Esto es un delirio mío… lo sé. Voy a exponer un par de hechos necesarios para entender el fic:

1º Estaría situado al principio del sexto libro. Es canon con un pequeño matiz… Sirius no murió. Por lo tanto las vacaciones de Harry se verán modificadas pero intentaré ceñirme lo más que pueda al libro.

2º Me repatea escribir Canuto… ¡para mí es Padfoot!

3er No se si continuar la historia a partir de aquí o dejarla como un one-shoot… Díganme si continúo con él o no…

Disclaimer: El universo completo: personajes, lugares, objetos es obra de JK Rowling… yo solo me divierto un ratito con ellos (Por supuesto sin cobrar )

ALGO DISTINTO

Harry Potter estaba sentado en el suelo de su habitación, con lágrimas cayendo de sus peculiares ojos verdes, mientras pasaba las páginas del álbum de fotos que Hagrid le había regalado años atrás. Su cerebro todavía trataba de encontrarle un significado a la profecía "el único con poder para derrotar al señor tenebroso se acerca".

Ahora finalmente lo entendía todo. El empeño de Voldemort por aniquilarlo se debía fundamentalmente al miedo. Él temía que Harry se hiciese demasiado poderoso y le destruyese ya que según la profecía, éste era el único que podría hacerlo.

Harry dio un largo suspiro y, tras colocar el álbum de nuevo en su baúl, se dejo caer pesadamente sobre la cama mientras pensaba en todo lo acontecido en el ministerio hacía solo un par de semanas. Todavía sentía escalofríos al pensar en lo fácilmente que Voldemort le había engañado y había atacado su punto débil haciéndole creer que Sirius estaba en peligro cuando todo era mentira. Se había dejado engañar y había acudido al departamento de misterios, poniendo en peligro a sus amigos, haciendo exactamente lo que Voldemort quería que hiciera y, por culpa de su afición a hacerse el héroe, Sirius casi muere cuando un hechizo de Bellatrix Lestrange le golpeó en el pecho y casi le hace caer por aquel extraño velo. Harry todavía daba gracias a Merlín al recordar que, por un extraño impulso, había empujado a Sirius evitando que este cayera por el maldito velo lo que, como averiguo más tarde en el despacho de Dumbledore, le había salvado la vida a su padrino. Sin embargo, Harry se sentía terriblemente culpable por lo que le podía haber sucedido a Sirius y, por primera vez desde que entró en Hogwarts y tuvo que pasar las vacaciones de verano con sus horribles tíos, se alegró de estar lejos de todos sus seres queridos.

Harry apenas respondía unas frías y breves líneas a las largas cartas que su padrino y sus amigos le enviaban cada dos o tres días intentando animarle diciéndole que pronto se verían ya que Dumbledore estaba preparando algo para sacarle de allí cuanto antes, lo que a él no le interesaba demasiado. No es que de repente le comenzara a gustar la vida en Privet Drive, pero prefería estar allí antes que en cualquier otro sitio ya que era el único sitio donde nadie le molestaba con su preocupación sobre él, después de todo sus tíos no se preocupaban por él en absoluto.

En ese momento su rollizo tío Vernon abrió la puerta de su habitación y, con cara de malas pulgas, le dijo que debía bajar a cenar porque Marge insistía en verle, advirtiéndole que si le volvía a hacer algo a su hermana "ninguno de esos bichos raros amigos tuyos" podría salvarle aquella vez.

Deprimido ante la escena que se iba a venir encima nada más poner un pie en el salón, bajo con lentitud las escaleras. Para cuando entró al salón los cuatro Dursleys estaban ya sentados a la mesa aunque eso no frenó a tía Marge de criticar a Harry de todas las maneras que se le ocurrían. Mientras transcurría la cena, Harry descubrió que el motivo de ésta era animar a Marge que tras la muerte de su perro Ripper estaba "nostálgica" según las palabras de su tía Petunia aunque eso no le impedía haber adquirido una nueva mascota a la que iba dando trozos de su propia comida durante toda la cena. Cuando ésta finalizó (después de que su primo Dudley repitiera postre al menos cuatro veces) fueron a sentarse todos alrededor de la televisión dejando a Harry solo para que recogiera y limpiara los platos.

Tras dejar la cocina lo más arreglada que pudo se dispuso a volver a su habitación pero la voz de su tío Vernon llamándole nuevamente le hizo volver al salón. Tía Marge al verle le lanzó una mirada glaciar acompañada de una leve sonrisa burlona y con voz muy suave le dijo que la nueva mascota ladraba a todas aquellas personas que ella consideraba indebidas y que quería comprobar con él si el susodicho animal era infalible.

Nada más ver al perro, Harry pensó que aquello tenía que ser un sueño o una pesadilla ya que al lado de tía Marge estaba ni más ni menos que un enorme perro negro que Harry reconoció de inmediato. Durante unos breves segundos se quedó mirando fijamente al animal intentando buscar algún rasgo que lo diferenciara de su padrino, pero al ver como este se levantaba al verlo y comenzaba a mover la cola, no le cupo ninguna duda: era Sirius.

¿Qué haces mirando a Blosty como si nunca hubieras visto otro perro antes?-repuso tía Marge sonriendo- definitivamente tus padres tenían que ser unos completos inútiles porque tu desequilibrio no es propio de alguien que haya sido criado tan bien como tú.

