Declaración de Derechos (Disclaimer): Los personajes de esta historia en su gran mayoría pertenecen a J., así como referencias a sus libros (entiéndase por: nombres, hechizos, conjuros, lugares, etc.), sólo algunos salieron de mi imaginación (los no reconocidos). No uso estos datos con fines de lucro ni beneficio propio.
Así como he escrito este fic sin fines de lucro, respetando los derechos de autor de JKR sobre sus personajes, espero que todos respeten los míos sobre mis personajes y mi trama.
Sólo considera canon los libros 1 al 6. Tiene "Personajes Originales (OC)" y se podría llegar a considerar que algunos del canon están "Fuera de Carácter (OoC)".
Resumen: Un encuentro alegre, después de un extraño y persistente comportamiento en Harry y otro muy determinado de Ginny, desatan dudas, sentimientos y situaciones que les impondrán nuevos retos.
Decisiones y Dudas
Unas esmeraldas miraban con frialdad a una menuda pelirroja riendo muy divertida con un pelinegro de ojos grises muy atractivo, mientras una sonrisa y gestos alegres se veían en aquél joven y apuesto hombre.
La castaña, que lo creía conocer tan bien, no sabía ya leer sus sentimientos. Eso la asustaba y confundía. Pero lo ocurrido esa mañana... Estaba muy confundida.
Su corazón, destrozado dos años antes por el dolor de todo lo visto en la guerra y luego por el pelirrojo a quien había querido tanto, se había inclinado hacia quien siempre consideró su amigo, confundiéndola, logrando que sus pensamientos rondasen siempre alrededor de ese par de esmeraldas que se habían vuelto impenetrables para todos permanentemente, abriéndose sólo para ella eventualmente. Sacudió la cabeza e hizo un esfuerzo por prestar atención a lo que les estaba contando Sirius.
Se veían los dos tan felices, riéndose, complementándose las ideas... amándose… Sí, el joven de pelo negro estaba seguro que se amaban y que si no vivían ya juntos era por la traba en la que se había convertido Molly Weasley para ellos.
Con dificultad contuvo un suspiro que quería escapar de sus labios. No había conseguido aún la manera de hacerle comprender a "su mamá afectiva" que la felicidad de la menuda pelirroja estaba al lado de su padrino, pero sentía que estaba muy cerca de lograrlo. En la última visita a La Madriguera, la ahora casa de Jessica y Charlie Weasley, había logrado que los tres estuviesen en el comedor durante casi tres horas sin que hubiese un cruce de retos soterrados entre la matrona y el hombre maduro.
Sonrió ante un comentario de su padrino y la risa fresca de ella. No, jamás se arrepentiría de la decisión que había tomado luego de verlo recuperarse a él de esa forma tan asombrosa con los cuidados de ella, luego que lo pudieron rescatar del terrible lugar al que se llegaba tras el Velo de la Muerte.
Cuando fueron por él supusieron que el amor puro correspondido del que se hablaba en el antiguo manuscrito, del que se valieron para traerlo de vuelta, era el afecto fraternal entre su padrino y él. Pero ahora estaba seguro que el factor clave que lo había permitido había sido el sentimiento no confesado entre ellos dos, pues en esa época aún ni ellos mismos sabían lo que sentían. Y ahora… ahora era él quien no entendía sus propios sentimientos.
En aquella época su amor incondicional por los dos fue tan grande que se afianzó en su decisión de separarse de ella, consiguiendo lo que no había logrado nunca antes: Ocultar en lo más profundo de su corazón sus sentimientos, poner en los sitios más recónditos de su mente sus pensamientos, logrando en sólo días con la inestimable ayuda de Hermione el convertirse en un excelente Occlumens.
Pero también a la castaña logró ocultarle aquello que en ese entonces le dolía profundamente: el gran amor por Ginny, por su padrino, su dolor por saber que ellos se merecían el ser felices y él no estaba seguro de sobrevivir a su enfrentamiento con aquél asesino loco.
