Réquiem.
(Con cariño para mamá y papá…)
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Por: La Sonrisa de Cheshire.
Notas: Negación de derechos de autor, salvo la idea de la historia. Ah! Y si alguien quiere saber por qué comienzo con una nueva historia cuando aún no termino con mi compendio, pues la razón es simple: mi musa es quisquillosa. Por ahora, con esta historia hemos llegado a un pequeño acuerdo.
Otras notas: Reeditado 20-06-2009
Estoy tomando licencia de semi- AU y OOC, pero no muy exagerado.
Habrá muerte de personajes. Aviso desde ya por aquello de "linchen al autor(a)".
Hace mucho que no veo Hey Arnold y por ello no sé en qué año se quedaron cuando se cancelo la transmisión del programa. –Habrá muerte de un personaje- Por ello esta historia es un semi-universo alterno. Los hechos que se cuentan en este capítulo ocurren a lo largo del quinto año. La historia propiamente ocurre en el sexto año.-Habrá muerte de un personaje-
Me voy a tardar años en actualizar esta historia, pero he de acabarla.
Sin más que agregar, pues ¡A leer se ha dicho!
- I - Ouverture - I -
El año está terminando… Pronto serán vacaciones
y creo que los abuelos me llevaran a acampar.
No importa. Cualquier lugar me parece bien.
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Hoy he despertado de una forma bastante peculiar.
Aunque creo que lo vengo haciendo de días, porque
el abuelo me ha preguntado que con quién hablaba.
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Le he dicho que no sabía de qué estaba hablando.
Susi ha sugerido que probablemente hablaba mientras dormía.
Puede ser. Aunque si me lo preguntan, no recuerdo lo que soñé.
- ¡Vamos, Helga! ¿Por qué no me acept-?- Dice enfrentándola por fin al final de esa semana.
-No. Arnold, no… Y por favor ¡P-I-E-R-D-E-T-E!- Lo esquiva para darle alcance a Phoebe que de vez en cuando voltea para verlos y seguidamente negar (su cara va de lado a lado levemente), mientras avanza. Y él no puede creerlo. Nadie en realidad.
- Entonces… Phoebe, ¿me ayudarás? – Dice en cuanto le da alcance.
- Lo siento Helga, no… ¡Mantecado a la vista!- Le susurra al final, y más que aparentemente Arnold no se rendirá, o quizá sea que este también es su camino; se han detenido para esperar el siga peatonal. Helga crispa los puños y mira al cielo como si maldijera, pero en realidad sólo espera escuchar la perorata de Arnold. Si las cosas fueran diferentes… entonces, quizá. Pero ahora sólo logra irritarla.
- Helga, en serio yo te…
- ¿Acaso no sólo tienes la cabeza en forma de balón…? ¿También la tienes hueca o llena de aire? Comprende ¡YA TE DIGE QUE NO! Así que aparta.- Dicho y hecho, habiéndolo empujado, avanza a trompicones dejando de tras de sí aun confuso Arnold, acompañado de Phoebe; el verde parpadea porque entre las meditaciones de ambos, y de ambos ajenas para el otro, se les ha escapado y los hace rezagar aun más.
- Tú sabes por qué no…- ha dejado la frase inconclusa al ver la negativa silenciosa de Phoebe-¡Oh!- sólo atina a decir con desilusión.
Arnold andaba de regreso de un mandado a su casa, montado en su bicicleta. Pasa frente al domicilio de Helga y a ella la halló unas casas más adelante.
- ¡Helga!- detuvo su marcha.
Para evitar golpear el vehículo frente a sí gruñe un simple Arnold a modo de saludo.
Duda un momento antes de iniciar conversación con ella, que evidentemente le estaba evadiendo.
- M… Hoy no te vimos en el campo Gerald…- "Respira, respira… Obvio que no"
- Tuve cosas que hacer…- contesta al fin.
- ¡Ah!...veo. Y ahora qué… -"¿no es obvio, Bob-Arnold?", pensó ella.
- ¡Ya termine!- anuncia ignorando la pregunta inconclusa- Sigue tu camino, Arnoldo- dice por llana despedida, recogiendo sus utensilios de limpieza y yendo a llamar a la casa de enfrente.
