
Con el aburrimiento a flor de piel y la curiosidad picándolo, tomó el libro en el estante de fotos, preguntándose por qué estaría allí. La respuesta llegó apenas vio el título del libro, que era más bien un álbum de fotografías: "Recuerdos de la familia Kurosaki".
Sabía que no debería, pero el aburrimiento y la curiosidad estaban haciendo un excelente trabajo en equipo para doblegarlo ante la tentación, y finalmente cedió, abriendo el álbum y quedándose con la boca abierta ante la primera imagen que vio.
Aquel que pensó que estaba muerto, Shiba Isshin, su antiguo capitán, se podía ver en la primera foto junto a una bella mujer de cabello castaño ondulado cargando a un pequeño Kurosaki Ichigo y dos pequeñas niñas, una de ellas Kurosaki Karin.
¡¿Pero qué demonios?! ¿Su capitán estaba vivo? ¡Y era el padre del shinigami sustituto y la chica que salvó su vida! Estaba realmente vivo y tenía una familia en el mundo humano… ¡ese bastardo! ¡Aun siendo padre del shinigami sustituto y teniendo muchas oportunidades nunca se molestó en contactarlo a él o a Matsumoto! Apenas se recuperara lo suficiente tenía que ir a matarlo tuviera su zanpakuto o no.
Aun con el ceño fruncido, siguió ojeando el álbum, viendo muchas imágenes de la mujer castaña más que nada hasta que abruptamente se detuvieron y ella ya no apareció más, solo los tres niños y su ex capitán, pero, después de que la mujer desapareció, no volvió a ver sonreír ni a Ichigo ni a Karin excepto con sonrisas muy falsas solo para la fotografía, ya no naturales y felices como cuando estaban con la que debía ser su madre que muy probablemente murió.
La mayoría de las fotos después de varias páginas pasaron a ser de las dos niñas, y él no pudo evitar prestar especial atención al crecimiento de la jovencita de cabello negro y mirada desinteresada. La veía siempre con su hermana rubia, con un balón de futbol bajo el brazo o rodeada de cuatro niños que parecían idiotas y así permaneció por un tiempo hasta que llegó a la pre-adolescencia, entonces dejó crecer un poco su cabello atándolo en una coleta alta y pareció perder interés en el futbol pasándose a los videojuegos pues usualmente la veía con una consola en la mano. Al entrar a preparatoria, dejó que un cabello cayera en medio de su frente y comenzó a interesarse en el tenis, aparentemente, la vio con algunos trofeos en la mano, un uniforme de tenis que consistía en una blusa y falda blanca, y con un compañero de tenis que parecía muy apegado a ella.
Frunció el ceño al ver a su compañero de tenis rodear su cintura con un brazo en una fotografía mientras sostenían un trofeo. Luego, en las siguientes fotografías de Karin, se fijó un poco más en la manera en la que ese hombre miraba a la pelinegra con demasiada adoración para ser un simple amigo. No debería haberse sorprendido cuando llegó a una imagen donde la Kurosaki de ojos grises aparecía tomada de la mano de ese tipo con un anillo de compromiso en su dedo anular, ella sonreía tensamente, pero él se notaba inmensamente satisfecho.
Hizo una mueca al ver que el resto de imágenes eran en su mayoría de la chica que lo salvó y ese tenista, tomados de la mano, abrazados, vestidos elegantemente, él besándola en la mejilla… Cerró el álbum con un bufido, ya sin ningún tipo de curiosidad por seguir viendo las fotos con ese hombre babeando encima de su salvadora.
¿Ellos estaban comprometidos? Esas fotografías no parecían ser de hace mucho, teniendo en cuenta la apariencia de la mujer pálida. ¿Seguirían comprometidos o ya se habrían casado? Pero sí seguían juntos ¿por qué el tipo no estaba aquí con ella? ¿Acaso terminaron aunque habían planeado casarse? Y ¿por qué demonios le daba tantas vueltas al asunto? Acababa de invadir la privacidad de su anfitriona y todavía se atrevía a especular sobre su vida sin ningún fundamento. Cielo santo, se estaba pareciendo a Matsumoto.
