Yo no valgo para esto


Capítulo 1: cosas de la Navidad


Once de la noche.

La mayoría de los edificios de la zona estaban en silencio y con las luces apagadas. Pero no todos.

A través de una ventana cubierta por una cortina rosa semitransparente se vislumbraba la luz de una lámpara encendida, y en el interior se oían las voces de una conversación.

Tres chicas se encontraban en el suelo de la habitación, sentadas sobre una alfombra mullida. Estaban en pijama y charlaban animadamente, riéndose de vez en cuando.

Una de ellas, que tenía el pelo rubio platino y los ojos muy azules, se levantó del suelo y se dirigió a la mesita de noche, abriendo un cajón y hurgando en él.

-Atención, chicas-anunció la rubia con tono alegre-¡Es la hora de los esmaltes!

Las otras dos chicas dejaron de hablar y la miraron.

-¿No se llamaba "el rito de los esmaltes", Ino?-preguntó la que tenía el pelo rosa chicle, poniendo los ojos en blanco. La que estaba en el suelo con ella la miró y asintió, confirmando sus palabras.

-"La hora de los esmaltes" suena más profesional-replicó Ino frunciendo el ceño.

-Si tú lo dices…-le concedió la pelirrosa.

-Muchas gracias, Sakura. Y ahora, vamos a lo importante.

Ino cerró el cajón y volvió a sentarse con las otras dos chicas sosteniendo varios frasquitos de colores en la mano.

-¿Quién quiere ir primero?

-Yooop-dijo Sakura, extendiendo la mano hacia delante.

-Vale. ¿Rosa o rojo?

-Hum, hoy me siento bipolar, ¡los dos!
-Sakura, "rosa con rojo, puñetazo en el ojo", ¿recuerdas?- preguntó Ino con cara de fastidio.

-Lo sé. Esque me encanta torturarte. Rosa.

-Ino suspiró y tomó la mano de Sakura, desenroscó la tapa de uno de los frasquitos, y con el pincelito que tenía en el otro extremo empezó a pintarle las uñas.

Cuando ya llevaba siete dedos, la rubia empezó a improvisar una pequeña poesía, como siempre que se reunía con sus dos amigas en una fiesta de pijamas:

-Rosa como la flor de cerezo para Sakura…

Que, además de tener la frente grande, tiene la cabeza muy dura.

-Ino, no te doy una colleja porque todavía se me tiene que secar el esmalte de las uñas- dijo la pelirrosa con notable irritación.

-A mí también me encanta torturarte, cielo. ¿Puedo ir ahora yo?

Las otras dos chicas asintieron.

-Muuuy bien-Ino movió los dedos sobre los frasquitos, indecisa. Al final cogió el azul oscuro y empezó a canturrear:

-Yo cojo el azul, mi color: con él en las discos suelo arrasar,

Y hasta a tres tíos en una noche me suelo foll…

-Es suficiente, Ino-la cortó Sakura de modo tajante-. Puedes herir la sensibilidad de Hinata.

La tercera chica, que no había intervenido todavía en aquella conversación, se ruborizó un poco y giró la cabeza para mirar a la pelirrosa.

Incluso alguien que no la conociera de nada habría adivinado en seguida su personalidad.

Su pelo largo y brillante, que le cubría la frente con un poblado flequillo, le daba un aspecto tranquilo e introvertido. Su piel nívea se ruborizaba con facilidad, delatando a menudo sus emociones. Y sus ojos grises perlado, que no solían cruzarse con los de otras personas porque lo evitaban a toda costa, confirmaban lo que se notaba a primera vista: aquella chica era buena y mable y muy, muy tímida.

-No pasa nada, Sakura-chan- habló la joven mirando a su amiga, tratando de apaciguarla- ya estoy acostumbrada.

-Cierto, los versitos guarros de Ino ya son como de la familia –confirmó la pelirrosa.

-¡Soy una poetisa incomprendida!- suspiró con fingida tristeza la aludida. Terminó de pintarse la mano derecha y acto seguido se la colocó en la frente con gesto teatral.- Qué desgraciadita soy, ayayay…

-¿Has dicho "desagraciada"? Pues sí, lamento comunicártelo, pero lo eres- dijo Sakura mordazmente.

