Esta fue mi idea del futuro de la familia Anderson Hummel. Ya me llegaron varios mensajes comentando que les gustaría leer y saber.

Las advertencias siguien siendo las mismas, es un universo alterno porque no sigue el ritmo original de la serie; algunas cosas modifique para mejor adapte del fic. Es Mpreg - embarazo masculino- En cuanto a " Relaciones Sexuales", si bien el fic tiene clasificacion "T" Siempre voy a advertir al principio del capitulo que en la lectura se desarrollaran dichos temas. Igual no sera muy explicito.

Iré escribiendo los capítulos de a poco. Gracias por haber leído, por favor agradecería un comentario. Gracias: D


¿¡Porque no tengo hermanos!?


Advertencias: Angustia. Leve relaciones sexuales.


Marzo, 2019.


Kurt estaciono el auto en la puerta del colegio a donde asistía su hijo Owen, de siete años.

Lo vio salir de la muchedumbre infantil, y agito su mano para que este lo viera. Sonrió cuando lo reconoció.

El pequeño Owen se acercó corriendo hacia el auto, abrió la puerta trasera del vehículo y tiro de mala forma su mochila, para luego abrir la puerta de adelante y sentarse en el asiento del copiloto.

-¿Hola? – Saludo Kurt al notar la actitud de su hijo. Este bufo.

-Hola… - murmuro, y miro hacia la ventana viendo como los demás niños se iban con sus padres. El castaño frunció el ceño y se quitó sus lentes de sol, miro a su hijo arqueando una ceja.

-Correcto… ¿Que sucede, Owen? – quiso saber. Conocía las actitudes y gestos de su hijo. Cuando no hablaba, estaba angustiado, cuando tiraba cosas, algo le molestaba y cuando bufaba estaba enfadado. Era tan parecido a su padre Blaine.

-Nada… solo vamos a casa.- murmuro aun sin mirarlo.

-Vamos… dime que te sucede, si no me dices no poder ayudarte… - menciono.

-De todas maneras no podrás ayudarme, solo quiero ir a casa – le contesto y se mantuvo firme en su conducta.

Kurt se molestó, se puso de nuevo sus lentes de sol y encendió el auto para ir directamente a su casa.

Manejo sobre la avenida principal, rumbo al complejo de departamentos donde vivian desde hace siete años. El castaño podría decir que su vida cambió radicalmente desde que llegaron a Nueva York. Principalmente, porque Blaine y el eran los únicos que se hacían cargo de Owen. Antes, por lo menos su familia se encargaba de cuidarlo mientras que él tenía que hacer dirigencias… ahora solo eran ellos tres.

Eso no fue problema pues lograron adaptarse. Owen creció sano y feliz, junto a sus padres. Luego de siete años, podría decirse que prácticamente se habían acomodado muy bien al ritmo y al estilo de vida de Nueva York. El aún tenía su trabajo en donde lo habían ascendido de puesto, a ser uno de los organizadores de dicha revista, - lo cual le había mientras que ahora su marido Blaine trabaja a dúo con un muy buen amigo de ellos, Derek para sacar dentro de poco su primer disco.

Cuando llegaron a casa, Owen bajo del auto sin decir una sola palabra. Entro al edificio y subió al ascensor sin esperar a su padre, el oji-azul bufo molesto. ¿Qué demonios le sucedía a su hijo?. Subió por las escaleras.

Cuando llego al apartamento, su hijo aun lo esperaba en la puerta puesto que no tenía llaves para ingresar, en cuanto la puerta se abrió camino directamente a su cuarto. Kurt suspiro y tiro su bolso sobre su sillón de tres cuerpos de cuero negro. Se quitó su chaqueta de gabardina y la colgó en el perchero que había al lado de la puerta de entrada.

Su piso de madera lisa estaba completamente encerado, sus ventanales tenían las cortinas abiertas iluminando la habitación y dándole una sensación de frescura y limpieza. Camino hasta la cocina, abrió el refrigerador y saco las hamburguesas que había preparado anoche dejándolas listas para freír. Tomo su delantal y saco las verduras.

