Disclaimer: Los personajes no son míos sino del grande de Togashi Yoshihiro (que espero se recupere pronto y siga el manga) yo solo los uso humildemente para crear esta nueva trama & jugar un poco con lo que podría pasar a futuro.

Hola! Este es mi primer fic de HxH, soy nueva en este género & espero pueda gustarles esta nueva historia :D

La trama se sitúa en el último arco empezado en el manga de Togashi, trataré de ser fiel a lo último descrito por él del Continente Oscuro y el V5 pero también introduciré a dos nuevos personajes y jugaré un poco con el pasado de Pariston Hill.

Este fic es de romance & drama, también obviamente incluiré sangre y peleas pero pretendo seguir estas líneas de género (:

Sin más que decir, espero que disfruten este primer cap!

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La Torre del Cielo

"Soy Alluka Zoldyck. Mi hermano mayor es el mejor que pueda tener pero creo que tener novia no le vendría mal en estos momentos. Él cree que porque soy aún una niña no sé nada de esas cosas, pero si algo tienen de cierto los animé shoujo, es que el amor llega cuando menos lo esperas.

A.Z"

Era viernes. Y como todos los viernes, desde hacía algún tiempo, se realizaban a lo sumo dos grandes enfrentamientos, una por la mañana y otra por la noche. La Torre del Cielo se veía imponente como siempre, tan alta y temible como la recordaba. Las circunstancias que antaño lo impulsaron a visitar aquel lugar eran tan lejanas a las que lo motivaron hacía un par de días a volver a aquel lugar que incluso sintió un poco de nostalgia. Ya no estaba con Gon... Aunque realmente, quien lo acompañaba en aquella oportunidad no podría estar menos en el mismo nivel de su amigo. Sonrió enternecido cuando sus ojos azules se posaron en Alluka, que inspeccionaba todo el lugar con curiosidad, maravillada y asombrada por todo lo nuevo que veía y se le presentaba por delante, aunque no era para menos; había estado tanto tiempo encerrada, tanto en los terrenos de su familia como en aquella habitación llena de juguetes, que no era de esperarse que por lo menos se sorprendiese.

-Onii-chan, vamos a comprar entradas para la función de la noche, ¿si?-le insistió la niña, cogiéndolo de un brazo y tirándolo hacia las boleterías, donde un montón de gente hacía fila.

-Si, si.-respondió él con una sonrisa, dejándose llevar por su hermana. Habían tantas cosas que quería mostrarle a Alluka que aprovecharía cualquier oportunidad para llevarlo a cabo.

Esa era una de ellas.

Lamentaba que su hermana no tuviera ninguna capacidad para defenderse físicamente porque si llegara el día en que él le faltare, probablemente no sabría qué hacer. Había pensado, luego de mucho tiempo de meditación, enseñarle todo lo que sabía sobre el Nen con el fin de que ella pudiera aprender y desarrollar una habilidad propia, pero le daba miedo por lo que suponía el entrenamiento para abrir su aura, y también porque no sabía qué pasaría en ese intermediario con Nanika. Así que simplemente, la idea había quedado en lista de espera, como muchas otras.

Luego de comprar los boletos y comprobar que aún le quedaban un par de horas antes de que comenzara la pelea, le propuso dar una vuelta por los alrededores y comer algo. Así, ambos hermanos pasaron la siguiente hora entre actos de artistas callejeros, hamburguesas y paseos por un gran parque cercano. Se sentaron en una banca a descansar mientras el sol comenzaba a declinar levemente, había sido un día ajetreado y lo más probable es que Alluka se dormiría antes de terminar el duelo.

-Alluka, ¿quieres algo de beber?-ofreció, levantándose de un salto.

-¡Si! Onii-chan, Nanika quiere un gran refresco de piña.-aceptó la niña, sonriendo alegremente.

Killua asintió, devolviéndole el gesto a su hermana.

-Bien, voy a la máquina a comprar y vuelvo. Me esperas aquí, no te alejes mucho.

La pelinegra asintió vigorosamente, prometiendo esperarlo, y su hermano se alejó con paso lento, mirándola de hito en hito hasta que se perdió de vista. Contempló entonces los árboles que más adelante ofrecían sombra y las hojas verdes que se mecían suavemente con la brisa de la tarde. Ya ni recordaba cómo eran los árboles en su hogar porque hacía tanto tiempo no deambulaba por ellos con su hermano... De pronto, una luz captó su atención entre los arbustos cerca de aquellos árboles, tan rápido que pensó que tal vez lo había imaginado. Pero, cuando el destello volvió a hacerse visible por segunda y tercera vez, la curiosidad la embargó y se puso de pie sigilosamente, con la esperanza de acercarse sin que el brillo volviera a desaparecer.

