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de regreso a Nueva York
-Candy necesito que me hagas un enorme favor- dijo Albert terminando la cena después de un agitado día de trabajo
-claro Albert, si te puedo ayudar lo haré- respondió la rubia con una sonrisa ya que desde hacía un tiempo Candy se había convertido casi en la mano derecha de Albert sin dejar a George fuera del trabajo ya que este al conocer todo el movimiento de los negocios de los Andley era más un director o socio que un empleado más.
-gracias Candy- sonrió también- escucha, venderé la casa que tenía la abuela Elroy en Nueva York- Candy hizo una gran cara de sorpresa y siguió escuchando- ya está todo preparado- continuó Albert- George encontró un muy buen comprador y está todo arreglado, es solo que por el próximo viaje que haré me será imposible ir a cerrar el trato con el comprador y como verás George tampoco puede ir así que me preguntaba si tú podrías ir a Nueva York a entregar las llaves al comprador y a que firme el contrato de compra venta- expuso Albert sin hacer ninguna pausa.
Candy escuchó atenta todo que Albert había dicho, se le hacía raro que se fuera a vender alguna propiedad de los Andley, pero desde que Albert había tomado el control de la familia las cosas habían cambiado mucho. Por ejemplo, Neil había sido obligado por Albert y el propio padre de Neil a estudiar una carrera fuera de Chicago, alejado de todos en Washington. Elisa había tenido que elegir entre un convento y una carrera similar a la de Candy y con tal de no ser como la rubia prefirió meterse de novicia, pero claro está que no tenía vocación y una semana después de entrar la madre superiora le dijo "suerte en tu otra vida" así que no tuvo más remedio que comenzar a estudiar medicina y poco tiempo después se decidió por ayudar a los animales, algo que extrañó a toda la familia pero al menos los hermanos ya estaban haciendo algo de provecho.
Las asociaciones que ayudaba la familia cambiaron por ayudar en verdad a la gente, tanto a los trabajadores de la empresa de la familia, como a los hospitales con equipo médico de la más alta calidad, escuelas que necesitaban más que muebles y pintura decentes, orfelinatos y claro está el primero fue el Hogar de Pony que creció en poco tiempo y más personas ayudaban a la hermana María y la señorita Pony con el cuidado de los niños.
Eran tiempos diferentes y con una mentalidad diferente como la de Albert el cambio era mucho más notorio así que vender una propiedad que nadie ocupaba era un buen negocio.
-muy bien Albert, solo dime qué es lo que tengo que hacer específicamente y lo haré- aceptó la rubia la encomienda
-solo tienes que salir para Nueva York pasado mañana y al día siguiente a las tres de la tarde ir a la propiedad para que el nuevo dueño le dé un último vistazo y firme el contrato- respondió rápidamente
-¿pasado mañana? ¿Tan pronto?- se extrañó Candy-
- si Candy lo siento sé que últimamente has hecho mucho por mí y por la familia pero solo confió en George, en ti y en Archie es por eso que él está en Florida atendiendo otros negocios.
-está bien, pasado mañana me iré- dijo Candy después de escuchar a Albert- y no te preocupes por mí que me gusta ayudarte en tu trabajo
-gracias Candy, no sabes lo bueno que será esto- agradeció Albert dándole un fraternal abrazo
El día siguiente a esa noche Candy se encargó de preparar su maleta y tener dentro de ella el contrato que venía en un sobre completamente cerrado que Albert le dijo no sería necesario que lo revisara y que solo lo abriera hasta que el contrato fuera a ser firmado.
El día convenido Candy partió para Nueva York esperando que esa visita fuera mejor a la última que hizo esa cruda noche de invierno que aun al recordarla le estrujaba el corazón provocándole un dolor que con el tiempo lograra dominar, más nunca olvidar.
El camino fue tranquilo, ella llevaba un libro para tener con que entretenerse mientras llegaba. Con tal de no pensar en amargos recuerdos se olvidó de todo y se sumergió en su lectura, olvidándose de comer o tomar algo e incluso de dormir un poco para tener la energía suficiente durante el viaje.
Cuando éste llegó a su fin y tomó su maleta al bajar del tren no pudo evitar recordar cómo y por quién fue recibida la última vez y con una sonrisa salió de la estación. "recuerda los buenos momentos" se dijo mientras caminaba distraída por aquellas desconocidas calles.
