Bueno, comence con esta idea poco despues de que Re:creators terminara. El anime fue bueno, debo reconocerlo, pero hubo partes, o, mas bien, factores que no le daban demasiado peso a la trama.

Por ejemplo, el impacto que tenian las creaciones sobre el mundo, pues aunque eran ocultos por el gobierno no se veia que fueran realmente una amenza, aun si esa no era sus funciones.

Fue basicamente bien vs mal, y el final... bueno, solo fue feelings al final.

Asi que pense en hacer esto, espero que lo encuentren entretenido.

Re:creators y cualquiera de los personajes y titulos involucrados aqui pertenecen a sus respectivos dueños

Tokio, Japón. 23:09 horas

En el cielo nocturno, mas allá del alcance de los rascacielos, en donde el viento enfría y el oxígeno aminora. A tal altura un ser humano moriría sin duda alguna, pero el ser, la persona que volaba o flotaba sobre la ciudad no era ningún ser humano.

Ella vestía ropas purpuras y blancas, en sus manos llevaba un parasol que le ocultaba de la luz de la luna que su cabello dorado reflejaba en donde era mecido por el viento. Sus ojos reflejaron un brillo siniestro mientras sus labios reflejaban una sonrisa llena de sadismo, como un niño que está a punto de arrancarle las alas a una mariposa.

Con sus más de mil doscientos años de edad ya había visto incontables cosas mientras viajaba por todos lados, sin embargo, ya había visto tanto que nada podría entretenerla.

Pero algo en la ciudad capto su atención. Vio a una chica de rojo peleando contra otra de pelo plateado. La de pelo plateado se defendía haciendo girar docenas de espadas a su alrededor, disparando con rifles que salían de la nada y la chica de rojo golpeaba con su espada con toda la fuerza que tenía. Y había otra que entonaba un hechizo haciendo salir docenas de lanzacohetes que iban a por la chica con cabello de plata. Claro, algo como eso era común en todo lo que había visto, no habría sido nada importante, pero esas chicas estaban volando, algo que le recordó a un juego de dispara y esquiva que conocía muy bien.

Normalmente ella se iría de este lugar, pero algo la había llamado, no, para ser exactos, algo había intentado traerla aquí, pero lo que sea que fuera no era nada más que una pequeña roca para ella. Aun así, le dio curiosidad por saber que era lo que había tratado de abducirla.

Fue entonces cuando decidió usar algo de su poder y dar un vistazo y lo que vio le provoco algo que creía que había olvidado ya hace tiempo, algo de entretenimiento.

Había un hombre con una espada negra de madera con una fuerza y destreza sobrehumana y con un poder que era místico y misterioso, un hombre de mediana edad que usaba lentes y portaba una pistola, una mujer con armadura volando entre los edificios con un caballo alado, una pequeña de color rosa con un poder destructivo considerable, un robot de 50 metros que parecía hecho de otra época, una chica misteriosa con una personalidad retorcida y carismática. Mas las tres que estaban peleando justo ahora.

Ella decido esperar un rato y ver como todo se desarrollaba. Vio a la primera víctima, la chica de rosa desangrándose en las manos de la mujer con armadura, como esa misma mujer con armadura había intentado vengarse y había herido mortalmente a la de rojo.

Todo parecía acercarse a la batalla final, y con eso pudo sentir decepción y tristeza al saber cómo terminaría todo. Todo volvería a serle aburrido y simple y no sabía hasta cuando encontraría otra forma de entretenerse como esta.

Entonces se le ocurrió una idea.

Era brillante, no habría falla, para ella los límites no existían.

Se rio como un niño que está a punto de cometer una travesura, una que tal vez sería la más grande hasta ahora.

"esto podría mejorar, no, definitivamente lo hará. Esto será muy divertido. Fu, fu, fu…"


"¡¿Qué quieres decir con que desapareció!?" Kikuchihara Aki exclamo mientras exigía una explicación a lo que acababan de reportarle.

"E-es como lo dije, la anomalía se detuvo, no hay rastro de ella."

"Como es esto posible…"

Mientras Kikuchihara intentaba exigir más explicaciones al oficial de lo que estaba ocurriendo Meteora Österreich se acercaba. Ella recién había terminado una importante parte del proyecto Elimination Chamber Festival, que era la mejor idea que se les había ocurrido para contener y vencer a Altaír. Sin embargo, mientras terminaba aquella maquina alimentada con su propia magia y la llave para la jaula en donde contendrían a Altaír pudo sentir una perturbación, no, más bien era como si al mundo se le hubiera quitado un gran peso de encima.

Toda la tensión que causaban las creaciones sobre el mundo había desaparecido.

Si realmente la anomalía había terminado entonces los planes de Altaír se habían venido abajo, en parte, pues el peligro más próximo ya había desaparecido. Pero aun así, no podrían dejar a Altaír y sus secuaces andar por ahí con una alta probabilidad de destruir al mundo con sus propias manos.

Después de analizar este fenómeno, Kikuchihara y Meteora habían llegado a la conclusión de que reforzar o debilitar a las creaciones no había cambiado. Y mientras Altaír aún podría hacerse más fuerte, lo mismo aplicaba para ellos, pero sin los límites que evitaban que Altaír usara todo su poder el juego había cambiado. Así que el plan tenía que rehacerse desde cero.

Fue entonces que un oficial de los que vigilaban los monitores dijo:

"nuevas lecturas de energía electromagnética de gran magnitud… son… ¡son dieciséis de ellas!"


Altair contemplaba la palma de su mano, era algo extraño de hecho. Algo tan extraño que ella no podía explicarlo. Su plan para destruir al mundo se había detenido.

Ella sintió como la presión que cada creación ejercía en este mundo había desaparecido. Y aunque aún seguían fluyendo hacia ellos más y nuevos poderes solo podía sentir una preocupación y una ligera frustración mientras su plan se venía abajo.

Sin embargo, eso no significaba que todo estaba perdido, aún tenía suficiente poder para enfrentarse a esas estúpidas creaciones que intentaban salvar este mundo malvado que le había arrebatado a su creadora.

"princesa…" dijo una voz detrás de ella, ella conocía al dueño de esa voz. "¿es hora de que partamos?"

Después de un silencio de algunos minutos Altaír hablo.

"no… hay algo que me inquieta."

"¿Qué sucede?"

"digamos que el plan principal ha sido suspendido… pasaremos al plan secundario."

"ya veo… entonces, iré a cumplir con mi parte de ese plan." Dijo Blitz Taker mientras encendía un nuevo cigarrillo. Ajusto su reloj y comenzó a volar, saliendo en busca de su objetivo.


"¡¿Qué significa esto¡?"

Exclamo mientras se exaltaba al ver que la vista que sus ojos veían, de un momento a otro, había cambiado.

"¿Es esto… magia de teletransportación? ¿Una trampa? ¿Cómo es eso posible? Hasta hace un momento estaba en el décimo piso de Nazarick discutiendo asuntos importantes con Albedo y Demiurge. Es imposible que un enemigo haya logrado ser capaz de llegar hasta allí."

Una esquelética figura estaba sobre el tejado de un edificio. Su atuendo y sus ropas eran nada menos que magnificas, ataviado con purpura y negro, joyas de valor incalculable, panoplia que era perteneciente solo al gobernante absoluto la mismísima encarnación del poderío y el control sobre la muerte misma. Tal ser tan poderoso, un ser supremo, un overlord.

Ainz Ooal Gown, el supremo gobernante de la gran tumba subterránea de Nazarick, ahora se encontraba sobre un edificio que se erguía sobre una ciudad.

"¿Es esto algún ataque formulado por un jugador de Yggdrassil? ¿Por qué enviarme a este lugar?"

Estaba a punto de alarmarse, pero su estado de no muerto le obligo a permanecer en calma. Debía asegurarse de saber en dónde estaba y si podría haber alguna forma de volver a Nazarick.

