Hola a todos. ¡Estoy de vuelta! siento mucho haber tardado tanto. En serio. Sé que había dicho que comenzaría por subir otras historias antes de aventurarme con la secuela de Diario de una mente, pero la verdad es que no pude resistirme. Sin más dilatación, ¡A leer!

DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Stephenie Meyer.


PRÓLOGO:

¿Qué hace que una persona quiera dejarse alcanzar por el vacío?

Ella lo sabe. Ella lo vivió. Ella lo vive.

Y ella lo dirá.

- Grandes cantidades de sufrimiento.

Oh, por supuesto. ¿Cómo alguien no pudo pensarlo antes? se pregunta, mientras desde una gran altura, admira el cielo nublado, el sol, de tan bajo que está, pareciera que fuera a sumergirse pronto bajo el mar. Tiene la cabeza inclinada ligeramente hacia atrás, con la luz anaranjada proveniente del oeste, rebotando en sus ojos y haciéndolos brillar. Entonces, agacha la cabeza y distraídamente se pregunta, qué se sentirá ser atrapado ante esa fuerza. Esa fuerza blanca y azul, que golpea una y otra vez con las rocas, que parecen llegar cada vez más arriba, como si el propio mar tuviera manos e intentara alcanzarla... Para llevársela consigo... A parages desconocidos.

No quiere hacerlo.

No puede hacerlo.

Admite que lo ha considerado, pero...

¿Realmente podría ser tan cobarde? ¿Echar por la borda todos sus esfuerzos? Pero entonces nada habría valido la pena ¿Verdad?. Todo aquello que hizo, toda la ayuda que prestó, todas aquellas personas que ahora saben de ella y que la esperan, todo... ¿Para nada? Tanta desilución, tanto dolor...

Una lágrima se desborda y recorre su mejilla derecha. Qué importa. Hay cosas más urgentes. O eso cree.

En ese momento, justo cuando está contemplando sus opciones, que no sea nada parecido como tirarse por un acantilado, lo escucha. Sabe que lo puede escuchar porque él ha querido que lo haga, si no, aunque hubiera afinado su oido con todas sus fuerzas, jamás hubiese sabido que alguien se le acercaba por la espalda.

- Creí haber dicho que necesitaba tiempo - habla con voz suave, sin reproche, sin hostilidad y sin enfado. Detrás de ella, se produce un pequeño suspiro que no intenta pasar desapercibido. Es un suspiro cansado, pero que no piensa rendirse.

- Lo sé. Siento no haber respetado tu petición.

Ella niega con la cabeza pero no se da la vuelta, sus ojos aún están fijos en las heladas aguas que a cada segundo, se vuelven más violentas.

- Mi hermana me dijo que había visto...

Sabe porqué a venido, por eso le interrumpe.

- Ya lo sé. No debes preocuparte...

- Pero lo hago - le escucha murmurar, sin embargo no le hace ningún caso y continúa.

-... No pensaba llevarlo a cabo.

- Si ella te vio, es porque por unos segundos estuviste determinada a hacerlo - una vez más le ignora.

- No soy ese tipo de persona. No voy a escapar simplemente porque la cuerda alrededor de mi cuello se haya apretado un poco más.

- Yo creo que...

No le deja terminar, y sabe que tal vez esté actuando mal, pues él sólo quiere ayudarla, quitarle un poco de todo el peso que lleva sobre los hombros. Él podría cabrearse, largarse y dejar que lídie sola con todas sus mierdas. Aunque sabe que eso no pasará, por más desplantes que le de. No quiere apartarlo, pero es que realmente, a veces, necesita un poco de espacio.

- Yo creo que no hay mucho que hacer.

Silencio. Lo disfruta, pero dura tan poco...

- ¿Qué quieres decir? - en su voz hay miedo, el cual intenta ocultar, sin existo, pues ella se convertido en toda una esperta en detectarlo. Se encoge de hombros.

- Que pasará lo que tenga que pasar. Creo que acabo de decidirlo... - dice dándose la vuelta por fin, su espalda enfrentando ahora aquella inmencidad y sus ojos se deleitan ante la nueva visión. Cabello bronce eternamente desordenado, mandíbula fuerte y bien definida, esa nariz recta y perfecta, esos labios de aspecto suave y sonrosados y lo más importante, aquellos ojos dorados, que mitad preocupados mitad encandilados, miran con atención sus pequeños pies descalzos a centímetros del borde y después sus ojos achocolatados que lo miran con amor - Ya no buscaré más caminos - le informa con simpleza, pero mira al suelo y respira hondo - ¿Qué más puedo hacer? ¿Acaso existe algo que no haya intentado?