Pero su mentor había tenido mucha razón. Su poder era algo que Voldemort jamás había conocido. Albus Dumbledore dijo una gran verdad cuando le explicó que "el amor" le llevaría a derrotarle y detenerle definitivamente. Fue el amor, en todas sus formas y facetas, lo que le permitió no sólo vencerle sino sobrevivir.
Cuando despertó en San Mungo todos los que lo acompañaban le demostraron su admiración y afecto sincero, no dejándolo a solas ni un minuto durante días mientras se aseguraban que saliese del estado de gravedad en que se encontraba. Pero su padrino, su tío y sus amigos le dieron por primera vez un par de horas a solas una vez que el medimago que llevaba su caso dijo:
—Su estado es estable. Es ahora totalmente seguro que se restablecerá totalmente.
Fue entonces que a su mente acudió la terrible realidad: Había sobrevivido, tenía que construir un futuro con las decisiones que había tomado.
Desde que escuchó por primera vez aquella profecía había dudado que él llegase a vivir luego de enfrentarlo. Había poco a poco enfocado todos sus esfuerzos en conseguir la manera de detenerlo definitivamente, sin importar las consecuencias para él. Construyó a su alrededor un muro impenetrable para no generar nuevos lazos de afecto, y amortiguar los que ya había formado durante su existencia, para que nadie sufriese cuando se produjese su partida definitiva.
Pero eso no había ocurrido. Había sobrevivido y él no se había preparado para eso. Fueron horas luchando con sus pensamientos más escondidos, con los sentimientos que había enterrado en lo más profundo de su corazón, usando como armas sus propios afectos y las esperanzas ajenas, buscando una forma de encontrar en si mismo al verdadero Harry, el que debería recorrer el camino que se abría ante él, uno que lo asustaba de muchas maneras.
Fue una mañana en que lo visitaron Sirius y Remus, luego de haber soñado con sus padres, que consiguió lo que tanto buscaba: una forma de enfrentar eso que le asustaba por desconocido. El "Reglamento de Vida de los Merodeadores", ideado por su padre, complementado por su tío y su padrino, que hacía enojar tanto actualmente a Hermione como alguna vez lo había hecho con Lily según le contaban los dos Merodeadores sobrevivientes.
"Hermione. Mi mejor amiga, mi peor incógnita. No, mejor no volver sobre eso. Siempre consigo un terrible dolor de cabeza, una sensación muy extraña en mi pecho y aquello tan extraño en mi esencia… No, nada he resuelto de esa gran interrogante… Bueno, eso no es totalmente cierto. Sí he logrado algo, la certeza de no amar a Ginevra Molly Weasley Prewett como mujer y la tranquilidad para vivir mi nueva forma de relacionarme con las mujeres según los consejos de papá, padrino y tío.
Sí, mejor dejarlo de ese tamaño por un tiempo. Ya sé que el destino no puede presionarse. Las cosas ocurren en el momento justo, ni antes ni después", pensaba abstraído mientras fingía prestarles atención. La vida le había enseñado eso a fuerza de golpes y él al fin lo había comprendido.
Miró su varita en su mano, la feliz pareja en su campo de acción y no pudo resistirse. Con agilidad los cubrió con una lluvia de espuma roja y salió corriendo de allí, llevándose con él a Hermione hacia el jardín para evitar que los hechizos que arrojaban a ciegas Ginny y Sirius lograsen darle a ella por error, buscándolo a él, no logrando contener una carcajada al oír la protesta de su amigo Ron que fue blanco involuntario de la revancha.
Fred y George estaban llegando de su tienda a la casa de Sirius en Nottingham cuando escucharon a sus dos hermanos menores gritar furiosos, al dueño de la casa amenazando al pelinegro dejarle el pelo de tal forma que no podría ir a ninguna cita con chicas en al menos una semana y al aludido carcajeándose.
Arquearon las cejas mirándose interrogantes. Sonrieron al ver cada uno en su gemelo la misma mirada pícara y varitas en mano se dispusieron a unirse a la diversión, atravesando la cocina rumbo al jardín. Empezaron a reír sin control al ver a su hermana y su ídolo cubiertos por uno de sus mejores inventos, "piel multicolor" que se activaba por un simple hechizo que esparcía rápidamente sobre las víctimas una espuma roja, la cual al ser removida dejaba la piel convertida en un lienzo donde colores brillantes danzaban sin control.