Al ver los rascacielos por un momento pensó que había vuelto a su mundo. Pero al ver que su cuerpo de esqueleto aún seguía con él, abandono rápidamente esa idea. Además de que el aire en este mundo aún era limpio y todavía podían verse las estrellas.

Decidió probar suerte y lanzo un hechizo.

"[GATE]" después de lanzar el hechizo de decimo nivel, un hechizo de teletransportación que llevaría a su usuario a cualquier punto que ya conociera con un margen de error inexistente, un portal apareció, negro como el vacío y que parecía tragarse el alma. Ainz lo cruzo.

"¡Ainz-sama!" grito Albedo, en su rostro se podía ver una descomunal preocupación así como sus lágrimas expresaban una desesperación que la había abrumado. Ainz no pudo evitar sentirse un poco mal por lo que había pasado, pero tampoco pudo evitar sentir enojo contra el culpable que había causado tanto revuelo.

"Por favor, díganos que sucedió. ¿Es un ataque enemigo? Es imposible, nadie podría ser capaz de llegar hasta aquí sin ser detectado."

"Todo está bien, Albedo." Dijo Ainz con voz solemne y calmada, un tono adecuado para un gobernante.

"Pude regresar sin problemas, fui enviado a otro mundo. Desconozco la razón de esto, pero por si acaso, eleven la seguridad de Nazarick al máximo. También prepara a Shalltear, Cocytus, Aura y a Sebas, quiero que todos estén listos y equipados para la batalla en una hora, tengo deseos de investigar ese mundo al que fui enviado."

"Ainz-sama." Hablo Demiurge. "¿podría ser tan amable de explicarnos que sucedió? Por favor ilumine nuestra ignorancia con su conocimiento y sabiduría."

Ainz se sintió inquieto, la forma en la que sus sirvientes le hablaban siempre lo ponían en la estima más alta, claro, era su líder, y como tal debía mostrar el ejemplo del líder sabio con el cual involuntariamente había sido declarado.

"Se trata de un mundo diferente al nuestro. Por lo que vi, es un mundo en donde la raza humana gobierna y ha logrado un nivel de progreso considerable."

"¿Tales seres inferiores han logrado tal cosa?" decía Albedo sin ocultar su desdén por los seres humanos.

"Claramente lo han hecho, bueno, probablemente en ese mundo solo existió esa raza como la única especie inteligente."

Fue entonces que se le ocurrió a Ainz. ¿Estarían sus camaradas en ese mundo? ¿Es que de alguna forma habían sido enviados a diferentes mundos? Si era así entonces investigar ese mundo valía la pena.

"Demiurge."

"¡Si, Ainz-sama!"

"Prepara una red de información después de que lleguen los primeros reportes de ese mundo. Y Albedo, prepara a Nigredo para obtener toda la información posible, apóyate con Demiurge para analizar todos los datos que encuentren."

"Oigo y obedezco, Ainz-sama."

Ambos dijeron al mismo tiempo inclinándose respetuosamente ante Ainz.

Después de que volviera a lanzar [GATE] Ainz condujo a su sequito hacia el otro mundo en donde había llegado, mientras el conociera el lugar podría teletransportarse a este sin ningún problema. Detrás de él, Cocytus, Aura y a Sebas vigilaban totalmente alerta en caso de algún peligro, al frente iba Shalltear totalmente equipada con su armadura carmesí y su lanza de spuit, incluso si alguien usara un hechizo de súper nivel sobre ella, sobreviviría.

"Aura." Dijo Ainz. "¿puedes detectar la presencia de algún enemigo acechándonos?"

"ninguna hasta ahora, Ainz-sama. Solo están esos humanos."

Llevo su mano a su sien y lanzo un hechizo, este era mensaje.

"Albedo ¿puedes escucharme?" Se sentía un ruido parecido a la estática, interrumpía las palabras e impedía llegar ciertas frases, pero aun así era entendible hasta cierto punto.

"si, Ainz-sama. Pero hay mucha interferencia no estoy segura de que un hechizo de mensaje pueda durar mucho tiempo para comunicarnos."

"En efecto. Bien, te llamare más tarde."

"Entendido, Ainz-sama."

De repente un sonido de cristal rompiéndose se escuchó sobre ellos al mismo tiempo que Ainz se daba cuenta de lo que había provocado eso.

"mmm parece que están intentando espiarnos. Bueno, mis contramedidas se activaron así que quien sea que estuviera observando se debe haber llevado una sorpresa. Shalltear, regresa a Nazarick y prepárate para abrir un portal cada vez que te lo ordene."

"Como ordene, Ainz-sama." Ella desapareció a través del portal que aún no había desaparecido.

"Bien, Aura, haz un reconocimiento de no mas de tres kilómetros a la redonda. Pero si te encuentras con algún enemigo regresa de inmediato pero asegúrate de obtener toda la información posible antes de retirarte."

"Como usted ordene, Ainz-sama." Con ello la pequeña elfa oscura salió corriendo en dirección de los edificios, con un simple salto iba de uno a otro sin hacer el más mínimo ruido. En segundos desapareció de la vista de Ainz.

Ainz se giro para ver a Sebas y a Cocytus que esperaban pacientemente sus órdenes.

"Entonces, nosotros deberíamos descubrir qué clase de mundo es este."


El alumbrado público, bastante útil de noche, ocultaba la oscuridad del cielo nocturno apartándola, y con ella, el natural miedo del hombre por esta.

Sin embargo, no todo estaba cubierto y protegido por esa luz artificial.

En un callejón, podía escucharse un susurro, era quedo, apenas imperceptible. Un chisporroteo de algún líquido salpicando, escapando de algún lugar, además, con ello, el sonido de dientes hundiéndose en una pasta que masticaba constantemente.

Cualquiera lo habría confundido con una gotera cayendo sobre bolsas de basura, quizás sobre alguna bolsa o desecho que podría imitar ese sonido, uno lo haría así, era natural, el miedo es causado por la imaginación principalmente.

Pero lo que se negaban a aceptar si era real.

En el callejón oscuro, había dos figuras. Una de una persona, una mujer para ser exactos, joven, de no más de 25, si alguien viera desde lejos estaría descansando apoyada por otra persona. Sin embargo, al ver de cerca, la escena seria horrenda y repulsiva.

Un hombre, o más bien, un ser, eso es lo que estaba sobre ella. Ataviado de rojo, o más bien, un carmesí oscuro que parece una herida abierta en la noche, era oscuridad, oscuridad pura que era el origen del miedo en el corazón de los hombres. Ese ser parecía ser la encarnación del miedo mismo.

En su boca, una hilera de dientes recubiertos de sangre, jadeaba como si una sed quemante le atormentara. Ese ser, un vampiro, que solo vivía para alimentarse de la vida de los mortales.

Soltó a la mujer, ya no tenía sentido seguir sosteniéndola, estaba vacía después de todo. Él se relamió los labios mientras sus ojos le permitían ver más allá, en donde había más gente y por lo tanto más alimento.

Al principio no entendía lo que pasaba. Había estado en Londres, disfrutando de un paseo nocturno y de un momento a otro se encontraba en una ciudad completamente diferente. Este lugar no tenía ese toque histórico que Londres tenia, en cambio era moderno y ruidoso, al principio pensó que alguien de Millenium lo había enviado hasta aquí, después de todo, recién había declarado la guerra.

Pero por alguna razón no sentía el control de su ama, aún estaba ahí, pero era pequeño, apenas persistente y por alguna razón era como si lo hubieran liberado.

No estaba seguro de que estaba pasando, pero una cosa para el sí lo era. Estaba hambriento.


Por el cielo, a siete mil metros sobre el nivel del mar, una pequeña figura volaba. Si alguien pudiera usar un telescopio vería a una pequeña niña volando. Una escena que solo verías en alguna historia de ficción.

Pero para ella, esto era una realidad. Equipada con su equipo de vuelo imperial y su orbe mágico Elinium tipo 95, llevaba su rifle en las manos moviéndolo de un lado a otro buscando objetivos que derribar.