Caminó por media hora sin rumbo fijo solo observaba la ciudad y lo hermosa que era hasta que recordó que tenía que hospedarse en algún lugar y preguntó a un transeúnte donde quedaba el hotel en el que ya tenía una reservación. La persona le indicó cómo llegar y cómo era el lugar. Candy le agradeció y siguió su rumbo.
Como una niña pequeña que no tiene nada que hacer en su camino encontró una pequeña piedra que fue pateando durante un par de calles entreteniéndose en algo por sencillo que fuera. Caminaba y pateaba la roca sin darse cuenta lo que pasaba a su alrededor cuando hizo una pausa al sentir que había chocado con algo o alguien. –Lo siento- dijo levantando la vista llevándose una inmensa sorpresa- ¡Terry!- dijo con una voz apenas audible antes de que la vista se le nublara y perdiera el conocimiento.
Terry igual de sorprendido al ver a Candy después de tanto tiempo reaccionó y tomó a la joven en sus brazos llamándola por su nombre y apodo en varias veces, pero Candy no respondía así que con cuidado la llevó hasta su auto al que se dirigía antes de chocar con ella y condujo hasta su casa donde por fortuna estaba su madre esperándolo para comer.
-Terry, ¿qué pasó?- preguntó alarmada al ver a su hijo con una rubia mujer en brazos
-se desmayó cuando choqué con ella- dijo con cara asustada- ayúdame- pidió entrando en su habitación para depositar a la joven inconsciente.
Eleanor llamó a un médico que llegó media hora después. En ese tiempo Terry no se separó de Candy y con ayuda de un poco de alcohol intentó reanimarla consiguiéndolo para que después de que reaccionara volviera a perder el conocimiento después de ver el rostro de Terry.
El médico la revisó y dijo que había sido por la falta de alimento y de sueño ya que la joven estaba en perfectas condiciones. –Lo mejor será que la dejen descansar y que cuando despierte reciba una buena comida y será todo- dijo el médico antes de irse.
Eleanor revisó la maleta de la joven y encontró su camisón. – Sal de aquí Terry- dijo con voz autoritaria-
-¿qué? ¿Por qué?- preguntó sin haber notado lo que hacía su madre
-voy a cambiarla de ropa para que esté cómoda- dijo señalando la pijama
-¡ah! Claro- dijo saliendo de la habitación para que su madre hiciera su trabajo.
Terry veló el sueño de Candy el resto de la tarde y la noche. Cada determinado tiempo entraba a ver a su inesperada visita que dormía tan tranquila abrazado la almohada. Se veía tan linda dormida que no pudo evitar sonreír y sentir mil y un cosas al pensar que pudo haber tenido a Candy a su lado desde mucho tiempo atrás.
Cuando la noche llegó Terry durmió en el sofá de la sala, un poco incómodo pero valía la pena, después de todo ¿cada cuánto se tiene la oportunidad de ver al amor de tu vida?
Candy dormía plácidamente en la cama. Dormía como tenía tiempo no lo hacía. Sin pesadillas o sueños tristes. Solo dormía descansando llena de tranquilidad.
A la mañana siguiente, nueve de la mañana para ser precisos Candy comenzó a moverse entre las sábanas de la cálida cama. Se estiró tanto como pudo y se frotó la cara para despertar por completo. "qué bien dormí" pensó mientras abría los ojos y…
-¡dónde estoy!- fue lo primero que pensó después de recorrer con la vista la habitación en la que estaba. Un armario enorme de madera fina, unos cuadros en la pared realmente hermosos, una puerta… dos puertas, seguramente una era la del baño y otra la entrada de la habitación- ¡Dios pero qué pasó!- se preguntaba comenzando a asustarse al darse cuenta que su maleta estaba cerrada sobre una silla frente a la cama y ella con su camisón puesto en una habitación desconocida. Estaba a punto de salir corriendo de aquel lugar en busca de explicaciones pero no fue necesario ya que mientras se enderezaba por completo de la cama, la puerta se abrió y entraba la persona a la que menos esperaba ver. Ahí parado con una sonrisa que podría desarmar a los ojos que la contemplaran y esos ojos azules que se comparaban con el cielo nocturno. Si estaba más alto no lo sabía, pero si se veía más imponente que la última vez que lo vio. ¿Más atractivo? ¿Era eso posible? Tal vez sí. ¿Más elegante? Podía ser, aunque seguía con ese porte de caballero inglés - ¿Terry?- preguntó después de segundos de mirarlo fijamente
-sí, pero no vayas a desmayarte otra vez- dijo éste entrando a la recamara
-¿qué…? ¿Qué fue lo que pasó?- preguntó cuando Terry se sentaba al pie de la cama
-pues, yo iba caminando muy tranquilamente por la calle rumbo a mi casa cuando una mona con pecas me empujó y al verme ¡se desmayó!- contó el joven con una sonrisa en el rostro
-¿en verdad?- preguntó confundida
-sí Candy. No sabía qué hacer y te traje aquí, a mi casa, llamé a un doctor y dijo que estabas muy cansada, que necesitabas comer y dormir bien-
Candy escuchó lo que Terry decía y después de recordar que si se había topado con él y de pronto todo se había vuelto borroso a su vista reparó en su ropa y poniéndose roja de vergüenza se levantó bruscamente apartando las sábanas de su cuerpo. Al poner los pies en el suelo e incorporarse se tambaleó un poco y Terry, actuando rápido la detuvo de no caerse.
