LA REUNIÓN

Nunca hubiera pensado que dar un "buenos días" a un desconocido pudiera ser tan incomodo, o eso fue lo que pensó Bilbo Bolsón cuando en una tranquila mañana de primavera, antes del mes mayo, se apareció en el porche de su casa un hombre extraño, vestido con una túnica gris, un azulado sombrero puntiagudo, bastón que se iba retorciendo a medida que llegaba a la punta y unas enormes botas negras.

A primera vista todos pensarían que era un mendigo cualquiera o al menos fue lo que pensó Bilbo, cuando una voz le sobresaltó de sus pacíficos pensamientos mientras fumaba de su pipa, pero como buen Bolsón que era su educación estaba por encima de todo y sin más dilación el pequeño Hobbit le dijo:

- Buenos días – fue lo más cortés que pudo

- ¿Me dices buenos días, porque de verdad me los ofreces o es porque hace un buen día y te sientes bien? ¿O simplemente por mera cortesía? – respondió el hombre muy suspicaz. Esto había dejado a Bilbo bastante confuso, pues no sabía que responder, así que un poco nervioso empezó a dar unas bocanadas de su pipa, que casi lo atragantan hay que decir, pero supo mantener lo compostura y responder:

- Un poco de las tres, supongo ¿puedo ayudaros? – había algo de ese hombre que le resulta extrañamente familiar.

- Mmmm…eso está por ver. Busco a alguien con quien compartir una aventura – dijo sin tapujos el hombre, examinando cada expresión o movimiento del Hobbit que aún seguía fumando de su pipa. Aturdido por las palabras que acababa de decir aquel extraño hombre Bilbo le respondió:

- ¿Una aventura? –aún no se lo creía – no creo que al oeste de aquí haya le interese demasiado las aventuras. Cosas desagradables, molestas que retrasan la cena. - se levantó, ahora sí, muy incomodo por la situación que se le estaba planteando y se fue al buzón a mirar si tenía correspondencia, simplemente para "disimular" lo nervioso que estaba, pues casi se le cae dos veces su preciada pipa al suelo. Queriendo cortar la conversación, sin ser muy rudo le volvió a decir "buenos días", esta vez indicando que quería zanjar el asunto.

- Quien iba a pensar que un hijo de Belladonna Tuk me despacharía con un simple "buenos días" como si fuese vendiendo botones de puerta en puerta – al oír el nombre de su madre Bilbo detuvo el pasó a medio camino de la escalera que enfilaba hasta la puerta de su casa quedando a la misma altura que ese hombre.

- ¿Cómo decís?

- Has cambiado, no para mejor Bilbo Bolsón – le recriminó el anciano.

- ¿Me conoce?

- ¡Sí, mi querido señor, yo sí que conozco su nombre señor Bilbo Bolsón! Y tú también sabes el mío aunque no me unas a él. ¡Yo soy Gandalf, y Gandalf equivale a… a mí!

- Gandalf… ¿no seréis el mago errante que fabricaba aquellos excelentes fuegos artificiales? ¡Recuerdo al viejo Tuk lanzarlos en el solsticio de verano! – exclamó emocionado Bilbo, pero volviendo a tomar la compostura prosiguió – ejem…no sabía que estuvieseis en activo.

- ¿Dónde sino iba a estar?

- Bueno, tal vez…- y sin querer meter más la pata volvió a dar grandes bocanadas de su pipa.

- Me complace ver que aún recuerdas algo de mí, aunque sean mis fuegos artificiales…si, está decidido, será estupendo para ti y muy divertido para mí, informaré a los demás.

- ¿Qué? No, no esperad, no queremos ninguna aventura aquí, ni hoy, ni mañana, no. Os sugiero que se lo preguntéis a la encantadora Eileen que trabaja en la taberna por las tardes hasta altas horas de la noche, aunque ahora la encontrarás en la granja de mi tía Mirabella.

- ¡Oh! ¿Eileen aún sigue en la Comarca?

- ¡Oh, sí! Trabaja duro para reunir dinero y marcharse a por aventuras como su hermano mayor Aldair. Aunque sea una Tuk como su madre Melliande, no tienen ni una moneda desde que Aldir, padre de Eileen murió, él traía dinero a la casa.

- ¿Y dices que la podré encontrar en la granja de Mirabella? – preguntó Gandalf al Hobbit que tenía delante.

- Sí, pero si quiere puede venir esta noche, ella siempre me visita después de cerrar la taberna, me trae cerveza, pan y dulces – dijo Bilbo con una sonrisa al recordar los apetitosos bizcochos que trae siempre Eileen, la mayoría los hacía ella misma.

- ¿Oh? ¿Entonces es me invitas está noche a cenar?