-¡Calla, frentuda-chan!-dijo Ino entre sus propias carcajadas y las de las otras dos pellizcando cariñosamente a Sakura, que la tiró de los mofletes, roja como un tomate de la risa.

Cuando las tres se calmaron, la rubia volvió a hablar:

-Bueno, yo ya he acabado. ¡Te toca, Hinata! ¿Qué color quieres?

-Sorpréndeme- dijo la morena esbozando una sonrisa.

De nuevo, los ágiles dedos de Ino tantearon entre los frascos y pilló uno al azar.

-¡Ajá! ¡Blanco!- dijo triunfal.

Hinata se ruborizó y extendió la mano sonriente.

La otra empezó a pintarle las uñas, ideando una nueva rima:

-Es el blanco de Hinata, puro como es ella,

Con los ojos perlados y bonitos labios color grosella.

Envidiada por las mujeres, por los hombres deseada,

¿Quién será el afortunado que le quite su cualidad más preciada?

-¡Ino!-volvió a saltar indignada Sakura con un tono de reproche que le podría haber dado un susto al miedo.

-¡Esta vez no he dicho ninguna palabra malsonante!-se defendió la aludida.

-¡Desde luego, sería mejor que lo que has dicho!-contraatacó la pelirrosa.

Hinata dio final a la discusión:

-No pasa nada, Sakura-chan. ¡Es cierto que soy virgen!
-Ésa no es la cuestión…-murmuró Sakura, fastidiada porque su amiga no le diese importancia a lo que acababa de decir Ino.

-Aun así…Espero no haberte molestado, Hinata- se disculpó la rubia un poco avergonzada.

-No importa, de verdad- repitió la morena tranquilizadoramente.

Ino le echó una sonrisa de disculpa, recogió los frasquitos de esmalte y se levantó para devolverlos al cajón. Luego volvió a sentarse con sus amigas.

Permanecieron un rato sin hablar. Al final, Ino rompió el silencio:

-Pero esque… de verdad que no lo entiendo…

-¡Déjalo ya, Ino!

-¿Cómo una chica tan guapa como Hinata no se ha ni liado con un chico?

-Yo no soy guapa-murmuró Hinata.

-Y déjalo ya tú también, Hinata. ¿Cómo puedes considerarte fea?¿ Esque no recuerdas los piropos que te echaban los chicos cuando estábamos en secundaria?

-Sólo lo hacían para burlarse de mí- dijo la chica frunciendo el ceño con tristeza.

-¡Te lo decían porque les gustabas!- exclamó Sakura exasperada.

-Tienes muy buen tipo, Hinata- intervino Ino mientras mordisqueaba una esquinita de su almohada, que tenía apoyada en el regazo-. Ya quisiera yo esas tetas.

-¡Estás loca, Ino-chan! Siempre me han resultado incómodas.

- Y los ojos muy bonitos- añadió Sakura.

-¡Los ojos son las tetas de la cara!- corroboró Ino alegremente.

-Ino, sabes que te queremos tal y como eres, pero yo de ti haría un esfuerzo por mejorar ese vocabulario- aconsejó la pelirrosa.

-Soy de naturaleza liberal- replicó la rubia a modo de disculpa.

-¿Y si nos dormimos ya?- intervino Hinata tímidamente, queriendo evitar una nueva riña entre sus amigas.

-Cierto…No mola nada tener ojeras en las tetas de la cara.

-Tus tetas de la cara ya están bastante mal aun sin ojeras…

-¡Buenas noches, chicas!

Así pues, Sakura e Hinata se metieron dentro de la cama de la morena (el piso era de Ino y ella; Sakura vivía en un bloque de edificios perteneciente a la compañía donde trabajaba) y la rubia se repantingó sobre la suya.

-Good night, dears.

-Buenas noches.

-Buenas noches…

Tras decir eso, Hinata apagó la luz y ella y sus amigas se fueron quedando dormidas poco a poco.

La mañana siguiente amaneció fría y nevada.

Así pues, las tres chicas se aseguraron de abrigarse bien antes de salir de casa; Sakura se fue camino de su trabajo y la rubia y la morena al centro comercial para hacer las compras de los regalos de año nuevo.