-tranquila- le sonrió haciendo que se sentara de nuevo- necesitas recuperar energías y no has comido nada. Recuéstate y ahora te traigo algo para qué comas- la cubrió de nuevo con las sábanas y Candy solo se dejó dominar por él.
Cuando Terry salió de la recamara Candy aun no podía creer lo que le estaba pasando. "no puede ser. Estoy aquí en la casa de Terry, en... En su cama" pensó alarmada al reparar en donde estaba. Una traviesa sonrisa se dibujó en su rostro y con su mano acarició las sábanas y la almohada.
Minutos después Terry entró con una charola en las manos con un plato de fruta y una taza de té.
Candy estaba aún en la cama con sus codos apoyados en sus rodillas con los ojos cerrados, al escuchar la puerta los abrió y vio a Terry con una sonrisa en el rostro sosteniendo la charola
-aquí está tu desayuno de hoy.- dijo colocando la charola sobre la cama- "está hermosa, su rostro…no ha cambiado nada… sigue siendo aquella Pecosa de la que me enamoré. Aunque… vaya contradicción, digo que sigue siendo la misma, pero también se ve diferente, no sé qué sea… tal vez más hermosa, si es que eso es posible"- pensó mientras revisaba que nada cayera de la charola
-gracias- dijo Candy al ver la comida que sin dudar tomó el tenedor y comenzó a comer
-¿Y cómo has estado? Preguntó Él después de unos minutos de observarla con detenimiento y asegurarse que la mujer que tenía en frente era Candy, la chica Pecosa y divertida que conoció en el peor momento de su vida y que hizo su estancia en el Colegio mejor.
-¡Muy bien! Ahora ayudo a Albert con su trabajo- dijo después de tomar un poco de té
-con Albert ¿eh?- dijo con cierto celo
-sí, ahora que él es la cabeza de la familia Archie y yo lo ayudamos, dice que solo confía en nosotros para su "tarea"- le explicó Candy sin notar lo incomodo que era para Terry esa conversación que él había iniciado
-¿él y tú…?-
- siempre hemos sido como hermanos y eso no ha cambiado, y espero que no cambie- dijo Candy al entender el rumbo de la conversación- Terry solo sonrió aliviado - Terry… cuánto tiempo dormí…- preguntó después de ver la luz cruzar por la ventana
-pues toda la tarde de ayer y la noche- respondió Terry
-entonces estoy a tiempo- dijo tranquila
-¿a tiempo? ¿De qué?
-a las tres tengo una cita
-¡una cita!- exclamó asombrado- ¡vaya!
-no es lo que crees. Albert va a vender la casa que tiene en Nueva York y yo debo reunirme con la persona que la va a comprar- le explicó sonriendo por la expresión del joven
-menos mal- pensó Terry al ver a Candy a los ojos, y ¡qué ojos! Verdes, tan profundos que una persona podría perderse en ellos sin ningún pesar.
Candy terminó de comer en silencio solo una que otra vez levantaba la mirada que chocaba con la de Terry, quien no dejaba de verla.
-creo que lo mejor será que me vaya, no creo que a Susana le guste mucho que yo esté aquí- dijo con cierto pesar al recordar a la actriz
-Susana ya no está conmigo- dijo Terry de la manera más natural que pudo
-¿a no?