- Eh, bueno, yo… -balbuceó Bilbo al percatarse que había metido la patada hasta el fondo, pues ya había salido su vena Hobbit, ya que adoran las visitas – si, hasta la noche pues, ¡buenos días! – y entró corriendo a su casa.

Gandalf desde fuera veía por los ventanales como Bilbo iba en dirección, muy seguramente a la cocina a comer el segundo desayuno, esperó un poco y se acerco a la puerta. Con la punta del bastón empezó a hacer una runa en la puerta, asegurándose de ser grande para ser vista, pero discreta para no llamar tanto la atención.

- Eileen, no había pensado que ella también podría sernos muy útil – contentó el mago gris se marchó en busca de los demás, tenía que informar de la invitación para cenar en Bolsón cerrado.

A la noche Bilbo, algo perturbado por la invitación que le había hecho a Gandalf, empezó a hacer la cena, hasta que oyó el timbre de la puerta. Pensó que aún era muy pronto para que Gandalf viniese, pero al abrir la puerta no encontró a Gandalf, sino a un enano corpulento y calvo delante de su casa:

- Dwalin, a su servicio – dijo el enano mientras hacía una leve reverencia.

- Ah, Bilbo Bolsón al…vuestro –respondió abrochándose la bata que llevaba puesta bastante desconcertado, ¿qué hacía un enano a esas horas de la noche, en la puerta de su casa? - ¿nos conocemos? – atinó a preguntar cuando Dwalin entró en su casa.

- No – dijo este muy secamente - ¿por dónde es? ¿Es por aquí?

- ¿Qué es por aquí?

- La cena, dijo que había comida y ¡mucha! – y le lanzó el abrigó a Bilbo, el pobre lo tuvo que coger al vuelo antes de que cayese al suelo.

- ¿Os dijo eso? ¿Quién lo dijo?

Cuando entró en el salón vio que Dwalin se había servido la comida que estaba cocinando y empezó comer, Bilbo se sentó a un lado de la estancia mirando como devoraban su cena, sin dejar ni rastro.

- Mmmm, está rico esto, ¿qué más? – ¿más? Pensó Bilbo, ya que se había comido toda la comida y eso que habían dos raciones.

- ¿Eh? Ah, claro, si, si, tome espero que le gusten los hace mi prima Eileen - así que se levantó y fue a buscar unos pasteles que estaban en un estante – servíos – ofreciéndole un plato lleno de bollos, no sin antes guardarse uno, que él pobre señor Bolsón aún no había cenado.

- Mmmm, son excelentes, su prima es una gran cocinera – decía Dwalin mientras engullía los bollitos sin apenas masticarlos.

- La verdad es que no esperaba ninguna visita – dijo Bilbo al enano, para darle a entender que narices estaba haciendo en su casa a esas horas sin ser invitado. Sonó otra vez el timbre de la puerta.

- Llaman a la puerta – dijo esta vez Dwalin que ya se había comida más de la mitad de los bollitos del plato.

Sin dar crédito a lo que estaba sucediendo esa noche en su casa, Bilbo fue a abrir la puerta. Era otro enano, pero esta vez menos fiero, más bajo y más ancho, ¡ah! Y más viejo que su pelo y su barba eran completamente blancos.

- Balin, a vuestro servicio – y repitió el mismo gesto que Dwalin.

- Buenas noches.

- Sí, cierto, aunque creo que podría llover – dijo el enano entrando en su casa. - ¿Llego tarde?

- ¿Tarde para qué?

- ¡Oh! Buenas hermano – dijo Balin que veía como su hermana intentaba sacar unos dulces de un tarro sin mucho éxito.

- Por mi barba, estás más bajo y más ancho que la última vez.

- Más ancho, pero no más bajo. – se dieron un pequeño abrazo, y se golpearon las cabezas, dejando al Hobbit aún perdido con la situación.

- Ah, disculpad, estoy seguro que os habéis equivocado y no estáis en la casa correcta – pero los enanos no hicieron ningún caso y se fueron a la despensa a buscar comida y a servirse cerveza, pero Bilbo no desistía y les seguía hablando – nos gustan celebrar las visitas, claro que nos gustan, como todo Hobbit. Pero me gusta conocer quien viene a verme – los enanos seguían a lo suyo en la despensa – el caso es que no os conozco a ninguno de los dos y no pretendo ser rudo, pero tenía que deciros lo que pensaba, lo siento.

- Disculpas aceptadas – le respondió Balin, que parece ser que de todo el discursito de Bilbo sólo habían escuchado "lo siento". Por tercera vez volvió a sonar el timbre de la puerta.

