Los personajes de Katekyo Hitman Reborn! no me pertenecen.
Sin ti, sin mí.
Si Tsuna fuese realmente un buen luchador hubiese tirado la silla en la que se encontraba, corrido dirección a la pareja y quitar las garras de él que tenía apresado entre sus grandes dedos los hombros de ella.
Pero era él. Y era ella.
Curioso pensó en un intervalo de segundos cuando él subió la mano y acaricio la mejilla sonrosada de ella. La mujer le sonrió con cierta timidez pero profundo amor, una devoción que Tsuna creía que le pertenecía desde siempre, porque, ¿No era acaso que ella se enamoró de él la primera vez que le vio? Él le tomó la cara entre sus grandes manos, le miró con cierto cariño, con cierto miedo, con amor, aquel amor que Tsuna pensó que le pertenecía viniendo de los ojos de ella, pero ahora ellos dos estaban sumergidos nadando entre su cariño. Tomó una bocanada de aire y vio con desazón como él plantó un beso en la mejilla, seguido de otros muchos hasta llegar a su boca roja y besarle ahí.
Tsuna creyó que ella seria siempre la dispuesta a besarle, a consolarle en su tristeza, a apoyarle aunque doliera en su amor con Kyoko, pero ahora veía, sin siquiera creérselo, ella estaba avanzado, deshaciéndose de todo lo que sentía en su momento por él por aquel sujeto. Porque ahora ya no le amaba.
Curioso pensó de nuevo viendo la pareja, como ella se ponía de puntillas, envolvía con sus brazos delgados su cuello y reía contra su boca. ¿No era acaso ella la que dijo que seria su esposa en el futuro? ¿No era acaso ya el futuro ahora?
Relamió los labios cuando el sacerdote bendijo la unión. Tsuna se alzó el primero, aplaudió furiosamente, miró la pareja feliz y aplaudió con más frenesí, lastimándose las palmas, pero siguió aplaudiendo aunque doliera, aunque una parte egoísta y maliciosa dijera con voz cavernosa; puede que este casada contigo pero una vez ella me amó. Fui su primero.
Ella le miró durante unos segundos para después sonreír, cierta tristeza mezclado en sus ojos profundos, Tsuna bajo la mirada herido, dejó de aplaudir y tiró la silla. Era un luchador.
Se escucho el silencio, la recién casada miró con asombro pero Tsuna dio un paso, otro más, otro, y salió corriendo, su pecho ardía, dolía joder.
Curioso pensó por última vez volando por los cielos despejados de la ciudad; yo pensé que estaba enamorado de Kyoko. Pero fuiste tú.
Pero realmente, para cierta vergüenza de él, no era un buen luchador como para traerle de nuevo entre sus brazos.
