-Doctora Berry, se la necesita en urgencias- se anunciaba por auto parlantes exaltando la incómoda pero más que necesaria siesta que me estaba tomando.

Ser interna en uno de los Hospitales más reconocidos y emblemáticos de Seattle no es algo fácil de llevar, mi vida era el hospital, mi cama y nuevamente el hospital. Hacía apenas 2 meses que había ingresado aquel lugar y era cada día más difícil.

-Berry, te están llamando no hagas que vuelva a despertarme- Santana Lopez mi compañera desde la universidad, y con el tiempo se había hecho una gran amiga, pero así y todo bastante insoportable.

sali corriendo hacia urgencias, mi doctora a cargo era demasiado exigente, y no podía volver a quedar mal. Después de pasar por mil obstáculos, vi a todo mi grupo ya reunido alrededor de una camilla.

Con mi último aliento di las zancadas que me faltaban para llegar y sin esperármelo una pierna se cruzo en el medio de mi camino dando como resultado una estrepitosa caída en el medio de la sala llamando la atención de todas las personas a mi alrededor.

-Berry se nos piensa unir o es que en realidad su verdadera vocación era la de payaso- La Dra Grey, mi doctora a cargo, la peor de todas, la pesadilla de todo interno fue tan contundente que temblé, y las risas de mis compañeros no tardaron en llegar, y con ellas la desesperación en mi menudo cuerpo.

-Yo, yo lo siento- pase caminando para colocarme al lado de una de mis compañeras.

-Looser- me susurró en el oído, era increíble el rechazo que nos teníamos mutuamente, desde el primer día que llegué al hospital la Dra Fabray, otra de las internas, había sido de lo más hostil y ofensiva conmigo.

Lo único que pude hacer ante aquello fue mirarla con la mayor seriedad posible, pero me respondió con su sonrisa de publicidad dental, y sentí ganas de arrancarle todos los dientes.

-¿Cómo han dado los análisis?- preguntó la doctora Grey. –¿Berry?- no porque a mi, yo no se nada del paciente ni de los análisis.

-Yo, no, no tengo los resultados-

-Los resultados han dado que los glóbulos blancos están por debajo de lo normal, eso nos puede decir dos cosas respecto a nuestro paciente, o es una anemia fuerte, o podemos estar hablando de algo más complicado como puede ser una infección interna que no se pueda observar a simple vista- definitivamente la odio, no sé porque a Santana le cae bien.

-Muchas gracias Dra Fabray, Dra Berry podría juntarse a estudiar con su compañera, si no ya sabe que dos de los estudiantes que estén por debajo del promedio son expulsados del programa- agache la cabeza porque la vergüenza y la ira corrían a extrema velocidad por mi cuerpo.

Por supuesto que fue la perfecta de Fabray quien gano la primer cirugía de todas, y no es que le tenga envidia, pero más allá de lo que parezca yo me esfuerzo, doy todo de mi, y soy muy buena, solo que el no poder dormir bien, estar en completa presión todo el tiempo, y sentir que estoy compitiendo todo el tiempo con algunos de mis amigos, hacía de mi desempeño mucho menor de lo que en realidad era.

Volví a mi rincón donde corría a esconderme cada vez que no tenía nada que hacer.

Para mi sorpresa no estaba desocupado en mi lugar estaba sentado Kurt Hummel, no tenía demasiada relación con él, no es que sea malo, pero desde el primer día que me vio se la paso criticando lo poco de ropa que se me podía ver usar en este ámbito, que las zapatillas anaranjadas ya no están a la moda, que la gorrita blanca para protegerme del frío ya no se usa, que los lentes de la vista estaban super out, no sé realmente que espera, porque la realidad es que no tengo dinero para zapatillas nuevas, que el frío que hace me congela el cuerpo entero, y lamentablemente mi vista no es la mejor de todas y tengo que usar lentes, así de simple.

-Kurt- fui cortante.

-Berry, me enteré de tu caída y de tu espectáculo delante de "medusa"- así le decíamos los internos a la doctora Grey.

-Si no quiero ni hablar de eso- me acomodé en la camilla de enfrente para ver si lograba dormir aunque sea unos minutos más.

-Es que ya todos saben que Quinn es la mejor de nuestra generación, yo que tu ni me gasto en esforzarme- estoy empezando a odiar a todos aquellos que hablan bien de la rubia modelito.

-Yo no creo que sea la mejor, recién estamos empezando, queda mucho por ver- le conteste completamente orgullosa, yo podría ser mucho mejor que Fabray.

-Ni en tus sueños Berry, ni te gastes mejor- esta vez no le conteste me acomodé en mi cama improvisada, y opte por cerrar los ojos.