Devolvió el álbum a su lugar y volvió a recostarse sobre las almohadas con una mueca de profundo disgusto. Su ceño solo se profundizó al pensar en el tenista ese besando la mejilla de su salvadora y el anillo en su dedo. No podía dejar de pensar en eso y le molestaba cada vez más y más.
Se durmió aun sintiendo el gusto amargo en su boca, pero despertó a las pocas horas, aun refunfuñando por lo bajo.
Fue por un poco de agua y comida pero ni eso le quitó el malhumor, ni el hecho de que ahora podía pararse con menos dificultad.
¿Qué demonios tenía de bueno un tenista, de todos modos? Y además, el tipo tenía el cabello entre castaño y anaranjado claro con un peinado ridículo y era demasiado alto para su propio bien, seguro debía golpearse la cabeza contra los marcos de las puertas a menudo y eso lo había dejado estúpido. ¡Eso es! Quedó tan idiota que Karin le tuvo lástima y aceptó ser su esposa, pero obviamente luego recapacito y terminó con ese idiota.
"Es obvio que terminaron", pensó masticando con furia su comida recién calentada en el condenado microondas, "porque él no está aquí. Yo estoy aquí y… Espera, ¿por qué demonios estoy pensando en esto de esta forma tan rara?" Gruñó descontento consigo mismo dando un largo trago de agua. "De todos modos, ellos no se veían bien juntos." Pese a regañarse por seguir pensando en aquellas tonterías, no pudo parar.
Volvió a la cama y se sentó mirando con rabia el álbum de fotografías que había iniciado con su tormento mental. ¿Cuánto tiempo Karin había estado fuera, ahora que lo pensaba? La comida casi se terminaba, así que diría que ya habían pasado dos días o más. ¿Estaría trabajando o tal vez estaría… con ese tenista? Gruñó al pensarlo.
-¡Oye, ya regresé!- oyó su voz a la par que un portazo, por lo que volvió la vista a la puerta notándola entrar quitándose la bata blanca con un par de bolsas en las manos. –Lo lamento, estuve casi tres días fuera.- bostezó. -¿Cómo te sientes?- se acercó a él.
El albino la miró con frialdad, todavía sintiéndose irritado por razones que no admitiría, pero el hielo en su mirada se derritió con preocupación al mirar el estado en el que la Kurosaki regresó. Sus ojeras se veían mucho más marcadas que antes (cosa que no había creído posible), su cabello estaba despeinado y sus hombros encorvados, sus labios resecos y su rostro aún más pálido de lo normal.
-Yo estoy bien, Kurosaki. ¿Cómo te sientes tú?- se veía como sí no hubiera dormido desde que la vio acomodarse en el sofá en su primer día consciente en el departamento, y sabía que esa vez había dormido menos que él. –Te ves… cansada.- le hubiera dicho que se veía horrible, pero eso sería una mentira. Incluso en esas condiciones su belleza lo deslumbraba.
-Solo necesito dormir.- murmuró tranquilamente. -¿Has conseguido pararte?- él asintió. –Bien, estaba preocupada por eso.- suspiró colocando las bolsas en la mesa grande en el centro del departamento. –Te traje más comida, la mayoría es para recalentar pero también traje arroz, carne y algunas verduras, supongo que puedo intentar hacerte algo más saludable.- suspiró, tambaleándose un poco para llegar a la cocina y tomar una sartén. –Tengo que intentar prepararte algo saludable, no prometo que sea perfecto pero…-
-¡Kurosaki!- la frenó levantándose de golpe sin importarle el dolor en sus heridas para caminar hasta ella, que lo miró con los ojos muy abiertos. -¡Ya para de cuidarme! ¡Ni siquiera me conoces y ya te estás desviviendo por mí! ¡Preocúpate un poco más por ti! ¿Cuándo fue la última vez que comiste un plato entero de buena comida?- esta chica lo estaba frustrando demasiado. ¿Por qué insistía en querer aparentar ser tan fuerte?