-Cámbiate la ropa, lávate las manos y baja a comer – le grito desde abajo, harto de la actitud. Su hijo podía tener siete años, pero cuando estaba molesto actuaba como un adolescente de quince años.

Preparo una rápida ensalada con unas hamburguesas de pescado, Blaine no iba a tardar en llegar.

A los pocos minutos, su marido ingreso sonriente por la puerta. Traía una guitarra y varios instrumentos que de seguro se trajo del estudio de grabación.

-Hola mi cielo… - saludo Blaine, caminando hacia él. Lo tomo por la cintura y le dio un beso en los labios.

-Hola…- rezongo, y volvió al trabajar de rebanar el tomate. Blaine lo miro extrañado.

-¿Que sucede? – quiso saber.

-Pregúntale a tu hijo, que tiene una actitud distante y cortante conmigo… - susurro sin mirarlo.

-¿Pero…? – Blaine agito las manos en señal de derrota y arrastro sus pies hasta la habitación de su hijo. No era buen camino entrar en discusión con Kurt. – Iré a hablar con el – dijo

-Buena suerte… - el contesto Kurt.

Owen era bien testarudo y algo caprichoso a veces. Finn siempre decía que había heredado el mal genio de Kurt, y eso era algo que el castaño no soportaba. Siempre las discusiones con su hijo terminaban de la misma forma, con un Blaine abatido yendo a hablar con el menor. Él era el único que podía dominar el mal genio de los Hummel's o eso daba a entender.

Golpeo suavemente la puerta de la habitación del pequeño. La abrió un poco para ver a su hijo recostado en la cama, sin sus zapatos que estaban ubicados en perfecta posición tal y como Kurt le había enseñado.

-¿Puedo pasar? – pregunto con un pie dentro.

-¿Por qué preguntas?... estas casi adentro – respondió con una voz amortiguada por su brazo derecho.

-Oh cariño… ¿qué sucede? ¿Tuviste un día pesado en la escuela? – le pregunto y este asintió sin mirarle a los ojos. - ¿Tiene que ver con Papa Kurt? –

-No… -murmuro.

-¿Entonces porque estas molesto con él? – hablo acariciando los rulos desordenados de la cabeza de su hijo.

- No estoy molesto solo con él, estoy molesto con los dos… - le contesto. Blaine lo miro sin comprender.

Un carraspeo le llamo la atención, volteo y vio a su esposo en la puerta de la habitación. Traía un delantal color salmón con bordes blancos, que combinaba perfectamente con la ropa que hoy día llevaba. Su rostro se veía angustiado y Blaine podía afirmar que había derramado algunas lágrimas.

Le hizo unas señas para que se acercara. El moreno siguió acariciando el cabello del infante.

-¿Puedes decirnos…? Quítate el brazo del rostro bebe… - pidió suavemente Blaine, el niño se quitó el brazo y tenía los ojos llenos de lágrimas.

El castaño al ver el rostro de su hijo, se angustio aún más. Se acercó rápidamente y abrazo al niño llevando su cabeza hacia su pecho.

-Por favor Owen… ¿que está mal? ¿Que hicimos? – pregunto angustiado.

-¿Saben que día es hoy? –pregunto sollozando.

- No llores mi vida… Hoy es cuatro de marzo… - contesto Blaine. Y Kurt asintió dándole la razón.

- Si pero que día es… hoy – insistió.

- ¿Lunes? -

-Además de eso… Hoy es el día internacional de los hermanos – murmuro bajando la cabeza.

-Oh… - fue lo único que dijo Blaine.

-¿Qué pasa con eso? – pregunto Kurt.

- Hoy la maestra Kate decidió que hiciéramos una tarjeta para llevarle de regalo a nuestros hermanos, y yo…. – su vocecita se cortó en un sollozo que salió inoportunamente. Rompió en llanto. – Todo el mundo hablaba de que le escribiría a su hermano y yo fui el único que no tenía nada que decir - sollozo

Blaine y Kurt se miraron angustiados. El moreno acaricio la espalda de su hijo dándole consuelo, mientras que el mayor besaba sus rulos con cariño.