La paz no me duró demasiado, la tablet que me entregaron el primer día donde estaban asentados todos mi pacientes comenzó a sonar, y eso solo quería decir una cosa, me necesitaban y en este caso en pediatría.

Volví a correr, pero esta vez con un poco más de tranquilidad pediatría era mi lugar, mi zona de confort y lo que mejor se me daba, solo esperaba no tener que estar ni con Fabray ni con Puckerman. Pero como mi suerte nunca era buena, hoy no iba a ser la excepción, a dos metros de llegar los vi a ambos hablando y riendo, mientras por el otro extremo y a la misma velocidad que yo llegaba Santana.

-Bueno ahora que están todos, les voy a explicar una sola vez de que constará su servicio conmigo- para mi sorpresa no era la Dra Robbins quien estaba a cargo, sino que era el Dr Karev. –Estarán en pruebas y los tres mejores pasaran un día entero conmigo, de esos tres solo uno ingresará conmigo y la Dra Robbins a una cirugía de alto impacto- los cinco que estábamos ahí nos miramos ya entrando en competencia, definitivamente la que menos miedo infundía era yo, y el Dr Puckerman.

-Bien Fabray, y Berry, acompáñenme- definitivamente la vida está en contra mío. –Los demás realicen lo que crean necesario, el que se equivoque queda automáticamente afuera- mientras caminábamos siguiéndolo, soltó la primera pregunta.

-Fabray, que me puede decir de los pacientes oncológicos menores de 4 años- yo sabía muy bien esa respuesta, cruce los dedos en mi espalda rogando porque Quinn se equivoque.

Pero como era de esperarse ella respondió perfectamente y casi que dio cátedra de una respuesta completamente simple.

-Bien y tu Berry, ¿puedes agregar algo más?-

-No creo que sea necesario, Fabray ya dijo todo lo que se podría tener en cuenta- Karev solo me miro y no dijo nada.

-Bien como saben, no pueden dejar que el paciente se duerma, así que queda a su cargo por las siguientes tres horas, ninguna de las dos puede abandonar el lugar y no me importa si se les está muriendo su propia madre- fue lo último que dijo antes de dejarnos a las dos con un pequeño de 1 año, que sufría de un tumor cerebral.

Veía como Quinn me ignoró completamente y fue directamente a tomar en brazos al pequeño.

-Hola chiquitin, sabes no puedes dormir, y tendrás que entretenerte- le hablaba tan dulcemente que por un momento me olvide lo odiosa que era, veía como jugaba con el niño, le cantaba, lo arrullaba, y yo seguía inmóvil observando la escena. –Ves peque- Quinn había inflado uno de nuestros guantes y se lo daba al bebé que estaba embobado con ella, tanto como yo. –Esto es un conejito- sus ojos se clavaron en los míos y por un segundo creo que me estaba sonriendo, hasta que tuvo que volver a abrir la boca. –Y eso que ves allá- me señalo directamente –Es un tucán, ya sabes, esos pájaros narigones- su risa se coló en mis huesos y no pude hacer otra cosa más que mirarla seria. –Berry es que no tienes lengua, ni una broma se te puede hacer-

-No entiendo tu forma de bromear, siempre me agarras de punto y te me ríes, ¿te hice algo, Para que seas así conmigo?- ni se para que le pregunto, si no me interesa para nada, o eso quiero creer.

-Hay Berry, no sé porque eres tan intensa, soy contigo como soy con todo el mundo, solo que tú te lo tomas a la tremenda- y me dio vuelta la cara para seguir jugando con el niño.

Estaba a punto de contestarle que conmigo ni se le ocurra volver a bromear de esa manera cuando ingresó la Dra Robbins a la habitación.

-¿Cómo está el bebe más lindo del hospital?- nos ignoró a ambas y habló directamente con el pequeño, que solo se estiró en los brazos de Fabray para pasar a los de Arizona.

-Dras, no las necesitamos más aquí, vayan a hacer algo más productivo- miré a Fabray recordando las palabras del Dr Karev, pero la rubia que tenía por compañera solo le sonrió coquetamente a la Dr asintiendo.

-Disculpe Dra Robbins, pero el Dr Karev nos pidió que no dejemos la habitación bajo ningún punto- le dije seriamente.

-No recuerdo bien tu nombre, pero como sea que te llames, yo mando por encima de Alex, así que si yo ordeno que dejes la habitación, lo haces sin más, ¿ok?- odiaba este trato de los Doctores a cargo, no se que se creían.

-Yo, yo, lo siento- no supe decir otra cosa. –Y mi nombre es Rachel Berry- atiné a contestar.

-Muy bien Berry, deje la habitación, usted también Dra Fabray- odié que se supiera su nombre y a ella si la llame doctora.

Dejamos la habitación las dos juntas, yo estaba seria como nunca mientras ella seguía luciendo su sonrisa de publicidad dental.

