Recomendación Musical: "Heart of Courage" – Two Steps From Hell


'―¿Dónde estoy?'

"―¡Tendremos que operar de inmediato!"

'―¿Por qué me siento así?'

"―Es lo que tanto temíamos."

'―¿Qué sucedió?'

"―No. Seguiremos con el plan. Nadie tendrá que saberlo."

Abrió los ojos y lo primero que vio fue un liso techo de color blanco. Parpadeó con considerable fuerza y llevó sus manos hasta sus ojos, restregándolos en el proceso. Negó con la cabeza y se preparó para sentarse en lugar de estar acostada, cuando intentó jalar su propio cuerpo y sintió algo tomándole de la cadera. Removió la sábana y se encontró con un "accesorio" envolviendo su parte inferior del cuerpo.

Las imágenes del partido del día anterior llegaron como una ráfaga a su mente: cuando la derribaron, cuando el tablero le cayó encima, cuando se despidió de su equipo, cuando llegó al hospital, cuando su hermana llegó, cuando comenzó la revisión, cuando la enfermera salió corriendo y regresó junto con su médico y otros hombres, quienes la durmieron y, por consiguiente, comenzaron con la operación.

―Buenos días. ¿Dormiste bien?

Sus párpados se abrieron por completo y giró su mirada a la dirección de dónde provenía el saludo, encontrándose con la silueta de un hombre que tenía la mirada clavada sobre un libro.

―B-buenos días ―frunció el ceño al encontrarse a sí misma con la voz ronca, producto de no haber tomado agua desde el día anterior―. Mi hermana… ¿d-dónde está?

Él, sin despegar la mirada de su libro, señaló con una mano hacia el costado izquierdo de la menor, haciéndola girar hacia aquella dirección y encontrarse con el cuerpo de su hermana mayor. La rubia estaba sentada en una silla de madera, sus brazos cruzados, su cabeza ladeando hacia la derecha, un sonoro ronquido saliendo de su garganta y un hilo de saliva oscilando desde su boca.

―Se quedó despierta toda la noche ―el mayor empezó, atrayendo la atención de la chica hacia él y cerrando su libro―, esperando a que terminara tu operación. ¿Recuerdas que mencionaron algo? ¿Por qué todos salieron aterrorizados mientras te llevaban a la sala de operaciones?

Intentó recordar algo que hubo dicho el hombre, pero no recordó más que simples balbuceos y murmullos. ―Nada. Estoy tan confundida como usted, Kōzō-sensei, no sé lo que sucedió ―suspiró cansada y chasqueó la lengua, encontrándose con una molestia en la garganta, por lo que se giró y bebió un poco del agua que había dentro de una botella―. ¿Sabe qué hora es?

―Las nueve treinta y cinco; la hora de visita comenzó hace cinco minutos. ¿Quién crees que venga primero a visitarte? ¿Tu equipo? ¿La "Generación Milagrosa"?

―Quién sea, menos los prodi…

En eso se escucharon pasos corriendo, uno que otro objeto cayendo al suelo, algunos gritos y pocas disculpas. Los pasos cesaron justo detrás de la puerta, la cual se abrió de golpe y mostró a un par de chicos, ambos con un collar colgando de sus cuellos.

―¡Katomi-san!

―¡Kat!

Shirogane rio derrotado y volvió a abrir su libro. ―Parece que me equivoqué. ―mientras los hermanos se iban a cada costado de la cama y abrazaban a la oji-naranja por los hombros.

―Kat, little sister, ¿te encuentras bien? ¿Cómo salió todo? ¿Ya te operaron? ¿Te van a operar? ¿Qué te dijeron? ¿Qué fue? ¿Ruptura? ¿De qué grado? ¿Cómo sucedió? ¿Qué te hicieron dentro del gimnasio? ¿Por qué está Alex babeando?

―Katomi-san. Ya sentía que algo malo te había pasado en el momento en que sentí un escalofrío dentro de mi cuerpo, pero sentí que mi corazón se salía cuando Tatsuya me contó lo que había visto. Te llevaron al hospital en una ambulancia junto con un chico, supuestamente por una ruptura de tercer grado en la cadera. ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? Ah. Te trajimos esto.

La oji-naranja tomó la jersey en manos y la inspeccionó: era de color menta con alguna franjas turquesas y blancas, un balón estaba plasmado en la parte de la espalda y unas palabras en inglés resaltaban en la parte del abdomen.

«Middle sister»

―¿'Hermana de en medio'? ―Katomi cuestionó sarcástica, encarnando una ceja y sonriéndoles de lado a sus hermanos.