-¿Porque estas triste? – indago Blaine.

-¿No lo entienden? ¿A quién se supone que entregare esta tarjeta? – saco de debajo de su almohada una tarjeta de color morado con mucha purpurina blanca. Tenía en la parte delantera una pequeña frase con la irregular letra del pequeño. A Kurt se le encogió el corazón – No tengo hermanos. No tengo hermanos – sollozo compulsivamente.

-Hey… está bien, hay muchas personas que no tienen hermanos – animo Blaine.

-Sí, pero yo sí quiero tener hermanos – hablo llorando Owen - ¿Porque no tengo hermanos, papas? – Les pregunto.

Los padres se miraron por segunda vez sin saber que responder. Ellos no tenían una respuesta.

Con el nacimiento de Owen, ambos adolescentes habían dedicado su vida a la crianza del pequeño. Tanto Kurt y Blaine se habían perdido de muchas cosas que personas de sus edades hacían y ellos por tener responsabilidades para con su hijo, se las perdían.

Ahora cuando el pequeño había crecido un poco, y ellos se liberaban un poco del trabajo habían comenzado a salir un poco más hacia el exterior como dos personas que querían realizarse en sus vidas. La idea de tener un segundo hijo, era retroceder todos aquellos años, y con ello los miedos de Kurt regresarían… no podía volver a pasar por lo mismo. Nunca mas.

-No sé a quién entregar esta tarjeta ¿A Barbra? – Pregunto mencionando a la primera hija de Finn y Rachel de solo dos años – pero ella es mi prima… ella tiene a su hermano Christopher para regalarle tarjetas – dijo refiriéndose al segundo bebe, de tan solo cuatro meses. – No tengo a nadie – susurro

-Oye no, no… nos tienes a nosotros somos tus padres y nunca vamos a abandonarte. Siempre vamos a velar por tu bienestar y por brindarte todo lo que necesites… -hablo Blaine.

-¿Todo lo que necesite? – les pregunto.

-Por supuesto que sí, tesoro – tercio Kurt.

-Quiero un hermano – les pidió. El castaño abrió grande los ojos.

-Owen… - comenzó a decir su papa Kurt.

-No, yo quiero un hermano. Quiero alguien con quien jugar, quiero tener un hermano… necesito un hermano a quien entregarle esta tarjeta – la mostro.

-Cariño nosotros…- hablo Blaine. - ¿Recuerdas cuando te dijimos porque nosotros somos más jóvenes que los papas de tus demás compañeros? – le pregunto.

-Sí, fue porque yo nací cuando ustedes eran más jóvenes. Porque yo no podía esperar para estar con ustedes… - recito, tal cual una vez le había dicho su padre.

- Exacto - dijo Kurt. Claramente esa no era la verdad, pero era lo único que se le había ocurrido decir ante un niño de seis años. – Tú estuviste tan ansioso que te viniste antes, y nosotros te tuvimos.

-Bueno pero ¿y si mi hermanito también está ansioso de venir? ¿Porque no viene? – les pregunto. Los padres compartieron una mirada.

-Owen, mi punto es que… como somos jóvenes, tu padre y yo recién vamos comenzando en nuestros trabajos. Trabajamos mucho y lo sabes. Tu estas yendo a la escuela, y a veces te quedas con la señora Rudy cuando no podemos llegar a tiempo a casa. Un hermanito no podría seguir ese ritmo cariño, tal vez más adelante podríamos considerar tener un hermanito – dijo suavemente su padre.

-Pero yo quiero uno ahora… ¡Quiero un hermanito ahora! – grito enojado. Se bajó de la cama, olvidándose de colocarse sus zapatos y corrió hacia el baño donde se encerró a llorar.

Kurt se quedó helado con lágrimas en los ojos.