- Pues... Yo pienso que no.

Ella asiente y tuerce la boca - Muchos han vivido así, lo han aceptado y no parecen tener mayores problemas. Lo he visto - sus ojos cafés vuelven a conectarse con los dorados.

- La verdad es que, a nadie parece molestarle... Salvo a ti, Bella.

Bella rueda los ojos y sopla, inflando las mejillas.

- Es cierto que me ha costado bastante asimilarlo. No ha sido fácil. Y creo que tengo todo el derecho de tomarme el tiempo que quiera para aceptarlo, Edward.

Edward asiente levemente, no queriendo comenzar una discución. Otra vez.

- Yo lo sé. Pero también eres tú la única que tiene problemas con eso - Edward frunce el ceño, cuando ve a Bella ladear la cabeza y mirar hacia el bosque, para no tener que enfrentar su mirada. Él tiene razón y ella lo sabe - Tú eres la que se enfada. Y no sólo contigo, también con todos los que te rodean.

Bella endereza la cabeza tan rápido que Edward a podido escuchar como su cuello sonaba- ¿Me estás reprochando...? - sus ojos gritan peligro. Él lo ve venir y se sorprende al sentir dezasón.

- No. Eres tú la que se reprocha cosas. Siento decirte esto, amor. Pero eres tú la del problema.

Bella quiere gritar, gritarse a si misma por ser una estúpida, gritarle a él por ser un estúpido y gritarle al mundo entero por ser endemoniadamente... Estúpido. Siente que los odia a todos, incluso a la persona que tiene en frente.

Lo ama, pero le odia. A veces piensa que él tiene la culpa. Si él no existiera, entonces ella jamás le hubiese conocido. El maldito hijo de perra del destino no habría decidido que eran el uno para el otro y entonces, quizás y solo quizás ella hubiera resultado ser una chica tan normal y corriente como cualquier otra. Pero entonces piensa y sigue pensando y su odio se traspasa a Carlisle, porque fue este quien convirtió a Edward en primer lugar, después lo piensa mejor y decide que definitivamente cree que el padre de Carlisle es el culpable de todo su sufrimiento, porque si no hubiera mandado a su hijo a aquella persecusión de mierda, entonces ningún vampiro hijo de puta habría infectado a Carlisle, este no habría hecho inmortal a Edward y este se hubría muerto hace mucho, Bella no le hubiera conocido y ahora sería feliz.

Bella tiene tal expresión de odio en la cara, lo sabe, que cuando mira a Edward a la cara, sabe que este intuye lo que pasa por su cabeza. Esos ojos tristones dan verdadera pena.

Eso hace que sienta una pizca de culpa. Pero esta desaparece rápidamente cuando el pensamiento y quién mierda se preocupa de mis sentimientos, me puedo joder yo y no importa, si eso hace feliz a los demás ¿Verdad? cruza por su cabeza. Piensa que es injusto, y lo es.

- Claro que lo es - Escucha que Edward le dice. Bella ya no le mira sorprendida, también sabe que a menudo dice lo que piensa sin darse cuenta. Pero no le preocupa. Para nada.

Chaquea la lengua, ahora casi siempre lo hace antes de hablar - Me doy cuenta de lo que pasa - dice negando suavemente - Este era mi mayor miedo. Tenía tanto miedo de que pasara.

- Sabes que a mi no me importa. Puedo vivir con ello si eso significa tenerte conmigo.

Bella sonríe pero su voz se vuelve fría, tanto que dan escalofríos escucharla - Eso no pasará jamás. Tú lo sabes. Ellos también - señala con la cabeza hacia atrás de Edward en donde no los veo pero sé que están ahí que se vayan que se queden la familia Cullen se esconde escuchando atentos la conversación. A pesar de haber sido descubiertos, ninguno sabe cómo, nadie se mueve ni hace el amago de hacerlo - Se que por tu cabeza ha pasado más de una vez la idea de apartarte...

- Cariño... - Edward niega pero sabe que no valdrá que se esfuerce, no cuando ella se pone así. No la culpa, de verdad que no.

- No, Edward. No lo niegues. Sé que has pensado que ya no hay remedio. Que no hay vuelta atrás. Has pensado en la posibilidad de dejar todo pasar, porque sabes que volverá todo después de algún tiempo, y para tu fortuna, es lo que más tienes. Tiempo.

- Amor, no...