Un paso, dos pasos, cinco, siete... sintió una rama crujir y del susto saltó sobre su objetivo, cayendo torpemente al otro lado de los arbustos, a pocos centímetros del objeto que brillaba.

O mejor dicho, del arma que empuñaba un hombre, a pocos centímetros de su cara.

-Pero miren qué cosa encontré aquí... ¡Oye, Akatsuki, deja de jugar y ven!

Otro joven apareció cerca de donde Alluka y el hombre estaban, blandiendo lo que parecía ser una metralleta. Fue entonces que la pelinegra entró en pánico cuando sintió como el hombre la ponía de pie rudamente y el brillo del filo de su navaja pasar muy cerca de su cuello. Quiso gritar. Quiso llamar a su hermano pero el miedo y el terror habían paralizado su cuerpo y su voz.

-¿Crees que nos paguen bien por ella en el mercado negro? Por como viste, parece ser un miembro de alta sociedad.-dijo el joven, acercándose donde Alluka estaba y tomándola de la barbilla para examinarla bien.-Dime, jovencita... ¿Cuál es tu nombre? ¿De qué familia vienes?

La niña hizo un mohín, dando a entender que no diría nada. Incluso apretó los labios fuertemente cuando el joven, molesto por la respuesta de ella, la sacudió violentamente provocando que cayera al suelo.

-Niñita insolente... Vas a saber lo que le pasa a los que no contestan como tú.-amenazó, levantando la metralleta y apuntándola hacia ella.

Alluka quería llorar, mientras en su mente llamaba desesperadamente a su hermano. ¿Qué podía hacer? Alejarse de su hermano había sido el peor error cometido. Seguro estaría preocupadísimo. Seguro estaría enojado.

Onii-chan...

Todo pasó muy rápido. Alluka vio como una fuerza invisible lanzaba lejos la metralleta y al joven. Un segundo después, el hombre que la amenazaba con su cuchillo caía inconsciente, su arma a pocos metros de él. Por un momento, el alivio y la alegría le hicieron pensar que su hermano había ido a su rescate. Solo cuando oyó la melodiosa voz de la joven, supo que su salvadora había sido ella.

-¿Estás bien?-preguntó, ayudando a levantar a la niña del suelo. Ciertamente estaba un poco sucia, pero más allá de eso, no tenía ningún rasguño milagrosamente.

Alluka asintió quedamente, observando a su compañera con esa curiosidad tan típica de ella. Era bonita, tenía una mirada dulce y se notaba que era una chica muy fuerte como su hermano. Sí, hay cosas en las que su otra yo no se equivocaba y considerarla algo así como su salvadora era una de ellas.

-¿Quién eres?-preguntó, tomándola cariñosamente de un brazo. Sentía que al igual que ella, Nanika era feliz con encontrarse con gente amable como ella.

-Soy Kotori. ¿Y tú? ¿Viniste con alguien a este parque? Es muy peligroso a esta hora de la tarde para merodear sola por estos lugares...

Ella sonrió, respondiéndole que no estaba sola, que había venido con su hermano Killua pero no sabía dónde estaba. Justo cuando se disponían a buscarlo, una voz familiar interrumpió la escena, provocando que ambas chicas se voltearan al mismo tiempo.

-¡Alluka! ¡Te dije que no te fueras de la banca! ¿Dónde diablos estabas?-su hermano estaba furioso y la pelinegra lo sabía, sin embargo, no pudo hacer más que mirar al suelo avergonzada y con las lágrimas invadiendo sus ojos azules.

-¿No crees que estás siendo un poco duro con ella?-dijo suavemente una voz que sobresaltó al chico, hasta el momento no se había percatado de que una tercera persona estaba con ellos.

Y entonces la miró. Killua no era de las personas que se fijaran muy a menudo en las chicas-como asesino, no habían tenido cabida "cosas superficiales" como esa en su vida- y debido a todas las cosas que habían sucedido desde aquel lejano examen del cazador, tampoco hubieron momentos para ello. Además, las pocas mujeres que conocía eran mayores que él-como su madre o Biscuit- o muy menores-como Alluka- por lo que se sorprendió de encontrar a una chica que era casi de su misma edad en circunstancias "normales". Así que, cuando sus ojos azules se encontraron con los de ella, fue muy extraño que se atragantara con las palabras o que sintiera levemente enrojecer, algo atribuido a las nuevas circunstancias que se presentaran.

-Le dije que no se moviera de su lugar pero no me hizo caso.-logró articular, volviendo a centrar su atención en su hermana.