- Odio verlo así… - dijo Kurt al sentir el portazo de la puerta de su hijo. – No puedo tener otro hijo ahora Blaine, no puedo… no quiero volver a pasar por algo así nunca. Creí que nunca me repondría. Tu sabes… tu sabes lo mucho que….

-Lo sé, lo sé – cruzo la cama y se acercó a abrazar a su esposo por la espalda. – también estoy de acuerdo contigo sobre no tener por el momento más hijos.

-Pero también pienso en él, y en lo aburrido que está a veces, en lo solo que lo veo en ocasiones. Tiene siete años Blaine, cuando tengamos un bebe el de por si va a llevarle siete años de diferencia, no podrán jugar juntos ni nada. Owen se hará grande, le van a interesar otras cosas y él bebe quedara solo y la historia va a repetirse… - se tomó la cabeza.

-Oye, detente. Ambos hemos tomado una decisión hace dos años cuando paso lo que paso. Entonces tranquilízate, no tendremos más niños de momento. ¿Lo hablamos, si? – le tomo el rostro.

- Si – respondió.

Kurt se levantó de la cama y limpio sus lágrimas. Refregó sus manos en su delantal y salió de la habitación rumbo a la cocina a terminar de preparar el almuerzo.

Blaine, acomodo la cama de su hijo, y tomo los zapatos que el infante había dejado olvidados… camino lentamente hasta el baño donde golpeo suavemente la puerta esperando que esta, se abriera.

- No quiero hablar – contesto Owen.

-Al menos ponte las zapatillas, el tiempo está cambiando y no queremos que te enfermes ¿de acuerdo? – la puerta de abrió y una pequeña mano regordeta apareció, le tendió las zapatillas y cuando este las tuvo en la mano, cerró la puerta nuevamente.

Blaine se rasco la nunca, y respetando la molestia de su hijo se fue rumbo a su habitación a cambiar su ropa del trabajo por una más cómoda para almorzar. Cuando bajo Kurt ya había puesto la mesa y estaba sirviendo la comida. Se acercó a ayudarle y juntos terminaron de poner la mesa.

Se sentaron a comer en silencio, a pesar de haber puesto platos y cubiertos para el tercer integrante de la familia, este, no bajo.


Esa noche cuando Kurt salió de la ducha, se envolvió en su bata y se puse a ordenar el baño para el día siguiente. Owen se levantaba temprano para el colegio, y Kurt siempre le daba un baño calentito antes de partir.

Abrió el pequeño cesto de basura que tenían ubicado ahí, para sacar la bolsa con los residuos cuando un pequeño papel morado con demasiada purpurina llamo su atención. Miro hacia la puerta esperando que nadie ingrese – porque si, Owen nunca golpeaba la puerta para entrar a ningún lado – y tomo la tarjeta. La guardo en uno de sus bolsillos y termino de ordenar todo.

Se encargó de ordenar todo y dejar todo listo para el día siguiente. Cuando ya iba apagando las luces, el teléfono sonó. Era su padre.

-¿Hola? – hablo levantando el tubo.

-Hola Kurt ¿Como están, hijo? – le pregunto alegre su padre.

-Bien, estamos bien… creo – murmuro por respuesta.

-¿Qué pasa, Kurt? – quiso saber su padre, dejando en evidencia su preocupación.

-Nada es solo que… - se quejó y levanto él tuvo inalámbrico y corrió a la cocina, lejos de los cuartos para que nadie lo escuchase. – Owen no ha tenido un buen día y se puso molesto….-

-¿Porque? ¿Quieres que hable con él? –

-No, no quiere hablar con nadie. El… - contuvo un sollozo.

-Kurt me estas preocupando ¿qué pasa?

-Quiere un hermanito – le respondió angustiado – quiere un hermanito – repitió. Kurt oyó a su padre respirar aliviado.

-¿y que drama hay con eso? Es completamente normal que quiera un hermano – le dijo.