- No digas que estoy siendo cruel. Edward - su voz se dulcifica, tanto como sus ojos y de pronto se parece tanto a aquella niña que conoció en aquel prado, la cual saltando en un pie y frotándose el otro, pedía a los gritos explicaciones a Kris, de cosas que a él no le importaba en ese momento, que siente ganas de llorar. Sí, tal cual, como si fuera un niño. Así. Lo que sus ojos ven en ese momento; eso sí es crueldad - Creo que te has equivocado - y sonríe. Le dedica una sonrisa tan grande y llena de dientes que Edward siente que podría morirse feliz en ese mismo instante si fuera esa visión lo que sus ojos tuvieran el placer de ver por última vez.

Pero Bella no le complace y sin dejar de sonreír se gira levemente haciendo que él pueda ver sólo su perfil derecho. Ella se deja caer al suelo doblando la pierna y sentándose encima de su tobillo derecho, allí mismo donde está. Deja deslizar su pierna izquierda por el borde del precipicio y casi sin pensarlo, lo comienza a balancear, de atrás hacia adelante, de atrás hacia adelante.

- Atrás y adelante - murmura quedito, poniendo ambas manos abiertas contra la tierra, con los dedos abiertos, cual estrellas de mar - Al mar, las estrellas de mar, al mar, las estrellas de mar, al mar, las estrellas...

- Bella - otra voz se escucha ahora. Esta es más aguda, más sinfónica. Es una voz que ahora, en este justo momento, Bella no quiere escuchar.

- Que - sin embargo contesta, sabe que siempre lo hará.

La voz duda, pero finalmente dice - Vas a enfriarte.

Y Bella se echa a reír. Porque le causa verdadera gracia, claro que sí. Sin dejar de hacerlo se deja caer sobre su espalda, sin detener el movimiento de balanceo de su pierna. Lentamente las carcajadas van desapareciendo y eso le permite contemplar el cielo, el cual ahora más oscuro deja ver algunas estrellas. Las primeras las que las nubes han decido no tapar...

- Por capricho...

Por amor...

- Es que se sienten solas. Buscan compañía - suelta una risita con toda su atención puesta en el firmamento.

No se van pero podrían no se van pero podrían no se van...

- Porque...

Aman.

- Las estrellas de mar, se quedan, las estrellas fugaces, se quedan, las estrellas del cielo, no se van porque...

Aman.

- Son iguales.

Gira la cabeza y su vista se topa con Edward. Sonríe. Pero él no le devuelve la sonrisa.

- Aún así se queda, porque...

Me ama.

Y eso, sólo eso, se sobrepone a cualquier otro pensamiento, a cualquier tipo de odio que pueda sentir, a cualquier tipo de malas palabras quiero decir malas palabras que ella quiera exteriorizar.

Y es por eso que se levanta, con cuidado de no perder el equilibrio, pues no quiere caer ¿El agua estará muy helada? y con pasos medidos llega hasta donde Edward está parado junto a Alice. Al llegar le abraza por la cintura y apoya la cabeza contra aquel frío y duro pecho, el cual siempre que está cerca le brinda seguridad y cariño. Un hogar. Los fríos brazos la envuelven con cuidado, apretando sólo lo suficiente, y los cuales tienen la fuerza necesaria para levantarla y que sus pies desnudos no tengan que tocar la tierra casi congelada.

Edward apoya su frente contra la de ella, respirando aquel aroma que desde siempre, y aún antes de conocer a su dueña, le volvió loco. De amor, de deseo, de desesperación.

Siente a Bella exhalar y se sorprende al sentir su aliento frío. Para el momento en que Bella ha abierto los ojos para mirarlo y con sus manitas empuña la parte inferior de su camiseta, en su espalda; Edward ya ha tomado su desición.

Abre los ojos y se encuentra con aquellos dos luceros brillantes que le miran con amor.

Bella puede ver la desición tomada en esos ojos dorados, y piensa, por un momento, que no es justo.

Edward se comienza a cuestionar inmediatamente. Esos ojos, esos ojos son los que le hacen dudar, pero es que...

Piensa que es lo mejor, porque si no hace nada, Bella terminará por autodestruirse y ver aquello es mil veces peor que su misma ausencia.

Casi sin darse cuenta comienza a caminar en línea recta, es tan despacio y suave que Bella no se da cuenta al principio, pues sus propios ojos y atención está centrada completamente en aquella persona que ahora la sostiene, pero inevitablemente se da cuenta, aunque cuando lo hace, ya es tarde.

- Edward... - su susurro está lleno de miedo y preguntas y Edward vacila.

- Lo siento, amor - le dice escuchando detrás de si los quijidos doloridos de su madre y hermana. Los demás se mantienen en silencio, respetando su desición.