Había estado en medio de una misión de rutina, simple conocimiento, nada más. Fue entonces que un escuadrón de magos aéreos enemigos la habían emboscado. Ella estaba intentando reconocer de qué país provenían pero de un momento a otro se encontraba en un ambiente completamente diferente, los planos nevados y bosques habían sido reemplazados por edificios.

Después de varios minutos tratando de entender que es lo que pasaba se dio cuenta de que estaba en una ciudad de Japón, Tokio, mejor dicho.

"¿he… vuelto?"

Sintió un enorme alivio, como si por fin hubiera terminado una pesadilla y lentamente se estaba llenando de júbilo.

"He vuelto… ¡he vuelto!... ¡HE VUELTO!"

Reía y gritaba de felicidad, finalmente se había separado de ese infierno al que había sido enviada. Por fin podría volver a tener la vida estable que tanto anhelaba, pero entonces se dio cuenta de algo.

Seguía siendo una niña y lo que era obvio, estaba volando.

Aun llevaba su equipo y aun tenia funcionando con ella el orbe que había sido maldecido por el ser X. Sus manos aun sostenían la sub ametralladora que había obtenido en cierta batalla y estaba segura que el ser x aun merodeaba por ahí.

"¿Qué es lo que tramas ahora, ser X? te cansaste de mover los hilos y me devolviste a mi mundo anterior pero sin regresarme a mi forma anterior ¿eh? Bastardo, si vuelvo a verte aquí me asegurare de pegarte un tiro en la cabeza."

Se hizo con su rifle en la espalda, estaba segura que nadie la atacaría a esta altura. Además, llevaba un hechizo de cobertura de información que evitaría que los radares, incluso los de esta era, pudieran detectarla. Tenía tantas preguntas por responder, no sabía por dónde empezar y no estaba segura de tener que bajar para reunir información. Si lo hacía podía fingir que era un cosplay, pero definitivamente tendría problemas con un rifle de verdad con ella.

"¿Debería ir a mi anterior hogar? ¿Si quiera existe aún? Ni siquiera estoy segura de que este sea mi mundo natal, tal vez me emocione un poco, pero si realmente he vuelto y si aún tengo la forma de una niña sería imposible recuperar mi vida anterior ¿Qué debería hacer?"

"Yo podría contestar tus preguntas."

Al momento de escuchar la desconocida voz, Tanya Von Degurechaff se descolgó su rifle y apunto hacia la persona que había aparecido detrás de ella. No entendía lo que pasaba ¿Cómo alguien se le había logrado acercar sin que se diera cuenta? ¿Eso quería decir que había magos aéreos en este mundo y solo la habían enviado al futuro? Pero cuando se dio cuenta de la persona que le había hablado, no pensó que esa persona fuera un mago aéreo, pero definitivamente era algo más, ni siquiera estaba segura de que fuera humana.

"¿quién eres?" respondió Tanya apuntando a una chica con uniforme militar y pelo plateado.

"Mi nombre es Altaír." Dijo ella mientras hacia una reverencia. "Déjame ser tu guía al mundo de los dioses."

"¿Mundo de los dioses?" pensó Tanya. Ella no tenía idea de a que se refería esa chica, esa tal Altaír al decir 'mundo de los dioses' pero esas palabras significaban algo para ella. Preparo su dedo para disparar mientras modificaba sus rondas cambiándolas por rondas explosivas, tan potentes como la artillería, estaba segura de que no fallaría a esa distancia.

"Entonces, ¿tú eres uno de esos dioses?"

La chica de cabello plateado rio, como si alguien le hubiera contado un buen chiste.

"No, yo soy una creación al igual que tú. Pero he decidido venir a este mundo para vengarme de él."

"si tú no eres un dios ¿entonces dónde están?"

Altaír extendió sus brazos, igual que un presentador que da lugar para un nuevo acto.

"justo ahí. Todos y cada uno de ellos, son creadores. Dioses que forjaron nuestros mundos para su entretenimiento. Viles seres que solo disfrutan nuestro sufrimiento y dolor. Incluso el tuyo podría estar allí."

Tania sonrió, al igual que siempre lo hacía al afrontar una tontería o estupidez de parte de sus superiores en el campo de batalla.

"para mí no lucen como más que simples personas. No veo ningún atisbo de divinidad en ellos."

"son dioses, puedo probártelo." Tras decir esto, Altaír arrojo un libro hacia Tanya quien lo atrapo sin ningún problema, lo miro y leyó la portada. 'Saga of Tanya the evil.' Sus ojos se abrieron como platos al ver la ilustración en la portada.

"Esta… ¿esta soy yo?"

"Puede que sea difícil para ti asimilarlo. Pero créeme cuando digo que tu creador está allí abajo. Escribiendo más de tu historia para entretener a un montón de fanáticos. ¿No estas harta de todo lo que has vivido? Únete a mí y−"

"Ja, ja, ja…" una riza comenzó a escapar de Tanya. "JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA…" era como si un demonio se riera en una frenética locura que la llenaba de una demencia que iba más allá de las palabras. Altaír no pudo evitar guardar silencio al ver al demonio reír de tal manera. Cuando finalmente termino, hablo.

"en verdad esto es una locura, y pensar que sería enviada aquí. He estado esperando por este momento desde el momento en que nací en esa asquerosa choza. ¡POR FIN PODRE AJUSTAR CUENTAS CON ESE TAL SER X!"

"Me alegra verte de tal modo." Dijo Altaír. "juntas podremos vengarnos de este mundo, lo destruiremos hasta sus cimientos y los borraremos para siempre."

"no, no me interesa eso."

"¿Qué?"

"Ahora sé que el ser X no es más que un escritor que vive por los medios del entretenimiento. No es algo que sea muy orgulloso que digamos, bueno, desde mi punto de vista. Pero no quiero destruir este mundo, eso no me dejaría vivir una vida estable."

Tanya se alejó de Altaír ascendiendo más alto.

"Tú puedes hacer lo que quieras. Yo buscare al ser X por mi cuenta y ajustare mi propia venganza. Te agradezco por toda la información que me diste."

Tanya calentó más su equipo de vuelo imperial y voló a una velocidad increíble perdiéndose entre las nubes.

Altaír miraba en silencio como se alejaba.

"Bueno, la dejare para más tarde. Por lo que dijo no parece que ella vaya a intentar meterse en mi camino. Debería ir y hablar con los demás."


Entre las calles se formaba un gran alboroto, personas usaban sus celulares para tomar fotografías e incluso grabar la escena que estaba pasando frente a ellos.

Por la calle iba un ser de más de dos metros, un hombre para ser precisos, o más bien, era una armadura que rodeaba el cuerpo de uno. La cabeza, que era lo único que confirmaba que era un ser humano, aunque su ojo fuera una especie de implante neural, tenía la imagen de un hombre mayor con su cabello blanco, sin embargo, en su semblante podía verse un rostro que había sido testigo de incontables batallas.

Su armadura era más que nada ornamentada. De un color rojo brillante con cráneos que adornaban visiblemente a varios lugares de la armadura. En su pecho un cráneo se hallaba rodeado de alas doradas, en una de sus grandes hombreras llevaba un cuervo con una joya de color rojo sangre, y en la otra se hallaba un cráneo grabado en una cruz de color blanco.

Cargaba consigo un martillo, del cual un aura de energía emanaba, incluso podrían llegarse a ver algunos arcos eléctricos saliendo de este. Era tan largo como la estatura de aquel que lo empuñaba y podía verse lo increíblemente adornado que estaba, parecía mas una pieza de arte que una diseñada para la guerra. Una pistola bolter, bien cuidada y enfundada en la cintura le servía de arma secundaria.

A su alrededor, las personas tomaban fotografías mientras miraban al misterioso e intimidante hombre cubierto de armadura. Algunos hablaban entre ellos tratando de entender que pasaba.

"Oye, ¿ese no es Gabriel Angelos, señor del capítulo de los cuervos sangrientos?"