-¡Idiota, no deberías moverte así! ¡Abrirás tus heridas!- aun mientras él estaba tratando de hacerla tomar consciencia de su salud, ella solo se preocupó por él. –Vuelve a la cama en este preciso instante.- trató de tomarlo de los hombros para arrastrarlo de vuelta a la cama, pero Toshiro había tenido suficiente. –Tienes que… ¡Oye…!... ¡KYAAA!- ni su agudo chillido de sorpresa detuvo sus intenciones.
Sin importarle sus heridas, la tomó en brazos al estilo nupcial y, ignorando el dolor que le escocia el estómago y el hombro, la cargó hasta la cama y la depositó allí para luego tomar ambas de sus muñecas y apresarlas en sus manos al lado de su cabeza, impidiéndole levantarse. Incluso con sus heridas debilitándolo, aún seguía siendo mucho más fuerte que esta humana por más hija de un shinigami que sea. Ella no iba a librarse de él tan fácilmente, y él no pensaba soltarla hasta que esta terca Kurosaki-Shiba duerma un poco. Karin ya lo había cuidado, ahora era el turno de Toshiro para cuidarla.
-¡Ya estoy harto de ti, Kurosaki!- ambos se fulminaron con la mirada mientras la obligaba a permanecer recostada en la cama. -¡No permitiré que te hagas esto a ti misma! No es que sea un malagradecido y quiera disgustarte, simplemente no soportó ver a la persona a la que le debó mi vida autodestruyéndose. ¡No tolerare tal comportamiento!- cerró los ojos con severidad. –Solo… déjame cuidar de ti, al menos por esta vez.- suplicó en un susurro abriendo los ojos, sorprendiéndose al darse cuenta de lo realmente cerca que estaban sus rostros. Estaba demasiado ocupado regañándola como para haber notado lo mucho que se acercó a ella en el proceso, sus frentes casi se tocaban y sentía su aliento a café golpearlo en el rostro. –Por favor…- tomó un poco de distancia sin soltar sus muñecas. –Duerme.-
Ella lo miró con furia, pero un bostezo la traicionó y sus ojos se cristalizaron un poco, a lo que simplemente los cerró. Él no la soltó, sabiendo que a pesar de que seguía resistiéndose tarde o temprano el cansancio la obligaría a dormirse mientras la mantuviera acostada sin dejarla levantarse. Y así fue, no pasó ni un minuto cuando su cuerpo se relajó por completo y respiración se tranquilizó.
Suspiró, finalmente soltando sus muñecas aunque con cautela, temiendo que estuviera fingiendo. La observó por un largo tiempo, convenciéndose de que era solo para asegurarse de que realmente estuviera durmiendo, antes de por fin salir de encima de ella para acomodar mejor las almohadas, desatar su cabello corto de esa desarreglada coleta alta y cubrirla con las sabanas de modo que estuviera lo más cómoda posible.
Apenas terminó de arroparla, de repente el dolor de sus heridas lo golpeó con fuerza y cayó de rodillas en el piso, gruñendo dolorosamente. Maldición, sí que dolía. Lo bueno es que no se habían reabierto o sino su doctora sin duda se molestaría.
Con esfuerzo llegó al sofá y ahí se acostó, tratando de calmar su mente y su respiración para dormirse ignorando el dolor de sus heridas y darle a su cuerpo un merecido descanso.
Continuara...
Holaaaa! :D
Este es otro reciclado de facebook, esta vez un Two-shot, iba a esperar más para subirlo, pero...
Tengo la ligera sospecha de que mi compu va a estallar muy pronto e.e Voy a llevarla a arreglar mañana, y sí no sobrevive... quiero subir todo lo que tengo guardado, no vaya a ser que lo pierda QnQ
Hay muchas cosas q tengo a la mitad tambien, y muchas ideas q tengo anotadas... a parte de mi hermosa coleccion de miles de imagenes HK D: Voy a guardar todo lo q pueda en cualquier lugar q pueda...
Recen porq mi compu esté bien! Recen! Dx Sí algo le pasa... temo que pasara un buen rato antes de que pueda escribir más HitsuKarin ToT
Antes de apagar la compu hoy subire la parte dos, si es que no estalla antes, claro, hasta entonces... agradecería un review para hacer mi kokoro sentirse mejor :'D
COMENTEN! *o*
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