―Ah ―el peli-carmín desvió la mirada hacia la derecha, al mismo tiempo que él y el oji-gris desabrochaban sus chaquetas, y le dejaban ver las mismas jersey, sólo que con títulos diferentes―, por lo menos no te tocó ser el hermano menor.

Himuro, quien tenía la jersey del 'hermano mayor', volvió a abrochar su sudadera y miró serio a la fémina. ―Kat, Akuma te hizo esto, ¿verdad? ―el menor de los varones jadeó en sorpresa ante las palabras del azabache, puesto que no sabía nada de lo que había pasado―. ¿Qué te hicieron esas perras?

Katomi permaneció con la quijada abierta por unos segundos, hasta que la cerró junto con sus ojos y suspiró cansada. ―Hai, fue Akuma quien planeó todo; Izanami-sensei, su entrenadora, y Arale, su capitana, crearon un plan para que yo quedara fuera del juego, pero jamás creí que sería tan sádico.

Fue entonces que Kagami se giró con todo el enojo y pateó un mueble de madera que yacía a un lado de la cama de la mayor. Fucking sluts! Me las van a pagar. No se saldrán con la suya.

―Taiga, calma ―el mayor se giró hacia la chica y colocó una mano sobre su hombro―. Kat, no puedes dejar que ellas sigan haciendo daño para limpiar el camino; prométeme que, cuando salgas de la fractura, les enseñarás el verdadero significado de la lucha en baloncesto ―pareció que ella vaciló por unos segundos, pero levantó la mirada hacia el varón y asintió sonriente―. Muchas gracias, her…

―¿Quién es el viejo?

Ambos giraron hacia el oji-carmín, encontrándolo viendo en la dirección en donde la cama de Shirogane se encontraba, teniendo a éste leyendo todavía su libro, aunque una ligera vena saltó en su frente cuando Kagami le apodó. Él cerró su libro y se giró hacia los menores, pero la única chica habló antes―: ¡Tai-chan! Más respeto. Su nombre es Shirogane Kōzō y es el ex entrenador en jefe de Teikō.

―¿Ah? ―el as de Seirin entonces se giró sorprendido hacia el peli-blanco, una expresión arrepentida en su rostro―. M-Mucho gusto, entrenador Shirogane; mi nombre es Kagami Taiga. Kuroko me ha hablado mucho de usted.

―¿Enserio? ―la reciente mueca fue permutada con una ligera sonrisa―. Pues Katomi también me ha contado mucho sobre ti, campeón de la Copa de Invierno. ―sus párpados se abrieron ligeramente al darse cuenta del error que cometió, pero los volvió a cerrar a medida que giraba hacia la chica.

―¿Eh? ―no podía creerlo―. ¿¡Eh!? ―si no hubiese sido por el "accesorio", se hubiera lanzado a los brazos de su hermano menor―. ¡Tai-chan, ¿Seirin ganó la Copa de Invierno?! ―cuando el varón asintió orgulloso, ella soltó un corto y agudo grito de alegría, moviendo frenética sus manos―. ¡Increíble! Yo sabía que ustedes podían contra Rakuzan, supe que iban a ser los vencedores. ¿Cómo estuvo? ¿Qué sucedió en el último cuarto? ¿Quién anotó el último punto? ¡Ven y abrázame, hermano!

Kagami rio ligeramente por la emoción de su hermana y se acercó para darle el abrazo que tanto pedía, antes de reincorporarse y responder lo que tanto ansiaba―: Fue la guerra más difícil en la que he estado, Katomi-san, hubo lágrimas, risas, gritos, sonrisas y aplausos. Sucedió tanto en el partido, pero me gustaría que mi equipo fuese quien te relatara lo sucedido; a mí sólo me permitieron decirte que quedamos ciento seis a ciento cinco.

―Eso sí ―Himuro tomó la palabra e hizo que la sonriente chica se girara hacia él―, los gritos no se compararon con aquellos que se hicieron en la cancha femenil. A todos se nos rompieron los tímpanos cuando el cronómetro llegó a cero.

La peli-naranja sonrió alegre a pesar de no saber todavía sobre lo sucedido en el partido, pero que el equipo de su hermano fuese el campeón, era más que suficiente. ―Muchas, muchas felicidades, Tai-chan, enserio. Me hubiese gustado estar allí para gritar junto con el público, pero estoy contenta con saber que ganaron todos juntos.

Ambos varones sonrieron cálidamente y se prepararon para responder. ―Disculpen ―pero una voz femenina les ganó a ambos e hizo que todos girasen hacia la puerta, donde una enfermera estaba parada―, no quisiera interrumpir, sólo traigo el desayuno de García-san.