"Eso parece ¿es un cosplay? No parece haber ningún evento cerca, pero debo admitir que ese cosplay se ve muy realista, incluso el efecto en el martillo es impresionante."

"Ahora que recuerdo, Dawn of war 3 salió hace no mucho, me pregunto si lo estarán promocionando."

"el juego fue malo, pero tiene elementos interesantes. Jamás podrán superar al primero."

"¿En verdad juegas warhammer 40k? ¿No es un poco caro?"

"¡Y que lo digas!" dijo un tercero. "Comprar las piezas es como arrancarte los ojos y venderlos. Y lo peor es que GW no es exactamente una compañía misericordiosa."

El hombre en armadura, Gabriel Angelos, señor del capítulo de los cuervos sangrientos. Caminaba por ese lugar, al principio no entendía que estaba pasando pues de un momento a otro había sido sacado de un campo de batalla en una campaña contra los orkos la cual había terminado en una gloriosa victoria. Pero justo después que se reconociera tal logro, fue traído a este lugar, no sabía en que planeta había acabado. ¿Acaso la disformidad lo había traído hasta aquí? Para empezar ¿Qué clase de mundo era este? ¿Un mundo colmena? Pero la ciudad parecía ser bastante pequeña y el aire no estaba contaminado. ¿Un mundo feudal? Pero parecían estar bien desarrollados. La mejor explicación era que se trataba de un mundo semi desarrollado y con capacidad suficiente para desarrollar la industria.

Sin embargo, algo no estaba bien con este mundo. En ningún sitio podía ver monumento alguno al dios emperador de la humanidad, tampoco parecía haber rastro alguno de la eclesiarquia y ni que decir de algún representante del administratum. Todo estaba lleno de edificios de varios cientos de metros que no se asemejaban en nada al palacio de algún gobernador.

"¿Podría ser este un mundo que no había sido tocado por la gran cruzada? ¿Una de las tantas ramas de la humanidad tras aventurarse al espacio?" Murmuro para sí mientras trataba de hallar una explicación.

Fue entonces cuando un par de jóvenes se acercaron a él. Ambos de no más de 18 años lo miraban con admiración y parecían estar muy impresionados.

"Oye, ¿podemos tomarnos una foto contigo?" Dijo uno de ellos. "¡tú cosplay es increíble!"

"¿Cosplay?" Gabriel no entendía que era lo que la palabra "cosplay" quería decir, pero tampoco podía ignorar tal atrevida forma de actuar de estos simples mortales. Gabriel era conocido por tener ideas un poco distintas de sus demás hermanos de batalla los adeptus astartes e incluso había sido conocido por pelear al lado de los eldars aun si era solo una tregua temporal, pero aun así eso no lo alejaba de su honor como marine espacial. Todo ciudadano del imperio de la humanidad debía tratar a un astartes con respeto y miedo.

"Soy el señor del capítulo de los cuervos sangrientos, retírense ahora y regresen a sus obligaciones."

"Whoa viejo, sí que sabes meterte en el personaje, solo queremos una foto, será rápido."

Gabriel frunció el ceño. Estos civiles estaban tomando a la ligera no solo a un marine espacial, si no a un señor del capítulo. Tal grosería no debía ser tolerada, estaba por castigar a esos civiles cuando alguien hablo detrás de él.

"Por favor no lastimes a estas personas." Dijo la voz de una mujer.

Al voltear Gabriel se encontró con el dueño de esa voz, se trataba de una mujer de cabello rojo como el fuego, su figura era la de una mujer de no más de 25 años de edad naturales y estaba vestida con ropas ligeras de color purpura con la empuñadura de una espada a su lado pero sin lo que parecía ser la hoja de esta.

"Es mi deber como un agente del emperador de la humanidad el traer el castigo apropiado a aquellos que no respetan su autoridad. Por favor, quédate a un lado."

Gabriel activo su martillo "godsplitter" los rayos de energía lo recorría por todo el mazo y la empuñadura. Los dos jóvenes se asombraron al ver tal efecto, casi parecía real y por un momento se dieron cuenta de que así era.

El martillo cayo con enorme fuerza y velocidad, podía acabar con esos dos con suma facilidad, una vez los tocara serian pulverizados al instante. Sin embargo, el fin no llego para ellos.

El suelo retumbo y un cráter se abrió, era como si un obús hubiera aterrizado en el suelo levantando la roca y el polvo. Sin embargo, donde habían de estar dos cadáveres casi desintegrados solo quedaba concreto destruido.

Unos metros más adelante se encontraba aquella mujer, en sus brazos cargaba a los dos jóvenes que había logrado salvar por poco. Ambos estaban inconscientes y se habían desmayado tras ver como la muerte casi los había aplastado.

Al ver tal escena hubo personas que no pudieron evitar ser presa del pánico y escaparon, otros se quedaron ahí, pensando que se trataba de alguna escena para una película con buenos efectos especiales, intentando buscar por alguna cámara.

Angelos había visto lo que había pasado, sus sentidos sobrehumanos le habían permitido ver el momento en el que aquella chica pelirroja había tomado con ella a ambos jóvenes y los había puesto a salvo lejos del alcance de su martillo de trueno. Era rápida, no tan rápida como un Eldar pero para parecer un humano normal era algo considerable de tomar en cuenta.

"¿Interfieres en la ejecución de estos herejes? Hazte a un lado, antes de que considere poner a prueba tu lealtad al imperio de la humanidad."

El señor del capítulo no reconsidero sus palabras, sabía que aquella mujer tenía algo de habilidad, pero no era la suficiente para ser un reto para él. Aun así, no conocía mucho de ella pues esa espada podría ser algún ítem raro que podría proveer un momento difícil para él.

"No conozco el imperio del que hablas. Por lo tanto no pertenezco a tal país. Por favor, baja tu arma y no lastimes a estas personas, no han hecho más que ser atraídos por la curiosidad."

Gabriel frunció el ceño. No por la oposición por la mujer de cabello carmesí si no por las palabras con las que se había dirigido al imperio de la humanidad. En algún otro momento el habría aplastado a estos ciudadanos sin más preguntas, pero el hecho de que este mundo no parecía conocer al imperio lo hizo contenerse por un momento y explicar lo que estos ciudadanos no entendían.

"No un país. El imperio de la humanidad se extiende por la galaxia, controla y protege de los peligros que en esta acechan, siempre vigilante de los xenos que desafían su poder, siempre cauteloso e implacable en contra de la corrupción del caos. Más de un millón de mundos forman al imperio y sobre este −sobre el trono dorado de Terra−, el emperador nos vigila y protege."

La mujer pelirroja no parecía entender todo lo que le había dicho.

"No conozco este imperio del que hablas. Pero estoy segura de que no habitas en el ahora. Por lo tanto, no tienes derecho de amenazar a estas personas."

"El imperio habita en toda la galaxia, si es que en este mundo no ha llegado aún la luz del emperador entonces no pasara mucho antes que lo haga. Ríndete ahora y hazte a un lado, aun si son parte de un mundo perdido antaño deben reconocer la soberanía del imperio aun si es por la fuerza."

Tras decir esto el señor del capítulo de los cuervos sangrientos se lanzó al ataque, su martillo resplandecía y su energía estaba lista para caer sobre su oponente.


La noche aún era joven, era de más decir que era en la noche cuando el corazón de la ciudad saldría a relucir. Tiendas de todo tipo de entretenimientos acompañadas de la luz de neón que adornaba a por las calles que invitaban a aquellos que transitaban a desahogar sus penas o simplemente pasar un buen rato.

Podrías ver parejas paseando por la acera, hombres de negocios que habían salido de beber y en torpes pasos intentaban hallar sus caminos a casa. Los bares estaban llenos, gente de todo tipo iba a disfrutar de los placeres del alcohol y las mujeres con las que lograban llegar a algo. Y era dentro de uno de estos bares en donde se encontraba cierta persona.