Le habían mostrado su producto a su gran amigo y socio capitalista el día anterior, entregándole una pequeña caja de polvo para que hiciese una prueba según les había pedido el pelinegro. Pero ellos creían que la víctima sería el odioso Gawain Robards, que tanto molestaba a la castaña y ponía furioso a su amigo, jamás se imaginaron que lo usaría con Ginny y con Sirius. De haberlo sabido le hubiesen dado el de efecto prolongado. Aquél dejaría de tener efecto en sólo un par de horas.
—Ustedes dos. Quiero el antídoto de inmediato. —les dijo con voz de mando una pelirroja furiosa, que les hubiese atemorizado si su rostro multicolor no les generase unas incontrolables ganas de reírse.
—Pero si te ves…
—… muy linda…
—… hermanita.
—Muy graciosos. Si no quieren que pruebe en ustedes los nuevos hechizos que me enseñó un niño en el hospital durante la práctica de medimagia de hoy…
No hizo falta que dijese más. El brillo peligroso de sus ojos castaños fue suficiente para atemorizarlos. Fred sacó de su bolsillo el antídoto en polvo y George hizo el complicado embrujo, lanzando una nube de polvo azul, primero sobre su hermana y luego sobre Sirius, los cuales se sintieron bañados por algo similar a agua muy helada pero su piel regresó a su color original minutos después.
Ginny y Sirius se estremecieron, sintiendo mucho frío, abrazándola rápidamente él a ella para intentar ayudarla a entrar en calor aunque él mismo se sentía helado.
—Lo sentimos mucho…
—… pero es lo mejor que…
—… hemos podido hacer…
—… hasta ahora…
—El antídoto es efectivo…
—… pero tendrán que…
—… estar junto a la…
—… chimenea prendida…
—… durante al menos…
—… media hora para…
—… entrar en calor.
De los Weasley sólo ellos dos aceptaban de buen grado la relación amorosa que había surgido entre su hermana menor y el Merodeador, luego de la disputa familiar que se suscitó dos semanas antes entre los Weasley en que la pecosa les había dejado en claro que lo amaba, que no se iba a separar de él, que él la amaba, respetaba y cuidaba, que se casarían en cuanto ella lo decidiese y que aunque los quería mucho a todos no iba a permitir que ni siquiera ellos se interpusiesen en su felicidad.
Al día siguiente de esa discusión Ginny, Sirius, Hermione y Harry habían ido a Grimmauld. El segundo a pedir formalmente el ser novio de la pelirroja, que aún lucía enojada por lo que le habían dicho Charlie y Ron, mientras la castaña y el pelinegro hacían sus mejores esfuerzos como mediadores para evitar que la situación se desbordase.
La seriedad, seguridad y firmeza en la petición de Sirius, las puntuales y muy adecuadas intervenciones de Hermione y el apoyo de Harry a la pareja (lo cual era totalmente inesperado para los Weasley que siempre habían creído que sería el chico quien se terminaría casando con ella) hicieron mella en la oposición familiar. Accedieron a "un acercamiento del señor Sirius Black a la joven Ginevra Weasley con vista a un futuro noviazgo". Un pisotón de Hermione a Ginny y un codazo de Harry a Sirius evitaron que los dos protestasen por ello.
Ron había llegado a la casa a mitad de tarde, sabedor que su hermana sólo podría llegar dos horas más tarde por sus clases en la Escuela de Medimagia. Se sentó a hablar con Sirius de su relación con su hermana menor durante ese tiempo, con una seriedad y madurez que le sorprendió incluso a él mismo. Le había tomado esas dos semanas el procesar lo sucedido en Grimmauld y los días después, cuando compartió con ellos.
Finalmente, luego de mucho darle vueltas, comprendió que Sirius la quería de verdad. También que el hombre de pelo negro azulado y ojos grises seguiría apoyándolos en sus salidas con chicas a ellos Harry, los gemelos y él, propiciando incluso los encuentros, pero que había dejado de lado al conquistador unos meses atrás.