Los hermanos le abrieron paso a la mujer y dejaron que ésta colocara la bandeja en las piernas de la chica.

―Ritsuka-sensei, buenos días.

―Buenos días, García-san; espero y hayas dormido bien ―cuando la oji-gris se giró para retirarse, su mirada se clavó sobre el otro paciente yaciente en la misma habitación―. Ah, Shirogane-san, en un momento su enfermera le traerá su desayuno. Con permiso y provecho.

―Gracias. ―ambos pacientes exclamaron en unísono y dejaron que la azabache cerrara la puerta detrás de ella.

Himuro entonces suspiró y palmeó el hombro del peli-carmín. ―Bueno, Kat, creo que será mejor que nos retiremos y te dejemos disfrutar de tu desayuno.

―Hai ―el Ala-Pívot exclamó también―, además, todavía debemos hacer algo con nuestros equipos ―se acercó a la chica y le plantó un beso en la mejilla―. Volveremos, Katomi-san, diario si podemos. ―al mismo tiempo que ella le agradecía, se giró hacia la puerta y salió detrás de ella.

―Yo sé que no dijiste toda la verdad ―el oji-gris exclamó serio, mirando a su hermana menor―; esos vendajes, rasguños y moretones no fueron consecuencia del poste. Akuma estuvo haciendo esto desde mucho antes, ¿cierto? Mira, no te voy a decir que hagas algo ni que yo vaya a hacer algo, sólo quiero que cumplas con enseñarles a esas idiotas lo que de verdad puedes hacer, ¿está bien? ―la oji-naranja desvió avergonzada la mirada, pero asintió en entendimiento―. Bien ―copió las acciones del as de Seirin y le plantó un beso a la chica, antes de girarse hacia la salida―, volveremos mañana a la misma hora. ―y salió de la habitación.

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Después de terminar su desayuno (cocinado sin sal ni azúcar), Togimasu y Chishiki aparecieron, ambas mostrando a sus nuevas capitanas: Hikaeme (portando todavía el yeso en su brazo), y Kikubari. Ambos equipos le dieron sus condolencias y esperaban porque se recuperara pronto. Asimismo, Katomi les agradeció por todo y se despidió de las chicas de tercero.

Kaijō fue quien les siguió, estando ausente su as. Al igual que sus hermanos, afirmaron el triunfo de Seirin y relataron sólo algunas partes del juego: Hyūga vio a través de los tiros de Mibuchi que hasta incluso logró copiar uno e hizo que el Rey sin Coronar cometiese una falta. Cuando terminaron, Kasamatsu reveló su retiro, el de Moriyama, Kobori y el resto de miembros de tercero, y el nuevo puesto de capitán de Hayakawa. El entrenador Takeuchi, antes de poder felicitar y despedirse de los veteranos azules, le agradeció por todo lo que había hecho por ellos y le deseó su rápida recuperación.

Sorprendentemente, Shutsu y Hikari se presentaron juntos. Las primeras en hablar fueron las Reinas azul-marino, teniendo a Shōsha maldiciendo a Akuma y llenando de esperanza a la Emperatriz; luego, reveló que ella (como era la única integrante de tercero), iba a retirarse, dejándole a Kurosu el puesto. Por su parte, Hikari también esperó que la chica se mejorara y su as, Hoshi, se despidió junto con el resto de las de tercero.

Al igual que Kaijō, Tōō se presentó sin su as ni su mánager. Mientras la mayoría se veía confundidos pero calmados, Wakamatsu y Sakurai no podían ocultar lo asustados que se encontraban (el rubio porque se trataba de la mejor amiga de su novia y el oji-marrón porque tan sólo la quería mucho): abrazaron a la chica por los hombros y soltaron una que otra lágrima. Cuando se lograron tranquilizar, Harasawa habló por todos sus jugadores y dijo esperar por su recuperación. Imayoshi tomó la palabra y se despidió junto a Susa y el resto, al igual que reveló el ascenso de Wakamatsu.

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―¡Katomi!

Ambos pacientes levantaron su mirada hacia la puerta, la cual se abrió de golpe y reveló a una rubia-oscura con una expresión aterrorizada que se lanzó sobre la oji-naranja. Sus demás compañeras y entrenadora entraron justo después, expresiones exaltadas en sus rostros.

―¡Mocosa, no puedes entrar de esa forma a una habitación!

―Hōfuku…, o-olvidaste tu regalo.