Era joven, de cabello castaño y constitución normal, sin embargo en su rostro llevaba una mirada que inspiraba confianza a aquellos que lo miraban y su sonrisa era la de alguien que sabía más que uno o dos secretos.

Relleno su copa de nuevo y volteo a admirar de nuevo el trasero de una chica de las varias que pasaban de un lado a otro ofreciendo y sirviendo bebidas.

Jin no sabía exactamente lo que estaba pasando, de alguna u otra forma no estaba en el lugar en donde estaba seguro de haber estado. Hasta hace un momento mientras patrullaba por las zonas cercanas a Border en donde se aseguraban de que algún Neighbor intentara colarse en la tierra y llegara a las zonas designadas solo para ser despachados por agentes, y ahora había caído en algún otro lado de la ciudad y aunque tenía una idea no estaba totalmente seguro de donde estaba. Sin embargo, ya había confirmado que no estaba en su mundo o siquiera el que conocía.

Para empezar no había ningún Border aquí. El enorme edificio que normalmente se vería desde casi cualquier distancia había desaparecido. Y en segundo lugar, en este lugar no era enteramente cierto que no había conocimiento de Border en este sitio.

Jin miro hacia su mano, debajo de esta que golpeaba con su índice la mesa de madera se encontraba un libro, un manga. Jin sabía de mangas, no era poco común para él leer uno de vez en cuando, sin embargo, este manga era algo completamente único para él. Leyó el título del manga una vez más: World Trigger y de nuevo no pudo evitar otra vez llenar su cabeza con cientos de incógnitas.

Normalmente habría perdido la razón, pero gracias a cierta habilidad que poseía eso no paso. De hecho, su side effect le había ayudado a encontrar esta manga y a evitarse un mundo de problemas y eso no era todo. Jin podía ver el futuro, infinitas posibilidades se habían abierto paso a través de su mente y lo había advertido de un posible enemigo que lo estaba buscando.

Jin había apagado su trigger tan pronto como había recibido las advertencias. Llevaba dinero así que compro una camiseta barata en una tienda y la uso para pasar por un civil cualquiera, después había ido a un bar alejándose considerablemente del lugar en donde había aparecido. Se sentó en una de las mesas, ni muy alejada ni muy cercana a la puerta, gracias a su side effect sabría las medidas a tomar para pasar desapercibido. Una vez que sintió que era tiempo el guardo el manga debajo del asiento acolchado y cubierto de terciopelo.

Un hombre entro al bar. Parecía de mediana edad, con anteojos y un traje que no parecía encajar con el lugar ahí. Jin dio un rápido vistazo y se dio cuenta de que era el sujeto correcto.

Por unos pesados minutos el hombre se quedó de pie en la entrada, escaneando el lugar como un halcón, poso su mirada en cada una de las personas que estaban en el lugar incluso en Jin. Después de poco tiempo este se fue, rindiéndose de no poder encontrar a su objetivo.

Jin vacío de nuevo su copa y la volvió a llenar preguntándose si podría conseguir algo de compañía esta noche.


Por otro lado, sobre la ciudad, alguien más observaba. Sus ropas blancas contrastaban con el negro de la noche y un poco de su cabello castaño era acariciado por el viento frio.

Las preguntas flotaban a su alrededor mientras intentaba hallar sentido o alguna explicación a la que estaba pasando.

"Esta no es la ciudad de Karakura." Dijo al observar detenidamente los rascacielos que se cernían bajo sus pies.

"¿Habré calculado mal el destino del 'garganta'? no, imposible, estoy seguro de que las coordenadas eran las correctas. Sea lo que sea, esto debe ser obra de una tercera persona." Dijo para si al tratar de evaluar la situación en la que se encontraba ahora.

Aizen Souzuke, que hasta hace un momento se dirigía al mundo real para una decisiva batalla, ahora se encontraba en un lugar distinto, en una ciudad diferente.

"Sigo estando en Japón, eso es seguro. Esto debe ser Tokio por lo que veo, sin embargo, se siente algo diferente sobre esto. No puedo explicarlo, pero no es algo que haya visto antes."

Fue entonces cuando escucho un estruendo que venía desde abajo, al voltear vio una gran nube de polvo y lo que parecían ser partículas de hielo volando por todos lados.

"¿el joven capitán del décimo escuadrón está aquí…? No, eso no parece ser obra suya."

Al mirar detenidamente noto un par de figuras entre la nube de polvo y hielo. Ambas se movían a gran velocidad por entre edificios y construcciones, era obvio que ambas estaban combatiendo de alguna forma.

Vio a una mujer, de pelo azul celeste y un uniforme con cierto parecido militar. Llevaba una espada larga que parecía blandir contra su oponente. En su mano se formaban espirales de hielo que cambiaban y se retorcían dando nuevas formas afiladas como estacas que volaban directo hacia la otra figura.

Esta última no parecía tener una forma parecida a la primera. Era una mujer, joven por su tamaño. Vestía con ropajes de color rojo sangre que parecían solo harapos que habían sido cosidos unos con otros de formas que recordaban ira y rencor, su cabeza iba cubierta de un casco de metal y sus cabellos de color plata se salían mostrándose bajo la luna.

Esta levanto su mano contra las estacas de hielo que iban a por ella, y por alguna forma desconocida para Aizen, la presión del aire aumento de forma tan drástica que un trueno sordo se revelo. Las estacas de hielo desaparecieron entonces junto a la mitad de un edificio el cual muy probablemente había estado lleno de civiles.

Las paredes se partieron y los armazones de acero cedieron. Gritos incontables de personas que seguramente seguían atrapadas en el edificio mientras este se derrumbaba y los escombros caían sobre personas. Y a pesar de tal destrucción, ambas oponentes seguían peleando sin detenerse.

La espada en las manos de la mujer de pelo azulado atravesó el torso de la chica de cabello blanco. Después de levantarla y hacerla girar movió la hoja a través de la caja torácica partiendo órganos sin piedad, alcanzo el esternón y salió por el cuello llevándose parte de la barbilla.

Era una herida mortal, ningún ser mortal podría sobrevivir una herida como esa. Incluso un Arrancar moriría con una herida así.

Pero no se trataba de un simple mortal.

La chica con ropas color rojo sangre pareció simplemente reaccionar al dolor de cierta medida. Y en pocos segundos un vapor comenzó a surgir de esas heridas, y como si regresara el tiempo, la carne comenzó a cerrarse y sellarse dejando una piel que no había sufrido daño alguno.

La chica de blanco volvió a levantar su mano hacia la mujer y de nuevo esta ultima esquivo justo a tiempo de que un nuevo agujero gigante derribara el edificio llevándose tantas vidas como en el anterior.

"interesante…." Dijo sin apartar la mirada de los dos seres debajo de él. "no son hollow, eso es seguro. Tampoco arrancar ni vizard. Son algo más, algo ajeno a la sociedad de almas y hueco mundo por igual. Tal vez se trate de algu-"

Sintió algo, como un par de ojos posados en él, contemplándolo como si de una presa frente a un depredador fuera. Aizen no pudo evitar sentir que había alguien junto a él, y aunque podría solo ser su imaginación, se sentía tan real que debía elogiar las capacidades de infiltración que este ser tenia.

Cuales fueran las razones por las cuales él se encontraba aquí a él le parecían poco relevantes, el estaba en el mundo real y sin ningún shinigami que lo detuviera era la oportunidad perfecta.


El edificio se estremeció al ser atravesado. Solo la ingeniería detrás de su construcción había permitido que no se colapsara sobre si mismo. Eso y que el objeto responsable de tal incidente hubiera sido pequeño dejando un rastro de pocas víctimas.

La calle es lo que siguió dejando un cráter de más de cinco metros de profundidad, el impacto había llamado mucho la atención, después de algunos minutos el sonido de varias sirenas inundaron la zona tratando de descubrir que era lo que había caído, lo que descubrieron los dejo atónitos.

Era un hombre, llevaba una especie de kimono hecho jirones y algunos otros elementos extraños. Lo que era más, llevaba una espada con el borde abollado y un parche había caído cerca de el.