-Papa… no puedo tener hijos ahora. No después de lo que paso… me da miedo, me aterra pensar que pueda volver a pasar. Además ahora me han ascendido, Blaine tiene en puerta su primer disco un bebe solo nos retrasaría aún más. Yo… sabes que Owen no fue planeado papa, de haber sido más cuidadoso quizás en ese momento estaría teniendo mi primer hijo. Tengo veinticinco años y recién estoy comenzando a trabajar bien – le explico.

- Kurt…comprendo lo que sucedió, se cómo estuviste y lo mucho que te dolió. A todos nos devasto. Pero son cosas que pasan, el hecho de que una vez las cosas no hayan salido bien no quiere decir que siempre sea así. Tienes un hermoso niño de siete años, él es la prueba de eso. El pedido de tu hijo es completamente entendible. Si, tienes razón ustedes recién están iniciando también es comprensible. Pero la compañía de un hermano es fundamental en la vida de un niño. El necesita alguien con quien jugar, con quien aprender, a quien proteger y hasta pelear. Son etapas en la vida de un niño que el necesita pasarlas.

- ¿y que hay con mis etapas papa? ¿Qué hay de lo que yo quiero? Con dieciocho años y un bebe recién nacido no pude hacer nada. No pude estudiar, no pude salir solo tuve que criar a mi hijo, me parece muy egoísta que ahora que es mi turno tenga que dejarlo pasar. – le espero el castaño molesto.

-Nadie dice que tienes que dejarlas pasar. Puedes hacerlas aun, la vida sigue hijo. Lo que hoy no se puede hacer, se lo hace mañana. Existe un refrán muy conocido que es parecido al que te dije: ¿Porque dejar para mañana, lo que puedes hacer hoy? –Le dijo – No sabes hasta cuando podrás tener hijos, ni tu ni Blaine. Estas oportunidades hay que aprovecharlas. – Kurt no respondió – de todas formas, no te precipites a tomar decisiones. Piénsalo, háblalo con Blaine y decidan. Sabes que tú tienes la última palabra… pero si me dejas opinar… a mí me gustaría otro nieto – dijo riendo.

El chico rodo los ojos.

-Si por ti fueras, me harías tener cinco hijos… te conozco – hablo – pero… Gracias papa. Hablare con Blaine y veremos qué hacer.

-De acuerdo, salúdame a mi pequeño y dile que lo quiero mucho – le pidió.

-Lo hare, que descanses – y colgó el teléfono.

Más tarde, cuando estaba ubicado en su cama saco la tarjeta y la aliso un poco, pues estaba muy arrugada. La abrió con cuidado de que se rompa y el contenido casi le hace llorar.

En el medio había un circulo donde su hijo se había dibujado unos garabatos que Kurt comprendía que era el mismo; a su lado un garabato mucho más pequeño tomaba la mano del grande, con la única excepción que este segundo no tenía ni rostro ni nombre. Se angustio.

Al pie del dibujo había varias estrellas, corazón y pelotas de Futbol. Un pequeño párrafo le acompañaba:

"Hola… no te conozco todavía, pero por si no lo sabias eres mi hermano. Hoy es el día de los hermanos y la maestra Kate dijo que debíamos hacerles una tarjeta de felicitación. Yo aún no te conozco pero cuando vengas poder entregarte esta tarjeta. Con amor, Owen".

Kurt sollozo y dejo la tarjeta aun costado. Él sabía lo que su hijo estaba sintiendo, lo sabía porque el mismo lo había vivido. El castaño recordaba sus años de infancia donde una vez les había pedido a sus padres que quería un hermano pequeño. Ellos le dijeron que iban a tratar de darle uno. Aunque claro, nunca paso.

Él no quería eso para su hijo. Sin duda no lo quería.

Blaine apareció por la puerta del dormitorio. La cerró con llave y se fue directamente a la cama que compartía con su esposo.

-¿Se durmió? – quiso saber Kurt aun mirando la tarjeta a un costado.

-Costo pero si, lo hizo. Sigue molesto… ni siquiera quiso que le cante – le respondió mientras se quitaba el pantalón y abría su lado de la cama.