-no, ella… encontró otra mina de oro a la que fue a explotar- sonrió Terry pensando que de nada había servido que ellos dos se separaran
-lo siento, no sabía- dijo Candy intentando mostrar cierta preocupación pero a decir verdad muy en su interior le dio gusto saber que Terry era libre.
-descuida, supongo que tarde o temprano tenía que pasar. Supongo que se hartó de estar a mi lado. Una tarde, cuando iba a visitarla a su casa ella y su madre estaban preparando las maletas para irse no sé a dónde- explicó sin darle mucha importancia- ¿Terminaste?- preguntó al ponerse de pie para tomar la charola
-sí, gracias. ¿Te importa si uso tu baño?- preguntó procesando la información que Terry le dio sobre Susana.- "no puedo creer que después de lo que hicimos ella se comportara de esa manera"- pensaba
-claro que no. Es la puerta de allá- señaló la puerta que estaba cerca del armario
-gracias… y Terry… ¿Quién…?- señaló su ropa
-tranquila fue mi mamá, yo no tuve nada que ver con eso- aclaró al ver la cara de vergüenza que tenía la rubia
-quisiera agradecerle
-la veré en la tarde, si quieres puedes acompañarme a verla- ofreció rápidamente
-veremos- se puso de pie con cuidado para no volver a vacilar. Terry salió de la habitación y Candy tomó su ropa que estaba dentro de la maleta. Quince minutos después salió con un vestido rojo con blanco que entallaba perfectamente su figura.
-gracias Terry, no tengo con que pagarte lo que hiciste por mí.
-no tienes nada que agradecer pecas- sonrió queriendo abrazarla- ¿te puedo acompañar a dónde vas para estar seguro que no vuelvas a desmayarte?
-no creo que vuelva a suceder, no te preocupes.
Estuvieron discutiendo sobre este asunto por varios minutos hasta que se dieron cuenta que faltaba mucho para que dieran las tres de la tarde, entonces Terry persuadió a Candy para se quedara en su casa hasta una hora prudente para salir.
Las doce, la una, las dos… dos y media salieron juntos del departamento de Terry ya que curiosamente él también tenía una cita a esa hora.
-¿hacia dónde vas?- preguntó Terry
-al este- señaló la rubia y Terry sonrió triunfante
-¿lo ves? De todas maneras tenemos el mismo rumbo- se burló y Candy comprendió que no se separaría de Terry, al menos por ese día. Terry la llevó hasta su auto y condujo por las calles de la ciudad.
No tardaron mucho en llegar, durante el camino hacían comentarios al aire sobre sus vidas o sobre la ciudad haciendo de esos minutos muy agradables para ambos.
Aunque con cada palabra emitida por el otro, cada gesto, sonrisa y latido el otro se convencida cada vez más que no habían dejado de amar a la persona que tenían al lado.
Candy seguía amando a ese chico rebelde que la hacía rabiar en el Colegio, pero que también la hizo reír y divertirse en su estancia en esa escuela y también recordó como lloró sufriendo su primera separación pero algo en su interior le decía que ya no tenía que preocuparse por tristes recuerdos.
Por su parte Terry al oír la voz de Candy se sentía en las nubes, su voz era tan dulce que lo transportaba a sus años en el Colegio y a las veces que leyó sus cartas imaginando su voz diciendo cada palabra escrita. Claro que su mente no pudo olvidar las veces que los momentos no fueron tan felices, como las veces que peleaban, como aquella vez por el recuerdo de Anthony por mencionar una de las muchas peleas y como dejar de lado esas dos separaciones que al final los habían vuelto a unir.
Terry estacionó su auto una cuadra antes del lugar donde se dirigían. Rápidamente bajó y lo rodeó para ayudar a Candy.
- gracias- dijo ella apoyándose en la mano de Terry para bajar.
Candy revisó la dirección una vez más y comenzó a recorrer con la mirada las fachadas de las casas.
- creo que es hacia allá- señaló el joven y comenzaron a caminar.
-¿Dónde verás a tu madre?- preguntó Candy después de dar unos pasos.
- debería ser por aquí, me dijo que me encontraría en la calle y que iríamos juntos no sé a dónde.
Siguieron caminando por la calle del vecindario más rico de la ciudad. Las casas eran enormes y hermosas.
"aquí deberíamos vivir pecosa. Una de estas pudo haber sido nuestra casa, nuestro hogar" pensaba Terry mientras caminaban.
