Capítulo 1

Shaka, el caballero de la sexta casa, se encontraba meditando en ella esperando la llegada de sus dos mejores discípulos. Los muchachos se presentaron a la hora concertada para recibir una lección en telequinesis y los tres bajaron hacia la casa de Aries porque como medida de seguridad, el día anterior Shaka había pedido a Mu que lo ayudara con los muchachos. La lección transcurrió sin percances y después de dar las gracias a Mu por su asistencia los tres Virgos bajaron al Coliseo para que los chicos compitieran con los otros caballeros de plata y bronce.
Shaka se sentó en un rincón algo apartado pero poco tiempo después el caballero de Leo se acercó a hablar con él:

—Buenos días, Shaka. Perdóname por interrumpirte, pero quería saber si vas a venir a la fiesta que he organizado para dentro de dos semanas.
—Buenos días, Aioria. Lo siento, pero no creo que sea una buena idea.
—Pero, ¿por qué no?, ¿vas a estar fuera del Santuario?
—No, amigo mío, por lo general no me siento cómodo en las fiestas.
—Estas haciéndote viejo antes de tiempo, chico —le comentó a modo de broma.

A Shaka no le hizo mucha gracia aquel comentario puesto que ya había oído esas y otras palabras similares infinidad de veces por boca tanto de Aioria como de otros caballeros con respecto a otros temas y por eso su rostro reflejaba un cierto enojo, que incrementó debido a que Aioria no quería darse por vencido y seguía intentando persuadirle como fuera.
—¿Acaso no crees que pasarás un buen rato? preguntó con un pequeño mohín de fastidio en su cara
—No se trata de eso, pero me acuerdo perfectamente de la última vez que salimos con Milo y Máscara de la Muerte a AtenasShaka pausó por un momento y añadió más ácidamente—. Todavía me duelen los oídos a causa del broncazo que Shion nos echó.

Shaka se estaba refiriendo a un incidente que ocurrió en noviembre cuando los cuatro caballeros obtuvieron unos días de permiso para celebrar el cumpleaños de Milo en Atenas. Antes de salir Shion les advirtió que debían mantener la discreción en todo momento y que no debían usar sus poderes a no ser que se tratara de un caso de extrema urgencia.

Al principio todo fue de perlas. El viaje a Atenas transcurrió sin problemas de ninguna clase y tuvieron la suerte de que la reencarnación de su diosa pusiera a su disposición un avión privado, un piso bastante espacioso en el centro de la ciudad y un chófer que se encargaría de llevarles a donde quisieran mientras estuvieran en la capital.
Los chicos salieron a cenar a un conocido restaurante y tras haberse puesto las botas, pues la comida que servían normalmente en aquel local era absolutamente deliciosa, Afrodita propuso que se fueran de marcha a una discoteca de moda. Shaka estuvo a punto de objetar pero a Milo le pareció una idea excelente y como era su cumpleaños, a regañadientes el rubio se dejó persuadir por sus colegas y accedió a acompañarlos.

Los cuatro chicos se fueron a la barra y pidieron una ronda de bebidas que pagó Milo. Aioria encontró una mesa lo suficientemente grande que no estaba usando nadie más en un rincón discreto del local; se sentaron y esperaron pacientemente a que les sirvieran. Como el camarero estaba tardando un poco en llegar con su pedido, Afrodita se disculpó con los otros tres y les dijo que se tenía que ausentar un momento para "empolvarse la nariz". El caballero de Piscis se levantó y se metió en el lavabo de caballeros.
Entonces fue cuando comenzó todo el embrollo que les acarreó una fuerte reprimenda por parte del Gran Patriarca.

Un hombre de unos treinta años que estaba bastante ebrio entró en el lavabo un par de minutos después de Afrodita y le sorprendió muchísimo el ver a una chica. El tipo creyó que todos sus cumpleaños, Navidades y Reyes le habían venido de golpe pues le pareció bellisíma y decidió lanzarse a conquistar a aquel bomboncito. El pobre desgraciado no sabía que en realidad aquella chica era un hombre tan hecho y derecho como él. Es más, iba en tal estado que ni tan siquiera se molesto en oír la modulación de su voz, ya que aunque Afrodita no tenía un vozarrón de machote como Aldebarán, su voz tenía un tono bastante más grave que el la de una mujer.

El sueco le dijo al tipo que hiciera el favor de dejarle en paz puesto que no estaba interesado. Su expresión denotaba molestia puesto que el borrachín estaba tratando de sobarle el trasero e hizo caso omiso a la terminación masculina del adjetivo. De hecho, el tipo le dijo una idiotez del estilo "¿qué hace una chica como tú en un sitio como éste?"; el pisciniano se giró bruscamente hasta encararse a aquel hombre y le llevó la mano a su entrepierna, diciéndole que de chica tenía muy poca cosa.

El borracho se llevó el mayor shock de su vida y al ver como Afrodita se partía de risa, se encolerizó y empezó a gritarle que era un media nena y un pervertido. Afrodita ignoró sus palabras y siguió riéndose mientras le daba la espalda para salir. El tipo, cuyos gritos anteriores atrajeron a sus cuatro amigotes que obviamente no sabían con quien se las estaban viendo, de lo contrario lo ocurrido a continuación no habría pasado.

—En vez de ignorarlos, los tres usasteis vuestros poderes contra aquel grupo de gamberros a pesar de que antes de irnos Shion específicamente nos advirtió que fuéramos discretos —le dijo Shaka a modo de reproche.

A Aioria no le hizo ninguna gracia que el virginiano sacara aquel antiguo tema a relucir pues la verdad era que él también se sentía algo avergonzado por su parte en el incidente pero le pareció algo injusto que Shaka hablara de una forma tan santimoniosa y por eso, ambos caballeros pasaron bastante rato discutiendo. Finalmente, Shaka se enfadó lo suficiente como para advertirle en un tono amenazante que lo dejara en paz. Aquella tonta discusión le había crispado los nervios y se marchó súbitamente hacia la sexta casa dejando a Aioria con la palabra en la boca.