-En primer lugar, no deberías haberla dejado sola.-la chica puso los brazos en jarra, mirándolo con el ceño fruncido.- ¿No sabes que este parque es muy peligroso a esta hora?

El reproche en su voz y la mirada seria no pudieron más que avergonzarlo al mismo tiempo que fastidiarlo. ¿Y ella quién se creía para ir y hablarle así a él?

-¿Y tú eres...?

-Ella es Kotori onee-chan.-contestó Alluka abrazando a la muchacha, al mismo tiempo que ambos la miraban desconcertados por el apelativo que la niña le había dado.-Ella me salvó de esos hombres malos que querían venderme.-siguió diciendo, al tiempo que tomaba fuertemente el brazo de la joven y le sacaba la lengua a su hermano.-Así que no la molestes, onii-chan.

Cuando Killua pudo salir del estado de desconcierto en el que estaba, no pudo más que boquear sorprendido en dirección a la joven que, un poco avergonzada, sólo atinaba a mirar hacia otro lado.

-¿Es eso cierto? ¿Quisieron hacerle daño a Alluka?

La chica asintió, sonriéndole dulcemente a la niña que no paraba de abrazarla y apretarla cuanto podía. Alluka quería que ella fuera la hermana mayor que nunca tuvo. Es más, lo había decidido. Nanika también estaba de acuerdo. Ahora, había que buscar una forma de poder hacerlo realidad. Una brillante idea se formó en su mente, sólo...

-Kotori... ¿Me das un abrazo?-preguntó, sonriendo inocentemente mientras Killua, alarmado, trataba de evitar lo que viniera a continuación abriendo la boca para regañarla.

No es que Nanika fuera a pedirle algo extremadamente peligroso. Le había pedido un abrazo, sí, pero... Nada le aseguraba lo que pudiera pedirle después, ahora que sabía el nombre de la chica. Tal vez se había ganado su afecto pero cuando se trataban de las peticiones de Nanika... Nada podía asegurarse.

-Claro que sí.-respondió la muchacha, abrazándola efusivamente.

Nanika y Alluka, a pesar de ser celosas con su hermano, querían que esa chica tan buena con ella se convirtiera en su hermana. ¿No sería entonces como decir que tanto Killua como Kotori debían ser novios? Soltó una risita contagiosa ante la idea y volvió a mirar a la joven frente suyo y a su hermano que se encontraba nervioso a su lado.

-Kotori.-volvió a llamarla, sonriendo tan feliz como antes.- ¿Me das un mechón de tú cabello?

La petición la dejó descolocada pero, por el estado del aura del chico al lado suyo, le indicó que estaba nervioso y alerta. ¿Tenía algo que ver con su hermana? ¿Tenía que ver con lo que estaba pidiendo? El cambio de actitud del peli-plateado se dio justamente cuando Alluka comenzó a hablarle de esa forma... Tan directa. Decidió seguir a su instinto de cazadora y aceptar las peticiones que le hiciera aquella niña, tal vez así no sentiría los desesperados latidos de su compañero, que parecían repiqueteos de martillos. Había pasado por tantas cosas que a esas alturas, nada le sorprendía y su instinto se había agudizado a tal punto que gozaba de una cierta afinidad con él.

-Sí, sí.-sonrió y con un movimiento de su mano, tomó un mechón de su cabello y lo cortó sin necesidad de arma ni nada, dejando sorprendidos a los dos hermanos.

-Aquí tienes, pequeña.-concordó, dejando el mechón en sus manos.

Pareciera que usa tácticas de asesino.

¡Ella es tan genial! Tan genial como una onee-chan.

Los pensamientos de los hermanos Zoldyck fueron sin duda muy opuestos entre sí, pero compartían el hecho de sentirse asombrados por la joven.

-Kotori, Kotori.-llamó nuevamente, luego de guardar el mechón en uno de sus bolsillos.-¿Puedes acompañarme a ver el encuentro de esta tarde?

La sonrisa de la muchacha se fue de golpe, mientras observaba sutilmente su reloj de pulsera. ¡Maldición! Había estado tan centrada en todo lo que había pasado con aquel par de hermanos que se le había ido la hora volando y sólo estaba a veinte minutos de que comenzara el encuentro. ¿Qué haría? Negarle una petición a aquella niña tal vez sería un error garrafal... Pero no podía ir y de lleno mentirle diciéndole que sí cuando después desaparecería de su vista.

Sintió la mirada de Killua y al voltearse, pudo observar cómo movía los labios diciéndole que cumpliera con la petición, muy serio.

-Lo siento Alluka pero tengo otro compromiso.-respondió apenada, alejándose un paso de la niña.