Indeciso entre irse y quedarse, porque era obvio que ella no lo quería allí, se le fue el tiempo. Entre tanto, Helga había llamado a una puerta ajena, había dicho "su carro está como nuevo" y el hombre que atendió la puerta, dando una mirada escrutadora a su precioso bebé y sonriendo satisfecho del resultado, le había tendido la cantidad acordada por el trabajo.
- ¿Sigues ahí, Cabeza de Balón?- Había decidido marcharse. Muy tarde.
- ¿Lavas carros?-
- No, les paso una esponja con polvitos y agua… Nada más- Sarcasmo; frunció el ceño.
- Yo puedo prestarte el dinero, Helga… No hay necesidad de…- Helga puso su mano a la altura del rostro de Arnoldo.
- Ya te dije que no, Arnold. No quiero que me prestes dinero-
- Pero es obvio que lo necesitas
- Urgentemente- acoto ella- Pero no. No lo voy a aceptar. Así que deja de molestarme.
- Lo hare con gusto y-
¡splash!
Agua contra piel.
Un jadeo sorpresivo.
Un brusco cambio de temperatura: "Brrr"
Todo un conjunto practico de señales de que había colmado la paciencia de Helga.
Y sin decir más ella se marcha a su casa.
Y él como tonto, mejor dicho, atontado, se queda allí mojado hasta el alma y sin saber qué hacer.
- ¿Al menos podría ayudarte a conseguirlo si es tan importante?...- Helga siguió de largo haciendo de tripas corazón… porque Arnold es tan tierno y bondadoso y buen amigo, solidario y…"una larga lista de etcéteras, etcéteras, etcéteras de sus cualidades como persona", que no dudaba ni un segundo en dar ayuda a quien lo pidiera, lo necesitara y también a quien no lo hiciera.
¡Pero no! Ella no podía aceptar su ayuda, no en esta ocasión.
- Deberías aceptar su ayuda Helga, el tiempo se está acabando- le dijo Phoebe en cuanto llego junto a ella frente al casillero de esta.
- Aun queda tiempo, Pheb's- La susodicha tomo algunos libros del casillero y procedió a guardarlos en su mochila.
- ¿Cuánto falta?- Le pregunto desde dentro del casillero, al menos su cabeza, donde su voz se amortiguaba un poco.
- Un par de semanas- Helga tuvo que acercarse más para escuchar lo que diría Phoebe.
- ¿Sabes que Arnold es insistente y terco cuando quiere, no?
- ¡Ah!... el entrometido Cabeza de Balón- se había recargado contra el casillero de algún compañero; Arnold pasaba por ahí observando atentamente e inevitablemente escuchando lo que se dice por los pasillos, motivo por el que no pudo dejar de escuchar.
- ¡Sí, estamos hablando de ti, Arnoldo!...- Phoebe había pegado un bote en su sitio y Gerald que iba acompañando al Melenudo, como a veces solía decirle la Pataki, meneando la cabeza y murmurando "¡Qué pesada! ¿Y así la quieres ayudar?". Arnold se puso rojo; ambos siguieron su camino, mientras, Helga los seguía con la mirada y los parpados entrecerrados: una mirada llena de falso desprecio.
- Puede arruinar el factor sorpresa, Helga- Ahora ambas se encaminaban a las siguientes horas de arduo estudio.
- ¡Mm!- Hizo una mueca de disgusto.- Lo pensare…
- Helga…-
- Ya Pheb's, ya lo sé… ¡Está bien, está bien! Si me viene a ofrecer su ayuda una vez más, la aceptare…-
- Me alegro. Después de todo no tienes que decirle para qué necesitas el dinero.
- II -Tintas: Sobre blanco y rosa- II –
(Diario de Arnold.) Mi padre tuvo en su haber un diario…
Y más allá de conocer la razón que lo llevo a
redactarlo en primera instancia, por medio del mismo, o
a veces por conjeturas o porque él lo menciona,
me gustaría saberlo de labios de él…
.
Y a mí, qué me ha llevado a redactar uno propio.