-Tucán, no te lo tomes tan a la tremenda, has algo bien y se aprenderán tu nombre- algo bastante horrible iba naciendo en mi interior a cada palabra de ella.

-Ya córtala, no sé qué es lo que te crees, con tu sonrisita perfecta, tus ojitos brillantes, y tu cuerpo descomunal, aquí soy tan doctora como tú, así que respétame- lo dije bien en serio, pero ella solo se reía descostilladamente.

-Berry, me hubieras dicho que te gustaba y hubiera sido todo mucho más simple, aunque los tucán no son mi tipo, por ahí hago una excepción- la miré completamente confundida y aturdida, de qué diablos hablaba.

-Yo, yo nunca te dije eso-

-Ya Berry, que te gusten las mujeres no es ningún pecado, ya decía yo que debajo de esos anteojos se escondía un pastelito glaseado- y la vi desaparecer sonriendo.

No puedo creer lo que es esta mujer, a mi no me gustan las mujeres, o al menos nunca lo han hecho, es tan agrandada que no le cabe en la cabeza que me caiga mal, y solamente eso, sin intenciones ocultas. La detesto.

Realmente no sabía porque era tan divertido molestar a Berry, la única excusa que podía encontrar para ser así con ella, es que hasta ahora ella es la única que no se ríe de mis bromas, y le molestan, y aunque sí me parece un poco intensa y demasiada seria, no tengo mucho más que decir, o si, es un poco, como definirlo, tímida, tal vez es por eso que siempre termina última en la clase, porque no se anima, o tal vez me equivoco y no sabe nada, bueno no lo sé.

A lo lejos pude ver al pesado de Puck, desde que nos conocimos no para de querer llevarme a la cama, pero no puedo negar que se me hace divertido verlo rogar y arrastrarse un poco, si supiera que no tiene ni la más mínima chance.

-Fabray- me giro al escuchar mi nombre.

-Doctor Sheapeard, dígame- es a él a quien debo cautivar, y no románticamente hablando, sino como doctora, mi sueño es ser neurocirujana, y aunque ahora me ha tocado estar a servicio de su esposa, es a él a quien debo apuntar, lo tengo muy en claro.

-¿Con quién está trabajando hoy?- es simpático y serio a la vez, he escuchado tanto sobre este hombre, que realmente ya ni sé que creer.

-Con la doctora Grey, y algunas cosas a servicio de Karev- si por algo me gustó este programa era porque es variado, en un solo día podías pasar de niños pequeños a un hombre con un balazo en la cabeza, y no es que sea morbosa, es mi vocación.

-Ok, ven conmigo- mentalmente salté de felicidad, pero mi expresión fue profesional, solo asentí y comencé a seguirlo por el hospital.

En el camino nos cruzamos con Santana que también se nos unió, y por último fue Hummel, no puedo decir casi nada de ellos, solo que López es más lesbiana que Ellen, y que Kurt es más Gay que Ricky Martin, me río internamente de mi elocuencia, hay veces que pienso que me equivoque de vocación, debería de haber sido comediante, podría usar todas las cosas de mierda que me han pasado en la vida y convertirla en una de las mejores comedias, la voz de Santana me trajo a la realidad.

-Fabray, ¿a que hora sales hoy?- me susurró para que no escuchen los otros dos.

-Si no pasa nada que cambie mis planes cuando termine la cirugía con Grey- me mofe un poco de ella, fui la mejor con Meredith y me gané ese lugar, si soy muy orgullosa, y según mi hermana menor demasiado soberbia, pero no me interesa, todo lo que he conseguido ha sido a fuerza de voluntad, y mucho esfuerzo.

-Ha, y ¿a qué hora supones que terminaras con eso?- hizo como que si no le importaba que se le haya robado prácticamente de las manos.

-Es solo una apendicitis, así que en una hora como exagerado-

-Ok te espero en el bar de la esquina, y rompemos la noche- se que si no es conmigo no debe de tener con quien salir, o al menos las demás internas no parecen muy divertidas, digamos que Berry no ha de conocer ni la luna, Jones se me hace que se le da la onda del rap, y Cohen Chang se la ha de pasar mirando crepúsculo, bueno la única que podría zafar es Brittany pero tampoco podría asegurarlo porque hoy se la pasó hablando de unicornios, ahora que lo pienso, menudo grupo de locos me ha tocado.

-He, si no lo sé, pero igual podrías preguntarle a alguien más, por las dudas- no me gusta decirle que si de una, aparte porque quiero saber quién sería su plan "b".

-Si ya le dije a Rachel, y también se una- de verdad Berry dijo que sí.

-No me jodas que Berry ha probado el alcohol- me río, a todo esto seguíamos caminando por el hospital detrás de Sheapeard y susurrando.