"Aunque realmente, ahora que lo analizo, desde que salimos del hospital se ha limitado siempre a enseñarnos sus tácticas y ayudarnos si nos veíamos en apuros con nuestras conquistas", pensó Ron mientras hablaban. "Analizándolo con cuidado ni siquiera cuando hemos salido solos Los Antiguos y Los Nuevos Merodeadores (Sirius, Remus, Harry, Fred, George y él) vi a los dos primeros pasar con ninguna chica, joven o mujer de sonrisas, halagos, galanterías y un par de piezas de baile, aunque muchas de ellas evidenciaron estar dispuestas a mucho más que aquello. De Remus no nos extrañó porque es casado y sabemos cuanto ama a Nymph. Pero Sirius cubrió siempre aquello con bromas sobre nuestras fallas con nuestras conquistas de turno y no lo notamos, al menos yo no".
Según le acababa de confesar el último de los Black, se había decidido definitivamente a ser pareja formal cuando la pelirroja y él se habían afianzado en lo que sentían, "hasta que haya un Black pelirrojo y pecoso" según dijo el Merodeador con cara de ensoñación mientras él suspiraba ruidosamente y denegaba. Aún no estaba listo para aceptar eso, pero le tendió la mano y se la apretó mientras le decía que contaba con él para el noviazgo mientras la cuidase y respetase.
Estaba muy feliz como jugador de quidditch con los Chudley Cannons, quienes por primera vez en más de cien años iban segundos en la Liga, con muy pocos puntos por debajo de los Kenmare Kestrels.
"No puedo entender cómo Harry ha preferido la carrera de auror a unirse a un equipo profesional de quidditch. Después de lo que vimos y vivimos…" Le daba escalofríos solamente de recordarlo. "Tampoco entiendo que Hermione haya decidido esa carrera en lugar de especializarse en Transformaciones y Encantamientos como le propuso la profesora McGonagall, para que luego diese clase en el colegio. No, no puedo entender las decisiones de mis amigos. Creía que ellos también querrían huir del horror de lo vivido hasta… aquél terrible día".
En el hospital, luego de aquella horrorosa batalla, se presentó Oliver Wood a decirle que tenía un buen contacto entre los Chudley Cannons y podía presentarlo con él si quería. Harry estaba aún debatiéndose entre la vida y la muerte, Hermione y Ginny en cama al igual que Luna, Neville, Fred, George, Charlie, Nymphadora, Bill, Remus y Sirius, además de los pocos sobrevivientes de ese terrible día. Él no lo dudó ni un instante. Se alejaría todo lo posible de todo lo que tuviese que ver con Mortífagos. Ya había tenido suficiente de ellos para el resto de su vida.
Cuando pudo levantarse de la cama lo primero que hizo fue visitar la tumba de Percy, la de Seamus y los otros compañeros del E.D. y La Orden del Fénix caídos en la batalla. Luego se entrevistó con Kevin O´Hare y quedó en empezar con el equipo dos meses más tarde, para dar tiempo a que él estuviese restablecido totalmente y las cosas más estables para los juegos, pues el quidditch a nivel profesional tenía casi un año de total parálisis.
Harry lo felicitó por su decisión, le brindó un abrazo hermanado como el que tenía mucho tiempo de no recibir del pelinegro e incluso bromeó un poco con él. Se les unieron en las bromas Sirius y Remus cuando llegaron a la habitación de su mejor amigo para ver cómo estaba, felices los dos Merodeadores al conseguirlos de buen ánimo. Luego se les unieron los gemelos e hicieron el "Pacto de los Nuevos Merodeadores", antes que la asistente de medimago los sacase a todos para que Harry descansase.
Con Hermione terminó su noviazgo apenas salió ella del hospital. Habían tenido una fuerte discusión cuando ella se negó a cambiar de idea en cuanto a estudiar para ser auror, luego que lo había felicitado a él por haber ingresado a la Liga de Quidditch. "No hubo manera de hacerla entender que yo no podría vivir con la angustia de saberla a ella en peligro, de convencerla que nosotros tres habíamos hecho suficiente".
