Enserio, le fastidiaba tener que lidiar con las idioteces de su primo. Era molesto tener que estar allí, siempre. Era como si Cobra fuese un idiota desbalido, si el cineasta no se encontraba con él. Y aunque Spencer se negara, siempre terminaba cediendo ante las peticiones del azabache. Aunque en mas de una ocacion le había dicho que no podía. Que su trabajo no le permitía estar con él todos los días. ¿El resultado? Un Billy llorando en la puerta de la casa del castaño, aveces pasado de copas, rogando porque le dejara entrar y que esa sería la ultima vez. Spencer estaba molesto, y cabe decir que la cabeza le dolía, por el hecho de escuchar su chillona voz llorar como si el mundo se le viniera abajo.

Finalmente abrió la puerta levantando la ceja derecha mientras le miraba con actitud seria y los brazos cruzados. Era la tercera vez en la semana que llegaba así.

-Tengo trabajo.- Le dijo con frialdad, no quería ser su cuidador otra vez, y es que era irónico, que alguien tan importante como él, terminara casi siempre en la casa de su primo, si no es que el cineasta debía de salir quien sabe donde a buscarlo antes de que se matara.

-...Déjame...pasar...- Respondió este, llorando. Era mas que obvio que estaba ebrio.

-Apestas a alcohol. ¿Donde te has metido esta vez?.- Spencer se tapó la nariz, y es que le hubiese dejado allí tirado A su suerte, pero no podía. Nunca pudo.

Porque por mas que le fastidiara su presencia, que no le dejaba concentrarse y hacer su trabajo correctamente, le quería.

Y se lo demostró otra vez, indirectamente, mientras arrastraba al joven como si de un cadáver se tratase y lo arrojaba al sofá principal de la gran casa, mientras que el azabache le agradecía/maldecía por lo que había hecho. Después de eso se fue a seguir su trabajo. Y es que era difícil convivir con alguien así. Pero él lo aceptó, pues después de todo Billy en mas de una ocasión le había ayudado.

Esa era su forma de agradecerle.