Quiero intentar que esta historia sea larga, puesto que llevo mucho tiempo ya sin hacer ninguna así. ¡Espero que os guste! Como innovación, decidí subir la historia al mismo ritmo que la escribo(normalmente las subía una vez ya estaban acabados todos los capítulos) así que no prometo ser muy constante en subirlos...los estudios me llaman :´( No molesto más, pasen y lean :3
Ni shingeki me pertenece, ni las canciones que posiblemente cite a lo largo de la historia.
La escuela estaba ya vacía. Hacía varias horas que las clases habían terminado, y ya había cumplido el castigo que le habían impuesto de recoger todas las clases de 2° de bachillerato. Caminaba por los pasillos desiertos desenrollando sus cascos, sin prestar demasiada atención a nada, hasta que escuchó algo. Una guitarra, que necesitaba, y mucho, ser afinada. Las notas sonaban fatal pero, tras unos segundos, quien tocaba logró finalmente que volviese a ser como debía. No conocía la canción, era demasiado lenta y dulce para ser de su estilo. La guitarrista falló en una nota, y escuchó una voz maldecir. Una voz suave, que no parecía hecha para decir blasfemias, murmuró un "joder", para dar paso después a la misma melodía anterior. Sus pasos la llevaron hasta el aula de música sin quererlo, y miró a través del opaco cristal tratando de no ser vista. No podía ver mucho, pero si lo suficiente como para distinguir a quien tocaba. Una joven rubia, delgada y no muy alta. Sus pies no tocaban el suelo desde la silla en la que estaba. La guitarra era demasiado grande para ella. No podía distinguir sus rasgos, no podía saber quién era. Pero tenía algo que la embrujaba. Volvió a fallar en la misma parte que antes, se levantó y dejo el instrumento. Parecía estresada, pues se movía muy rápido hacia todos lados. Se acercó a la puerta, y la espía se escondió por instinto. En efecto, la chica era muy bajita. Se perdió por el pasillo, y aprovechó para colarse. Cogió la guitarra, y miró aburrida la partitura. Definitivamente, no era su estilo. La letra era empalagosa a mas no poder, y estaba escrita bajo las notas con bolígrafo rosa. Encontró sin mucho esfuerzo el compás que se le resistía a la otra, y se la ocurrió una idea. Nunca la había gustado ayudar a los demás, pero aquella niña, no sabía como, había conseguido captar tu atención. Agarró el micrófono que había cerca de la ventana, lo enchufó, se apoyó en la silla, hizo crujir sus nudillos y empezó a tocar. No tenía ni idea de como sonaba, pero consiguió encontrarla el ritmo. No tuvo ningún fallo, en ninguna parte de la partitura, a pesar de perder la melodía varias veces, teniendo que frenar cuando comenzaba a acelerarla demasiado como para que sonase bien. Incluso se decidió a tararear la letra, sin ser capaz de pronunciar esas palabras de amor que parecían atragantársela. Escribió una pequeña nota en la hoja, y salió corriendo, justo a tiempo de no ser vista por la rubia, que volvía acelerada.
-¡Espera!-la escuchó gritar, pero no se detuvo.
Solo fue capaz de verla un instante, antes de que girase la esquina. Dentro de la sala, tomó entre sus manos la hoja de papel y leyó lo que la había escrito: "Sigue practicando. Si lo consigues, mañana nos veremos. Si no, tendrás que darme diez minutos para escribirte un pequeño truco, pero no podrás verme. A la misma hora, ¡no te olvides!
Fdo: tu nueva profesora"
Tras unos minutos deliberando, volvió a ensayar, con más ganas que antes. Apoyada en la pared, su "nueva profesora" sonrió. Pasó la mano por su corto pelo castaño. Sintió la vibración de su móvil, y leyó por encima el mensaje que su compañera de piso la había mandado:"Ymir, ya k llegas tarde, traes la cena"
-Puta enana...-bufó poniéndose la mochila y colocándose bien la capucha y los cascos-Que morro tiene...
Dio al play en la pantalla de su móvil, y el ruido de una batería cubrió todo rastro de ruidos que pudiese escuchar. Se dirigió a las taquillas y, tras sacar su monopatín, salió a la calle. Lo tiró al suelo sin cuidado alguno, le pegó una patada y saltó encima. Desde la ventana, la pequeña música la vio saltarse un bordillo y enfilar calle abajo.
-¿Será ella...?-se preguntó en voz alta mientras cerraba la funda de su instrumento.
Esa figura la sonaba de algo, quizá de verla por los pasillos. Trató de hacer memoria, hasta que finalmente un recuerdo llegó a su mente:
Era el primer día de clase. Ella, nueva en el instituto, estaba sola en la entrada, esperando a que la sirena sonase. Miraba con vergüenza a su alrededor, rezando por que algún alma caritativa se acercase a hablar con ella. Pero sabía que no iba a tener esa suerte, al menos no en aquel momento. Todo el mundo estaba muy ocupado abrazando y saludando a sus compañeros tras el reencuentro después de las vacaciones; mirando las listas de clase para saber dónde tenían que ir, y buscando con miedo el nombre de sus nuevos profesores con el móvil una vez sabían su clase. A ella aquello la daba igual realmente. Solo se había preocupado en saber su clase: 4º de la eso B. Sabía más o menos por donde estaría, en el segundo piso, cercano a las clases de bachillerato. Estaba bastante preocupada: era tan pequeña que, en cuanto la gente empezase a andar, la arrastrarían y la apartarían del camino, haciendo que posiblemente se perdiese. Y efectivamente, no tardó mucho en verse atrapada en una fila que la obligaba a andar hacia el lado opuesto. Ella trataba inútilmente de hacerse oír por encima del tumulto y, cuando se dio cuenta de que no podía escaparse, alguien la agarró con fuerza de la muñeca y la sacó de allí. Una chica alta, castaña, pecosa y de penetrantes ojos ámbar que la miraba con un deje de burla.
-G...gracias-acertó a decir. Su mente se había quedado clavada en una sola frase-"es preciosa"-pensaba una y otra vez, sintiendo como el color se subía a sus mejillas. La chica no la había soltado aún.
-¿Dónde tienes que ir?-la preguntó algo brusca.
-Y...yo...
De pronto alguien la pegó un fuerte tirón a la mochila. Ya se veía en el suelo cuando su salvadora la atrajo hacia sí, pegándola a su cuerpo y evitando que cayese.
-Vamos-la arrastró-¿Eres de primero? ¿Segundo?-tiraba de ella hacia los cursos inferiores.
-¡No! ¡Soy de cuarto!
-Oh, perdón-subió las escaleras y giró hacia la derecha-¿Seguro?
-¡Si!-infló sus mejillas, un tanto ofendida.
-Sigue recta, yo tengo que irme.
Subió al tercer piso, y la dejó allí, sola. Quería preguntar su nombre, agradecerla de nuevo, pero no fue capaz. El segundo timbre la sacó de sus ensoñaciones y la hizo correr para no llegar tarde el primer día.
Perdida en sus pensamientos, rezando por que la chica fuese la misma que aquella vez cogió sus cosas, apagó la luz, cerró la puerta y se encaminó a su casa. Sin embargo, cuando la ilusión la golpeó de nuevo, una pequeña sonrisa apareció en su rostro. Se detuvo en el parque, andando entre los bancos vacíos y los columpios hacía ya rato detenidos. Se sentó en la orilla del lago, debajo de una farola, sacó su guitarra, colocó su partitura en el suelo, abrió y cerró las manos varias veces y empezó a tocar...
¿Qué os parece? ¡Espero vuestras opiniones con ganas!