-¿Ehh? Eso no es divertido.-bufó, sus planes no estaban saliendo bien. Una sonrisa entonces apareció en su cara, mirando a su hermano y a ella alternadamente.-Entonces, Kotori... ¿Podrías darle un beso a mi hermano?

La petición dejó pálido a ambos una fracción de segundo antes de que Kotori se ruborizara y su hermano, igual de rojo que ella, le gritara que qué estaba haciendo. En su fuero interno, Killua sabía que Kotori tenía que cumplir la petición, sino, las consecuencias serían nefastas. Pero su hermana, o mejor dicho Nanika, se había ido a un extremo muy diferente con aquello y eso ciertamente le fastidiaba.

-Esto...-vio la duda en los ojos de su compañera y no pudo sino volver a decirle que cumpliera la petición, cueste lo que cueste.- Está bien, Alluka, pero creo que a tu hermano no le hará mucha gracia algo así.-aceptó, acercándose donde el peli-plateado estaba.

Killua sintió entonces ese nerviosismo que había experimentado tan sólo unos minutos antes. Un nerviosismo muy diferente al que sentía cuando tenía que matar gente, o cuando se enfrentó a las hormigas quimera. No entendía qué le pasaba pero ni siquiera tuvo tiempo para analizarlo y encontrar una solución porque Kotori se había posicionado muy cerca de él. ¿Cómo su hermana podía pedir algo así? Tal vez demasiadas de esas revistas mangas habían afectado su inocente y romántico cerebro. Un beso. Sería algo asqueroso, de seguro y suponía que iría a escupir una vez que Kotori cumpliese la petición. Aunque se sorprendió cuando sintió los cálidos labios de la chica rozar su mejilla, en una caricia casi imperceptible pero lo suficiente para hacerle sudar y sentir un nudo en el estómago, al tiempo que se sonrojaba furiosamente. ¿Qué le estaba pasando?

Lo había besado. Aunque técnicamente, había sido un beso en la mejilla, como los que su hermana le daba. Y si era así, ¿por qué lo había sentido diferente?

Vio entonces cómo Nanika despertaba y miraba mitad feliz y mitad enfadada ambos.

-¡Eso no se vale, Kotori!-reclamó, enfurruñada porque ella esperaba ese beso especial que había visto en tantos mangas shoujo y la chica salía con aquello.

Kotori se sorprendió un poco al ver el cambio en Alluka y buscó con la mirada a su compañero, para que le explicara qué estaba sucediendo.

-Bueno ya que te has dado cuenta..., ella es Nanika.-comenzó a decir, mirando a la niña que aún seguía de brazos cruzados.- Cuando se cumplen tres peticiones hechas por ella, te concede un deseo.

-¿Un deseo? ¿De qué tipo?-preguntó con desconfianza, cosas como aquellas a veces traían un gran precio y en manos de personas equivocadas la ruina, sobre todo si hablaban de gente ambiciosa.

Como tanta que había conocido.

-Cualquier cosa, diría yo.

Kotori no estaba muy convencida pero al ver la hora, se dio cuenta de que si no se apuraba, podría irse todo al tarro de la basura. Debía hacer algo, tal vez ese deseo pudiera servir de algo.

-¿Puedo pedir que nos lleve a la torre del cielo?

Killua asintió mientras Nanika se acercaba, aún un poco molesta, a Kotori, y la envolvía en un cariñoso abrazo.

-Nanika... ¿Podrías llevarnos a la Torre del Cielo?-preguntó suavemente, acariciando la cabeza de la niña.

-¡Sí!-contestó con entusiasmo, y un segundo después desaparecieron.

Cuando Kotori volvió a abrir los ojos se encontraba en la entrada de la Torre. Se despidió rápidamente de ellos y le aseguró a Alluka que después de la pelea se volverían a ver. Demonios, tenía que ir a buscar sus cosas primero a su cuarto antes de ir hacia el camerino. ¡Tanto se había distraído con esos hermanos!

-Onii-chan, debiste ver tu cara cuando Kotori onee-chan te besó. ¡Estabas muy adorable!-comentó la pelinegra con devoción, como sí fuera lo más normal del mundo que fuera besado por una extraña a la que apenas conocía el nombre.-A que tú también querías que te besara como en las películas, ¿no?

Killua obvió el hecho de que volver a recordar esa caricia en su mejilla lo llevara a imaginarse cómo sería besar a una chica de la forma en que su hermana decía. Negó quedamente, estaba desvariando en cosas sin sentido y se estaba rebanando los sesos por la nada.

-Mejor vamos entrando sino, quedaremos sin lugar.-convino, empujando suavemente a su hermana hacia dentro.