Esta vez en vez de un enano habían dos, más jóvenes y apuestos, uno era rubio y el otro castaño.

- Fili – dijo el rubio – y Kili – prosiguió el castaño – ¡a vuestro servicio! – dijeron los dos a la vez haciendo una reverencia- debéis de ser el señor "Bluson"- añadió Kili.

- No, no podéis entrar os habéis equivocado – perdiendo la paciencia Bilbo se disponía a cerrar la puerta, hasta que Kili se interpuso para que no se cerrara.

- ¿Se ha suspendido? – preguntó algo preocupado.

- No, nos han avisado – dijo Fili mirando a su hermano.

- ¿Qué? No se suspendido nada – les respondió molesto Bilbo.

- Menos mal – dijo con una sonrisa Kili y entraron los dos enanos con un porte chulesco. Fili se giró y le entregó sus pertenencias a Bilbo, la gran mayoría armas.

- Tenga cuidado, están acabadas de afilar. – y se fue a dónde estaban los demás enanos que intentaban mover la del comedor y ponerla en el pasillo para que pudieran caber todos, ¿todos? ¿Había oído bien nuestro pequeño Hobbit? ¿Aún faltaba más gente? De pronto volvió a sonar el timbre, enfadado fue hasta la puerta despotricando e injuriando.

- No hay nadie en casa, no podéis entrar, ya hay suficientes enanos en mi salón. Si se trata de alguna broma sucia, ¡no tiene ninguna gracia! – al abrir la puerta se encontró a todo un pelotón de enanos que apoyados en la puerta cayeron todos al suelo al abrir Bilbo la puerta. Detrás observando la escena estaba Gandalf.

- Gandalf…- fue lo único que atinó a decir el Hobbit.

Bilbo no podía creerlo en su casa habían 12 enanos que le estaban saqueando la despensa, además de Gandalf que se dedicaba a comer y a beber vino, mientras los enanos bebían su preciada cerveza.

Para acabar de rematar, cuando acabaron de cenar los enanos recogieron la mesa lanzando los platos de un lado a otro, y cantando una canción:

¡Desportillad los vasos y destrozad los platos!

¡Embotad los cuchillos, doblad los tenedores!

¡Esto es lo que Bilbo Bolsón detesta tanto!

¡Estrellad las botellas y quemad los tapones!

Exasperado, Bilbo entró a la cocina y estaban los platos intactos, le estaban tomando el pelo. De pronto llamaron a la puerta, sin tocar el timbre a lo que Gandalf dijo:

- Ya está aquí.

Bilbo pensó en Eileen, pero aún era pronto la taberna aún no cerraba, ¿Quién sería? Al abrir la puerta otro enano estaba delante, pero era diferente a todos los demás, tenía un porte importante e intimidante, ya sean por sus cristalinos ojos azules, o por la expresión severa de cara.

- Thorin – exclamó Gandalf.

- Gandalf, dijiste que era fácil encontrar esto. Me he perdido, dos veces y no lo habría encontrado si no fuese por la marca de la puerta – dijo con altanería y molesto el enano, que iba quitando la capa de viaje.

- ¿Qué marca? En mi puerta no hay ninguna marca, se pintó la semana pasada – saltó Bilbo de entre la multitud.

- Oh, sí la hay, la hice yo esta mañana – le respondió Gandalf mirándole con algo de culpa. – Bilbo Bolsón te presento al líder de nuestra compañía, Thorin escudo de roble.

- Así que, este es el Hobbit – se lo quedó mirando y empezó a andar a su alrededor para analizarlo mientras le hablaba – decidme señor Bolsón, ¿habéis combatido mucho?

- ¿Cómo decís?

- ¿Hacha o espada? ¿Qué arma preferís?

- No se me da nada mal el juego de las castañas a decir verdad, pero no creo que relevancia tiene eso.

- Lo imaginaba, más parece un tendero que un saqueador – dijo con burla Thorin, haciendo los enanos se riesen del comentario.

Los enanos le mostraron la mesa donde estaban cenando antes y le pidieron al Hobbit si le podía hacer algo de comer para Thorin, a regañadientes este le hizo un estofado. Cuando este se disponía a comer y discutir de sus planes con los demás, el timbre de la puerta volvió a sonar dejando desconcertados a todos los presentes, menos a Bilbo y a Gandalf .

Bilbo fue a toda prisa a la puerta, la estaba esperando y a buena hora venía, abrió la puerta:

- ¡Buenas noches Bilbo! Te traigo un montón de cosas, sobretodo dulces – dijo la cálida voz de Eileen Tuk, que no sabía lo que le iba a esperar esa noche.

Ni los personajes, ni el mundo de Tolkien me pertenecen, sólo mis OC.