A veces no lo entiendo. O tal vez sea el simple por qué no.
Y mucho menos entiendo por qué aquí;
habiendo tantos diarios con páginas en blanco
fui a escoger éste, de pastas rosas…
.
Quizá por la intimidad de los pensamientos
grabados en él; o por el simple hecho
de que aún le sobran hojas en blanco.
.
Por cierto, después de mucho, Helga por fin
ha aceptado que la ayude en la recolecta del dinero.
Sin embargo ha puesto sus condiciones para que
le brinde mi ayuda. En primer lugar, no puedo preguntar
para qué es el dinero; en segundo tengo que aceptar una
parte de lo recolectado –claro que ella no sabe qué
llagado el momento, no pienso recibir ni un solo billete-.
.
Principalmente han sido esa las reglas más importantes,
porque hay otras que simplemente son absurdas dado que
vamos a trabajar juntos.
Helga y Arnold van caminando por las calles de centro de Hillwood, después de un arduo día de trabajo. Llevan dos semanas y media de recolecta para "La causa Pataki", de la cual Helga no ha soltado prenda, y Arnold sabe que no lo hará ni bajo presión –aunque él recuerda un momento de sus vidas en el que ella dijo más de lo debido y bajo presión; ¡fue el momento! ¡El momento!, se dice inútilmente: su corazón ha respingado-.
La mira por el rabillo del ojo; para qué girar la cabeza si ella lo recibirá con algún comentario desagradable. Pero al momento la fuerza de sus deseos lo hace gira la cabeza tan bruscamente que pudo torcerse el cuello, casi inconscientemente y hasta ha detenido su andar. Helga regresa sobre sus últimos tres pasos, no dice nada aunque Arnold la siente prepararse para decir algo mordaz.
Quizá no lo ha dicho porque ahora él le ayuda a reunir fondos para ese "lo que sea" que necesita. Quien diga que Helga no sabe de gratitud, está muy equivocado.
Más tarde, tan sólo unos minutos después, siguen su camino hasta la parada del autobús que los llevará de regreso a casa.
-Vamos Arnold, se está haciendo tarde- le ha dicho Helga y él comienza a moverse. Pero sus ojos regresan al cartel con anhelo. Luego se opacan, sus abuelos no le pueden comprar el producto que anuncia, aun si él pone la otra mitad, es excesivamente caro.
Suspira y no dice nada, Helga tampoco, pero se contiene estoicamente para no irse de lengua.
¡Arnold, El Tarado Melenudo, es tan tierno! Pero no, no Helga: No sucumbas bajo sus encantos de dios terrenal e inspiración de tus días grises, y éxtasis de tu patética vida… y ¡deja de divagar, por todo el mantecado del mundo!
- Bueno aquí tienes tu parte- le extiende unos billetes y él la mira incrédulo.
- No, Helga, es tuyo.- empuja la mano de ella lejos de él.
- Tómalo ¡con un demonio!- le ha dado un manotazo en el pecho y entre su mano, la de Helga, y éste, su pecho, está el dinero.
- No Helga, cuando te dije que te ayudaría no era para dividiéramos lo ganado- sujeta la mano de Helga para quitársela de encima pero ella empuja y al final quedan en la misma posición: la mano de Arnold sobre la de Helga y en esta el dinero, ambas sobre su pecho.
- Ni siquiera es una división equitativa, estúpido Cabeza de balón- Llevan discutiendo lo mismo por quince largos minutos. – Dos de cada cinco, Arnold. Eso no es equidad.
- No Helga, es tuyo… Yo no quiero nada por haberte ayudado- le rebate, otra vez…
-Hicimos un trato, Arnold… Si no lo aceptas lo echare al drenaje- Levanta una ceja, ¿sería capaz?
- Pero tú…- Ironías de la vida: cuando comenzaron a trabajar juntos, empezaron peleando. Sobre todo Helga que no aceptaba su ayuda. Qué raro. Le pidió a todos, menos a él.
- Y será tu culpa. ¿Podrás cargar con eso en tu conciencia?- Luego las peleas fueron disminuyendo en el transcurso de esas semanas hasta sólo discutir esporádicamente.