El lugar estaba casi igual que lo recordaba, cada pasillo y elevador como la última vez que pisó aquel lugar. Las circunstancias claramente eran diferentes y se complacía en enseñarle y responder las preguntas que hacía su hermana. Después de recorrer un largo camino señalizado y subir en elevador, llegaron al área de lucha del piso doscientos cincuenta y uno. Había escuchado de muy buena fuente que la persona que ocupaba y era amo de aquel piso se había enfrentado a lo sumo unas diez veces consecutivas para defender su puesto y en todas había salido vencedor. Debía ser extremadamente fuerte para ser aún el indiscutible amo del piso. Debía además ser muy hábil con el uso del nen para mantener su récord. Y mientras se acomodaba junto con su hermana cerca del cuadro de combate, pensaba que tal vez era alguna especie de Morel combinado con Biscuit. Ser el amo del piso doscientos cincuenta por tanto tiempo-calculando, por lo que había escuchado, unos cinco meses- sólo le daba a entender que era un hombre muy fuerte. O una versión alterna de Biscuit.

-¿Por qué no puede ser una mujer? Onii-chan, siempre eres así de machista cuando se trata de estas cosas.-alegó Alluka mirándolo reprobatoriamente, parece que había pensado en voz alta.

-Yo no soy machista.-contestó a su vez Killua, percatándose de que estaban por comenzar.-Es solo que...

No alcanzó a terminar su frase porque los gritos y el estruendo de la gente dominaron el lugar, mientras la anfitriona daba la bienvenida al undécimo combate para ser el amo supremo del piso doscientos cincuenta. La multitud estaba ansiosa y muchos gritaban eufóricos para que comenzara el duelo. Se notaba realmente que era un encuentro muy esperado.

-¡Y no los haremos esperar más! En primer lugar, daremos una calurosa bienvenida al retador de este encuentro, ¡Setsu!

Por el lado derecho entró un joven que no tenía más de treinta años, atlético y con una complexión envidiable para cualquiera. Se veía muy fuerte y no tardó en demostrar que así era, mostrando sus músculos a las mujeres que se encontraban cerca y que suspiraban, emocionadas. Incluso tenía un cierto parecido con Illumi... Negó, las últimas cosas lo habían dejado con una sensación de alerta constante. La animadora relató algunos detalles de sus últimas peleas, de su rango o de su tipo de nen. De las cinco recientes, cuatro ganadas y una empatada. De su rango, un recién graduado cazador. Tipo de nen, emisor. Killua calculó las posibilidades que el amo del piso podría tener, sin dudas un emisor que supiera manejar bien su habilidad podría ser peligroso y destructivo para su oponente.

-¡Y ahora, con cincuenta peleas a su favor y actualmente amo de este piso, recibamos a nuestra competidora súper estrella, Kotori!

Killua se atragantó al tiempo que empalidecía ligeramente. Vio cómo la chica que tan sólo un rato antes había estado con ellos, entraba por el lado izquierdo, seria y desafiante. Alluka a su lado comenzó a gritar emocionada, zarandeándolo furiosamente y repitiendo constantemente "es Kotori onee-chan" hasta dejarlo casi sordo. La animadora, al igual que con el tipo llamado Setsu, comenzó a dar detalles sobre la muchacha. Con tan sólo trece años, tenía en su haber más de cincuenta peleas ganadas desde llegada a la Torre, una empatada y de las últimas quince, era el amo del piso. De su rango, era una cazadora de listas negras con dos años de experiencia. De su procedencia, pertenecía a una de las familias de magnates asesinos más antiguas que existía. Tipo de nen, especialización. La gente gritaba con más euforia y pareciera que esos detalles, en vez de producirles preocupación o miedo, le producían un interés morboso y mucho entusiasmo.

Tenía razón entonces. Ella sabía utilizar técnicas de asesino. Capazmente fue sometida a un entrenamiento parecido al suyo, convirtiéndola en un ser inmune a muchas cosas letales para los demás, como el veneno, la electricidad o los azotes. Fue entonces, que comenzó a observarla con más detenimiento que antes. Su cabello era rojo como la sangre y estaba atrapado en una alta coleta, lo que daba mayor visibilidad a su rostro ovalado. Era de complexión atlética pero no dejaba de lado ese aire delicado y grácil que muy bien podría engañar a cualquiera. Sus ojos eran miel, incluso podría decir que llegaban al color del ámbar; manos pequeñas, nariz respingada, brazos y piernas delgadas. En apreciación podía decir que era una chica bonita y cualquiera podría decir eso de no ser porque su expresión y su posición frente a su oponente le daban un toque de rudeza que discordaba con la imagen de la dulce chica. Tal vez por ello había conseguido tanto público y tanto apoyo.