"y yo te vería partir cada día rumbo al trabajo y te esperaría cada tarde feliz de escuchar cómo habría sido tu día y yo te contaría el mío" pensaba Candy al ver las casas.
Una mujer vestida de rosa estaba frente a una de las casas más hermosas de todas las que habían visto al caminar. Una reja enorme que cercaba un gran jardín con las flores más bellas en su temporada floreciendo. Un camino de ladrillo que conducía a la puerta de la mansión. La puerta, las ventanas, las paredes, todo combinaba perfecto, era una casa de ensueño.
En ese momento los dos cayeron en cuenta que se dirigían al mismo lugar o al menos eso expresaron ya que era demasiada coincidencia que ambos fueran a la misma calle de la ciudad y a la misma hora.
-¿Crees que...?- pregunto Candy a medias
-eso parece- asintió Terry tomando del brazo a Candy para cruzar la calle y llegar hasta donde estaba precisamente Eleanor Baker.
-Terry- exclamo- Candy- añadió fingiendo sorpresa- ¡Que alegría verte! ¿Vienes a acompañar a Terry?- preguntó
- no de hecho vine a esta casa- señalo la mansión Andley
-¡Oh! No me digas que tú eres a quien compraré esta casa- preguntó con sorpresa muy bien representada mostrando lo buena actriz que era.
-eso parece- dijo la rubia- ¿Usted no sabía a quién compraba la casa?
- la verdad es que no. Yo solo supe que estaba en venta y me enamoré de ella. Contacté al señor Johnson quien me explicó que el dueño de la casa quería venderla ya que no la utilizaba nunca.
-usted habló con el asistente del señor Andley.
-¿En verdad? ¡Vaya! No puedo creerlo- sonrió a los dos- Terry no dices nada. ¿Qué te pasa?- preguntó su madre al ver el mutismo de su hijo.
-madre estás segura que no sabías a quien comprabas la casa- Preguntó Terry confundido
- ya les dije que no-se defendió la mujer un poco nerviosa
-dime que no viste eso- señalo la reja que tenía el escudo de la familia Andley
-es un lindo adorno- sonrió con inocencia
-es el escudo de los Andley- aclaro Candy también confundía
-¿En verdad? Vaya pues me llevo una sorpresa tras otra-
-madre necesito hablar contigo- dijo Terry seriamente imaginado lo que ocurría.
-está bien Terry. Pero te parece si lo hacemos mientras Candy nos muestra la casa porque con este calor sería muy incómodo seguir aquí afuera.- Entonces Candy buscó entre sus cosas las llaves de la casa y probando con algunas dio al fin con la indicada. La reja se abrió dando un leve rechinido.
-pasen por favor- les dio el paso y Eleanor entró contenta.
-después de ti- dijo Terry sosteniendo la reja para que Candy entrara. Así lo hizo y él siguió a las damas. Se detuvieron entonces en la segunda puerta y Candy nuevamente buscó la llave y la introdujo en la cerradura.
Al abrirse la puerta se observa la hermosa decoración del interior. Justo en frente de la puerta se veían las escaleras que conducían a la planta alta de la casa. El pasillo principal tenía dos conexiones a cada lado. Una llevaba al salón de baile que era verdaderamente enorme. Y otra conducía a una sala de estar casi con las mismas dimensiones.
Loa tres visitantes caminaron por la planta baja en silencio. Eleanor iba feliz al frente admirando el buen gusto de la decoración. "es perfecta" pensó mientras tocaba el primer escalón de los que conducían a la planta alta.
-Candy te gustaría mostrarme las habitaciones. Pidió cuando ya iba por el quinto escalón.
-lo siento pero no conozco la casa así que será mejor que ustedes la descubran por sí mismos. -Se excusó Candy retrocediendo unos cuantos pasos.
Entonces Terry subió los escalones y le dio alcance a su madre ya que ese era el momento justo para hablar a solas con ella.
Candy siguió explorando el primer piso. Las salas. La cocina. La Biblioteca. Un pequeño patio que llevaba al jardín. Y regresó al salón de baile donde se dispuso a esperar a sus clientes.
Terry seguía a su madre en silencio hasta que ella entró en una habitación y entonces comenzó a hablar
-a mí no me engañas Eleanor. Dime qué pretendes. - dijo con la voz más seria y fría que podía tener una persona.
-de qué hablas Terry. Dijo sin entender a su hijo mientras revisaba minuciosamente la habitación que era la principal.