Fukushū había entrado en la habitación, siendo la Emperatriz quien estaba sobre la chica, la entrenadora quien sostenía un ramo de rosas y la oji-parda la única en entrar con calma.

―¡Yashiro! ¡Bájate de Katomi! ¿No ves que está recién operada?

La menor obedeció las palabras de Shikumi y se bajó de la cama, antes de girarse hacia su entrenadora, arrebatarle el ramo y girarse hacia la americana. ―¿Cómo te sientes, Katomi? T-ten…, son para ti. ¿Te duele mucho? ¿Te sientes incómoda? ¿Estás mareada? ¿Por qué tu hermana está babeando? ¿Quién es ese abuelo? ¿Quieres que vaya con Akuma y patee a todas justo en su va…?

―¿Te encuentras bien, anaranjada? ―Shikumi preguntó, interrumpiendo algo indebido que su as estaba por decir y atrayendo la mirada curiosa de la extranjera―. ¿Cómo salió todo? ¿Te dijeron algo?

―Ah. Al parecer todo salió bien. Mi médico no ha venido desde la mañana; tal vez me explique todo más tarde. Me encuentro bien, gracias; ¿qué tal ustedes, Fukushū?

―Con ganas de dejar a unas perras sin hijos.

―Todas estamos bastante preocupadas, querida ―Retsu tomó la palabra―. Desde que Akuma comenzó con sus cobardías, queríamos de todo corazón bajar y devolverle al doble. Cuando te tiraron el tablero, Shikumi y…, Hōfuku, bájate de ella…

―No.

―Shikumi y Hōfuku fueron las más molestas; incluso destruyeron los asientos en los que estaban.

―Nosotras solamente golpeamos por accidente a los que se encontraban adelante ―Modori comentó divertida, golpeando el hombro de la otra chica de tercero―, ¿cierto, Kazuko-chan? ―la Pívot tan sólo asintió sonriente, pero borró su expresión cuando la castaña-clara suspiró―. La verdad, también vinimos para agradecerte y despedirnos. Etsuko-chan, Kazuko-chan, el resto de las de tercero y yo nos despedimos, Emperatriz; gracias por todo lo que has hecho por nosotras y te deseamos la mejor de las recuperaciones.

―Muchas gracias, Suzu-chan ―la oji-naranja se giró hacia Yurushi y le sonrió juguetona―. Y, ¿bien? ¿Quién se quedó como la nueva capitana?

La Alero sonrió avergonzada, bajó la mirada y vio de reojo a su Ala-Pívot principal. ―S-Shikumi será la nueva capitana.

―¿Oh? Ya veo. Muchas felicidades, Toki-chan, no puedo esperar por ver la mejora de tus chicas ―al recibir la sonrisa de parte de la oji-parda, ella bajó la mirada hacia el ramo que tenía en manos y se giró sarcástica hacia la Base principal―. ¿Son las mismas flores que te regalé ayer?

―¡No! ―el resto de integrantes rio junto con la negación de la menor, burlándose de su rostro sonrojado―. ¡Recuerda que las tuyas eran rojas! ¡Éstas son azules!

Katomi también rio ligeramente por la reacción de la más baja y estaba por decir algo, cuando una voz masculina interrumpió―: ¿Buenos días? ¿Estoy pintado, Katomi?

―Ah. P-perdón ―se reincorporó un poco y señaló al hombre con una mano―. Fukushū, él es Shirogane Kōzō, ex entrenador en jefe de Teikō y mi entrenador de la secundaria.

―Ah. Mucho gusto, Shirogane-sensei ―Shikumi se adelantó a su equipo y le sonrió de forma cálida al peli-blanco―. Es un honor poder conocerle. Cierto es que he escuchado mucho de usted, tanto en la escuela media como en la preparatoria. Lo digo por todo Fukushū y esperemos que se recupere pronto.

Mientras el hombre agradecía las palabras de la Ala-Pívot, Retsu se volvió a acercar a la chica y recargó una mano sobre su hombro. ―No queremos robarte más tiempo, querida, así que lo mejor será retirarnos. Hōfuku…, ya…, bájate de la cama.

―¡No!

―¡Hōfu…!

―¡Kati!

Todos los presentes giraron su mirada hacia la puerta, en donde yacía un jadeante chico azabache. Shirogane sonrió al verlo, Katomi imitó esa acción, casi todo Fukushū intercambió miradas confundidas, y Hōfuku se bajó molesta de la cama y le lanzó una mirada totalmente afilada al recién llegado.

―¿Quién es éste?

