El Príncipe Enamorado

Capítulo 1

-Pasen por aquí y tomen asiento si desean. Iré a avisarle al príncipe que ya llegaron.

Impa y Zelda hicieron lo indicado, mientras la amable mujer desapareció tras las grandes puertas que daban probablemente al salón principal. Durante su espera, Zelda acariciaba con sus dedos la suave tela del sillón, el rojo llamaba su atención y se perdió en sus pensamientos. Ahora comenzaría como servidora del príncipe de Hyrule, trabajo que muchas desearían hacer; sin embargo, ella sólo quería obedecer las peticiones de Impa, la mujer que la cuidó desde que sus padres murieron. Quería ayudarla, y la oportunidad de trabajar en el castillo era perfecta. Iba a extrañarla mucho pero era lo mejor. Levantó la mirada para observar el hermoso candelabro que se sostenía en el techo, analizando sus formas. Mientras tanto, en la habitación del príncipe anunciaban su llegada.

-Joven Link, la niña Zelda y su encargada ya están aquí.

-¿Ya? Vaya, son puntuales. ¿Estás segura de que es ella?

-Sí, si quieres verla antes…

-Sí, abre la puerta pero no hagas ruido.

Se asomaron poco a poco para ver hacia afuera. Inmediatamente una sonrisa apareció en el rostro de Link, ella era como la recordaba y era la chica correcta. Cerraron la puerta con suavidad y él dijo:

-Está más hermosa desde la primera vez que la vi.

-Sí, es una jovencita muy linda. Su cuidadora, Impa, dice que tiene muchos pretendientes pero ella aún no piensa en casarse.

-Espero que cambie de opinión, jeje. Muchas gracias Lucy, eres la mejor nana del mundo.

-Ay hijo, no me agradezcas esas cosas, mejor sal ya que deben pensar que el príncipe es un irresponsable por llegar tarde.

-No, no, no. No quiero que tengan esa imagen de mi jeje ¿me veo bien?

-Por supuesto, como siempre.

-Bien, abre las puertas.

Traspasaron la gran puerta hacia el salón de recibos donde estaban Zelda e Impa. Muy amablemente y con una sonrisa, Link agradeció su presencia. Ellas devolvieron el gesto.

-Le prometo señora Impa que aquí la trataremos muy bien. Podrá venir a visitarla cuando usted desee y no le hará falta nada.

-Sus atenciones con nosotras han sido muy grandes, mi niña no incomodará y les aseguro que hará un trabajo excelente.

-No dudo que aprendió muy bien de usted.

Intercambiaron unas cuantas palabras más, hasta que Impa se marchó despidiéndose de todos, especialmente de Zelda. Prometió regresar la próxima semana. Lucy se llevó a la muchacha para explicar las cosas que tendría que hacer, mostrarle el castillo y decirle cualquier otro detalle necesario. Amó el palacio. Era tan grande y majestuoso, se emocionó y definitivamente supo que le gustaría vivir ahí. Expresó sus sentimientos a Lucy, quien le aseguró que por la noche quedaría aún más extasiada, pues al encender las lámparas interiores y las antorchas del jardín, la iluminación destacaba las bellezas que se encontraban por todos lados. Zelda no podía esperar.

A eso de las tres de la tarde, Lucy la llevó a la habitación del príncipe para que él le diera más instrucciones y le dijera como debía hacer algunas cosas que le correspondían. Zelda estaba algo nerviosa, no quería hacer algo mal y molestar al príncipe. La señora notó esto y la tranquilizó dándole a entender que él era un joven muy amable y que no tendría nada que temer. Tocó la puerta, él respondió que entraran y así lo hicieron.

-Mi señor, aquí está la señorita Zelda como usted me lo pidió. Ya le he dado indicaciones previas y le mostré el castillo.

-Gracias Lucy, yo me encargo del resto. Puedes retirarte.

La ama de llaves salió por la puerta dejándolos solos. Link se limitó a observar a Zelda, lo que la hizo sentir incómoda. Los segundos pasaban pero nadie pronunciaba una palabra, ella no quería comenzar y él estaba ocupado en su belleza. De repente ella aclaró su garganta para hacer un ruido intentando sacar al príncipe de su aparente trance. Funcionó.

-¡Ah! Disculpe señorita, no la he recibido como se debe, es que me distraje pensando en… cosas. ¿Qué tal está? ¿Le agrada el castillo?

-No se preocupe. Amm sí, el lugar es muy hermoso, las decoraciones y las flores del jardín son exquisitas.

-Debo agradecer el cumplido, yo he escogido todo.

-¿Ah sí? Tiene un gusto excelente. La señora Lucy me dijo que de noche se ve aún mejor.

-De hecho sí, la luz tenue pinta las paredes de colores más suaves y la atmósfera cambia por completo.

-Lo imagino.

-¿Me acompaña al balcón?

-Por supuesto.

Él se dio la vuelta y abrió dos grandes puertas con cristales que llevaban hacia afuera. Ella lo siguió y le encantó lo que vio: todo el reino se observaba desde ahí. Link se percató de su reacción.

-¿Le gusta?

-Claro que sí, se puede ver todo- dijo mientras se acercaba al borde las barandas- Hyrule es un lugar precioso, sus padres han hecho grandes cosas con esta tierra.

-Lo sé, muchas personas adoran a mis padres por eso, yo los admiro. Cuando sea rey quiero ser como ellos.

-Seguro lo será.

-Sí… y dime ¿cuántos años tienes?

Zelda notó un cambio en la forma de hablarle, pasó de un tono propio y educado a uno casual, como si hablara con algún amigo. No supo por qué, pero definitivamente no podía corresponder el trato.