Nada más la oyó pronunciar esas palabras Harry supo que tía Marge se había metido en un problema enorme ya que donde antes había un perro negro ahora se encontraba su padrino con mirada de odio y a punto de maldecir a aquella mujer.

-¡Sirius!-gritó Harry -¡No lo hagas, no vale la pena!

Sin embargo su padrino temblaba de la rabia mientras sacaba la varita y apuntaba a aquella mujer sin tener en cuenta a su ahijado. Maldiciendo mentalmente a su padrino y a la terquedad Black Harry se lanzo delante de tía Marge en el momento en que su padrino empezaba a murmurar el hechizo, pero al ver a Harry enfrente suyo con los brazos cruzados y expresión obstinada bajo el brazo de la varita todavía murmurando.

-Eso está mejor Sirius, si la hubieras hechizado me habrían acusado a mí- respondió Harry con una media sonrisa- si quieres maldecirla hazlo donde no me puedan acusar a mi, Padfoot.

-¡Entendido!-afirmó Sirius con una expresión pícara digna de un merodeador.

Entre tanto los Dursley miraban con pavor al recién convertido en humano, como si este fuera un fantasma o un zombi.

-¡Ah! ¡Qué maleducado me he vuelto últimamente! Ni siquiera me he presentado adecuadamente-habló Sirius con su tono más educado y respetuoso- soy Sirius Black, animago no registrado, ex-presidiario buscado por la justicia durante más de dos años y, lo que más me enorgullece, padrino de Harry Potter. Aunque he de decir que últimamente dudo que el sienta lo mismo por mí ya que ha tomado la costumbre de, como decirlo con suavidad… ignorarme-prosiguió Sirius con un deje de tristeza que hizo sentir a Harry aún más culpable.

-¡Lo siento, Sirius!-murmuró mientras se giraba y se marchaba camino a su dormitorio-pero no merezco que te preocupes por mi.

-¿Qué has dicho?- contestó este intentando imprimir a su voz una calma que realmente no sentía.

-¡Nada!-contestó el chico ya desde lo alto de las escaleras-¡Déjame en paz!

-¡Bueno, ya ha oído al mocoso!- dijo Vernon Dursley cuando oyó la puerta del cuarto de su sobrino cerrarse con fuerza- Lárguese de aquí ahora mismo.

-Esto no tiene nada que ver con usted, Dursley-repuso este inmediatamente- así que mantenga la boca cerrada.

-En mi casa nadie me da ordenes, así que…

-¡CÁLLESE DE UNA MALDITA VEZ!- gritó Sirius- ya hablaré con ustedes dentro de un rato acerca del trato que ha recibido mi ahijado durante los 15 años que ha estado aquí, pero ahora mismo tengo asuntos más importantes.

Tras decir esto, comenzó a subir las escaleras sin volver la vista atrás y guiándose por su olfato se plantó enfrente de la habitación de su ahijado y llamó a la puerta.

-¡Ya te dije que estoy bien!-contestó este- ¡VETE!

-¿Cómo sabías que era yo?-preguntó Black lentamente mientras abría la puerta de la habitación del muchacho.

-Ellos nunca llaman antes de entrar, de hecho casi nunca entran aquí. Y tú tampoco deberías.

-¿Harry?

-¡VETE!

BASTA YA-gritó Sirius ya bastante harto del comportamiento de su ahijado.- ¿QUÉ DIABLOS TE PASA, HARRY?

Nada- dijo el chico con una voz que hizo que Sirius comprendiera que Dumbledore había tenido razón en querer que visitara a Harry aquella noche.

Entonces dime, ¿He hecho algo que te haya molestado?-preguntó-por que si es así quiero que sepas que nunca ha sido mi intención hacer algo que te pudiera dañar. Eres lo más importante para mí, Harry.

No lo merezco- afirmó el chico con voz rota- No merezco tu preocupación y mucho menos tu cariño.

¿Por qué dices eso?-preguntó el animago

Por que es la verdad, solo traigo desgracias a los que están cerca de mí. Casi logro que una banda de mortífagos nos maten a todos por mi estupidez.

Bueno, siendo sinceros, entrar en el ministerio de Magia con cinco compañeros de colegio haciendo caso a un sueño no ha sido lo más…- meditó un par de segundos antes de continuar- inteligente… que has hecho, pero nadie salió herido de gravedad y conseguiste demostrarle al mundo que Voldemort había vuelto cuando nadie te creía y, de paso, mandaste a Azkaban a un montón de mortífagos, lo cual ha favorecido enormemente a la Orden.-continuó esbozando una ligera sonrisa

Te faltó lo mejor- siguió Harry con voz irónica- casi hago que te maten

Exacto, Harry, CASI-puntualizó Sirius- Tú evitaste que me mataran y no solo eso, me devolviste la libertad por segunda vez. Nunca te lo agradeceré lo suficiente.

Pero…

No te hagas esto, Harry.- agregó Sirius- No te aísles, no me alejes de ti. Sé que durante estos años, especialmente este último, no he sido el padrino que tú te mereces pero prometo intentar mejorar.

Sirius, eres un gran padrino-contestó Harry- el mejor. Soy yo el que no te merece.

Nunca más digas eso, eres un chico extraordinario. Valiente, amigable, leal… cualquier persona estaría tan orgullosa de ti como me siento yo

Tras decir esto Sirius agarró a su ahijado por los hombros y lo abrazó con fuerza. Harry respondió al abrazo con una sensación extraña producida por no haber sido abrazado con frecuencia durante muchos años.