Prologo
-¡Rayos! Deberías ser más cuidadoso – reprochaba el castaño a su semejante, mientras cuidadosamente curaba las heridas en su brazo
-¡Todo es tu culpa! - respondió apresurado el menor – si hubieras estado aquí, entonces quizá yo… - argumento a la defensiva desviando un poco la mirada y apretando los dientes para soportar el alcohol frio sobre la herida.
El oji esmeralda suspiro, sabía que era su culpa, pero estaba dando lo mejor de si mismo, eran tiempos difíciles y no podía estar aquí y haya a la vez.
-Escucha México, hago lo que puedo ¿bien? – termino de vendar la fea cortada en el brazo izquierdo del moreno – Dejare la armada Española custodiando Veracruz y los galeones… bueno…una parte de la armada… -
Antonio se avergonzaba de la mala situación en la que lo ponían las circunstancias de su casa.
El azabache lanzó un largo quejido mientras se levantaba de la cama en la cual había permanecido sentado y obediente, miró fijamente a España quien guardaba los medicamentos y utensilios de primeros auxilios en el botiquín y luego en lo alto de un armario, se dirigió a la puerta y tomo su abrigo rojo que colgaba del perchero.
-Me voy ahora – dijo sonriendo el mayor
- ¿Tan rápido? ¿No podrías quedarte un poco más? – reclamo el otro con un deje de desesperación en su voz
- ah~ no lo siento. Las cosas en Europa no están muy bien, Francia sigue atacando mi casa y va tras Romano e Inglaterra… bueno ya sabes – respondió mientras con lo último miraba de pies a cabeza al chico haciendo énfasis en las heridas que recién había tratado
- lo sé – el oji castaño rodó su vista por toda la habitación, el silenció y la tensión eran densos, hasta que se aventuró a dar unos pasos más cerca de su "hermano mayor", terminó inevitablemente rodeando su espalda con sus brazos.
México quien apenas era 3 cm. Más bajo que España podía perfectamente hundir su rostro en la contextura de los omóplatos de Antonio, quien no ofrecía resistencia alguna a sus acciones
-¿Qué haré si Inglaterra ataca los puertos de nuevo? – pregunto con voz trémula
- Estarás bien, estoy seguro de eso – respondió el español, cual se giró para mirar a los ojos a su subordinado y agitar su cabello de forma cálida y fraternal
Y lo único que atino a decir el menor fue – Ten un buen viaje, cuídate –
-la haré ¡Ja! No es tan fácil vencer a la gran armada española ¡¿Verdad México?! – alardeo alegre el español sacándole una sonrisa al chico moreno
- lo que digas~~~ - le contesto irónico con un suspiro y encogiéndose de hombros
- ¡Bien! ¡Me voy! – se despidió con una de sus características y radiantes sonrisas antes de salir
- ¡España! – apremio el azabache
- ¿eh?.. ¿Qué pasa… -
La suavidad de los labios del menor en un tacto fugaz sobre los suyos le bloqueo el paso de las palabras, fue solo un instante de un beso de despedida triste y confuso
-Regresa a salvo Antonio –
No se atrevió a mirarlo a los ojos pero sintió su sonrisa sobre él
-Lo hare Alejandro –