Sin embargo, el cuerpo del hombre estaba totalmente destrozado. Tenía heridas por todas partes, contusiones que lo cubrían de pies a cabeza y numerosas quemaduras por varias partes de su cuerpo. Los médicos lo levantaron, aun sin saber cómo reaccionar ante tal suceso que no podían entender, este hombre había caído aquí y hecho un cráter en la calle, y aún estaba vivo. Eso merecía una pequeña celebración después de todo, los paramédicos aún se encontraban atónitos al no poder digerir la escena ante ellos, este hombre había literalmente atravesado un edificio y aun con tan graves heridas seguía vivo.

De pronto tal fue su sorpresa y miedo al ver como ese hombre se levantaba, igual que alguien que había dormido en una mala posición un largo tiempo, aun así, se veía más que agotado, la sangre goteaba de sus heridas y estaba más muerto que vivo. El hombre aun así logro espabilar, alcanzo el parche en el suelo y lo coloco en su ojo derecho, miro a un lado a otro e intento entender la situación, después de algunos minutos comenzó a caminar.

"¡señor! No debería levantarse, está muy malherido."

No les hizo mucho caso, tambaleándose intento seguir con su camino solo para desplomarse sobre la acera una vez más.


Más fragmentos afilados de hielo volaron hacia Shiro mientras los reducía a nada más que polvo. Su sangre acelerada a velocidades supersónicas creaba un vacío en el aire que explotaba como una onda expansiva que lo destruía todo. De nuevo salto buscando a la mujer de azul que de alguna forma estaba flotando y volando con sus piernas y brazos cubiertos en hielo. Ella no entendía que era lo que le permitía volar pero probablemente tenía algo que ver con el hielo.

Una vez más extendió su mano al tener a la mujer en alcance de su habilidad. Disparo una potente y pequeña gota de sangre que voló a velocidad supersónica y partió el aire. La mujer de azul vio esto y reacción velozmente, erigió de forma instantánea una gruesa pared de espesor de cinco metros de hielo. El hielo se partió y astillo, la sangre recorrió los cinco metros de hielo y aunque logro atravesar todo eso había perdido velocidad y energía incapaz de alcanzar su blanco.

Esdeath no estaba cansada, al contrario, la oportunidad de pelear con tal oponente le hacía hervir la sangre. Disparo oleada tras oleada de fragmentos y hielo de todos los tamaños y formas, los cuales eran destruidos por las misteriosas habilidades de la joven contra la que peleaba dejando varios edificios dañados a su paso sin intención de preocuparse de las personas que habían estado adentro.

Esdeath no pudo evitar dibujarse una sonrisa al analizar a su enemigo, tras un momento ella llego a una conclusión. Esta chica era como ella.

Ya varias veces había notado a la joven dibujarse una sonrisa diabólica, sádica y llena de ansias de matar. Esta chica había probablemente pasado por algo realmente traumático para dejarla así, pero Esdeath no podía importarle mucho. Esta joven tenía una pasión por la destrucción idéntica al de ella.

De nuevo más proyectiles de hielo fallaron sin hacerle daño alguno a la joven. Esdeath quería acabar con ella, pero entrar en un combate directo contra un oponente que la pulverizaría si se acercara demasiado era algo que no haría, no era estúpida y sabía muy bien que moriría si un solo ataque la golpeara, probablemente eso era lo que le estaba excitando más.

Esdeath decidió que era momento y activo una habilidad que había obtenido tras entrenar exhaustivamente.

El tiempo se congelo y la realidad se detuvo, ella era la única en el mundo que podía moverse en este mundo congelado en el tiempo. Floto sin mucho problema hacia la joven y con su espada atravesó su pecho, se alejó unos metros y le permitió al tiempo seguir con su marcha.

Esta era su victoria, esa joven había sido un enemigo formidable, pero para ella era obvio que no sería capaz de derrotarla. Que equivocada estaba.

Apenas tuvo tiempo de esquivar tras producir otro muro de hielo para mermar la fuerza del proyectil disparado hacia ella. Esdeath no podía creer lo que veía, por un minuto pensó que esta joven era una teigu biológica parecida a shou de night raid, pero era distinta, la forma en la que la carne se regeneraba el vapor se formaba no eran nada que hubiera visto antes.

Y la joven mostraba su sonrisa llena de sadismo.

Entonces la chica de blanco hizo algo, alrededor de ella un tornado tomo forma, no era como nada que Esdeath no hubiera visto antes, claro, ella conocía la naturaleza de un tornado y para ella no era un peligro muy grande. Sin embargo, este huracán era algo muy distinto de uno normal. Era como una picadora de cincuenta metros que pulverizaba todo lo que tocara. Numerosos objetos fueron atraídos por el aire y desaparecieron en mil fragmentos junto a escombros, cristales, armazones y metal. Incluso varias personas eran arrastradas por los mortales vientos y eran reducidos a carne molida en cuanto hacían contacto con el viento

Esdeath también resulto ser blanco de este furioso vendaval, sin embargo, había logrado anclarse usando una cadena de hielo evitando ser arrastrada por el ciclón. Pasaron varios minutos y muchas más personas encontraron su horrendo final en las fauces del tornado que se había vuelto de un color rojo sangre.

Finalmente amaino y poco a poco fue desapareciendo, al final dejo caer un rio de sangre que cubrió las calles junto a partes de cuerpos que llovían sobre la gente debajo que había logrado encontrar un lugar seguro. Ciertamente, había sido una masacre tal que sería considerada una de las más grandes de la historia, el terror, confusión y pena envolvían a las personas debajo y solo gritos de agonía y rechinar de dientes cubrían las calles.

Y de la joven de cabello blanco no había rastro alguno.


El suelo retumbo y una descarga de energía surgió al impactar de lleno en el costado de esa chica de rojo. Selesia Iuppitiria impacto contra un camión deformándolo al punto de casi partirlo por el medio.

Selesia tosió sangre al sentir al menos la mitad de sus órganos destrozados dentro de ella, la mitad de sus costillas estaba destruida y su brazo izquierdo estaba roto y ahora inservible. Un agudo dolor la invadía al intentar levantarse y provocaba que sus piernas solo temblaran y colapsaran sin fuerzas para moverse de nuevo.

Con solo un golpe de su enorme martillo, el hombre con la armadura de color rojo la había dejado fuera de combate. Era un milagro que ella siguiera inconsciente tras sentir por su cuerpo una descarga que la estremeció, era como si un explosivo hubiera estallado justo frente a ella. No importaba si su cuerpo era lo bastante resistente, ella se dio cuenta de la manera difícil que ese hombre se encontraba en otra liga.

Selesia había peleado contra Alicetaria February, era fuerte, pero a comparación de este nuevo oponente era incluso casi imposible de creer. Era como comparar a un niño y un adulto lo cual podría verse injusto. Selesia no pudo evitar maldecir a Altaír por traer a esta clase de seres a este mundo, si ya no había un límite para el poder y la capacidad de traer creaciones entonces no quería ni imaginarse la clase de monstruos que pudo haber invocado a este lugar. Solo esperaba poder traer de su lado a algunos y evitar que Altaír destruya al mundo de la manera lenta y horrible.

Como pudo se levantó, sus piernas temblaban y sentía que podría caerse en cualquier momento. Escucho los pasos del astartes sobre el concreto que ahora era su enemigo y el cual tenía una gran ventaja en este momento. Ella lo encaro, retomo la empuñadura de su espada, aun si solo le quedaba una mano no podía rendirse, solo dios sabia la clase de daño que podría traer a la ciudad.

Quería llamar a su máquina, pero no podía, no en este estado. Tal vez si la hubiese sacado desde el principio tendría una forma de ganar, pero el dolor y el daño a su cuerpo era tan grande que no sería capaz de concentrarse lo suficiente para llamarlo.

"debo reconocer tu resistencia, jovencita. No muchos mortales logran sobrevivir a un impacto de lleno de un martillo de trueno y mucho menos de uno que contiene un avatar de Kaine." Hablo Gabriel Angelos que se acercaba a ella sin nada de prisa.