- ¡Eso es chantaje!- Cuánto tuvo que soportarla en aquellos momentos. Pero se mantuvo firme, pues se decía a modo de mantra: es por una buena causa, para ayudar a ¿una amiga? Bueno si… Helga era amigable en ciertas ocasiones.
- No me importa, ¡tómalo!- Y actualmente sólo discutían por el dinero… Ironía de ironías…
- No yo…- Y no precisamente por quién se quedaba con la mayor parte ¡um-m! Sí, pero no de esa forma. Es decir, él no quería nada, aunque deseara con todas sus fuerzas comprar un equipo de sonido ultra genial, sólo quería ayudarla.
- Es muy noble de tu parte Arnold, pero en verdad…- ¿En verdad? En verdad qué: No puedo comprar un regalo para ti –el estúpido equipo de sonido- con dinero tuyo. Resaltemos "TUYO". No pero eso no se lo iba a decir. ¡Arruinaría mis planes!
Caminaron un poco más empujando y tirando, luego simplemente hablando, sin llegar al punto medio. Helga simplemente podría ignorar el gesto de Arnold y comprarle un regalo con su propio dinero… O podría nunca llegar a reunir el dinero y pasar más tiempo con él. Sí, que mañosa.
Justo en ese momento llegaban a Susnset Arnms.
Fuera había una "gran" muchedumbre. Los abuelos de Arnold y los inquilinos de "base". Parecía gran muchedumbre, no porque lo fueran, sino porque el escándalo que generalmente hacían los convertía en algo de considerar, no como el puñado de… "personas estridentes" que eran.
Arnold inmediatamente acudió en socorro de su tribu –"esa gente incivilizada", pensó Helga. En realidad no lo creía así, pero hay que cubrir las apariencias-. Helga no pudo evitar acercarse y escuchar el "gran drama del momento". Hernie, el hombre bajito, estaba a punto de perder su tractor, demoledora ¡lo que sea! -a ella realmente eso le iba y venía…- y entonces su más grande aspiración en la vida se vería frustrada por una multa excesiva –corrupción del gobierno-.
No había como consolarlo. Todos juntaban sus ahorros –excepto el matrimonio Cocoshca, por obvias razones- para ayudarlo. Arnold se arrepentía más que nuca de haber gastado su ahorros en… ¿en qué? Genial ahora no lo recordaba. Se arrepentían mucho más que de no poder comprarse el equipo de sonido. Ahora no tenía nodo de ayudar a Hernie.
- Toma Cabeza de balón, aquí está tu parte de lo acordado- le dijo tan discretamente como pudo.
Arnold la miro sorprendido y ya menos renuente a aceptar la ayuda.
- Te lo compensare Helga, centavo por centavo- dijo cuando estaba tomando el dinero de las manos de Helga- No hace falta melenudo, es tuyo. Tú te lo ganaste con sudor y esfuerzo-
Hernie miraba alternativamente a Arnold y al dinero. Inmediatamente Arnold se lo paso a este que lloraba un montón de incoherencias y agradecimientos para Arnold.
Y aun así, con todo lo recaudado, no alcanzaban la suma requerida.
Para entonces el hombre lloraba a mares y… ¡Qué diablos! Adiós al equipo de sonido y al enamoramiento inmediato de Arnold hacia su persona, consecuencia del regalo hecho por Helga.
- Toma- le dijo ya resignada- ya no lo quiero.
Sin darle oportunidad a reaccionar a Arnold, se lo puso en las manos y se marcho.
- Pero no esperes que te obsequie nada Arnold-o...
- III - Ella puede ser tan… ¡Odiosa! - III -
H, es por el…
E, es por…
L, es…
Recita, aun sin darse cuenta, como mantra.
Helga arranco la última página y con ella se llevo el último poema y… Reflexiono.
… Así que al sorprenderme "enam-o…" vertiginosamente en una idea inconclusa, gimo "no puede estar pasando" desesperado… Y el corazón henchido u oprimido de éxtasis ambivalente: agradable y trémulo, o desesperante y de ansiedad hormigueante, refreno y sanciono esta línea de pensamientos "no puede estar pasando", alterado me repito.