-¿Rachel?- me pregunta como desconcertada, ya veo que tucán me sorprende y todo.

-Si Berry-

-Si ha probado el alcohol y por más que parezca un poco lerda no es así, fue la mejor de nuestra clase, y nunca ha descuidado su vida social- noté que Santana la defendió con bastante énfasis y caí en la cuenta que son mejores amigas.

-Lo siento no quise sonar así- es que de verdad que me arrepiento, pero es que con López puedo hablar así, porque es bastante parecida a mí en varias cosas.

-Todo bien, pero que Rachel todavía no se haya adaptado no significa que no sepa lo que hace-

-Hey tranquila yo nunca cuestioné sus habilidades profesionales, solo me sorprende que quiera salir a tomar algo- me defendí.

-Es solo lo que aparenta, pero una vez que entre en confianza no es tan aburrida como parece- y eso fue la última palabra que cruzamos.

Silenciosamente ingresamos a un laboratorio y con cautela fuimos tomando asiento donde Sheapeard nos iba indicando.

-Bien yo sé que esto no es lo que más les gustaría estar haciendo, pero según sus solicitudes en el programa su ambición era la de ser neurocirujano, y como los tres estaban haciendo nada, me pareció buena idea que comiencen a practicar- yo mire lo que tenía delante de mí, y cuando vi una banana y un bisturí ya me imagine lo que se venía a continuación.

-¿Qué se supone que tengo que hacer con este plátano?- me reí por dentro porque lo que se me ocurrió contestarte a Hummel no era muy apropiado para que lo escuche mi futuro mentor. "Métetela en el culo" gritó mi inconsciente. Y la sonrisa se me escapó.

-Dra Fabray- me miró serio. –Ya que sonríe imagino que sabrá para que está la banana delante suyo ¿no?- seguro que para metérmela donde pensé que lo haría Hummel no, pensé.

-Bueno imagino que será para practicar nuestro pulso, la cascara de banana tiene un grosor muy similar al de la corteza cerebral, si logramos cortar la cáscara sin perforar el plátano se podría decir que no lastimaremos a nuestro paciente- conteste con completa suficiencia, esto me lo sabía de memoria, y lo había practicado mil veces por voluntad propia, de verdad que no estaba para estas cosas.

-Muy bien Fabray, ahora doctor Hummel ¿quiere ser el primero en probar?- vi como Kurt tembló entero, y en el primer intento falló.

-Dra López, usted sigue- Santana fue muy diferente, tomo el bisturí con completa confianza pero su fuerza le fallo y también perforó el plátano. Al fin años de práctica me iban a servir para algo.

-Dra Fabray, su turno- podría realizar esta tarea con los ojos cerrados, desde que comencé a estudiar medicina me incliné por la neurocirugía en realidad mucho antes de comenzar la universidad, tomé el bisturí use la fuerza justa, y como arte de magia abrí la cascara sin siquiera ensuciar el instrumento filoso. De reojo pude ver la cara de indignación de Santana, y de celos de Kurt.

-Muy bien Dra- solo sonreí. –Ustedes dos se quedan practicando hasta que el pulso y la fuerza no les falle, por otro lado, Fabray puede ir a realizar otro servicio- sin decir una palabra más me gire y salí del laboratorio.

La hora para realizar mi primera cirugía al fin se acercaba, aún no había decidido se iría o no al Bar con Santana y Berry, es algo que decidiré luego.

Cuando pasé por la habitación del pequeño que había estado cuidando más temprano, me la topé a Berry espiando por la pequeña ventana.

-Berry, ¿qué haces ahí?- le susurre, exaltándola un poco.

-Shhhh, que no quiero que la Dra Robbins se dé cuenta- esta mujer está loca.

-Pero ¿qué es lo que haces espiándola?- volví a insistir

-Es que no quiero que venga Karev y se dé cuenta de que dejamos la habitación- sonreí sin saña esta vez, es como que me causó un poco de ternura, está tan preocupada por mejorar que no puede quedarse tranquila, y por primera vez quise tratarla un poco mejor.

-Rachel, no pasará nada, si Robbins nos hizo salir, es porque ella no dejará al niño- su cara fue de sorpresa, nunca la había tratado bien, y no es porque sea mala, sino que se me hace más divertido y entretenido molestarla.

-Yo lo sé, pero por las dudas-

-Ok, cualquier cosa me avisas, iré a ver si puedo descansar un poco- me giré para buscar algún lugar donde tirarme un poco, hacía más de 28 horas que estaba en el hospital, y tan solo en una hora era la cirugía.

-Hey Fabray- escuche la voz de Berry a mi espalda.

-Dime- me voltee para mirarla.

-Éxitos en la cirugía, luego me cuentas en el bar-