―¡Toki! ―la nueva capitana golpeó ligeramente el cráneo de su Emperatriz, ya irritada por su vocabulario agresivo, y se giró hacia el oji-gris―. Disculpa a esta mocosa, no es buena conociendo nueva gente; tan sólo no la tomes en cuenta. Mi nombre es Shikumi Toki, mucho gusto.

Él parpadeó una sola vez ante las palabras de la oji-parda, pero sintió una ola de escalofríos recorrerle por la espalda en el momento en que observó el aura totalmente oscura de la más baja. ―M-Mucho gusto, Fukushū, ¿cierto? Las había llegado a ver durante las semifinales y esperaba el momento de poder conocerlas. Mi nombre es Nijimura Shūzō y soy…

―¿Qué relación tienes con Katomi?

―¡Toki! B-bueno…, fue un gusto en conocerte, Nijimura Shūzō, pero nosotras ya debemos retirarnos. Espero y cuides bien de Katomi. Muy bien, vámonos, Fuku… ¡Toki, deja en paz a Katomi! Vámonos, Fukushū.

Después de arrastrar a la menor (quien miró de manera asesina a Nijimura y le lanzó una señal que describía lo mismo), fuera de la habitación, Fukushū desapareció del lugar, dejando a un extrañado peli-blanco, una divertida Ala-Pívot y un oji-gris con notorios escalofríos.

―Buenos días, Shū-chan.

Al escuchar el saludo de la americana, el apodado cambió su expresión asustada por una gran sonrisa, se acercó a la chica y le plantó un beso en la mejilla. ―Kati, ¿cómo amaneciste? ¿Te dijeron algo ya? ¿Ya desayunaste? Ten…, lo compré en el camino; es de tu favorito: mango con palta. También traje jugo de piña…, fue muy difícil de conseguir, así que aprécialo.

―Shū-chan… ¿te he dicho que te amo?

―No…, pero puedes demostrármelo.

―¿Qué?

―¿Qué?

―¿¡Qué!?

―Que…, Kiyoshi comenzó a ganar los rebotes contra Nebuya y Akashi entró en "La Zona".

Sabiendo que el asiático no iba a mencionar el significado detrás de sus palabras, Katomi tan sólo rio en volumen bajo por el notorio sonrojo que el varón poseía en sus mejillas, negando con la cabeza y rodando los ojos en el proceso. ―Me hubiese gustado ver la disputa entre Teppe-chan y Ei… ¡momento! ¿Qué pasó cuando Seijūrō entró en "La Zona"?

―Mierda ―sabía que se había adentrado en algo más difícil de explicar que su palabreo romántico―. Sería ridículo mentirte, porque a ti no se te escapa nada sobre ellos. Dejó de jugar en equipo ―al notar la mirada de la menor, sus labios comenzaron a temblar―. Es lo único de lo que me enteré; te lo juro. Pídeles detalles a ellos.

―¡Ja! Espero y la suerte esté de su lado si se atreven a venir aquí.

―¡Por supuesto que van a venir, Kati! Eres su amiga. ¿Qué clase de amigos no vendrían a…?

―¡Aquellos que rompieron una promesa y te mintieron por meses!

―Una no puede dormir con ustedes.

La pareja se volvió hacia Alexandra, quien los veía con una expresión somnolienta y, al mismo tiempo, frustrada. Se voltearon a ver mutuamente, antes de que una sonrisa de disculpa se dibujara en cada una de sus bocas. La mayor tan sólo rodó los ojos, formó una sonrisilla con sus labios y se cruzó de brazos. Ambos jóvenes entendieron esa acción, haciendo que la americana se recorriera a un costado del colchón y el japonés se sentara en el espacio. Compartieron una última mirada y decidieron esperar por saber quién tenía razón.


¡Hola, mundo! ¿¡Cómo ha estado!? ¡Ha pasado mucho desde la última vez que nos leímos c':! Adivinen quién ha regresado con la segunda parte de esta novela. ¡Yo! Y estoy muy emocionada por ver cómo reaccionan ante mi continuación. Antes de comenzar con la historia (a pesar de haber dividido el primer capítulo en dos partes porque me quedó inmenso, pero bien hemosho :33), debo declararles que habrá un cambio total de atmósfera entre "Miembro Ilegítimo" (cómica y amistosa) y "Fractura" (trágica y de dolor/conforte). Antes de despedirme, les presentaré a los últimos dos personajes nuevos que aparecieron en el último capítulo del libro anterior:

| Kano Himitsu (médico) | Ritsuka Nageku (enfermera) |

Listo. Me emociona tenerlos devuelta aquí y a los posibles nuevos lectores. No leemos luego. Chao.