Observo en rededor y todos, absolutamente todos trabajan en silencio. Exhalo aliviado porque ignoran que la razón de la súbita quemazón en mi rostro no es otra que el sonrojo personificado. Así que me muevo un poco en mi asiento y trato de seguir trabajando como los demás.
Un asiento de tras de mí en la otra fila, Helga garabatea ¡vaya yo a saber qué!… Y, cuando escucho el inconfundible sonido de una hoja rasgándose, siento cada uno de mis músculos tensándose, pero me doy valor y volteo para enfrentarla, aún con el rostro encendido.
- ¿Qué se te perdió Cabeza de Balón?- todos ríen mientras giran para vernos… para verme.
Niego con movimientos desesperados y trato de concentrarme en mi tarea.
H, es por…. ¿cómo iba?… Es por… por… Por qué estoy pensando en el-so. Niego nuevamente. Y…
- Cuidado, Melenudo, no hagas movimientos bruscos o se te pueden salir las pocas neuronas que aún te sirven.- dice Helga y todos ríen con sus gracias.
- Ja, ja, Helga. Que hilarante.
No podía ser de otra manera.
Además NO está PASANDO.
Sólo siento una enorme gratitud por ayudarme con lo de Hernie, sólo eso. Nada más.
Quizá se preguntan por qué razón
no lo he comentado con nadie aún…
Yo tampoco lo entiendo.
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Aunque creo que comienzan a preocuparse
por mi progresivo desmejoramiento, yo
sé que la abuela, aunque no me lo dice,
lo nota y el abuelo, no lo dudo, pronto me
lo hará saber.
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Mientras tanto, prefiero no preocuparlos.
Después de todo un poco de ansiedad
no le hace mal a nadie.
¡¿Por qué?! Se pregunta furibundo. No lo sabe.
Pero avanza a zancadas hasta encontrase con Lila y Lorenzo… Todos miran y a él le vale un bledo y se regocija no sólo en el hecho de que no le importa el "espectáculo que está armando". Él no lo sabe. Es parcialmente ignorante de lo que está haciendo.
Sólo le importa que ella mire.
- ¡Lila!- casi grita. Y si antes nadie lo veía, ahora es imposible que no haya llamado la atención de un gran número de curiosos.
- Te invito a tomar un helado… ahora mismo- le dice tajante y sin posibilidad a negarse, con la voz un tanto tensa.
- ¡Oh…!- ella titubea y Lorenzo, aunque ha arqueado una ceja, porque esos no son modos, no ha dicho nada- Arnold…- su voz suena estrangulada. A su lado Lorenzo mira tras de Arnold, y aunque este "no quiere", no puede evitar seguir el movimiento de los ojos del chico, pero en el último momento se contiene y no voltea.
- Arnold, tú me gustas pero no…- intenta decir ella.
- Sí, ya lo sé. Me lo has dicho hasta el cansancio, Lila, pero yo no te estoy invitando como algo más que amigos- dice de la forma más majadera y cortante que puede.
Y cuando Lila, aún dudando, acepta, él sonríe de lado y entonces no puede evitar voltear y sonreír petulantemente hacia una Helga ausente.
¡¿Por qué?!
Por qué ha hecho esa escena tan, pero tan ridícula y encima a Lila, la niña que desde hace tiempo lo hace suspirar como tonto y… ¡No puedo creerlo!
Media hora más tarde, cuando la escuela está completamente vacía, a excepción de Gerald y él, se da de topes contra la pared para ver si así pierde el conocimiento y…
¡O quizás es una pesadilla y despierte de esta terrible, terrible, terribilísima situación!
Gerald sentado contra la pared mira a Arnold darse de golpes. Y no es que no haya intentado detenerlo, al menos las primeras treinta veces, pero también cree que es un justo castigo por ser tan patán como sólo él sabe serlo.
Así que sólo le queda menear la cabeza, perder la cuenta de los golpes y acompañarlo en su pena y además de la solidaridad, por si hay necesidad de llamar a una ambulancia.
