No soy un hombre que valga mucho la pena… simplemente soy yo. Mi vida es eterna, imposible de terminar de contar. Sólo hay algo que me motiva a seguir en esta vida que hace más de quinientos años comenzó… Soy un hombre cuya alma llora al verla todos los días, sabiendo que pronto sus días acabarán. Un hombre que vivió tanto tiempo esperando verla una vez más…

Sumido en los recuerdos de aquél trágico destino de la que más amé… sumido en los recuerdos del llanto que más de una vez yo provoqué.

Es demasiado dolor el recordar las palabras que le dije, las palabras que causaron su muerte, sus dos muertes…

Vivo cada día recordando su mirada, recordando el timbre de su voz, recordando sus palabras, recordando su dolor, recordando la suavidad de sus manos, el aroma de su cuerpo, ese inmenso y gran amor... ¿y lo peor? recordando su llanto, sus lágrimas.

He olvidado ya mi edad, he olvidado mis silencios, olvidé la soledad
que hace mucho estoy viviendo.

Mi nombre, no me enorgullece decirlo. Es un nombre que a ella la hizo sufrir, es un nombre que maldigo por el simple hecho de existir. A decir verdad no estoy en contra de mi nombre, estoy en contra de mí, estoy en contra de haber nacido, estoy en contra del sufrir del que fui testigo y autor.

No sé cómo es que logro vivir aun, cómo fui capaz de esperar tanto para volver a verla, ¿y todo para qué? si ni siquiera puedo intervenir en el futuro que le espera.

¡Maldita sea mi suerte, mi vida y mis recuerdos!, ¡maldito sea mi nombre!, ¡maldito sea mi cuerpo!, ¡¡Maldito y mil veces maldito seas Inuyasha!!

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No puedo dejar de recordar un sólo segundo el momento crucial que inició todo el desastre de mi vida, aquél momento que marcó su vida, la de mis amigos, la mía.

Todo comenzó como siempre por mi culpa, por no haber sido capaz de elegir cuando debí hacerlo, porque como siempre… estaba yo con ella, con aquella que la antecedió siempre en todo, y que sin yo saberlo, era para mí lo que sentí por ella, "nada", en comparación con lo que ella era para mí.

Ella… ella… no soy capaz siquiera de nombrarla, temo que la que vi morir por culpa mía se retuerza en su tumba si la nombro. Sin embargo, cómo hacer entender al que algún día encuentre este diario que le parecerá una historia inventada por alguien, algo que no es real… cómo hacerle entender de quién hablo.

Tendré que nombrarla, tendré que nombrar a la dueña de mi vida, de mi alma, de mi corazón; y te pido perdón por atreverme siquiera a recordarte, sé que es un pecado el hecho de nombrarte, pero Ahome… fuiste, eres y siempre serás mi vida…