Capítulo 1.

Está corriendo tan rápido como puede, no sabe que es exactamente o que la persigue, solo puede sentir su acelerado corazón y su respiración entrecortada, sabe que está a punto de alcanzarla, apenas a unos metros atrás; se plantea pararse unos segundos a respirar pero sabe que no es buena idea, mientras le da vueltas a esa posibilidad tropieza en una zanja de piedras. Se levanta torpemente y comete uno de los mayores errores de su vida, girándose hacia atrás, la sombra de lo que fuese que la estuviese persiguiendo cubrió más de diez metros de radio a su alrededor, es un demonio asquerosamente feo. Tras el demonio oye una voz que le resulta familiar, la criatura se contorsiona antes de atacarla, dejando ver tras ella la sombra de una mujer de cabello oscuro, está encadenada a casi un kilómetro de ella pero aun así consigue verla. Justo en el momento que su perseguidor se lanzaba contra ella todo se vuelve oscuro. Piper abre los ojos de golpe, incorporándose bruscamente, con el corazón y la respiración agitados; Leo se despierta al notar tanto movimiento y suspira al verla, se sienta a su lado en la cama y acaricia su espalda, dejando un beso en su hombro y tratando de calmarla: Cuando siente que se ha calmado un poco y que ya no va a gritarle si le habla decide preguntarle.

-¿Otra pesadilla? –sigue acariciando su pelo, algo preocupado.

-Para variar –suspira y deja la cabeza en su hombro- Puede que sea algún demonio… ¡Agh! Tengo que matarlo, no puedo seguir durmiendo así, me atacan más demonios mientras duermo que por el día –reguñe, ya que llevaba varios meses teniendo pesadillas de ese tipo y de muchos otros, pero siempre en las que ella estaba en peligro y había una mujer morena encadenada.

-¿Tienes idea de quién puede ser esa mujer que aparece siempre? –Leo se levanta al ver la hora y empieza a vestirse, espera a que su mujer se vista también y bajan a preparar el desayuno.

-No, sólo he podido verla muy poco tiempo, además siempre que me giro está demasiado lejos, será unos pocos años mayor que yo por su altura, está demasiado delgada como si llevase meses e incluso años comiendo muy poco y tiene el pelo negro y largo –suspira y comienza a preparar tortitas mientras el café se calienta.

-Puedo preguntarles a los Ancianos en la escuela de magia pero no puedo prometerte nada, cada vez que saco el tema me dicen que no tienen ni idea y, o cambian de tema o desaparecen directamente. No sabes nada aparte de eso y de lo que me dijiste de que parece estar capturada por alguien o algo ¿verdad? –termina de llenar de leche los tres vasos y echa café en dos tazas.

-No, nada –suspira y alza la voz- ¡Niños, hora de levantarse! ¡Es casi la hora de ir a clase! –coge una de las tazas de café y bebe un sorbo, sirve las tortitas en tres platos y hace unas pocas más para ella y para Leo.

Tanto Chris como Leo orbitan directamente hasta la cocina y empiezan a comer sin saludar siquiera. Se centran únicamente en los platos frente a ellos, que acababan de llenar de sirope de chocolate y en los vasos de leche. Sus padres los miran alzando ambas cejas y niegan, los miran sin decir nada, esperando a que se den cuenta de que ellos y su comida no son el centro y lo único del mundo. Melinda baja las escaleras lentamente, todavía un tanto dormido y se acerca a ellos, los abraza y les da un beso en la mejilla a cada uno, después de darles los buenos días se sienta en su sitio y empieza a desayunar con tranquilidad, intentando permanecer al margen de la disputa de Chris y Wyatt sobre la última tortita de Chris y que su hermano mayor le había quitado.

-¡Mamá, me ha quitado mi tortita, dile que me dé una de las suyas, no es justo! –Piper rueda los ojos y los mira seria.

-Dejad de discutir por tonterías, Wyatt, dale una de las tuyas.

-No voy a darle nada, se la ha comido e intenta haceros creer que se la he cogido –suspira y sigue comiendo como si nada.

Antes de que el hermano mediano pudiese contestar Melinda pone una de sus tortitas en su plato y le sonríe levemente, sigue desayunando tranquilamente haciendo como si nada hubiese pasado. Chris le da un beso en la mejilla y sigue desayunando, tras murmurar un "gracias" lo suficientemente alto como para que solo ella lo oyese. Wyatt mira su plato culpable y hace orbitar una de sus tortitas al plato de su pequeña hermana, sonríendole levemente, como disculpa. Piper y Leo miraron la escena desde el principio, con curiosidad por el resultado, sonrien cuando ven lo que hacen y se besan coincidiendo en lo adorables que eran. Melinda a pesar de ser la más pequeña parecía ser la más lista, era capaz de poner paz entre sus hermanos con unas pocas palabras y hacer sentir culpable a cualquiera por cualquier cosa, además era la niña más adorable que podía haber, siempre era amable y simpática con todo el mundo, incluso intentaba razonar y hacerse amiga de los demonios que los atacaban continuamente, cosa que a sus padres no les hacía mucha gracia, ya que se arriesgaba de forma innecesaria e inútil. Un estruendo en el salón hace que todos se tensen y dejen de desayunar, mirándose unos a otros, nerviosos. La única que hace como si nada es la pequeña, alza la vista de su plato y sus ojos brillan con un leve destello de alegría, se levanta sin prisa, aunque emocionada de su silla y camina hacia el salón con paso decidido; Piper coge su brazo y la mira entre confusa y preocupada.

-¿Dónde crees que vas pequeña? Vuelve a sentarte –la mira seria y mira a Leo de reojo- Quédate con ellos, voy a ver qué es.

-No, tengo que ir yo, le estaba esperando –se suelta del brazo de su madre y corre hacia el salón, ignorando las caras de confusión de todos. Sus hermanos se levantan y siguen a sus padres tras ella.