El quinto año se les escurre de las manos. Y ese día, especialmente largo o así lo siente Arnold, trabajan por equipos de cinco personas en un proyecto de beneficencia social o algo por el estilo que no logra captar…
Lleva rato discutiendo con Helga, moderadamente.
Pero llegado al punto ambos pierden los estribos y ninguno sabe ya lo que dice. Él le reclama como si fuera su novio celoso, y Helga estaría complacida de no ser que la ira la ciega; y la otra por más que trata no puede contener los embistes de su lengua viperina…
Acierta con golpe fatal, se da cuenta. Pero aunque trate de contener con sus manos sobre sus labios las palabras hirientes, estas ya han sido dichas.
Ambos de pie a mitad de la clase, alrededor de ellos el resto de la clase ha jadeado y ahora contiene el aliento y…
Y sus mejillas se empapan de saldas lágrimas; su ira se equipara con el arrepentimiento creciente de Helga. Lo demás es una avalancha de sentimientos que no alcanza a comprender. Se duele de muerte, cree.
Acorralado, herido y furioso como está no piensa en otra cosa más que en producir el mismo daño. Y Helga se ofrece como salida de frustraciones y no se mueve, tal vez porque lo que pasa la tiene paralizada como al resto de sus compañeros, o seguramente porque sabe que lo merece.
- ¡Suspendido por tratar de golpear a una niña! Arnold, pero qué estabas pensando, Chaparrin.
- No estaba pensando, abuelo…- el hombre lo mira compungido, esa actitud no es normal en su nieto.
- Y bueno, qué fue lo que paso para que reaccionaras así.
- Helga dijo… cosas…- mira de soslayo a su abuelo y niega.
- ¡Ah!- Arnold le evade la mirada y él piensa que acaso está avergonzado por su comportamiento.- Con que cosas… ¿Qué cosas, Arnold?
-… No quiero hablar de eso, abuelo- No, ahora no, quizá nunca…
- Esta bien, Arnold… Pero deberías considerar ofrecerle una disculpa a tu amiguita para…
- ¡NO! Jamás le voy a dar nada, porque no se lo merece…- Y salé corriendo
- Bueno creo que Tex va a andar por aquí unos cuantos días, Capataz…
- Sí, así parece Galletita.
Avanza un paso. A su lado, su pequeña compañía lo sujeta por la manga de la camisa; de tanto en tanto levanta la vista y le obsequia esa mirada de circunstancia, ojos al punto del llanto, que él no sabría cómo interpretar. Y él trata, pero no puede…
Iban muy lejos ya. Los observa en la distancia; allá el atardecer juguetea con sus sombras. Con la cabeza inclinada hacia el pecho de su padre, su madre lo mira con adoración, le está regalando una temblorosa sonrisa.
La tirantez a su derecha lo hace voltear y trata, en verdad intenta sonreír a quien lo acompaña. Pero sólo consigue apartar la vista. Y… Y no entiende por qué…
Todo pasa muy rápido.
Extiende su mano hacia ellos. Su puño se cierra en torno a la nada. La estela de dorado brillo se desvanece paulatinamente como el calor de sus manos vacías; y el camino delante de él se obstaculiza por la inmensidad infranqueable de la densa lobreguez.
Y su voz resuena en sus propios tímpanos, triste e inconsolable.
- ¡No te vayas!-
Porque ella ha soltado su mano.
Y los rubios cabellos ondeando en el viento le dicen adiós.
.
El sopor de la cálida primavera lo invita a cerrar los ojos, otra vez, por largas horas. Los rayos del sol le dan de lleno en la espalda y su efecto multiplicado por los cristales, lo mantiene en un estado letárgico.
- ¿Arnold, te encuentras bien?- le pregunta Brainy, el otro único miembro masculino que integra su equipo.
- Si… am Brainy- logra contestar.
Él sólo anhela que la clase termine pronto para poder irse a casa. Desde la pelea no soporta estar en la misma habitación que ella. No le ofreció ninguna disculpa, aunque ella parece arrepentida, y no se la dará porque es ella quien se ha equivocado, aun si fue él quien intento agredirla físicamente.