-sabias perfectamente que esta casa es de la familia de Candy. Y apuesto a que sabias que ella era la persona que iba a venir. Por eso me pediste que viniera contigo ¿No?
Terry camino hasta donde estaba su madre y se paró frente a ella obligándola a verlo a los ojos.
-¿Lo hiciste a propósito? Dijo con cierto aire de esperanza y Eleanor no tuvo más que enfrentar la realidad. Se irguió mostrando su autoridad y le sostuvo la firme mirada a su hijo
-sí. Lo hice
-¿Por qué? ¿Por qué quisiste que volviera verla?
-porque sé cuánto la extrañas pero no tienes aun la seguridad de ir a buscarla y pedirle que esté a tu lado. Porque sé cuánto sufres por el recuerdo de esa noche que acabo con las ilusiones de ambos. Porque quiero que seas feliz al lado de la mujer a la que realmente amas y no a la que debías tu gratitud y según tú tu vida entera. Dijo firme.
Terry escuchó las palabras de su madre sabiendo que todas eran ciertas. No había día en que no pensara en aquel momento en que creyó que no volvería a ver a Candy y pensó que hubiera sido mejor no conocerla para evitar ese dolor que lo mataba por dentro.
Terry abrazó a su madre y la llenó de besos en el rostro. Estaba sin palabras y era la única manera de demostrarle a su mamá cuán agradecido estaba por lo que había hecho.
Eleanor reía y abrazaba a su hijo feliz hasta que la efusividad se calmó un poco.
-¿Y ahora?-preguntó el muchacho a su madre.
-ve con ella y dile lo que sientes y lo que ocurrió con Susana y como es que se fue. Tiene que saber todo para que no haya ninguna sombra que opaque su felicidad próxima. Terry asintió con una sonrisa en el rostro y bajó casi corriendo las escaleras a punto de tropezar en uno de los últimos peldaños.
La buscó en la sala de estar, y en el Comedor, hasta que llegó al salón de baile.
Candy contempló todo el lugar y le pareció hermoso. Cerró los ojos y con pequeños pasos de baile comenzó a rodear la estancia. Tarareaba el vals que tanto le gustaba y aun con los ojos cerrados colocó sus manos en el aire como si tuviera una pareja.
Al ver esto Terry sonrió y con cuidado se acercó a ella para ser esa pareja de baile. Colocó su mano izquierda en la fina cintura de la joven y con la derecha tomó la que mantenía más elevada.
Candy sobresaltada abrió los ojos solo para perderse en el azul de las pupilas de Terry. Sonrió y se aferró a él.
-te he extrañado mucho Candy. Desde que Susana se fue hace un par de meses quería ir a buscarte y pedirte que nos fuéramos lejos tú y yo para ser felices como debimos serlo hace mucho pero no tenía el valor de hacerlo. Creía que si te volvía a ver seria del brazo de otro hombre que hubiera ganado tu corazón. Del brazo de alguien al que amaras. Temía que me hubieras olvidado mientras yo no había podido hacerlo. Cada noche, cada mañana mi primer y último pensamiento siempre fue a ti deseando que algún día todo eso que te decía con el pensamiento te lo pudiera decir cada mañana al despertar a tu lado y cada noche al dormir a tu lado contigo entre mis brazos.
-Terry yo... Yo quería volver a verte. Quería volver a escuchar tu voz, ver tu rostro tal como lo hago ahora. Pero siempre me detuvo algo; creía que Susana estaba a tu lado tal vez siendo ya tu esposa, tu mujer. Cuando me enteré que ibas a casarte con ella, cuando anunciaron su compromiso sentí que iba a morir de pena y que entre tú y yo ya nada podría haber. Sé que es una contradicción ya que yo misma te pedí que te quedaras a su lado porque ella te necesitaba más que yo pero era todo mentira, no hay nadie en el mundo que te necesite más que yo, no hay nadie en el mundo que te ame más que yo. Yo también quería verte y cuando desperté hoy en la mañana tan cerca de ti supe que no podría separarme de ti una vez más. Mi corazón no resistirá un minuto más separada de ti.
-Candy te amo. Te amo y yo tampoco quiero separarme de ti un minuto más. Todo este tiempo fue una agonía. Creí que nunca volvería a verte porque no me atrevía a buscarte pero cuando te vi por la calle al momento en que chocamos todas mis esperanzas volvieron y supe que no debía dejarte ir de nuevo.