Eran de esas personas que, invariablemente, poseían dos caras.

Vio como ambos oponentes se acercaban y se saludaban, un apretón de manos doloroso por la expresión molesta de la chica y socarrona del rubio. Luego, se alejaron varios metros, dándose espacio suficiente para medirse con la mirada. Sonó la campanilla que daba comienzo al combate y la gente se sumió en un tétrico silencio que a Killua le llegó a dar escalofríos. Entonces, la voz de su hermana se oyó alta y clara.

-¡Vamos Kotori onee-chan! ¡Fuerza!

Sin dudas su hermana tenía mucho entusiasmo y una capacidad asombrosa para no atender a la prudencia. Gritaba, saltaba y seguía animando a Kotori, provocando que la gente la mirase intranquila o con cierta ternura. Ciertamente pensarían que Alluka era su hermana. Cuando la muchacha se dio cuenta de los gritos de ánimo de la niña, se volteó ligeramente hacia ella y todo rastro de seriedad desapareció momentáneamente de su rostro. Sonrió, levantando la mano en señal de saludo hacia los dos hermanos.

Fue en ese momento que ocurrió.

Killua supuso que el error de Kotori fue distraerse con su hermana. Fue esa fracción de segundo lo que Setsu aprovechó para golpear a la chica. Y sin dudas, el golpe fue potenciado con nen por lo que el daño fue inmediato y crítico. El suelo alrededor de la pelirroja se convirtió en un vertedero de polvillo de finos escombros y ella, había caído al suelo con un golpe sordo. Toda la audiencia gritó de susto y asombro porque en lo que iba, Kotori nunca había recibido un golpe como aquel. Le dio una mirada de reproche a su hermana que, ante el espectáculo, comenzó a sollozar de angustia al ver a Kotori en el suelo, sin moverse. Y fue entonces que sus sollozos se convirtieron en gritos de enfado hacia el joven que observaba con superioridad el cuerpo inerte de su compañera.

-Creo que este duelo ha acabado, ¿no cree?-vociferó el joven, mirando al árbitro que aún estaba pasmado ante los hechos ocurridos.

Una risa melodiosa se escuchó cerca de donde ellos estaban y, al segundo siguiente, la pelirroja se ponía de pie, divertida.

-No tan rápido, novato. Ese fue sólo un golpe de gracia porque estaba muy ocupada saludando a mi hermana que ha venido a verme. ¿Acaso ya te crees la gran cosa?-siseó con burla, quitándose con el pulgar un hilo de sangre que corría de su labio.-Dios, has ensuciado mi ropa, y eso que la había lavado ayer... ¡Menudo fiasco! ¿Eh?

Setsu se echó hacia atrás, asustado y desconcertado porque su oponente estuviera de pie tan campante como si no le hubiera pasado nada. Ese golpe debería, mínimo, haberla mandado al hospital con los huesos del cuello y del rostro, rotos. ¿Qué pasaba con esa niña? ¿Cómo era posible que estuviera de pie? Su golpe de puño era casi infalible. ¿Qué había hecho mal?

Kotori al parecer leyó la duda en sus ojos porque no pudo evitar reír de diversión, no era la primera vez que se enfrentaba a una situación así. Aunque, si su contrincante hubiera prestado atención a lo que la animadora había dicho de ella, hubiera sabido que parte de su resistencia y aguante se debía a su procedencia. Sin embargo, internamente estaba furiosa, realmente ese novato no tenía modales y le gustaba atacar por la espalda.

Como una rata.

Con una tengo más que suficiente.

-Bien, novato... Deberíamos proseguir, no hay que hacer esperar al público.