A Harry ni siquiera intentó convencerlo. Había visto esa determinación en su mirada que le conoció desde los once años. Cuando decidía hacer algo nada ni nadie lo detenía. Pero en ella había creído ver un asomo de duda y quiso creer que podría convencerla de no entrar a la Academia de Aurores. Pero fue un error. Se inscribió esa misma tarde, luego de su discusión.
Durante meses, mientras él empezaba a vivir de acuerdo a aquél pacto que hicieron en el hospital, vivió un tiempo de alegría difusa enturbiado por sus encuentros infructuosos con la castaña intentando una reconciliación que no llegó. Luego que cesaron en sus encuentros dio paso a unos días de "desenfreno exploratorio" en que Harry, Fred, George y él se dieron a la tarea de conocer todos los locales de moda, tanto del mundo mágico como del muggle.
Fred, George, Sirius y Remus conocían o averiguaban con mucha facilidad dónde quedaban los sitios nocturnos mágicos más frecuentados. Al "mundo nocturno muggle" accedieron gracias a los contactos de "El Asombroso Dean", que tenía un muy buen contacto con el dueño del más famoso pub Londinense pues era un viejo amigo de la infancia con quien siempre mantuvo contacto.
Harry sólo podía acompañarlos los fines de semana en que no tenía que ir a la Academia, o que no estaban él o la castaña en el hospital recuperándose de algún enfrentamiento con los pequeños grupos de Mortífagos que aún quedaban dispersos. Odiaba cuando tenía que verlos de nuevo allí, tendidos en aquellas sabanas blancas, intentando sonreír, escuchándole sus historias, sin contarle ellos nada para no preocuparlo. Sólo tres veces había caído herida Hermione y fue porque Harry estaba ya inconsciente para protegerla.
Ahora la veía allí, riñendo a su mejor amigo por la broma que acababa de hacer a su hermana y el Merodeador. Le pareció revivir tantas veces que la había visto hacerlo mientras él ponía cara de niño bueno, regañado e indefenso. La escuchaba sin protestar para luego convencerla con su mirada determinada y sus excelentes argumentos, terminando ella por seguirlo en lo que él se proponía.
Suspiró. Él había decidido convertirse en inefable y ella lo había seguido, una vez más. Sospechaba porqué su amigo quería aquello, sabía que su amiga sería su mejor ayuda para que lo consiguiese, intuía que los ayudaría llegado el momento, pero mientras le fuese posible se mantendría lejos de aquello tanto como le fuese posible. Hubiese querido que ellos accediesen a buscar aquello de otra manera, no como aurores.
Sacudió la cabeza para no pensar en lo que aún faltaba y la miró de nuevo. Era muy atractiva, aún la quería, pero su amor por ella no era suficiente para cruzar la barrera invisible que se había interpuesto entre ellos desde el día de la batalla final. Los miró a todos allí, desde aquella esquina del jardín, analizando lo mucho que habían cambiado sus vidas desde el día del ataque a Hogwarts en que murió Albus Dumbledore y el peso de la guerra recayó en ellos. Frunció el ceño.
"Tengo sólo veintiún años, me siento vivo cuando comparto con mis amigos y conquistas, pero a veces…" Durante unos minutos cada cierto tiempo lo abrumaban los recuerdos de lo vivido, los terribles miedos que lo azotaron cuando vieron aproximarse el momento ineludible del enfrentamiento de Harry y Voldemort, el dolor terrible que sintió cuando supo que había perdido a un hermano, la salud de su mamá y a su novia. Pues desde que supo que ella había sobrevivido gracias a su amigo, mientras que él había fallado en ayudarla una vez más, algo en su interior le dijo que no volverían a ser pareja nunca más.
La miró una vez más, detallándola. "Es muy guapa, pero… No sé definirlo, ni siquiera me lo puedo explicar, pero estoy tan seguro que jamás volveré con ella como lo estoy de aún quererla y no poder olvidarla". Se encogió de hombros. "No puedo tampoco decir que soy infeliz. Mi relación con Susan Bones es medianamente estable, pues ella finge no saber de mis constantes infidelidades mientras yo evito que todos los que la asediaban por su belleza se le logren acercar lo suficiente para incomodarla".