-Nos odia… - murmuro

- No nos odia… Kurt, sabes cómo son sus rabietas ya se le va a pasar – le dijo acostándose en el pecho de su marido.

- No se le va a pasar. Conoces como es. – se recostó en la cama cruzándose de brazos - me siento mal por él.

-Basta… no hablemos de eso ahora. – Le hablo, incorporándose y mirando el rostro del castaño - ¿te he dicho lo sexy que has estado hoy? –le pregunto cambiando de tema y el chico sonrió.

-No, no lo hiciste… - murmuro un segundo antes que su boca se uniera a la de Blaine.

Se besaron, lenta y profundamente. Blaine tomo la cintura de su esposo y lo atrajo hacia su cuerpo, provocando en su amante un gemido de placer. Rápidamente subió sus manos por su cuerpo, levantando de paso la parte de arriba del pijamas de Kurt.

Este por su paso, le quito también la remera y lo hizo arrodillarse para quitarle los bóxer. En días de semana, no había tiempo para demorarse como les gustaría, al día siguiente debían levantarse temprano. Kurt abrió el cajón de la mesa de luz y vio por última vez la tarjeta, suspiro. Tomo el lubricante y se lo tendió a Blaine.

Blaine lo preparo con sus dedos, mientras besaba el pecho blanco del castaño. Cuando este estuvo listo, se inclinó para sacar de detrás de la funda del colchón, un condón.

-Blaine… yo… - se quejó – no quiero que lo uses. – completo.

-¿Qué? ¿Porque? – quiso saber.

-Sabes porque – le respondió en un murmullo.

-Kurt habíamos quedado…

-Lo dejemos al destino ¿sí? Si sucede, sucederá…. Ahora solo quiero que me hagas el amor – le susurro mientras abría sus piernas y se ubicaba cerca de su amante. Blaine no termino muy convencido pero finalmente dejo el paquete en su lugar y se volvió hacia su esposo, dejando que su amor fluya.


A la mañana siguiente, el despertador sonó a las seis am como de costumbre. Blaine lo apago y se acercó a despertar a Kurt, quien dormía plácidamente.

Ambos se habían quedado hasta tarde, y no precisamente haciendo el amor, más bien hablando. Habían tomado una nueva y buena decisión. Le sonrió cuando despertó, y le dijo que iría a despertar a Owen.

-No, yo quiero hacerlo – dispuso Kurt, mientras rápidamente se levantaba y con su bata de baño cubría de pronta desnudez. Quito el seguro de la puerta y camino hasta la habitación continua donde aún su hijo seguía durmiendo.

- Cielo… despierta – hablo muy suavemente, mientras le acariciaba el cabello. El niño se removió un poco hasta que fue abriendo levemente los ojos.

-¿ya es de día? – pregunto con voz adormilada.

-Así es, y debemos ir a la escuela… - le anuncio.

-Oh… está bien – dijo, y se sentó en la cama. Kurt le quito las frazadas y levanto al niño en sus brazos. Lo llevo cargando hasta el baño donde le dio un tibio baño relajante.

Ambos bajaron una vez bañados y cambiados hacia la cocina, donde un ya arreglado Blaine preparaba el desayuno.

-Buenos días, Campeón – saludo el moreno. Owen sonrió y se sentó en la mesa agarrando su cereal. Kurt y Blaine intercambiaron miradas, el moreno asintió.

-Owen, debemos hablar contigo…. – hablo Kurt. Blaine tomo asiento al lado de Kurt.

- ¿Es por lo de ayer? – les pregunto.

-Si…

-Lo siento, lo siento… nunca más volveré a ser así. Estaba enfadado porque todos tuvieron la oportunidad de hablar y yo…

-No estamos molestos contigo, cariño – le dijo Blaine.

- ¿No? – indago dudoso.

-No hijo… no estamos molestos. – Kurt metió la mano en su chaqueta y extrajo del fondo la pequeña tarjeta de color morado que su hijo había hecho. – Guárdala – dijo tendiéndosela al niño.

Este la tomo extrañado.