"…A-ceptare… e-ese… cumplido…" decía Selesia al intentar recoger el suficiente aire en sus pulmones aplastados para hablar.

"bien, entonces. Este es el final. Acepta el castigo del emperador y busca redención en la disformidad"

Gabriel Angelos bajo su martillo a una velocidad incapaz de ser seguida con la vista, esta vez Selesia estaba segura de que moriría sin remedio alguno. O al menos eso es lo que pudo presentir al no poder enfocarse más.

Una pared de hielo surgió como un rio que fluye por la tierra, ese ataque iba dirigido de lleno hacia el señor del capítulo y tenía toda la intención de matar a su objetivo.

Sin embargo, el martillo de trueno que se suponía debería caer sobre la cabeza de Selesia fue redirigido por pura fuerza bruta por parte del astartes y se encontró contra el muro de hielo que iba a por él. El hielo se pulverizo en cuanto fue tocado por el martillo y de nuevo una ola de energía lleno el ambiente que se estremeció cuando el mismo suelo tembló por el golpe del martillo.

Gabriel se movió para encarar al nuevo enemigo que había surgido, ignorando a la mujer de rojo que ahora malherida no suponía una amenaza a considerar. El nuevo oponente era un hombre, vestido de una singular forma y cargando un bastón a forma de arma que parecía blandir como una espada.

"hey, hey, anciano" dijo al acercarse hacia el astartes, sus pasos hacían crujir el hielo que había quedado en el pavimento.

"no es educado rematar a un enemigo que nunca fue una amenaza."

"¿Quién eres, psíquico? ¿Planeas ayudar a esta mujer? Debo pensar que estas de su parte." Decía Angelos al observar al psíquico frente a él, tenía que ser uno, de otra forma no habría explicación para ese ataque de hielo que le había lanzado.

"Yuya Mirokuji, y no soy un psíquico. Simplemente soy fuerte."

"valientes palabras." Respondió Gabriel "¿Qué harás? ¿Te enfrentaras al señor del capítulo de los cuervos sangrientos?"

"¿Qué más haría? Está claro que eres un oponente poderoso, no hay otra razón que me haría querer pelear contra ti."

"que así sea, Yuya."

Y después de decir esto, el hombre frente al señor del capítulo bajo su espada liberando una potente ráfaga de aire, un vendaval feroz golpeo a Gabriel quien apenas se movió sin prestar mucha atención a la súbita ascensión de la corriente de aire que había surgido de la espada de su nuevo enemigo.

Yuya se movió a una velocidad inhumana que le hacía parecer un eldar. Angelos fue capaz de seguirle, no tenía la gracia de un guerrero eldar y era más que nada errático, para Gabriel era más como una bestia que atacaba sin un patrón definido.

Mirokuji cerró la distancia y con su espada de madera fue a por un ataque en diagonal contra el astartes, sin embargo, este recibió tal golpe con el martillo de trueno que lo detuvo. Aun así, la fuerza detrás de la espada negra de madera era impresionante, incluso la espada en si misma también lo era. Gabriel había considerado que la espada estaba tallada en madera, por lo tanto compararla contra una de las armas del imperio era un asunto de risa, pero la burla se había convertido en incredulidad al ver como tal arma de apariencia anticuada para un astartes detenía y contenía una de las armas más poderosas en el imperio.

Aplico más fuerza y Gabriel hizo a un lado la espada de madera pero no se quedó solo ahí, con toda su fuerza redirigió el golpe para alcanzar a su enemigo, este último se apartó evitando que la poderosa descarga de energía psíquica lo desintegrase.

"eres hábil, Yuya Mirokuji." Dijo el señor del capítulo. "Tu arma. Aunque parece simple demuestra ser de una constitución intrigante. La reclamare como trofeo una vez que hayas perecido."

Gabriel se abalanzo, a pesar de portar su armadura táctica dreadnought su velocidad no se vio del todo mermada por la robustez de la servo armadura. Era como un titán aproximándose en una embestida con una fuerza imparable. Hizo a un lado autos y demás vehículos como si fueran simples obstáculos de cartón pulverizados frente a una aplanadora.

Cargo con su martillo directo hacia su oponente, este en lugar de esquivar tal avalancha de poder se dedicó a recibirla de frente. Estaba listo para soportarlo y demostrarle a este supuesto señor de capitulo que no podría vencerlo. Tal habrían sido sus pensamientos si no fuera por sentir su cuerpo salir volando a más de diez metros e impactarse contra un edificio.

Yuya Mirokuji apenas y podía preguntarse lo que había pasado. Hace tan solo un momento había estado enfrentando a ese guerrero vestido de una armadura sumamente decorada y ahora estaba con su cuerpo hundido dentro de concreto, al menos habían treinta centímetros de distancia entre su rostro y la salida.

Vio como aquel señor del capítulo se acercaba, martillo en alto dispuesto a terminar con su vida. Y aunque no podía evitar sentir amargura por esta situación, aun sentía que no podía negar que la victoria le pertenecía a este hombre.

Gabriel Angelos levanto su martillo y con fuerza lo hizo descender buscando aplastar el cráneo de Mirokuji. Y habría sido así, si no fuera por un campo de energía que lo rodeaba, tal escudo intentando protegerlo. Sin embargo, ese escudo no duro mucho pues un segundo golpe con el martillo de trueno lo partió como el cristal.

Ahora sin el escudo y con Yuya sin ninguna fuerza restante en su cuerpo era muy seguro que moriría a manos de este que estaba frente a él.

Pero la muerte no llego a por él, pues un camión intento arrollar al astartes, y por arrollar podría decirse que simplemente lo empujo algunos metros de distancia antes de que fuera detenido por la fuerza del marine espacial y su servo armadura. Sin embargo no había nadie en el asiento, estaba vacío lo que indicaba que alguna fuerza externa había utilizado al camión. Tal fuerza, tal persona dueña de esta apareció para confirmar sus sospechas.

"noble astartes, señor del capítulo de los cuervos sangrientos y fiel sirviente del emperador de la humanidad. Le ruego oiga mis suplicas, pues estas personas no han hecho mal alguno, la ignorancia no es un pecado que deba pagarse con sangre."

Meteora Österreich hablo con voz solemne y decidida. Bien podría haber sido intimidada por el imponente marine espacial, pero ella no retrocedería ante este titán.

Gabriel Angelos volteo a verla. Vio a una mujer, joven, parecía que aún estaba por llegar a los 18 años. De cabello blanco como la plata y túnicas de color verde, portaba entre sus manos un libro que parecía estar imbuido con alguna clase de hechicería, pero, intrigantemente, para Angelos ese libro no causaba dolor a su vista.

"identifícate, hechicera." Fue todo lo que dijo Gabriel al verla.

"Meteora Österreich, mi lord. Y debo avisarle, este mundo está fuera del alcance del imperio de la humanidad, pues ni siquiera está en la galaxia gobernada por el emperador. No, es un mundo alterno, en el cual usted acabo por culpa de las maquinaciones del caos a través de un enemigo. Esta es Terra, la Sagrada Terra de un universo alterno."

Una mirada de incredulidad cruzo por el rostro de Gabriel Angelos al escuchar eso. ¿Otra Sagrada Terra? ¿Cómo era eso posible? ¿La hechicera mentía? Era muy probable.

"¿esperas que crea eso, hechicera? ¿Cómo sabes del caos en primer lugar? No me sorprendería si trabajaras para ellos."

"juro que jamás me he aliado con el caos. Solo soy una sabia que aconseja a los viajeros. Aun así, debo rogarle una vez más, mi lord. Estos seres, aunque humanos, no conocen a su poderoso imperio, han actuado simplemente en defensa propia y de aquellos más débiles. Por favor, baje su arma, le juro que le explicare todo concerniente a este mundo y a la situación en la que usted ha sido puesto."

