Su voz era una caricia.
Tan familiar pero tan lejana.
Hasta que vi a través de su mascara.
Mi mala suerte me dio una buena jugada.
Por alguna razón, cuando oía su voz, pensaba en otra persona.
Hasta que lo notó con claridad.
Al principio no le había tomado importancia, no había prestado la suficiente atención cuando se habían conocido, simplemente estuvieron balbuceando palabras cuando quedaron enrollados en el yoyo.
Los otros encuentros, a veces era difícil de ignorarlo. Incluso a veces volteaba para saber si la persona que le hablaba era la misma que él pensaba, necesitando cerciorarse de que era realmente su compañera.
Cada vez veía cosas más similares, su voz, sus ojos, su cabello. Cosas que antes no estaban ahí, pero que a la vez eran tan obvias que no sabía como sentirse al respecto.
Hasta que llego el día en que lo vio por completo.
—Marinette.
Ladybug abrió mucho los ojos cuando volteo a ver a su compañero. Su rostro estaba pálido y Chat Noir casi pudo jurar que ella había dejado de respirar.
Su reacción fue suficiente confirmación.
El felino sonrió de oreja a oreja con las mejillas ligeramente sonrojadas, mostrándose quizá demasiado feliz
—Te atrape. —Dijo. Su transformación empezó a desaparecer. —Bugaboo.
Y Adrien sonrió. Una sonrisa tan seductora digna de Chat Noir.
Ladybug casi muere al instante.
Cuando su transformación desapareció, una muy sonrojada Marinette hizo aparición
Adrien supo que era el momento de la diversión. Ya no había escapatoria.
Ella sería suya.