Y entonces desapareció a ojos de los demás, apareciendo un segundo después tras el joven y propinándole una patada en la nuca. Lo que vino después fue una seguidilla de golpes, patadas y puñetazos de ese mismo estilo a una velocidad impresionante, incluso a ojos de Killua que conocía muy bien aquella táctica. Si bien Setsu podría ser habilidoso controlando su tipo de nen, le era muy difícil seguirle el ritmo a su contrincante si era tan rápida. Trató entonces de ver algún patrón en la secuencia de los mismos con el fin de adelantársele pero le era casi imposible porque la chica parecía ciertamente seguir un patrón que al mismo tiempo no lo era, pues la serie de sus golpes eran desordenados e improvisados. Un golpe, una patada, un puñetazo, otro puñetazo y así seguía. E incluso, parecía que no se cansaba de propinarle tantos ataques aunque a él, ciertamente lo estaba debilitando porque, además de la potencia, el gran número comenzaban a hacer mella en su cuerpo gradualmente. Así que, dentro de su desesperación por romper aquel intrincado patrón, reunió toda su aura en su pierna derecha y, de un solo golpe, azotó el piso, provocando que este crujiera y se resquebrajara. Un segundo después alcanzó a ver a la pelirroja que trataba de evitar que una baldosa le llegara pero, aunque asestó otro golpe mortal, no pudo dar con ella. Estaba cabreado. Sí que lo estaba porque no podía entender que una cría lo estuviera superando en fuerza, en destreza y en poder, aunque poco y nada había visto de eso. Es más, su aura la había mantenido al mínimo por lo que suponía, solo estaba combatiendo con su destreza y fuerza física. Tan metido en sus cavilaciones estaba que no se dio cuenta cuando una patada dio de lleno en su mandíbula, obligándolo a retroceder unos cuantos pasos.

-Hey, novato.-llamó la muchacha, parada a unos metros de él.- ¿Te cansaste ya?

El joven rubio apretó los dientes enojado al ver la sonrisa burlona que adornaba su rostro, ahora vería esa mocosa de lo que era capaz.

El golpe que asestó contra el piso retumbó por toda la sala, haciendo crujir las paredes y temblar el piso. Kotori sintió caer por el desequilibrio y fue en ese momento que vio el puño de aura roja venir sobre ella. Solo fue un segundo el que pasó para que ella se salvara por los pelos de un ataque tan peligroso y exabrupto como aquel, antes de reaparecer varios metros tras el joven. Sí, se había cansado de jugar y se había cabreado con la actitud inmadura de su oponente.

Ahora iría enserio.

Killua había observado todo en el más absoluto silencio, aunque la tensión que sentía no se podía comparar con el sentimiento de expectación y angustia que los demás espectadores experimentaban. Tal vez se debía al hecho de que la muchacha había salvado a su hermana, tal vez por eso se sentía en tal estado de angustia. Tal vez se debía a la culpa que sentía porque si no hubiera sido por Alluka, la pelirroja no hubiera recibido aquel golpe tan potente. Tal vez se debía a la arrogancia de su oponente. Sea cual sea la razón, sentía que la preocupación emergía y la rabia subía a borbotones. Admitía que estaba admirado del entrenamiento que la chica había llevado a cabo pues el golpe recibido podría haberla matado si hubiera sido cualquier otro, más no para un asesino entrenado. Y lo que vino a continuación lo dejó, si podía, más asombrado aún.

La pelirroja sacó de su cuello una cadena que tenía por dije una pequeña figura de una llave. Con la misma delicadeza con la que había visto que se movía, la tomó entre sus manos y la arrancó de su cuello, la cadena tintineando ante el rudo movimiento. Fue en ese momento que sintió su En y con eso, la ira y la sed de sangre que caracterizaba a los asesinos.

Sin dudas, sentir su En se comparaba en longitud al de su hermano Illumi pero se acercaba en intensidad a lo experimentado con Pitou, aun cuando fuera simplemente una octava parte de lo que el En de la quimera había demostrado aquella vez.

Y luego ocurrió lo inesperado.

Mientras la chica comenzó a avanzar hacia un Setsu paralizado y horrorizado, al sentir tal tipo de En, su cabello se oscureció al punto de ser la noche, al igual que sus ojos ambarinos. Y la llave antigua que tenía en la mano, rápidamente se materializó en una lanza partesana, elegante y mortal como lo era su usuaria quien la enarboló con una seriedad y una frialdad digna de una cazadora de listas negras.

-Vas a ver lo que le pasa a quienes son arrogantes con los demás.-anunció la pelirroja, acercándose más al joven quien, aún paralizado, no salía del horror en el que su mente se había sumido.

"Aún tienes fuerza para otro Hakai-tekina dageki" se dijo, recobrando un poco la compostura. Fue en ese momento en que, su cuerpo por inercia, se posicionó en combate y su brazo, acumulando la cantidad de nen que aún le quedaba, fue a parar en contra de la lanza, que en ese momento enarbolaba su rival. Kotori asestó el golpe, sonriendo maliciosamente y un segundo después, cuando el humo y el polvo por el nuevo choque pasaron, se escuchó un aullido doloroso que penetró la sala y dejó a los espectadores e incluso al mismo árbitro y a la animadora, atentos y consternados.