Gabriel Angelos dudaba en las palabras de la hechicera, cualquiera que practicase brujería era un enemigo de la humanidad. Sin embargo, el caos no parecía tocarla, su presencia no le causaba repulsión ni asco, y fuera de su atuendo no era diferente a una humana. ¿Debería creerle? Su formación le ordenaría matarla en el acto, sin embargo, ella decía estar dispuesta a explicarle que estaba pasando.

"de acuerdo. Escuchare lo que tienes que decir, hechicera. Pero tendrás solo una oportunidad, si resultas tener alguna conexión con el caos te ejecutare en un instante." Dijo el señor del capítulo, sentía que estaba ignorando las enseñanzas del emperador al confiar en esta bruja. Solo esperaba que pudiera limpiar sus pecados después de matarla.

"sígame, por favor. Lo llevare ante las personas a cargo de esta ciudad." Hablo Meteora. El astartes fue detrás de ella, sin embargo, no estaba dispuesto a apagar su martillo de trueno. Meteora sintió algo de peso liberarse de su espalda, daba gracias a que alguien se había tomado la molestia de investigar a Gabriel Angelos, si no fuera por eso ella probablemente estaría muerta. Ella había leído sobre el mundo, no, el universo al que pertenecía el marine espacial. Y no había podido evitar temblar al darse cuenta de que había horrores inconmensurables que podrían ser traídos por Altaír. En silencio rezaba porque Altaír no abriera un portal a la disformidad.

Escucho las ambulancias a la distancia mientras se acercaban.


Sebas Tian presiono más fuerte y rompió la penúltima extremidad que le quedaba al hombre, este grito de dolor al sentir el hueso de su pierna ser fácilmente molido como si fuera una vara de madera seca. El mayordomo de la gran Nazarick era alguien amable, que se lo pensaría dos veces antes de perjudicar a alguien, claro, en este momento eso era irrelevante, especialmente cuando era una orden directa del gobernante de la gran tumba de Nazarick, ni mucho menos cuando dicho ser supremo se encontraba presente.

Aquel hombre de pelo azul intento sacudirse para intentar liberarse del agarre de hierro del mayordomo, pero era como si un castillo entero se hubiera derrumbado sin permitirle moverse un solo centímetro. Aquel hombre miro hacia un lado, ahí estaba su máquina, un Mecha de quince metros, de negro y rojo, ahora inutilizado por un enorme agujero en la cabina, y al lado de este, una chica de cabellos plateados y recubierta de una armadura carmesí como la sangre, portando una lanza de apariencia extraña en una de sus manos, ella hablaba con un ser, la encarnación de la muerte misma, era un esqueleto pero de una apariencia sumamente poderosa y con un aura que claramente eclipsaba a todos los demás.

Noto a alguien más a su lado, un niño de rubio y piel bronceada, vestía ropas finísimas, botas de oro y escamas de dragón. Le observaba, pensando en algo que no podía imaginar.

"bien hecho, Aura." Dijo el esqueleto al acercárseles, su voz era tan ostentosa como la de un gran rey. El chico, aparentemente un joven elfo, se inclinó ante ese ser.

"establece un perímetro, usa a tus bestias y prepárense por si viene otro ataque como hace un momento." Ordeno, con la voz solemne de un gobernante.

"como ordene, mi señor." Dijo el niño y se separó para cumplir con sus órdenes.

El ser de muerte se tomó su tiempo para observar a su siervo irse, después se giró hacia el hombre que yacía prisionero en las manos de Sebas. Estelas rojas como la sangre se formaba en las cuencas de sus cráneos vacíos de ojos, eran como dos puntos rojos que eran capaces de ver en el alma de uno y escudriñar en lo más profundo de sus secretos.

"entonces… te atreviste a atacarme a pesar de que yo no demostré ninguna señal de amenaza. ¿Qué razón tenías para hacerlo?"

"¿Por qué otra razón? Eres un rey demonio, ¿no es así? Si te dejaba ir muy seguramente causarías destrucción sobre el mundo."

Ainz se detuvo pensar, se dio cuenta de que su apariencia seguía siendo un problema, y aunque no le era necesario usar una máscara, no era enteramente su falla. En realidad, había sido este hombre el que había aparecido de la nada y le había atacado unos segundos después de verlo.

"aunque debo entender que pude haberte dado esa impresión no creo que haya sido necesario recurrir tales métodos, aun así, no puedo dejar esto como si nada."

El overlord acerco su huesuda mano, cerca de su cabeza, esta brillaba con una aura intensa y supernatural. Muy seguramente era magia, de que tipo, él no lo sabía,

"normalmente." Hablo Ainz. "me limitaría de usar este método, pero en este momento no puedo simplemente enviarte a 'ese lugar'. Pero además mis guardias están presentes, no creo que haya problema con esto."

Sintió un vacío extraño y empalagoso, como si su mente se volviera agua y fuera navegable para extraños, sintió un abismo de vacío envolviéndolo, el desvanecer de su conciencia y entonces, nada.

Ainz se levantó, después de pasar algunos minutos a la altura del prisionero ahora apenas consiente de su entorno, dejándolo ir de su hechizo. Se sentía falto, una sensación que le decía que no estaba completo. La mitad de su mana se había gastado, pero a cambio había conseguido información útil.

"llévenlo a Nazarick. Sáquenle toda la información que tenga. Yo ya obtuve lo que quería." dijo ahora. "Sería un experimento para saber si este hombre podría ser enviado a otros mundos."

Shalltear Bloodfallen abrió un portal del cual un par de novias vampiro salieron, tras unas breves palabras estas levantaron al prisionero y lo llevaron sin problemas al otro lado del portal de oscuridad que había aparecido por voluntad de la vampiresa.

Varios minutos pasaros, de los cuales Ainz no se movió. Aura quería reportar lo que había visto, pero sabía que en este momento, su señor estaba hundido en sus inalcanzables pensamientos, sabía que tales momentos de sabiduría no debían ser perturbados, así que espero. Y después de algunos momentos más, Ainz suspiro, ¿era eso alguna señal? ¿Alguna orden? Aura no lo sabía, solo podía sentirse inútil al ser incapaz de comprender la divina mente de su señor. Sin embargo, ahora era el momento, debía reportarle de su hallazgo.

"Ainz-sama." Dijo ella.

"¿Qué sucede, Aura?"

Ella se inclinó ligeramente para entregar su reporte.

"un fenómeno tomo lugar en la ciudad. Una especie de tornado mato a varios humanos y parece no detenerse aun. ¿Cómo deberíamos proseguir?"

Tras ver a la distancia, Ainz también se dio cuenta de aquel fenómeno extraño. Se parecía a un hechizo que había usado contra Shalltear… hizo a un lado los amargos recuerdos y se enfocó en intentar reconocer lo que se encontraba a la distancia, y en efecto, un torbellino brutal y feroz levantaba todo a su alcance engulléndolo para molerlo.

"Ainz-sama." Dijo Aura. "hay alguien cerca de ese tornado, es una mujer que parece estar sujetada por cadenas de hielo."

Fue entonces que Ainz noto algo, apenas perceptible y que era difícil de ver. Una figura tal vez de una mujer, se encontraba cerca de ese vendaval. No podía notar el hielo, pero se dio cuenta de que podía evitar tal fenómeno.

"parece que no fuimos los únicos en llegar a este mundo." Dijo Ainz. "ese bien podría ser un jugador de Yggdrassil−"

No término, un pensamiento le asalto, como una luz de esperanza que no había visto ya desde hace un tiempo. ¿Podía ser que sus amigos estuvieran en este mundo también? Sin duda eso era algo que valía la pena investigarse.

"por ahora nos retiraremos a Nazarick. Llamare a Demiurge para estacionar vigías en este lugar. Sin embargo un guardián deberá quedarse en caso de que necesitemos actuar de manera rápida."

[Gate] lanzo su magia y el espacio se deformo revelando un orbe de oscuridad como el vacío del espacio. Todos entraron por aquel portal.