-Espero que Sakura- chan tenga tiempo para comprar todo lo que necesita…-musitó Hinata preocupada mientras las puertas del edificio se abrían para dejarlas pasar.

-Nah, no te preocupes, recuerda que fue ella quien nos insistió para que fuéramos hoy- dijo Ino mirando de un lado a otro del pasillo buscando la tienda de su marca favorita-. Además, así podrá elegir tranquila la lencería roja con al que empezar el año nuevo.

Hinata se ruborizó al imaginarse a su amiga en esa situación; al fin y al cabo, no era la clase de chica que tendía imaginarse a la gente en esas situaciones (a diferencia de Ino).

Anduvieron un rato por arriba y por abajo del edificio; al final de la mañana, sus compras se habían reducido únicamente a varias bolsas de ropa.

Se apañaron para meterlo todo en una bolsa extragrande y aprovecharon para ver una película en el cine del sitio, pero no antes de haber comido en un restaurante de comida asiática.

Finalmente compraron los regalos de año nuevo (aunque ninguna de las dos recordase a esas alturas que era lo que habían venido a hacer).

Ya sobre las seis de la tarde, pararon a descansar en una cafetería, cansadas y con dos bolsas enormes que a primera vista parecían ligeras y mullidas, pero que en realidad pesaban lo menos diez kilos cada una.

-A esto lo llamo yo "síndrome consumista"- dijo Ino satisfecha.

-Ya ves…

Entonces la rubia apartó los ojos de Hinata y fijó la vista en algo que quedaba a espaldas de su amiga.

-¿Sabes lo que veo? Veo dos tíos buenísimos detrás tuya, cielo- dijo Ino con un brillo lascivo en la mirada.

Hinata se giró y lanzó una mirada discreta a la mesa que estaba a su espalda.

En ella había dos chicos que debían de ser algo más mayores que ellas. Uno era muy blanco, de ojos y pelo negro mate, que parecía estar mirando a su vez a Ino; y el otro era rubio, tenía los ojos azules y miraba a su amigo con una sonrisa divertida.

Hinata volvió a mirar de frente a la rubia y bajó los ojos a su café: lo de ligar no había ido nunca con ella; además, la mirada penetrante del moreno la intimidaba, a pesar de que era a su amiga a quien iba dirigida.

Al cabo de un rato, el móvil de Hinata lanzó dos pitidos lacónicamente. La morena se lo sacó del bolsillo del pantalón y miró la pantalla.

-Es un mensaje de Sakura-chan- anunció.

-¿Qué quiere ahora la petarda esa?- preguntó Ino sin apartar los ojos del chico moreno.

-¡Ino-chan! Hoy venía otra vez a dormir con nosotras. Dice que saldrá del trabajo en quince minutos. Tenemos que ir a casa a prepararnos.

-Maldito sea nuestro espíritu navideño- rezongó Ino empezando a levantarse de la silla-. Está bien, vamos.

Hinata esbozó una sonrisa. Aunque ni Ino ni Sakura lo reconocían, su vínculo entre ellas era tan fuerte como el que tenían con Hinata (con la diferencia de que la rubia y la pelirrosa se peleaban continuamente).

Pagaron, y apenas habían dado dos pasos fuera del establecimiento, cuando una voz las sorprendió a sus espaldas:

-Creo que os dejáis esto.

Las chicas se giraron para ver quién había dicho eso, y ahí estaban de nuevo los dos chicos de antes. El moreno sostenía una de las bolsas de las chicas en alto, así que debía de ser el que había hablado.

Hinata miró de soslayo su mano derecha, en la cual sujetaba la bolsa restante, y luego a Ino, que le devolvió la mirada.

-Ino-chan, esa bolsa te tocaba cargarla a ti.

-¡Vaya! Es verdad, se me había olvidado dentro- la rubia avanzó sonriente un par de pasos en dirección al moreno y cogió el objeto, rozando los dedos del chico-. Gracias, guapo.

-Me llamo Sai- sonrió el aludido.

-Yo soy Ino- la chica se tambaleó un poco por el desequilibrio que le producía la bolsa-. ¡Dios, cómo pesa esto!

-Yo te ayudo a llevarlo- se ofreció Sai, volviendo a tenderle la mano.

-Oh, muchas gracias, pero no hace falta. Nosotras nos íbamos ya…Aunque me fastidia que no puedas ayudarme-dijo Ino poniendo morritos.