-no lo hagas Terry, no me dejes ir
-prométeme que no lo intentarás
-nunca más- sonrió ella mientras sus pies seguían moviéndose al ritmo de una música inexistente para sus oídos, pero no para sus corazones. Hasta que se detuvieron como aquella vez en Escocia, pero esta vez con más seguridad y deseo poco a poco se fueron fundiendo en un beso
Eleanor bajó las escaleras y se asomó al salón de baile donde estaba su hijo y Candy. Sonrió al ver aquella escena y escuchar algunas de las palabras que se decían. Satisfecha dejó la casa en silencio y cerró la puerta.
-¿cómo les fue?- preguntó la voz de un hombre que estaba apoyado junto a la puerta
-¡me asustó!- exclamó Eleanor sin borrar su sonrisa- pero todo salió bien, están juntos por fin
-cuanto me alegra, mi pequeña merece ser feliz al lado de la persona que ama- dijo Albert suspirando aliviado- ¿le parece si me acompaña a tomar un café y me cuenta cómo pasó todo?
-con gusto- aceptó Eleanor apoyándose del brazo que gentilmente Albert le ofrecía.
-debo admitir que cuando me llegó su carta contándome todo lo ocurrido con Susana y su propuesta dudé un poco en aceptar- le confió Albert después de unos minutos- pero al notar que Candy seguía enamorada de Terry no tuve más que hacerlo, por su bien.
-ya que somos honestos debo decir que pensé mucho en hacerlo o no. Cuando logré convencer a Susana que se fuera con el joven del que supuestamente se enamoró creí que con eso mi hijo comenzaría a ser feliz, pero estaba claro que no era así, por eso cuando me enteré quien era usted y la relación que tiene con Candy le envié esa carta pidiéndole que me ayudara a hacer feliz a mi hijo.
-fue lo mejor. Candy es una mujer muy fuerte y sabe sobreponerse a todas las dificultades que se le presenten pero con el amor no pudo hacer lo mismo. Supongo que Terry llegó a su corazón para quedarse por siempre- dijo Albert
- ¿sabe señor Andley? Su casa es hermosa- dijo la actriz después de terminar de hablar de su hijo y Candy
-gracias, ha sido de mi familia por varios años, lamentablemente ha estado en desuso por mucho tiempo-
-es una pena-
-espere… creo que usted y yo teníamos un contrato ¿no es cierto? ¿Le parece si continuamos con nuestras negociaciones?
-¡me encantaría!
-pues no se diga más. A usted le gusta la casa, yo se la vendo y todos felices- sonrió el rubio
-es muy bueno en los negocios, me ha convencido- estrecharon sus manos y al día siguiente comenzaron a ver todo lo necesario para la compra venta de la mansión.
En la casa Candy y Terry ya no sabían nada más que no fuera la persona que tenían en frente. Estuvieron un rato hablando sobre lo que había pasado en el tiempo en que estuvieron alejados. Hablaron de los cambios que habían sufrido los Leggan y Terry se burló a carcajadas sobre ellos, después de maldecirlos por intentar casar a Candy con la sabandija de Neil como Terry lo apodó desde ese momento.
Candy no podía creer que Susana se hubiera marchado sin más ni más del lado de Terry, aunque tenía que aceptar que eso la hacía feliz, así que no volvieron a tocar el tema por mucho tiempo.
-¿te gustaría vivir aquí en Nueva York, conmigo?
-será maravilloso- aceptó Candy sin dudar
-perfecto, prepararé todo para que comencemos una nueva vida juntos- dijo mientras la besaba dulcemente pensando en todo.
-solo espero que Albert no se enoje por que no estemos casados o algo parecido, a él no le importa mucho eso pero la familia es…difícil
-¿y quién dijo que no estaremos casados?-sonrió al colocarse frente a Candy y tomar su mano para besarla- Candy, ¿quieres ser mi esposa?
-sí Terry, si quiero- dijo tan emocionada que casi no podía hablar- Terry se acercó a ella y la beso en sus rosados labios aun un poco temblorosos por la emoción. Ella rodeo con sus brazos el cuerpo de Terry y correspondió ese beso lleno de amor y pasión.
-te amo- dijeron al unísono riendo mientras Terry con delicadeza levantaba a Candy del suelo para dar un par de giros sobre el piso del salón de baile.