Setsu cayó al suelo en el mismo momento en que se encontraba con los ojos oscuros de la chica, que lo miraban desafiantes desde arriba. La gente había esperado ver sangre y miembros cortados luego que el humo había pasado, debido al grito que el rubio había proferido, pero cuál fue su sorpresa cuando no encontraron más que al mismo tirado en el suelo e inconsciente. La gente entonces, luego de salir de la conmoción inicial, comenzó a gritar eufóricos el nombre de la chica, avivando a la demás muchedumbre a hacer lo mismo. El árbitro se acercó hasta el joven y, luego de comprobar que estaba inconsciente y sin posibilidades de volver a pelear, dio terminado el enfrentamiento y a la pelirroja como ganadora.

-¡Y ahí lo tienen señoras y señores, el mejor espectáculo visto hasta ahora! Esta vez no vimos sangre en grandes cantidades como en el combate pasado pero si una gran destreza y habilidad de la mano de los dos retadores, aunque cabe destacar que, ¡nuestra súper estrella sigue siendo la invicta! ¡Con esta pelea, son once las ganadas consecutivamente para mantener su posición de ama del piso! ¡Woow!-anunció la animadora, subiendo al podio donde habían llevado a la pelirroja quien sonreía a la multitud pero en especial, a Alluka quien no paraba de gritar hurras y vivas por su onee-chan e incluso saltaba encima de su asiento, obligando a Killua a bajarla con una mirada seria cada diez segundos debido a las demás personas detrás de ellos.

-Kotori-san, nos impresiona que hayamos tenido el privilegio de ver otra de tus técnicas nen. Recordemos-dijo la mujer, mirando a la audiencia-que en la tercera pelea llevada a cabo entre ella y Matsura pudimos apreciar su habilidad favorita, el Bloodfire.-muchos gritaron con mayor algarabía aun, principalmente quienes habían seguido la mayoría de las peleas de la muchacha.-Dinos Kotori-san, ¿cómo se llama esta nueva habilidad? ¿De qué se trata?

Killua contempló con cierta gracia como la muchacha se sonrojaba ligeramente. Hacía un minuto parecía una máquina asesina y ahora se comportaba como una adolescente enamorada. Mujeres.

-Bueno... No quiero dar muchos detalles, sería como darle la ventaja al enemigo, ¿no crees?-acertó ella, sonriéndole a la mujer.- La técnica se llama Seigi No Ransu y consiste básicamente en... Cortar el nen.-finalizó con otra sonrisa que daba a entender que no quería responder más preguntas de ese tipo.

-Bien, gracias por tus respuestas Kotori-san. Quisiéramos saber si dedicas a alguien este merecido triunfo.

La pelirroja entonces dirigió sus ojos ambarinos hacia donde los hermanos Zoldyck estaban y le sonrió dulcemente a Alluka, que la observaba con los ojos brillantes de expectación. Su mirada se desvió entonces a los ojos azules de Killua que también la miraba con un dejo de complacencia que hizo sonrojar aún más las blancas mejillas de la chica. El chico no pasó por alto este gesto y sintió también sus mejillas arder, contrariado por lo que había hecho.

-Obviamente, les doy gracias a todos los que han venido combate tras combate a apoyarme. De verdad muchas gracias.-dijo, mirando a la multitud que prorrumpió en aplausos, realmente habían muchos fans de ella en medio de los demás.-Pero en el día de hoy, quiero darle especiales agradecimientos a mi pequeña hermana adoptiva Alluka, quien me ha apoyado durante este difícil combate e incluso a gritado desde las gradas por mí. También a su hermano Killua, que también a acudido a verme pelear. En serio, de verdad muchas gracias.-terminó de decir, haciendo una pequeña reverencia hacia ellos y el público estalló en aplausos y vítores, algunos enternecidos por las palabras de la pelirroja.

-¡Bien! ¡Con eso damos por concluido este onceavo encuentro! ¡Pueden ver la batalla completa en nuestro sitio web, damas y caballeros! Y sin más que decir, ¡despidamos con un fuerte aplauso a nuestra ganadora indiscutible, Kotori!

Y así, mientras la pelirroja bajaba del estrado y se encaminaba hacia su camerino, fue vitoreada y felicitada por la audiencia, estrechó manos y realizó saludos afectuosos al pasar por los más cercanos en las gradas, así como sonrisas y poses para las cámaras. Pero sin dudas, lo que inquietó su corazón y le hizo un nudo en el estómago, fue la mirada complaciente de cierto peli-plateado que la observaba irse y la sonrisa orgullosa de cierta pelinegra de ojos azules.

Sin dudas, hacía tiempo que no sentía algo así. Un sentimiento tan cálido, tan añorado, que casi se había olvidado de él. Después de tanto tiempo viviendo sola, se había olvidado de esa sensación rara de felicidad. De ese sentimiento tan familiar.