Resumen: Armin nos cuenta de dónde viene su afición por los libros y qué significa el conocimiento para él. ONE SHOT, ARMIN'S POV, EREMIN.


El ansia de conocimiento

para Jazmín Negro


¿Recordás, Eren, la primera vez que te mostré uno de mis libros? ¿Recordás cómo fue, por qué fue? ¿Lo entendiste?

Seguro que no. Si lo hubieras entendido, no sé si confiarías tanto en mí. Quizás, te causaría disgusto, asco.

Pero por suerte, si hay algo de lo que nunca te das cuenta, es de estas cosas. Incluso con Mikasa -nadie más que ella podría ser tan violentamente evidente-, nunca te das cuenta con ella. Cada vez que Jean te provoca a una pelea, nunca ves la conexión con sus miradas a Mikasa, y las de ella hacia vos.

Sos valiente, siempre lo fuiste, pero esa valentía está cubierta por una enorme inocencia; incluso, diría, por una enorme ingenuidad.

Siempre nos viste como hermanos, a ambos. Siempre nos viste como una extensión de vos, no te preguntabas si podrías perdernos, si alguna vez nos separaríamos. Te mostraste sorprendido cuando entramos al Ejército con vos y repetiste esa comedia cuando elegimos el Cuerpo de Reconocimiento. Pero ya sabías cómo iba a ser: íbamos a estar ahí, donde vos estuvieras.

Es difícil explicar cómo lo supe o cuándo, pero era muy niño la primera vez que admití ante mí mismo que lo que yo sentía no era la amistad ordinaria. Podía ver claramente que me dabas demasiada felicidad, que todo en torno tuyo era demasiado intenso. Me quedaba viendo tus ojos verdes, tan grandes, siempre curiosos pero a menudo incapaces de ver más allá de tu nariz. Me quedaba viendo tus puños ensangrentados después de que Mikasa te salvara de una pelea que creías haber ganado. Me quedaba viéndote, simplemente, con esa sonrisa, ese entusiasmo por todo.

Y bien pronto me di cuenta también que había un límite en esa felicidad. Había algo allí que me hacía diferente a vos y me distanciaba. Nunca iba a poder compartirte esa emoción.

Pero, frente a eso, no me rendí. Al contrario, se duplicaron mis energías. Busqué desesperadamente en dónde poner mi pasión y ese lugar aséptico fueron los libros. Allí podía guardar mi ansia sin vergüenza. Esa felicidad sí podías comprenderla: la felicidad del conocimiento.

Fue la mejor excusa que haya encontrado para atarte a mí. Todo lo que sabés de más allá de los muros te lo dije yo. Viendo la avidez con que me preguntabas, más y más quería yo leer. Leí de todo, en todas partes, y todo te acercaba a mí. E incluso ahora, cuando salta a la vista que sos más fuerte que yo, más resistente que yo, más valiente que yo: incluso ahora te apoyás en mí por mis conocimientos. Me necesitás, confías en mi inteligencia antes que en la tuya.

Una escueta forma de acariciarme, es cierto. Pero una caricia al fin.

El conocimiento es un buen lugar donde poner el amor. Constantemente hay más por descubrir, aparecen nuevos libros y nuevas ideas para tentarte, es un romance que nunca se clausura, que se retroalimenta.

Cuido mi amor dulcemente, entre mis libros. No importa que nunca vayas a saber realmente de dónde proviene la felicidad que me dan.


Notas de la autora: por fin, después de tantas cartas, llegó mi fic para Jazmín.

20 de marzo de 2017