-Nosotros dos también nos íbamos ya- dijo Sai sonriendo de nuevo-¿A qué salida vais?

-A la principal.

-Perfecto. Igual que nosotros. Déjame que te lleve la bolsa.

-¿Cómo sé que no quieres robarme?- preguntó Ino con una sonrisa traviesa.

-Siento debilidad por las rubias guapas…Pero no por sus compras, precisamente.

-¿Entonces por qué?- Ino se iba acercando cada vez más a Sai.

-¿De verdad quieres saberlo?

-Si con eso consigo que estés hasta la salida hablando conmigo, vale.

-Trato hecho.

-¡Vamos, entonces!-dijo Ino alegremente. Se giró entonces hacia Hinata-. Hinata-chan, ¿no te importa, verdad?- le preguntó en voz baja.

-Para nada, Ino-chan. Ya sabes que a mí estas cosas no me van.

-De todos, modos, el rubio también es un pivón. Deberías entrarle.

-Que no, pesada.

-Sólo te lo estaba sugiriendo, es una lástima que no aproveches tus encantos. Me adelanto con Sai, ¿vale?

Hinata asintió con la cabeza y vio cómo su amiga volvía a pegarse a Sai. Al parecer, él también había estado hablando con su amigo rubio.

Así pues, Ino y el moreno se empezaron a dirigir a la salida charlando animadamente, y el rubio e Hinata se quedaron unos pasos por detrás.

La morena le miró por el rabillo del ojo. El chico se había puesto las manos en la nuca y caminaba despreocupadamente, mirando con una sonrisa de medio lado y sus ojos azules a los dos que iban delante. Sí que era bastante guapo.

Hinata volvió a mirar al frente, sujetando bien la bolsa para que no se le cayera, hasta que una voz la sobresaltó:

-Tú te llamabas Hinata, ¿verdad?

La aludida miró hacia el lado de donde provenía la voz. El que había hablado no era otro que el chico rubio, que ahora la miraba fijamente. Ella asintió.

-Yo soy Naruto, encantado- sonrió el chico. Hinata le devolvió la sonrisa tímidamente, y luego desvió la vista.

-¿Cuántos años tienes?- siguió preguntando él.

-Diecisiete… ¿Y tú?

-Yo acabo de cumplir los diecinueve. Me conservo bien, ¿eh?

Hinata sonrió con educación. Aquel debía de ser el típico chico alegre que no tenía en reparo en decir lo que pensaba, su clase de persona favorita. Pero también era la clase de persona con la que más le costaba relacionarse.

Al cabo de unos segundos, Naruto retomó la palabra:

-Tú no eres muy habladora, ¿verdad?

-No…Lo siento.

-Vaya, entonces somos polos opuestos. ¡En fin! La variedad es la sal de la vida.

Aunque Hinata empezase a sentirse cómoda con ese chico, a un nivel más profundo no podía evitar pensar que no iba a poder llegar a caerle bien. Pero tenía la esperanza de que ese pensamiento no fuera verdad.

-O-oye… ¿cómo sabes mi nombre? No recuerdo que Ino-chan me haya llamado antes…

-Sí, si lo ha hecho. Cuando te ha dicho:"Hinata-chan, no te importa, ¿verdad?"

-Ah, es cierto- admitió Hinata. Pero un segundo después recordó el hilo de aquella conversación y se ruborizó hasta las orejas. ¿La habría escuchado Naruto? Se lo iba a preguntar cuando el chico añadió:

-¿Sabes? Tu amiga tiene razón. Eres bastante guapa.

-¡¿Eh…Ah…?-balbuceó Hinata, totalmente pillada por sorpresa y con la cara ardiendo de vergüenza.

Nadie, nadie que ella recordase y que no fueran sus amigas, la había lanzado un piropo sin maldad o burla. Aquella era la primera vez. De pronto se sintió totalmente incómoda estando tan cerca del rubio, y se alejó un poco de él, pero no demasiado, porque no quería que la tomase por loca. Aunque con aquella frase la había descolocado completamente.

Cuando la morena quiso darse cuenta, ya habían llegado a las escaleras automáticas de bajada de la salida principal.