Algo similar habían hecho Fred con Hannah Abbot y George con Mandy Brocklehurst. Ellas tres sabían de las salidas de ellos cuatro pero jamás les reclamaban nada. Decían que "siempre volvían a su verdadero lugar, junto a ellas", a lo cual ellos se encogían de hombros y reían. Sólo Harry seguía sin tener ninguna "conquista oficial y medianamente permanente", pues era el único que hacía caso de los consejos de Remus.
El ex licántropo decía que eso sólo lastimaba a la chica en sus sentimientos, sin traerles nada realmente positivo a ellos. Les aconsejaba el ser sinceros con las chicas con las que saliesen, no prometiéndoles nada que no estuviesen dispuestos a cumplirles. "Si hubiésemos hecho eso no habríamos obtenido ni la mitad de las citas que hemos tenido hasta ahora", pensó mientras rodaba los ojos fastidiado por la insistencia en ello del hombre de ojos miel.
Tanto sus hermanos como él eran considerados buenos partidos por el colectivo femenino, teniendo además el halo de héroes de guerra y exitosos jóvenes en el mundo mágico. "Pero indiscutiblemente no tenemos el magnetismo que tiene mi mejor amigo, que prácticamente tiene que distribuirse su poco tiempo entre las muchas chicas que lo asedian a pesar que siempre les dice que no habrá nada serio con él. Estoy seguro que con eso intenta no sólo cumplir con lo prometido a su tío sino alejar a algunas de ellas, sin ningún éxito".
Sonrió levemente al recordar lo ocurrido quince días atrás, cuando aquellas sensuales trillizas rubias y la seductora morena abordaron a un pelinegro de sonrisa nerviosa que les suplicaba por ayuda a los tres con sus esmeraldas brillantes. "Aunque finge muy bien ser un seductor consumado cuando se le presentan ese tipo de situaciones vuelve a salir a flote en sus ojos el chiquillo puro e inocente que conocí con once años", pensó con picardía.
"Aunque desde que murió el profesor Dumbledore… El cambio en mi amigo… Su mirada insondable", meditó ahora inquieto mientras lo miraba nervioso. "A veces me da escalofríos recordar sus ojos verdes inexpresivos, mientras Hermione y yo no podíamos contener las lágrimas ante el horror de…" Sacudió su cabeza. "Tengo que dejar de pensar, de recordar aquello". Miró su túnica nueva quemada por el hechizo de su hermana, la varita en su mano, los bolsillos de las túnicas de sus hermanos y sonrió con malicia. Era hora de divertirse un poco más.
"Una vez más Harry me ha tranquilizado y convencido", pensó Hermione enfadada consigo misma. "Es increíble que sea tan tonta para dejarme llevar una vez más por sus gestos y palabras". Suspiró. "Siempre ha sido así. Aunque le conozco bastante bien vuelvo a caer una y otra vez. Basta con que él ponga su expresión de niño indefenso, seguida de palabras firmes pero dulces, y me dejo llevar por él, siguiéndolo hasta donde nadie iría… al encuentro frontal con una muerte segura".
Él les había pedido en varias oportunidades a Ron y a ella que no siguiesen con él, cuando los veía heridos, pero no pudo convencerlos de aquello.
"Luego de aquella batalla, antes incluso de hablar con nosotros, Ron buscó un nuevo rumbo que le alejase al menos algún tiempo del horror vivido. Pero yo no pude aceptar nunca el dejar solo a Harry, pues sabía que a mi amigo aún le quedaba algo pendiente". No sabían con certeza qué, pero tanto ella como Ron sospechaban lo que aún faltaba y ella sabía que Harry no tomaría el camino largo como pretendía el pelirrojo. "No, él irá frontal a buscar aquello, como siempre, y yo iré con él una vez más". Lo miró a los ojos y pudo ver una vez más el brillo inusual y fugaz que había visto esa mañana.