Bella gira la cabeza todo lo que da su cuello, para poder mirar la gran altura en la que se encuentran. Comienza a sentir pánico, pero eso queda de lado en cuanto vuelve a mirar a Edward. Le mira herida y sintiéndose traicionada. Edward cierra los ojos como si fuese demasiado duro para él mirar esas emociones en su rostro. Es difícil para él, pero es la única solución.

Ahora todo cuesta tanto, sobre todo porque Bella parece haber escogido ese justo momento para lucir normal, como había sido antes, con sus ojos despiertos y muy lúcidos. Ella está consciente. Por primera vez en muchos días, ella está completamente cosciente de su entorno y de la situación que se está viviendo.

Bella comienza a negar, sus ojos llenándose de lágrimas, le mira suplicante - No, Ed.

Bella trata de apretar sus puñitos con más fuerza en la espalda de Edward, pero eso no sirve de nada, lo sabe.

- Lo lamento bebé. Pero ya no queda nada por hacer. Es la única solución.

Bella vuelve a negar.

- Dijiste que te quedarías conmigo a pesar de eso - le recuerda mirándolo acusadoramente y esa mirada se clava en su corazón como un puñal. No puede evitar contraer la cara del dolor. Oh cielos, tan doloroso.

- Lo sé, pero soy egoísta y muy cobarde. Te quiero para mí, pero bien. No puedo soportar ver como te destruyes. Como cada día te alejas más y más. Lo siento.

Bella se queja y comienza a patalear suavemente cuando ve la determinación mezclada con la desesperación pintados en ese rostro precioso.

- ¡No, Ed! - exclama con voz aguda. De repente, siente como unas pequeñas y heladas manos se posan sobre las suyas y con una facilidad increíble desprende sus manos para que suelte la camiseta de Edward. Este no ha dejado de mirarla y es como si estuviese memorizando cada unos de sus razgos - No - pide en voz baja, ya resignada a su destino.

- Te amo - es lo último que le escucha decir antes de sentir como sus brazos se aflojan y se abren en un rápido movimiento, a la misma vez que las manos que sujetaban las de Bella se apartan...

Para dejarla caer.

- ¡Edward! - Bella chilla mientras cae, con los brazos extendidos como si quisiera alcanzarlo. Edward jamás, aunque lo intentara con todas sus fuerzas, lograría sacar aquella imagen de su cabeza. Bella, su Bella, cayendo y mirándolo y piéndole con los ojos una ayuda que no llegó. Antes de tocar el agua, Edward le puede ver cerrar los ojos y encogerse, abrazando sus rodillas y escondiendo la cara entre ellas.

Un segundo y todo ha acabado. El estruendo que provoca el impacto de aquel cuerpo en aquellas aguas turbulentas quedaría en la memoría de aquella familia para siempre.

Edward de pronto ya no se siente solo, pues cada integrante de su familia se alinea a cada lado de él, para acompañarlo en su dolor. Los siete vampiros ven, con el corazón encogidos, a Bella salir a la superficie buscando oxígeno desesperadamente, manteniendo las manos alzadas esperando alcanzar algo lo que sea que le ayudara a salir de allí, pero una ola particularmente grande la atrapa y lo último que la familia Cullen ve es su cabello, largo y achocolatado siendo mesido fuertemente entre la corriente. Despues de eso, todo es mucha espuma y movimiento, cuando el mar vuelve a recogerse, dejándo a la vista la punta de algunas rocas, no hay rastro de Bella.

Edward ni siquiera parpadea pero se siente mucho mejor cuando siente que una mano cálida le frota la espalda, a modo de consuelo. Es Carlisle.

- Era lo mejor.

- Me pregunto si ella lo vería de esa manera.

- Quien sabe, podrías saberlo mañana o tal vez nunca - dice Rosalie aún mirando las aguas sin poder evitar sentir un poquito de lástima por aquella chiquilla que había llegado a revolucionar la vida de todos por completo.

Edward se siente roto, herido e incompleto, sus heridas internas no sanarán en mucho tiempo. A solo segundos de haber pasado lo que pasó, ya lo siente como toda una eternidad sin ella. Se siente morir, tan lentamente, el dolor no se va y sabe que este permanecerá consigo para siempre, como un recordatorio de lo que ha perdido.

En ese mismo instante, en otro lugar...


Es corto, lo sé. Pero ya irá cogiendo ritmo, créanme. Espero realmente que les haya gustado. Se vienen unas cuantas sorpresas y con esto quiero decir que quizás se me pase la mano con las situaciones raras y demás... Bueno, lo normal, ya saben.

Nos leemos en el próximo capítulo y tal vez, dije tal vez, en otra historia loca que también me muero por subir pero aún no me convence del todo.

Un besote.