Lo único que realmente lo podría molestar aparte de lo obvio es tener que integrarse a un nuevo equipo y acoplarse a ellos después de tres días de trabajo. Y no es que sea difícil… sólo se siente un tanto aparte, enfurruñado y con ganas de volver a su equipo anterior.
Pero allí está Helga. Su molestia aumenta más porque por qué él y no ella.
- Bueno, pues dado que te encuentras bien- habla Rhonda- creo que lo mejor es trabajar… Y que aportaras unas cuantas ideas, estaría estupendo ¿no lo creen chicos?- Le dice al resto del equipo. Los otros asienten un tanto inseguros, pero lo hace al fin de cuentas.
.
- Sí… sí, como digas Helga-
- ¡¿Qué?!-
- Lo que escuchaste Arnoldo. Y no lo digo en broma…- Helga se reclina hacia él, cerrando el espacio que los separa, pero no tanto como para considerar una invasión de espacio personal.
- ¿En serio…?- No consigue terminar su idea pues una traviesa ventisca le ha arrebatado su preciada gorra azul, y él corre hasta el balcón de ese enésimo piso y la ve caer dando piruetas en el aire.
- Me gustas…- la escucha repetir, pero al voltear…
Al voltear…
Quizás eso es lo que más lo molesta, resuelve y lo niega contundentemente.
Al voltear no es a él a quien le habla.
.
Y entonces. Entonces se da cuenta que ha estado observando a Helga más de la cuenta.
Parpadea unas cuantas veces, con los ojos lagrimeantes, como tratando de demostrar que es posible parpadear y gira el rostro hacia sus propios compañeros de mesa.
- Que bueno que ya despertaste Arnold...- le dice Nadin, sin son de burla, más bien bastante aliviada.
- ¿Me quede dormido?- Muy bien, pregunta tonta.
- No importa, Arnold. Te veías bastante cansado y el profesor dijo que no había ningún problema- habla Phoebe- Ahora puedes unírtenos revisar el trabajo final.
- ¿Dijo eso?- se altera un poco.
- Sí, Arnold. Y me gustaría que te quedaras al final de la clase para que charláramos un poco.- Anuncia Simmons.
- Oh, bien, de acuerdo.
Por las mañanas, al despertar, la soledad me acobija…
Eso es lo que siento. Y no es que yo no entienda
por qué razón es que no están aquí…
Porque sí que lo sé… Están allá ayudando a
La gente de ojos verdes. Y me siento tan orgulloso de ustedes…
.
Sin embargo no puedo dejar de desear que vuelva a mí.
.
… Y la angustia está ahí, la desesperación también…
y esas ganas de llorar por sentirme así tan… abandonado y …
.
Y después de lo de Helga, todo se ha vuelto mil veces peor.
Creí que ya nos entendíamos, que no había necesidad de los
Insultos, ni… ni de nada más. Pero al parecer me equivoque.
.
Porque ella puede ser tan cruel cuando se lo propone…
Aunque yo sé que en el fondo es una buena persona.
Gerald insiste en que estoy mal de la cabeza por defenderla.
Yo empiezo a creer que él tiene razón. Y puede que en una de esas
Helga también, y que en vez de cerebro tenga aire allí dentro.
.
A pesar de mi postura "pro Helga", resulta que desde entonces
me siento traicionado… Sabía que era cruel, sé que su saco de boxeo
favorito soy yo; que nunca antes se metía con este asunto tan delicado
para mí, pero lo hizo…
¡Y no es justo! Ella no puede saber. Me niego a creer que tenga razón.
Porque yo sé que no la tiene.
Ustedes volverán.
Atte. Arnold
PD: Los ama y extraña su hijo Arnold.
Continuara…
Notas finales: Agrege unos pequeños cambios y arregle unos cuantos desperfectos. Y sobre la parte que causo confusión en la versión pasada aquí separe mediante puntos el inicio y el fin del sueño, que según yo no debería causar problema, al menos no la parte final.
Sigo queriendo que comenten. ¿Sí?
Gracias por venir y participar.
Hasta la próxima, ya sea aquí o en Títeres y muñecas.
