Mía eternamente
Bella/Jacob/Edward
Palabra Clave: Celos
Porque debía ser mía por siempre, sin importar lo que tuviera que aceptar.
Desde que Bella había llegado a Forks mi vida había cambiado, el deseo por su sangre ya no me dolía como al principio y el amor que sentía por esa mujer hacía que mi corazón pareciera latir, y así como fue quién me entregó los momentos más felices, también me había arrastrado al infierno.
Ya hace más de un año que no la veía, aquel incidente había marcado mi destino y ya nada volvería a ser igual.
Jasper el último que se unió a nuestro clan de vegetarianos, que irónico nombre, la había atacado… su capacidad de sentir las emociones que lo rodean había causado más de un problema, pero ésta vez el problema lo provoqué yo. El deseo que sentía por esa mujer me superaban y simplemente olerla hacía que mi boca se deshiciera. Jasper sintió mi deseo por su sangre y como aún le costaba controlarse se abalanzó sobre ella.
Por suerte alcanzamos a liberarla, recuerdo aquel día y el dolor hace mella en mí, es como si una navaja abriera mi pecho de par en par, y se dedicaran a clavar miles de agujas, viendo como mi seco corazón se despedaza. Desde ese día desaparecí de su vida, y de todo lo que la rodeara.
-Jacob, amor espérame, sabes que no puedo ir a tu velocidad, si me caigo en el barranco será tu culpa-
-Vamos amor, tu vas en motocicleta, yo voy a pié-
Bella reía a carcajadas mientras competía con quien llenaba su corazón, ese metamorfo había borrado cualquier recuerdo de mi existencia, y la hacía feliz. Si que la hacía feliz.
El día que me fui, la vi llorar desesperadamente, sus gritos angustiados me dolían… eso hasta que llegó ese maldito perro a socorrerla.
Los Black siempre han sido un fastidio, pero ahora las cosas se habían puesto peores. Siempre supe que ese tal Jacob la amaba tanto como yo, pero no me preocupaba, el corazón de mi Bella me pertenecía.
Ahora le pertenecía a él y me aborrecía por ello, por no ser más fuerte, por no poder ocultar mis deseos, por no haber eliminado al monstruo que vivía dentro de mí.
Cada noche mientras él hacía ronda, yo me acercaba a la casa de Bella, a verla como sus sueños eran apacibles otra vez, como su cuerpo ya no sentía frío por las noches, como descansaba sin nada que la preocupara.
-Baja de ahí maldita sanguijuela- gritó Jake al sentir su hedor cerca de la casa de Bells
Maldita sea, éste perro me había olido
-Hola Jake-
-¿Qué haces aquí?, acaso no recuerdas lo que pasó la última vez que estuviste cerca de Bella, ¿necesitas que lo recuerde?-
Y las imágenes comenzaron a pasar por su cabeza, cuando hacía esto odiaba mi capacidad de ver la mente de los demás.
-Lo sé Jake, no es necesario… solo ruego por favor me dejes verla de lejos, no necesito nada más-
-Aléjate, si vuelvo a verte por aquí juro que no tendré compasión, Bella ya no te perteneces y lo sabes bien. Es mía, es mi mujer y no quiero verla mal otra vez por culpa de algo que ni siquiera debe existir-
-Jake, solo una cosa pido, déjame venir a verla cada cierto tiempo. Ella es a la única mujer que he amado, y aunque los celos me desesperen, aunque verte con ella me parta en dos… te ruego me permitas verla a la distancia. Quizás incluso es mejor que me mates de una buena vez, pero no imagino mi vida en el infierno sin ella, pudiendo sufrir viéndola… suena masoquista lo sé, pero necesito esto… lo imploro-
Jacob nunca fue un mal hombre, su bondad le permitía acceder aun en las cosas más fuera de lógica, me miró con odio, pero asintió, ese fue el día que comenzó mi estadía en mi infierno personal.
Cada día la miro de lejos, tengo prohibida la entrada a su casa, la entrada a su vida nuevamente, se que nada puedo hacer… pero estoy dispuesto a retorcerme de dolor, a que me den nauseas al verla con ese licántropo, con tal de ver esa sonrisa una vez más, por el resto de mi eternidad.