Miró hacia delante y vio a Ino hablándole a Sai mientras el moreno tecleaba algo en el móvil.

-En fin…Esto es un adiós- bromeó Naruto, con las manos todavía pegadas a la nuca.

-S-sí…-dijo Hinata, todavía con la cara colorada y cambiándose la pesada bolsa de mano. Entonces el rubio reparó en que la chica tenía la palma de la mano derecha irritada y con una herida de la que manaba un poco de sangre.

-Hinata, tienes la mano derecha ensangrentada- avisó Naruto, y antes de que la chica pudiera decir nada, el chico cogió su pálida mano entre las suyas y la examinó de cerca-. Te pasará lo mismo en la otra mano si sigues llevando esa bolsa. ¿Quieres que te ayude yo a llevarla hasta…?

-¡Ah, n-no, no hace falta!- la cara de la chica empezaba a adoptar un tono similar al traje del hombre vestido de Papá Noel que había a la salida del centro comercial-. M-mi casa queda cerca, no hace falta…

-Pues precisamente…

-¡Que no!En serio.

-Vale, de acuerdo…Bueno, ¡pues hasta otra, Hinata-chan!-y con estas palabras Naruto regresó junto a Sai, bajaron por la escalera mecánica y se fueron.

Hinata se quedó mirándolos hasta que la voz de Ino la sacó de sus pensamientos:

-¿No estaban de toma pan y moja?

-…Naruto me ha llamado guapa.

-¿Quién? ¿El tío bueno rubio? ¿Ves como en realidad eres un bombón, Hinata?

-He pasado la mayor vergüenza de mi vida…-la morena se quedó en silencio unos bueno- añadió animadamente-, ya no tengo que preocuparme por eso, porque no volveré a verle nunca más.

A la morena no le pasó inadvertida el cambio de expresión que se produjo en la cara de su amiga.

-Ah…Pues verás, Hinata, sobre eso…Antes he estado hablando con Sai y…

-Os habéis dado los móviles, ¿no?

-Eh, sí, pero no sólo eso: Sai estaba llamando a un sitio para que quedásemos y si íbamos cuatro personas nos hacían descuento. Así que Naruto y tú…Tenéis que venir.

El aire se heló un momento. Finalmente, Hinata abrió la boca y dijo bajito:

-Has dado mi confirmación de que iba a ir un sitio sin consultarme antes, aun sabiendo que a mí salir con gente que apenas conozco me da cien patadas. ¿Me equivoco?

La rubia tragó saliva. Porque, aunque la mayor parte del tiempo Hinata fuera una persona dulce y callada, Ino siempre había supuesto que su paciencia tendría un límite, y, que, por lo tanto, la morena tendría también un lado oscuro. Y ese lado oscuro parecía estar a punto de salir a la luz.

-Vas a morir, Ino-chan.

-Hinata…

¡VAS A MORIR, INO-CHAAAAAAAAAAAN!

Aquel grito se escuchó, por lo menos, en un kilómetro a la redonda. Sai y Naruto no lo escucharon, pues estaban en un coche que a esas alturas se encontraba muy lejos de allí.

Pero las aves cercanas salieron volando en desbandada. A los árboles cercanos se les cayó la nieve. La gente que estaba dormida en los vagones del metro cercano se despertó con un sobresalto y miró a su alrededor desconcertada.

Y Sakura, que ya casi había llegado a casa de Ino e Hinata, creyó que acababa de sufrir alucinaciones auditivas y que últimamente trabajaba demasiado.

Continuará…


¡Hola y encantada! Me llamo Ana y éste ha sido el capítulo 1 de mi primer fic. Descubrí fanfiction hace unos meses, y como siempre me ha gustado escribir e inventar historias alternativas de cosas que ya están hechas, me decidí a crear un fanfic sobre el NaruHina, que se encuentra entre mis parejas de anime favoritas y, según me dicen algunas personas que ya se han visto el Naruto Shippuden completo, es una de las pocas que se hacen realidad (^3^).

Este capítulo en concreto lo escribí a finales de noviembre, pero ya que lo subo coincidiendo casi con la llegada del 2011, lo he adaptado a la estación. Así que quiero desear un feliz año nuevo a todas las personas que lean esto. ¡Feliz 2011 a todos y gracias por leer!