-¿Porque? – pregunto. Blaine rio.

-¿Y qué le vas a entregar a tu hermanito cuando nazca? – quiso saber divertido. Owen abro sus enormes ojos azules.

- ¿Voy a tener un hermanito? – dijo con un dejo de ilusión en su voz.

-Bueno, papa y yo hemos hablado anoche y decidimos que era hora de tener un nuevo bebe en la casa – le comento Kurt.

-¿Entonces si voy a tener un hermanito? –

-Claro que si, tendrás un hermanito – confirmo Blaine. Owen dejo su cereal y se bajó de la silla, rodeo la mesa y corrió a abrazar la cintura de su papa Kurt.

-Gracias… gracias… prometo que lo voy a cuidar muy bien, lo voy a querer y lo voy a proteger. Seré el mejor hermano del mundo – chillo contento. A Kurt se le llenaron los ojos de lágrimas.

- No tienes que prometer nada, sé que lo harás, cariño – le respondió su papa. Blaine se levantó, y cargo en brazos a Owen.

-¿y cuándo va a venir? – pregunto.

Los padres compartieron una mirada sorpresiva.

-Bueno, Owen eso aún no lo sabemos. Pero intentaremos que para antes de navidad, tengas un hermanito – contesto Blaine.

-Genial… tendré que hacer muchas tarjetas entonces – festejo, y ambos papas sonrieron al ver la felicidad de su hijo.

Desayunaron tranquilos y felices de haber podido restablecer la paz en su pequeña familia que pronto iba a agrandarse.

Cuando Kurt detuvo el auto en la puerta de la escuela, su hijo antes de bajar le pregunto.

-¿No están haciendo esto por mi verdad? – Pregunto - ¿También quieren tener un bebe verdad? –

-Por supuesto que sí, bebe… quiero tenerlo tanto como quise tenerte a ti – beso la cabeza enrulada de su pequeño.

-De acuerdo… ¿Puedo contarle a mis amigos que tendré un hermanito? –

-Por supuesto que si – respondió sonriendo.

-Genial – contesto, bajo del auto y cerró la puerta - Adiós, papa… -dijo saludando con su mano y entrando corriendo al colegio.

Kurt vio a su hijo perderse entre la multitud de niños que iban ingresando a la escuela, y claramente pudo imaginarse entrar a su hijo llevando de la mano a otro niño, o tal vez dos. Recordó por un momento la conversación de la noche anterior.

-Podemos hacerlo Blaine… yo no quiero que lo que paso la otra vez nos bloquee. Sé que querré tanto este bebe como quisimos al que se fue – le dijo a su marido. – voy a cuidarme mejor esta vez.

-¿Estás seguro? ¿Quieres hacer esto? –

-Por supuesto…el necesita hermanos. Tenemos dinero, fui ascendido aunque eso implique más trabajo siempre habrá una solución para todo. Tu disco saldrá pronto, si corremos con suerte quizás antes de que nazca. Eso te dará tiempo para quedarte con él bebe mientras yo trabaje. Podemos hacerlo… - hablo Kurt.

- Tienes razón…- acordó Blaine.

-¿Quieres? ¿Quieres tener más hijos conmigo? – le pregunto.

-Contigo tendría un millón de hijos, Kurt – le respondió besando sus labios.

-Solo espero que pueda quedarme rápido… - le comento.

-Oh por favor, eso no se pone en duda. Tengo mucho potencial… logre que tengamos un hijo cuando teníamos diecisiete, y eso que no contábamos con mucha experiencia… imagínate ahora – exagero bromeando el moreno. Kurt golpeo su brazo.

-Eres un idiota… - le dijo.

-Tal vez, pero este idiota es al que amas… es el padre de tu hijo, y el de tus futuros hijos – comento, mientras se dedicaba a besar su cuello.

El castaño sonrió, encendiendo el auto. El tiempo y el destino dispondrían.

Mientras tanto, Kurt y Blaine se encargarían todas las noches de poder traerle a su hijo, ese hermanito que tanto deseaba.