-Tengo diez y siete señor.

-Mmm… ¿y no preguntarás cuántos tengo yo?

-No creo que sea apropiado, eso no me corresponde.

-¿Pero te gustaría saberlo?

-Señor…

-No me digas "señor", soy joven como tú.

-¿Cómo desea que lo trate?

-Sólo dime Link. Como mi servidora pasarás mucho tiempo conmigo, el trato muy "elegante" no funcionará.

-Su alteza, me temo que no puedo complacer esa petición.

La miró con ternura y una sonrisa, que ella interpretó como una cosa extraña y apartó su rostro para observar el paisaje.

-Tengo veintiuno

.

-Ah.

-¿Te importa la diferencia en la edad?

-¿En la edad?

-Sí, ¿estarías con una persona como yo?

-…

-¿Estas comprometida?

-No… no estoy comprometida.

-¿Tienes novio?

-¡¿Disculpe?!

-Sólo es una pregunta.

-No… tampoco tengo.

Un suave viento sopló moviendo los rubios cabellos de la muchacha. Ondeaban en el aire como cintas brillantes, en el silencio. Link pensaba que tenía el cabello más hermoso que había visto y sintió la necesidad de decírselo; sin embargo no lo hizo porque la sintió tensa, sin darse cuenta por qué.

-Ya empezará a oscurecer, iré a ver si su cena está lista- dijo ella.

-Muy bien.

Se retiró con un paso rápido que a él le causó algo de gracia. "Es tan linda. Adoro a Lucy por haberla traído. Me habría vuelto loco si aún no la hubiera encontrado. Recuerdo la primera vez que la vi: en el festival de las diosas… en el centro del pueblo, estaba cantando y bailando… para mí era la mujer más hermosa de todas. Hace tres meses de eso y ahora está aquí. ¡Qué bien!"

Las estrellas empezaban a poblar el cielo que recibía los últimos rayos de sol del día. Los matices morados, azules y naranjas que se pintaban en las alturas, embellecían el paisaje, especialmente allá donde las copas de los pinos se tocan con las nubes en el horizonte. Dentro de la habitación, Link aguardaba el llamado para la cena. Una de las mucamas le avisó que bajara al comedor. Cuando llegó, a la comida estaba servida como siempre y Zelda esperaba parada a la par de la mesa.

-¿Esta es mi comida?

-Sí mi señor, la cocinera le me la dio y yo lo ordené.

-Muchas gracias. ¿Tú no comerás?

-Sí, después es mi hora de cena.

-¿Por qué no comes conmigo?

-No se preocupe, aún no tengo hambre.

-Bueno, al menos siéntate, siempre como solo, algo de compañía no me hace mal.

-Claro…

"¿Qué le pasa a este príncipe? Me mira de maneras extrañas y me habla raro. ¿En qué me he metido? Esto es muy… ¡incómodo!" pensaba Zelda mientras miraba fijamente la oscura madera del comedor.

-¿Qué piensas Zelda?

-N-nada… en Impa y lo que debe estar haciendo ahora.

-Debe estar pensando lo mismo sobre ti.

-Sí, ella significa mucho en mi vida.

-Te ha cuidado desde niña ¿no?

-Sí, gracias a eso soy como soy. Le debo mucho.

-Eres hermosa.

-¿Perdón? No le escuché.

-Que… la comida es deliciosa. Ya terminé, ve a comer y luego vas a mi habitación, necesito que me ayudes en algo.

-Por supuesto. Con permiso.

La comida era en serio deliciosa, Zelda disfrutó cada bocado. Al haber terminado, fue al cuarto de Link. Tocó la puerta, él dijo que pasara y cuando abrió, vio al príncipe sin camisa, cambiándose a sus ropas de dormir. Inmediatamente intentó cerrar la puerta pero…

-¡No te vayas! Pasa, no hay problema.

-No mi Señor, esperaré a que esté listo.

-Ya lo estoy, sólo estaba poniéndome una camisa, pasa.

"¡Diosas! Este príncipe me está comenzando a hacer sentir rara". Entró.

-¿A qué necesita que le ayude?

-¡Ah sí! Ven.

-¿A-a dónde?

-Al armario, necesito que busquemos una túnica para mañana.

-Muy bien. Amm… Vaya, tiene muchas y… de muchos colores.

-Sí ¿qué color te parece que me va bien? Me gusta una roja.

-Mjm, le queda bien ¿por qué usará una túnica?

-Porque cuando voy a mis prácticas de arco las uso.

-Ah…

-Sí, mañana tengo una, tendrás que acompañarme.

-Claro que sí, su majestad.

-Gracias.

-¿Necesita algo más?

-No, por hoy no. Puedes ir a descansar.

-Está bien, buenas noches.

-Igual Zelda.

La despidió con una sonrisa y ella se fue a su cuarto que quedaba junto al de él. La habitación era grande, la cama bien arreglada y las cortinas con un diseño hermoso. Admiró todo por un buen rato, y aun así tuvo mucho tiempo para reflexionar sobre el extraño comportamiento del príncipe.

-Quizás sea cosa de un día…

Se arropó con la sábana y se durmió.


Si llegaron hasta aquí es porque han leído (se supone xD). Muchas gracias por leer ;) si tienen alguna sugerencia, duda, crítica o comentario, dejen un review que será muy apreciado por mi y tomado en cuenta para los siguientes capítulos :3 jeje. Háganme saber si les gustó o no :D y ya no tengo nada más que decir xD.

¡Nos leemos pronto!