En la práctica de esa mañana en la Academia había evitado que las maldiciones de los aurores que los entrenaban, mal desviadas por Ernie y Jefferson, la hiriesen a ella frontalmente. La había arrojado al piso cubriéndola con su cuerpo, alcanzándolo a él en el antebrazo izquierdo la mezcla de las dos. Luego el medimago lo había curado con algo de dificultad, admirándose porque una vez más Harry no se quejaba mientras le atendían una herida que era muy dolorosa.
Pero su amigo sólo apretaba los puños con los ojos cerrados y se dejaba hacer, luego le dirigía una mirada dulce a ella, le sonreía y le decía que se fuesen de allí, que ya había tenido suficiente de enfermerías y hospitales. Siempre que ocurría algo similar se disculpaba con el medimago y la arrastraba a ella hacia el aula de entrenamientos, si aún tenían prácticas pendientes, o al Valle de Godric a la casa de él, si estaban libres. Allí hablaban un rato y luego él la acompañaba a su casa, despidiéndose con un beso en la mejilla para irse él a Grimmauld.
"El #12 Grimmauld Place… Es increíble el cambio que logramos en el viejo cuartel de La Orden del Fénix entre todos", pensó distraída, "Sirius se los regaló gustosamente a los señores Weasley, comprándose él la casa de Nottingham justo después de salir del hospital luego del día más terrible en la vida de todos en…". No, no quería recordar.
Miró una vez más los ojos de su amigo y compañero, consiguiendo de nuevo aquellas esmeraldas impenetrables. "Sólo vi algo de alegría en ellas cuando Sirius lo llevó a conocer su nueva casa, la mañana en que vio 'la nueva Grimmauld' y la tarde del matrimonio de Nymph y Remus en la casa que les dio como regalo de bodas, en Maidstone. También vi la profunda melancolía el día en que se mudó a vivir al Valle de Godric, pidiéndome que me quedase con él los primeros meses mientras la acondicionaba y la hacíamos habitable.
Luego se empeñó en comprarme la casa vecina y me insistió hasta convencerme de vivir allí, aunque lo hice prometer que me recibiría el pago de aquella propiedad a plazos, lo cual sólo aceptó cuando lo amenacé con mudarme de nuevo a la que fue la casa de mis padres. Eso fue totalmente falso, jamás hubiese podido volver allí, no después de… Admiro mucho a Harry por haber decidido ir a vivir al Valle de Godric, a esa casa en que…
Por eso primordialmente acepté que él me comprase la que ahora es mi hogar. Así podríamos compartir nuestras soledades, pues sólo nos separa la vieja verja que comunicaba los jardines. La cual los dos nos hemos negado a reparar con las excusas más tontas, arreglando todo lo demás en las dos casas y poniendo además las protecciones especiales.
Pero volviendo a sus ojos, a sus inexpresivas miradas… Eso me ha angustiado desde que lo vi por primera vez aquella fría mañana de agosto, luego de leer en El Profeta esa terrible noticia… Desde ese día mi amigo sonríe, bromea, lucha o simplemente camina, pero siempre sin un ápice de emoción en sus esmeraldas que se volvieron frías e inexpresivas. Sólo en escasas ocasiones las he visto brillar, casi siempre fugazmente, pero esta mañana…"
Había visto preocupación, dolor y afecto en su mirada hacia ella, mientras se paralizaba mirándola, durando en esa ocasión varios minutos mientras Ernie se acercaba corriendo con Jefferson a examinarlos, asustados por la potencia adquirida del cruce de maldiciones desviadas. "Su expresión, sus ojos… Sentí que una onda de choque me hacía vibrar y él… Pero unos minutos después volvía a ser insondable y yo me sentía morir de angustia porque yo… yo… ¿Qué rayos me pasa que no puedo olvidarme de ese momento? ¿Qué…?"
—¡Ron! ¿Qué crees que estás haciendo?
—Divertirme castaña. —le respondió el pelirrojo guiñándole un ojo y arrojándole un nuevo globo que ella esquivó hábilmente, uniéndose ella también a la guerra de "bombas de agua" en el jardín, mientras Ginny y Sirius entraban en calor junto a la chimenea.
